lunes, 17 de septiembre de 2007

LOS RINCONES MÁS BELLOS DE GRANADA
Para ti, desde Granada, Andalucía, España


Ver el libro completo y descargarlo gratis en algunos de estos dos sitios: Los rincones más bellos de Granada
LOS RINCONES MÁS BELLOS
Autor: José Gómez Muñoz. Temática: Historia
Género: Narrativa. N° de páginas: 218. Tamaño: 15x21
Encuadernado: tapa blanda. Impreso: todo color tinta interior


Nota de transcripción:

El texto que sigue a continuación ha sido rescatado de uno de los viejos cuaderno del Anciano del Cortijo de la Viña. En su portada tenía y tiene el mismo título que se ve aquí y, en sus primeras páginas y todo su interior, el relato que se puede leer en las páginas que siguen.

Índice

1 - Los cuadernos del Anciano del Cortijo de la Viña
2 / 9 de julio: el primer día de tu ausencia
3 / 11 de julio: Cuesta de Alhacaba y barrio del Albaicín
4 - Por el mirador de San Nicolás del barrio del Albaicín
5 - El banco donde estuviste sentada la primera tarde,
junto a la iglesia del Salvador, en la Plaza del Abad
6 - Desde el corazón del barrio del Albaicín
7 - Por la calle San Juan de los Reyes
8 / 13 de julio: Desde el Puntal de los Almendros,
tu residencia y, Granada, durmiendo en la Vega
9 - Plaza Cruz de Piedra camino a la ermita
de San Miguel Alto, en el barrio del Albaicín
10 - Visitando las cuevas en el cerro de la ermita
de San Miguel Alto del barrio del Albaicín
11 - Desde las cuevas a la ermita de San Miguel Alto
12 / 14 de julio: Hacia la Cuesta de los Chinos
13 - Por la Cuesta de los Chinos o del Rey Chico
14 - Por algunos de los sitios de la Alhambra
15 - Por la muralla de la Alhambra
16 - Las banderas y Torre de la Vela
17 - La muralla de la Alhambra por el lado del Albaicín
18 - Por las sombras del bosque de la Alhambra
19 - La Alhambra no se entiende en profundidad
20 - Por el corazón de la Alhambra
21 - Festival de música y danza de Granada, historia de un sueño
22 - Saliendo del reciento amurallado de la Alhambra
23 - Te encuentro sentada en los bancos del Pilar de Carlos V
24 - Sueño en los jardines de la Alhambra
25 - Final de la ruta que, por la Alhambra
26 / 15 de julio: Tarde del domingo, Carmen de los Mártires
27 - Por la Cuesta de Gomérez aproximación al Carme de los Mártires
28 - Llegando al Carme de los Mártires
29 - Las cosas que has dejado sin tu cariño
30 - Las madroñeras y el estanque del Carmen de los Mártires
31 - El estanque, las escaleras y el huerto
32 - El ciprés de San Juan de la Cruz
33 - Por el carril del nuevo jardín botánico
34 - El tronco viejo del olmo gigante
35 - Meditando las pequeñas cosas de este jardín
36 - Desde el mirador de las madroñeras
en el Carmen de los Mártires
37 - Acercándome al barrio del Realejo
38 - Por la Cuesta del Realejo
39 - Elevando a la eternidad trozos del barrio del Realejo
40 - Lo más esencial para recorrer y conocer Granada
41 - Junto a una pequeña fuente clara
42 / 16 de julio: Por los Jardines del Triunfo
43 - Desde el corazón de los Jardines del Triunfo
44 - Recordándote por los Jardines de Fuente Mueva
45 - Cuando el otoño llegue
46 - Por el Campus de Fuente Nueva y la Piscina Universitaria
47 / 17 de julio: Por el corazón de Granada, acercándome a la Catedral
48 - Olores y rincones singulares de Granada
49 - La fuente de la Catedral de Granada
50 - Plaza de la Romanilla y los aguadores de Granada
51 - La Tarasca por las calles de Granada
Del libro “El Sueño más bello, Sinombre y yo”
52 - El borriquillo de bronce en la Plaza de la Romanilla
53 - Por la fachada de la Catedral de Granada
54 - La gran catedral de Granada y mi sueño
55 - Plaza de las Pasiegas, escenario singular
56 - Por la Iglesia del Sagrario y Plaza Alonso Cano
57 - La calle Oficios y tú por ella
58 - Te pierdo por el corazón de la Alcaicería
59 - Por las calles de la Alcaicería
60 - Pregunto por ti y me dicen que te han visto
61 - Como si te hubieras ido a las estrellas, al cielo mismo
62 - Por la Plaza Bibarrambla, Puerta del Arenal, preámbulo
63 - Lo que hay en la Plaza Bibarrambla
64 - Una oración al cielo desde la Plaza Bibarrambla
65 - De nuevo te alejas de espaldas
66 / 18 de julio: Por la Gran Vía de Granada

67 - Plaza de Isabel la Católica, corazón de la ciudad de Granada
68 - Por la Plaza Luís Rosales, bajo la lluvia
69 - El ameno rincón de la Plaza Tovar
70 - Por el Corral del Carbón
71 - Plaza del Ayuntamiento de Granada
72 - El escudo de Granada en la plaza del Ayuntamiento
73 - Los churros del Café Fútbol en Plaza Mariana Pineda
74 - Los gigantes de la Plaza del Campillo y,
Granada, como un libro
75 - Granada, desde la Fuente de las Batallas
76 - Los frutos de otoño por la fiesta de la Virgen
77 – Plaza de Bibataubín y el color granate
78 - Tarde lluviosa de mayo por la plaza de Bibataubín
79 - La Carrera de la Virgen, el más hermoso paseo de granada
80 - Jardines del Salón, Puente Romano y río Genil
81 - El jardincillo centenario junto al puente romano
82 - Ventana al corazón de Granada.
83 - Aproximación al Puente Romano

84 - La despedida
85 - El Santuario de la Patrona de Granada
86 - Adiós y un abrazo


1- Los cuadernos del Anciano del Cortijo de la Viña

Llegaron las vacaciones de Navidad y, en el Cortijo de la Viña, cambiaron un poco las cosas. Sobre todo en la vida de la niña. Al no tener colegio todos los días se levantaba algo más tardes. Y luego, muchos ratos a lo largo del día, se iba a jugar con su caballo Enebro y con el borriquillo Sinombre. No había llovido mucho todavía pero en los campos la hierba estaba naciendo y, junto al arroyo del balneario, la tranquilidad era total.

Un poco antes de fin de año, por la noche, se levantó algo de viento. Cayeron algunos chaparrones y, al amanecer, las nieblas cubrían por los barrancos, ascendían por las laderas y se iban despacio hacia las cumbres de las montañas. Sentados, la niña, la madre y yo junto al fuego en la sala del cortijo, a través de los cristales de la ventana, observábamos al caballo Enebro y al borriquillo Sinombre comiendo tranquilos en la hierba de la llanura. Indiferentes ellos al paso del tiempo. Me decía la niña, como sumida en un sueño mientras se fijaba en el borriquillo:
- También ya se está haciendo viejo. El día que menos lo esperemos podremos quedarnos sin él, como nos pasó con Bandolero, con la Princesa, el Anciano amigo nuestro y Julia, Guela y Lera.
Guardé silencio y medité sus palabras. Sabía que tenía razón. Porque ya hacía mucho tiempo que no estaba con nosotros ni el Anciano ni la Princesa ni las tres amigas con las que tanto habíamos compartido, años atrás. Todos se habían ido muriendo o marchándose y solo nos quedaba el caballo Enebro y el borriquillo. Dijo de nuevo ella:
- El día que se muera el borriquillo y también te mueras tú ¿qué haré yo tan sola y con tantas recuerdos?

Tampoco respondí a esta pregunta suya. Pero me siguió comentando:
- Y del Anciano, nuestro amigo más bueno ¿cómo voy a olvidarme nunca? Nos ha dejado todos los libros que escribió, todos sus cuadernos, todo su corazón y sueños… Cuando tú te mueras ¿Qué haré yo con esto?
El Anciano se había pasado la vida entera escribiendo. Su amor a las personas, a la naturaleza, a los animales, a la libertad, a Dios, al Universo… Y ni un solo libro le había publicado nunca nadie. Todos se los habían rechazado de todos sitios. Y le decían que no eran buenos, que no tenían calidad, que no se ajustaban a sus proyectos, que no eran comerciales, que… Pero en sus humildes cuadernos él había dejado escrito lo mejor de sus sentimientos, su vida entera y las historias más hermosas que nunca nadie haya escrito. La niña tenía todos estos cuadernos amorosamente guardados en su habitación. Todo como esperando algún importante momento. Por eso me seguía comentando:
- Yo no entiendo como nunca nadie quiso publicar ni una sola página de las cosas tan bellas que ha dejado escritas este amigo nuestro.

En sus manos me mostraba uno de estos cuadernos. En la tapa se podía leer el título de la historia que se narraba dentro. Despacio leyó la niña y a continuación me dijo:
- “Los rincones más bellos de Granada”. Nunca me cansaré de leer esta tan extraña y a la vez hermosa historia, escrita por él. Creo que cuando la escribió aquel verano se encontraba muy desanimado y por eso sufrió mucho. ¿Por qué tampoco pudo publicar este libro antes de morirse?
Una vez más no supe qué responder. Pero ella continuó razonando:
- Yo creo que hoy es un día muy bueno para leer y saborear despacio lo que el Anciano ha dejado recogido en este cuaderno. ¿Porque no me lo lees tú mientras nos calentamos en este fuego y dejamos que pase el día?
Cogí el cuaderno de sus manos y le dije:
- Sí, voy a leerlo porque estoy de acuerdo contigo: lo que el Anciano ha dejado escrito en este cuaderno es muy hermoso porque está lleno de bondad y de amor por las personas y las cosas.

Fuera. El borriquillo Sinombre y el caballo Enebro seguían en su pradera comiendo hierba. Hacía frío y la niebla mostraba un auténtico día de invierno. Leí despacio el título de la portada y los cuatro renglones que había debajo: “De Granada, quiero regalarte el sol del verano, el aire de esta ciudad, el silencio y los paisajes que hay por aquí. Tengo que compartir todas estas cosas para que en mi corazón no se instale la ingratitud ni en mi alma se encalle lo negativo”.

Abrí luego el cuaderno y le dije a ella:
- Voy a leértelo y sirva ello como un sencillo homenaje a nuestro mejor amigo, el Anciano del Cortijo del Laurel. Creo, como tú, que en este libro suyo él ha dejado escrito un sencillo, bellos y hondo mensaje. Tal como era y vivió.
Y comencé a leer despacio lo que sigue a continuación:

2 / 9 de julio: el primer día de tu ausencia
Amanece hoy lunes y Granada ya está sin ti. Ayer hizo mucho calor y parece que hoy será igual. ¿Te acuerdas de los cielos rosados de los amaneceres de Granada en verano? Pues de este color se viste el cielo esta mañana. ¿Qué color tiene hoy el cielo del rincón del país, donde te despiertas? ¿Cómo fue ayer tu viaje y cómo encontraste a tu gran nación cuando llegaste? ¿Te estaban esperando y te dieron todos los abrazos que soñabas? ¿Echas de menos a las tierras que has dejado por aquí?

¿Sabes? Los humanos, todos, todos, somos tan poca cosa y es tanta nuestra indigencia, que nunca deberíamos permitirnos prescindir de nadie. Es un lujo que no está a nuestro alcance. Porque nos necesitamos unos a otros como el aire que respiramos. Aunque no lo creamos o, muchas veces, queramos aparentar que podemos vivir sin los que nos rodean. Tú y yo y todos somos menos que una pavesa en la suma de la Creación, en la vida y en esta tierra. De aquí que, en lo que más abundamos, es en la indigencia, la pequeñez, el desamparo, la incertidumbre…

¿Sabes qué haré? Desde hoy mismo, hasta que se me acaben las fuerzas, cada día voy a escribir un poco. Para contarte cosas de Granada, de sus calles, rincones, plazas…

3 / 11 de julio: Recordándote por las calles de Granada.
Cuesta de Alhacaba y barrio del Albaicín

De Granada, ahora ya en tus tierras, recordarás muchas cosas. Pero puede que, según corra el tiempo, todo se te vaya borrando y, poco a poco, olvides. Seguro. Es propio de la condición humana. Pero, para que lo valioso, lo mantengas vivas en la memoria, para que no se te borre nunca, porque hay mucho muy bueno, voy a escribirlas en mi cuaderno. Las ordenaré un poco y luego te lo regalo.

Y ya empiezo. En la tarde de ayer, me fui por uno de los rincones que anduviste antes de irte. ¿Te acuerdas de la calle Cuesta de Alhacaba? Sí, la que sube desde Arco Elvira a Plaza Larga, en el mismo corazón del barrio del Albaicín. Esta es la calle que, ayer por la tarde, recorrí para recogerla y regalártela.

Aquella tarde la recorriste con una de tus amigas. Hacia mucho calor. Igual que hoy. Pero subiste entusiasmada. Hoy sigue haciendo mucho calor y la calle me la encuentro solitaria. En el cielo hay nubes que tienen pinta de tormenta. Y recuerdo ahora que, al comenzar a subir y ver el nombre de la calle escrito en su azulejo, preguntaste:
- ¿Qué significa la palabra Alhacaba?
Te aclaré:
- El nombre Alhacaba, al-'Acaba, significan La Cuesta. Hace referencia a su situación en esta ladera. Como estás viendo, la calle Alhacaba, sube desde la llanura, ladera arriba hasta la parte alta de un cerro.

La calle está toda empedrada. Y recuerdo también que te llamaba mucho la atención, según íbamos subiendo, precisamente esto. Descubrías, por primera vez en tu vida, que toda la calle, las aceras y las calles que de ésta salen, se encuentran empedradas. Con piedras pequeñas del río. Al pisar, las mirabas y decías, como si preguntaras:
- ¡Qué curioso es esto! En mi país nunca vi nada parecido.
Te aclaré:
- Y este empedrado, no todo pero sí muchos trozos, todavía es el de tiempos antiguos. Y está construido con pequeñas piedrecitas recogidas en los arroyos y ríos. Así es como aquellas personas primeras, construyeron este barrio, sus calles, plazas, cármenes, casas y aljibes…Éste es su pavimento típico.
Y mirabas y mirabas como si, a pesar de ir pisando el empedrado, no te lo creyeras del todo. Pude entender y entiendo que te llamara tanto la atención las piedrecitas en el firme de la calle.

Preguntaste:
- ¿Cuántos tipos de pavimento hay en Granada?
Y te aclaré:
- En Granada capital hay varias clases de pavimentos: losas de piedra o baldosas, empedrados artísticos granadinos, adoquines de granito, baldosas de pizarra… A veces, se mezclan distintos materiales, colores y texturas para formar composiciones. Junto con el empedrado artístico granadino se mezclan pavimentos de piedra, adoquines de granito, combinando la piedra con ladrillo…El color, la trama en el pavimento se usa para marcar los pasos de peatones, cruces en vías rodadas… En el barrio del Albaicín, por lo general, se utilizan pavimentos empedrados, algunos muy artísticos y otros no tanto. Ya lo irás descubriendo.
Y seguiste preguntando:
- ¿Y qué características tiene el empedrado granadino?
- Es un suelo de piedra, muy resistente y adaptable a cualquier entorno, gracias a su flexibilidad en cuanto a diseño y marco. Está compuesto por pequeños cantos redondeados de mármol blanco, éstos forman el fondo, y cantos de río alargados de color gris oscuro, forman el dibujo. Su colocación se hace piedra a piedra, trabándolas bien para que queden pocos huecos, de forma por completo artesanal. Igual que se hacia en la época árabe. Este trabajo está muy relacionado con el sistema romano. De ellos lo copian los árabes añadiendo sus modificaciones.

Tampoco aquella tarde sabías que esta Cuesta de Alhacaba discurre y avanza casi por el corazón de lo que fueron los primeros cimiento de la ciudad de Granada. Te lo explico brevemente:
- Sobre la parte más elevada de lo que hoy es el Albaicín, derecha de Cuesta Alhacaba en su parte alta, se emplazó el antiguo asentamiento que dio origen a la ciudad de Granada. Aquí se formó una población ibérica desde el siglo VII a.C. Su primitivo nombre fue Illiberis o Iliberri, ciudad que obtuvo el rango de municipio latino a partir del año 45 a.C. A inicios del siglo VIII, los conquistadores musulmanes debieron encontrar una ciudad en decadencia, después de una etapa visigoda de pocas construcciones. El antiguo nombre se arabizó como Ilbira pero los nuevos gobernantes instalaron la capital de la cora o provincia en Madinat Ilbira, cerca de Sierra Elvira. La parte central o quizás todo lo que fue Iliberri, se empezó a denominar Hisn Garnata o Qal`at Garnata Castillo o Ciudadela de Granada.

Más adelante, en su momento, te explicaré con más detalles el rincón donde estuvieron los primero edificios que dieron lugar a la ciudad de Granada. Porque es punto y a parte este rincón, sobre lo más alto del cerro que ocupa el barrio del Albaicín. Pero, por entre los muros antiguos y callejuelas de lo que fue el primer corazón de Granada, tampoco estuviste. Ni siquiera sé si leíste algún documento sobre este lugar o si alguien te comentó algo. Luego, en su momento, ya te contaré.

Nada más comenzar a subir, la calle se divide en dos. La de la derecha es la principal. Tiene casas pequeñas, todas muy parecidas a las que hay en el barrio que se derrama sobre la planicie del cerro, un poco más arriba. En cuanto se remonta como unos cien metros, a la derecha, se aparta una calle más estrecha. También empedrada y va, desde este lado de Granada, hasta calle Calderería, cerca de Plaza Nueva. Discurre por la parte baja del barrio del Albaicín y avanza paralela a calle Elvira y Gran Vía. Estas dos últimas sí que las conoces bien. Pero la primera, la que sale de Cuesta de Alhacaba y lleva a Calderería, creo que no las has pisado ni una sola vez en todo tu año en Granada. Se llama del Zenete y es fundamental conocerla y andarla para tener una idea más exacta de la ciudad de Granada. Y, más aun, de este excepcional trozo de Granada que es el singular barrio del Albaicín. Sobre todo, de esta parte antigua, de sus cimientos primeros, de su corazón, de su alma. El Zenete es uno de los trozos, barrio hermano, del Albaicín. Hoy es todo uno pero, en otros tiempos, no fue así.

En el Siglo XI, hacia el 1054, llegan a la Península Ibérica, Reino de Granada, los ZENTES, moradores del desierto, guerreros que utilizan principalmente el caballo ensillado y un espada menos pesada que la que se estila en la época. Tribu hermana de los Beréberes que tenían su núcleo principal de población en el sur de Argelia. Los Zenetes se extendieron desde la península arábiga hasta Mauritania. Su llegada a Granada, fue como mercenarios para ayudar al entonces Rey de Granada en las luchas familiares. El Marquesado del Zenete, zona ubicada en la provincia de Granada, alcanza una altitud media superior a los mil metros. Delimitada por Sierra Nevada al Sur y Sierra de Baza y Filabres al norte. Una de las rutas naturales que enlaza la Mediterránea con la Andalucía del Guadalquivir y con Sierra Nevada, a través del puerto de la Ragua. Nace como Señorio en el siglo XV. El primer señor del Marquesado del Zenete fue don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, hijo natural del cardenal. Con el levantamiento morisco 1568 y en su posterior derrota 1571, el Marquesado fue abandonado por sus habitantes en un número considerable.

¿Sabías que, en todo el Planeta Tierra y construido por los humanos, no hay nada que se parezca al barrio del Albaicín en Granada? Pues te lo digo para que lo sepas. Es único en el mundo este antiguo y hermosísimo trozo de la ciudad de Granada.

Unos cincuenta metros más arriba de calle Zenete, también a la derecha, sale otra pequeña calle que se llama Carril de la Lona, por la fabricación de velas para barcos. Es por esta calle por donde bajan todos los coches y autobuses que desde, el barrio del Albaicín, vienen al centro de Granada. Bajan por aquí, recorren un trozo de la Cuesta de Alhacaba y salen justo a la plaza de Arco Elvira.

¿Sabías que en este Carril de la Lona, es donde se encuentra una de las antiguas puertas en la muralla vieja? Te sigo contando para que sepas: Después del inicio de la guerra civil, 1009-1031, fin del califato de Córdoba, el grupo de beréberes ziríes encabezados por Zawi b. Ziri estableció un gobierno autónomo en la cora de Ilbira. Pero, en lugar de asentarse en Madinat Ilbira, ocuparon la antigua ciudad romano-visigoda. A una primera reparación de las fortificaciones, debió seguir su ampliación, que afectó a los sectores oeste y sur. El primero se extendió desde la Bab al-Unaydar, Puerta de la Erilla o Monaita, hasta el Carril de la Lona, donde se abría la Bab al-Asad, Puerta del León. Desde ahí descendía por detrás de la Iglesia de San José hasta la Cuesta de San Gregorio. El límite sur se llevó muy próximo a la actual calle San Juan de los Reyes, a partir de la cual continuaba hacia el norte para enlazar con la antigua muralla en la C/ Guinea, cerca de otra torre que todavía existe. Hacia levante se conserva en la Placeta de Abad, integrado dentro del Convento de las Tomasas, una torre que debió formar parte de la Bab al-Bunad, Puerta de los Estandartes. De esta forma quedó constituida la Qasabat Garnata, Alcazaba de Granada, dentro de la cual estaba el alcázar de los emires ziríes.

Avanzando un poco por el Carril de la Lona, a lado de arriba y a la izquierda dirección a Plaza Nueva, se encuentra un gran edificio viejo. Es el Monasterio de Santa Isabel La Real y el Palacio de Dar al-Horra. ¿Estuviste algún día en este lugar? Creo que no. Y sin embargo también es muy bonito todo este rincón. Si lo hubieras visto seguro que te habría gustado.

De nuevo dos pinceladas para que tengas claro que, el palacio que te digo, fue la mansión de la familia real nazarí. Se le llamaba Daralhorra, Dar al-Hurra. Este nombre es por el tratamiento honorífico que recibían las princesas musulmanas, por lo que se ha traducido como Casa de la Sultana, de la Reina, o de la Señora. Está situada dentro del recinto de la Alcazaba Antigua, probablemente sobre el solar ocupado por el alcázar del rey zirí Badis, S. XI. Parece que Fátima, esposa de Muley Hacén y madre de Boabdil, residió en esta casa. Después de la capitulación de Granada, los Reyes Católicos fundaron el convento de religiosas franciscanas, que en su honor lleva el nombre de Santa Isabel la Real. La mansión nazarí se mantuvo, con pocas modificaciones, en el extremo norte del conjunto conventual, hasta que fue adquirida por el Estado en la década de 1920.
A partir de este Carril de la Lona, la calle Alhacaba, discurre por el lado de afuera de la antigua muralla. La muralla, la están reconstruyendo, queda por el lado de la derecha. Y sube, desde la puerta Monaita hasta Plaza Larga, Puerta de las Pesas. Un poco más arriba de calle Carril de la Lona, hay un ensanche. Por la izquierda y con escalones de piedra. Estas escaleras llevan a las casas que hay por debajo del primer mirador del barrio del Albaicín, subiendo por la carretera de Murcia. Se lo conoce con el nombre de Mirador de San Cristóbal. Entre la carretera de Murcia, esta Cuesta de Alhacaba y la calle Acera de San Idelfonso, queda un pequeño barrio de casas muy originales. Tampoco estuviste en este lugar. Y lo siento porque estos sitios sí que son los que realmente tienen hechizo.

Tanto las escaleras que me van quedando por la izquierda como el rincón a donde llevan, tiene gran encanto. No hay nada igual en toda la ciudad de Granada. Y tú no lo has visto. Aquella tarde por aquí pasaste y ni siquiera prestaste atención. Te has ido de Granada sin conocerla casi nada. Solo la parte del centro, las discotecas, el recinto del botellón, la piscina universitaria, las avenidas del campus y poco más. Y has estado por aquí un año entero.

Ya casi al final de Cuesta de Alhacaba, donde también hay un ensanche a la derecha, una pequeña plaza empedrada y varios árboles, a la sombra me paro para respirar. Lo mismo que hiciste aquella tarde. Vengo sudando.

El último tramo de esta calle, no tiene tanta cuesta pero todavía sube. Discurre y se aproxima cada vez más a la antigua muralla que protegía al barrio del albaicín. Por aquí me encuentro con un letrero donde puedo leer: “Muralla Ziris del Alcazaba Viejo, Monumento Nacional”. Aunque es más conocida como Muralla del Albaicín. Llevan ya unos años restaurándola. Tampoco viste este rincón de Granada aunque sí pasaste cerca.

Cuando pase el tiempo, cuando llegue el otoño o el invierno del año próximo, quiero venir otra vez por aquí. Quiero ver esta calle de nuevo y sentirla, no bajo este ardiente sol de verano, si no bajo el típico y hermoso clima del otoño o invierno. Granada y sus paisajes son únicos en el mundo cuando aparece por aquí el otoño o la misteriosa estación del invierno. Esta calle, sin duda, que es un gran paisaje en los rincones de estas tierras únicas. Lo es ahora en verano pero lo será mucho más en las épocas del año que te estoy diciendo. Y, vivirlo bajo el sentimiento de tu pérdida y ausencia, solo presente en el recuerdo, debe ser una gran experiencia. Quizá dolorosa, triste o romántica pero creo que única también en el mundo.

Ya casi al final y más cerca de la muralla, hay una bonita casa. En la puerta tiene escrito: “Carmen de Jesús del Gran Poder”. No te expliqué nunca lo que significa la palabra “Carmen”. Y aquí, en este barrio del Albaicín, todas las casas o casi todas, las llaman con este nombre de carmen, que significa casa con jardín o jardín con flores.

Ya he llegado a un pequeño ensanche que tiene por nombre Plazoleta Almona del Albaicín. Llegan a ella cuatro calles. Aunque en realidad serían solo tres porque la que traigo, entra a la plaza y sigue subiendo unos metros más. Pero sí que son cuatro las calles que de esta plaza parten. Una de las calles que sale de este espacio, también toda empedrada, se llama Calle Larga de San Cristóbal. Este es nombre del primer mirador del barrio del Albaicín. También es el nombre de la iglesia que se alza justo por el lado de arriba de este mirador.

Desde la plazoleta, en menos de cincuenta metros, se llega a Plaza Larga. Es este el corazón del barrio del Albaicín y la plaza principal. Cuando aquel día, después de la larga cuesta, por fin nos encajamos en Plaza Larga, al verla, te sorprendiste. No la esperabas. Era la primera vez que subías al Albaicín por la calle que acabo de recorrer.

Ya he llegado esta tarde. Y también me sorprendo. Lo mismo que mi alma, me encuentro la plaza solitaria. Solo cuatro o cinco personas sentadas en algunos de los ocho bancos, arropados por la sombra de los árboles. Y recuerdo que aquel día, nada más llegar, te pedí que miraras para la derecha. Para que te fijaras en el edificio que por este lado queda. Miraste con interés. Es una casa muy especial tanto en este barrio como en toda la ciudad de Granada. Arriba tiene dos balcones y, entre ellos, un gran azulejo donde se puede leer: “Casa fundada en 1928. Confitería, café, heladería, casa Pasteles”.

Preguntaste y te estuve explicando que este local es uno de los más típicos de Granada enteran. Hacen una gran variedad de dulces todos artesanales. Las personas lo saben y lo conocen y por eso lo valoran mucho. Quisimos entrar pero a ti no te apetecía. Te excusaste diciendo:
- ¡Otro día venimos!

Seguimos por la derecha y, enseguida, nos encontramos en el centro de otra pequeña plaza empedrara. En el suelo tiene hasta un escudo dibujado con piedras naturales de distintos colores. Al frente y, aquí mismo, saluda la vieja muralla que ha subido por el lado derecho de Cuesta de Alhacaba.

4 - Por el mirador de San Nicolás del barrio del Albaicín

Y, al continuar y salir de la pequeña plaza de Casa Pasteles, enseguida se llega a Puerta Nueva. Una vieja entrada en la antigua muralla que, aun hoy, se conserva perfecta. Las paredes y el pavimento son de ladrillos vistos y su recorrido, en rampa porque sube para la parte alta del cerro, traza como un ángulo recto. También dos pinceladas de este trozo de muralla de aquella primitiva ciudad de Granada. Como ya te he dicho se le conoce con el nombre de Puerta Nueva o Puerta de las Pesas. Es acceso al recinto de la Alcazaba Gadima o vieja que debió estar en relación con la vecina puerta de Hizna Román, formando un sistema de muralla y antemuralla hoy difícil de identificar por las construcciones adosadas a las murallas. El arco de la puerta está construido con piedra de La Malahá y tiene la disposición característica del siglo XI con enjarjes y alfiz recercando el hueco. Tras él, un pasaje en recodo cubierto con bóvedas de ladrillo, de medio cañón en los tramos rectos y baída en la zona del ángulo. Todo ello se alberga en el interior de un torreón construido con tapial de dura argamasa.
Y, justo donde se forma el ángulo del recodo, la tarde aquella, un joven extranjero tocaba su guitarra. Te quedaste mirándolo y preguntaste:
- ¿Quién es y qué hace aquí?
Aclaré:
- Es uno de los muchos jóvenes que, en estos tiempos modernos, recorren el mundo. De tarde en tarde, se detienen en alguna ciudad durante un tiempo, se ponen en alguna calle, plaza o rincón como este, tocan la guitarra y esperan que alguien les de unas monedas con las que ir tirando.
- ¡Ya entiendo! En tu país también se ven estas cosas pero más en Moscú que en otras ciudades.

El último tramo de este paso por la puerta de la muralla, tiene escaleras. Con solo cinco o seis escalones y enseguida aparece una pequeña plaza empedrada. Desde aquí parten dos calles estrechas. Una sigue al frente y la otra se viene para el lado de la izquierda. Por la que continua al frente te ibas aquella tarde. Va esta calle a un edificio muy singular. Al Carmen Museo Max Mureau. Tampoco lo has visitado y lo siento. Y también, si continuamos por esta calle, vamos a salir al monasterio y palacio que te he dicho antes. Pero aquella tarde y también yo ahora, íbamos a otro lugar. Por eso indiqué:
- Vente por esta calle de la izquierda.
- Y si continuo por la que voy ¿a dónde me lleva?
- Vas de vuelta casi al mismo sitio de donde venimos. Si la continuas, te sales del barrio del Albaicín nada más haberlo pisado. Aunque no es exactamente así.

Seguiste preguntando:
- ¿Llegaríamos, por aquí, al rincón donde me has dicho nació Granada?
- Así es. Además de la calle Carril de la Lona, aquí mismo hay una calle que se llama Aljibe de la Gitana. Lleva justo al gran Carmen del Aljibe del Rey, Centro del Interpretación del Agua, y a la Placeta del Cristo de las Azucenas. Desde ahí, cogiendo por el Callejón de las Monjas, llegaríamos a los cimientos primeros, al corazón donde nació Granada.

Y, justo aquí mismo y por la derecha, se nos presentó algo que te llamó mucho a atención. Una valla de obras, con una sencilla puerta de malla metálica. Por entre esta tela de alambre se veía al fondo un gran trozo de la muralla. Y, justo en la puerta, el grueso tronco de un almez. Preguntaste:
- ¿Y esa muralla tan vieja?
- Es un tramo de la muralla ziris que hemos visto por donde subíamos. Ya ves que la están restaurando. Por eso no parece importante pero encierra, en sus paredes y silencio, muchos, muchos años.
Y dijiste:
- Cuando hayan terminado las obras que ahora tienen entre manos, este rincón será sorprendente.
Y te dije que sí.

Luego y, durante unos segundos, estuvimos mirando la figura del árbol que teníamos al frente. También sorprendente por el grueso tronco que muestra y el volumen de sus ramas. Aclaré:
- No me lo ha dicho nadie ni lo he leído en ningún libro pero creo que es centenario.
- ¡Un precioso gigante verde! ¿Cuántos árboles hay en Granada que tenga tantos años como éste?
- Muchos, aunque no lo creas. Un día, cuando quieras y tengamos tiempo, también podría mostrarte los ejemplares más representativos de esta colección de gigantes.
Y simplemente dijiste:
- ¡Vale!

Os volvisteis para atrás y tomamos por la calle de la izquierda, Callejón de San Cecilio. La que lleva directamente al mirador de San Nicolás. También esta calle es estrecha, discurre toda empedrada y sube buscando la parte alta del cerro donde se asienta el barrio del Albaicín. Las primeras casas de este cerro fueron construidas, por las fechas, más o menos, que el castillo de la Alhambra y justo también sobre una hermosa colina. Entre la Alhambra y el Albaicín discurre el río Darro y, en las colinas a ambos lados, levantaron el castillo y el barrio. Respetando mucho los paisajes y, al mismo tiempo, llenándolos de construcciones hermosas y muy bien distribuidas.

Aquella tarde, al caminar por lugar, el sol seguía quemando. Hacía calor, Igual que hoy. Y, según se avanza y antes del mirador, por la izquierda queda una pequeña y vieja iglesia. Solo unos metros más adelante la calle deja de subir porque el terreno se torna llano. Un colegio a la derecha y el centro de lenguas y educación intercultural. Por aquí ya corre un poco de viento.

Al llegar a la puerta del colegio, por la izquierda, una plaza grande. Se le conoce con el nombre de Plaza del Cementerio de San Nicolás. San Nicolás es justo la iglesia que, también a la izquierda y un poco más adelante, se alzan al comienzo de famoso mirador. Al que vienen todos los que visitan el barrio del Albaicín y desde donde se divisa el gran castillo de la Alhambra, Sierra Nevada y una gran parte de la ciudad de Granada y la Vega con sus pueblos.

La plaza que te digo también está empedrada. Baja levemente y enseguida se llega al mirador. En la plaza hay varias terrazas con mesas para los turistas. Es un entorno especial y bello. Por eso te pregunté:
- ¿Nos sentamos un rato y tomáis algo fresco? Os invito.
Respondiste:
- No tengo ganas. Lo dejamos para otro día.

Antes del mirador se encuentra la construcción de unas de las muchas aljibes que hay en este barrio. Construcciones de ladrillo, antiguas y que fueron depósitos para almacenar el agua en aquellos tiempos. Hasta hace unos años este aljibe tenía un pequeño chorrillo donde las personas podían beber. Ya no existe. Me paro justo al lado de la construcción y miro. Dejo que me roce el airecillo que pasa y dejo que de mi alma fluyan los sentimientos.

Recuerdo que el mirador, aquella tarde, sí estaba repleto de personas. Muchos jóvenes. Casi siempre son personas jóvenes los que vienen por aquí. Al menos, ellos son los que más tiempo se quedan. Con tu amiga, te sentaste en la pared que hay en el lado que da a la Alhambra y ahí estuviste mucho rato. Mirando, pensando, dejando que pasara el tiempo… Como si no tuvieras prisas o como si toda estuvieras donde ahora mismo te encuentras, en tu país. De vez en cuando preguntabas alguna cosa y seguías callada. Luego abriste la bolsa, donde traías pan, jamón fruta y una botella de Aquarius, que tanto te ha gustado en estas tierras de Granada. No sé si en tu país seguirás todavía disfrutando de esta bebida. Me han dicho que allí no se vende.

En el mirador, esta tarde, solo encuentro un grupo pequeño de personas jóvenes. Muy repartidos por la pared donde todos se sientan. Desde donde estoy observando miro y me quedan a cierta distancia. Por detrás de estas personas se alza la Alhambra y más por detrás se alzan las cumbres de Sierra Nevada. Ya no hay nieve sobre aquellas montañas. Sí esta tarde cubre por allí mucha calima. Y la Alhambra, majestuosa sobre la colina, entre su bosque de árboles y silenciosa. Se ve la gente allá, asomadas a los balcones y en las torres y, lo mismo que aquel día, te asombrabas y preguntaba, esta tarde, lo estoy viendo y quiero recogerlo para mandártelo y que lo tengas de regalo.

A la izquierda, como te decía, me queda la construcción del pequeño monumento de ladrillos de la aljibe. Un poco más lejos y también por este lado se levanta la fachada de la iglesia. De ladrillos pero toda pintada de blanco. Por la parte de atrás queda la plaza que te decía. Los árboles se mecen empujadas sus ramas por el vientecillo que pasa y se recortan sobre el azul del cielo. A ver esto y a disfrutar del fresco y de las vistas que desde aquí se descubren es a lo que vienen las personas a este mirador.

Aquella tarde, en este mirador, alguien cantaba. Tocaban la guitarra y cantaban flamenco. Tu amiga lo grabó y tú le dijiste:
- Luego me pasas los videos.
Luego te levantaste y me pediste ver la mezquita árabe. Queda a la izquierda del mirador, pared con pared. Entramos al jardincillo que tiene por la parte de delante y ahí también estuviste mucho rato. Haciendo fotos, mirando las flores, observando las panorámicas de la Alhambra sobre la colina, gozando de airecillo de la tarde…Te gustó mucho el rincón. La entrada al recinto también se encuentra pavimentada con piedras del río.

Después de esta visita seguimos y, por la parte de atrás, recorrimos un callejón que se llama Calle Espaldas de San Nicolás. Es una calle muy estrechita, tiene una curva en forma de ángulo recto y enseguida baja por unas escaleras. Es bonito este callejón. Me dijiste que era la primera vez que lo veías a pesar de haber venido tres o cuatro veces a este barrio.

Antes de empezar a bajar las escaleras, por la izquierda, queda una vivienda que se llama Carmen de las Mercedes. Todavía antes de empezar a bajar las escaleras, al frente se ve, allá a lo lejos y sobre el cerro, la ermita de San Miguel Alto. Más cerca y en todo el centro del barrio del Albaicín, la majestuosa iglesia del Salvador. La torre es de ladrillos, con varias campanas y rematada, en todo lo alto, con tejas de colores.

Te gustó mucho el callejón y por eso pediste que te hiciera fotos. Y lo que más te gustó fueron las dos viviendas que hay a lado izquierdo, según se bajan las escaleras. La primera, con rejas y dentro un jardín muy cuidado, se llama Carmen de Santa Teresa. Tiene una puerta de hierro, cerrada para que las personas no pasen pero sí pueden ver las plantas y flores del jardín. Como te gustó tanto este rincón ahora te lo regalo. La siguiente vivienda es Carmen de la Estrella. Se parece mucho al primero pero, por dentro, aun es más bonito. Muy verde todo, con limoneros, parras, geranios, azulejos en las paredes, platos…

No cuento los escalones de este callejón. Al llegar al final, torcimos para la derecha. Por detrás mismo de la iglesia del Salvador. Enseguida un rincón muy original. Es como una pequeña plaza y una casa con balcones. En la pared y en estos balcones, hay muchas macetas con flores de todos los colores. También pediste que te hiciera fotos y, estando en ello, viste un coche que te llamó mucho la atención. Dijiste:
- ¡Mira, un Niva!
Y enseguida me explicaste que esta marca de coche es la más extendida en toda tu nación. Que es el coche que más abunda en tu país. El modelo, la marcha, las piezas, todo es de origen ruso. Junto a este coche te hice más fotos mientras me decías:
- Para enseñárselas a mi familia cuando vuelva a mi país.

Al salir de este rincón enseguida se abre otra pequeña plaza. Hay aquí también otra aljibe y esta sí tiene un chorrillo de agua. Clara, fresca y potable. La gente se para mucho a beber cuando pasan por aquí. Me detengo y también esta tarde me lavo las manos y bebo. Mientras lo hago recuerdo que aquella tarde, tu amiga y tú, hicisteis lo mismo.

5 - El banco donde estuviste sentada la primera tarde,
junto a la iglesia del Salvador, en la Plaza del Abad


En el banco donde estuviste sentada en aquellas primeras tardes en Granada, me he sentado. Son dos los bancos. De madera vieja, a la sombra de unos árboles y frente a la calle por donde pasan los autobuses y los turistas. El sol ya está cayendo. El aire que corre refresca mucho. No hay apenas nadie por aquí esta tarde. Solo cantan unos gorriones. ¿Y sabes qué me pregunto? Que me gustaría que estuvieras. Pero ni siquiera sabes que, en este día y hora, ando por este rincón de Granada.

En este rinconcillo, fresco y algo recogido, voy a quedarme un rato. En silencio y con la idea de meditar el momento y elevar una oración al cielo. Por ti, por mí y por el mundo entero. Todos lo necesitamos. Rezar, mientras recordamos a los que en el corazón llevamos, casi siempre es en lo que mejor podemos emplear el tiempo. Al fin y al cabo, el alma que cada uno llevamos con nosotros, también es lo mejor de cuantas cosas, en este mundo, poseemos. Y el alma necesita un alimento que nada tiene que ver con la materia. Para no sentirse vacía y sin casa en esta tierra, el alma necesita de los sueños, de la belleza, de elevados pensamientos, de los recuerdos, de ti aunque seas silencio…

Y un pensamiento cruza por mi mente. Y para mí me digo que, hay que ver cómo son las cosas, lo que es el tiempo y lo que somos las personas. Estuviste por aquí y eras real, hablabas y se te podía oír. Respirabas el aire de este lugar, las personas podían verte, la sombra de estos árboles podían arroparte y el aire acariciarte. Pero hay que ver cómo son las cosas. Porque ahora mismo, pareces como si te hubiera tragado el tiempo.

Pues sí, de este modo ocurren y son las cosas. Por eso te regalo el momento, el espacio con sus dos bancos viejos, el suelo empedrado, la sombra de los árboles, el amable fresco de la tarde y el canto de los cuatro gorriones que por aquí revolotean. Te lo regalo y no hago más preguntas ni te pido que vuelvas ni que digas algo o que des señales de vida. Todo sería solo imaginar que podría ocurrir un milagro y sé que no será así. Solo es real el milagro que ahora mismo estoy viviendo. Por lo menos así es como mi mente lo percibe. Lo que te estoy contando, luego lo escribiré en mi cuaderno.

Traigo la cámara de fotos conmigo. Y estoy dudando si hacer o no fotos de este rincón para luego ponerlas en el cuaderno. Quizá no. Porque, a pesar de que estoy recorriendo los sitios según te los voy contando, esta tarde, tengo muy alicaído el ánimo. Apenas me apetece hablar ni contar nada. Pero en mi lógica pienso que sí debo contar las cosas.

Las campanas de la iglesia, la que se alza al frente de estos bancos, dan la hora en estos momentos. Las ocho en punto de la tarde. Y me pregunto: ¿En qué pensabas aquella tarde, cuando estuviste en este banco? ¿En qué pensarás ahora mismo? ¿Cómo es y a qué huele ese lugar tan lejano al que has ido a refugiarte? Allí te has ido y por aquí te has quedado quizá con mucha más fuerza, belleza y vida que en ningún otro lado de la Tierra y del Universo.

Ahora y siempre solo podré suponerte en un país muy lejano, como en esos mundos de los cuentos de hadas, y pensar que, en algún lugar de esos reinos, te encuentras. Porque, aunque tu país también tenga formas, sonidos, colores, aire, bosques, tierra, montañas, agua…siempre tendré que imaginarlo casi de igual modo a como son las cosas en el mundo de los sueños. Tú y tu país y los lugares por donde vayas, siempre seréis para mí como una fantasía de mi alma. Nebulosa en algún lugar del Planeta Tierra y nada más.

Soy de los que les gusta quedarse siempre en los lugares que conozco. Porque me gusta soñar recorriendo los espacios que hay en un mismo sitio y sacar de ellos la esencia que guardan dentro. Soy de los que piensan que en ninguna parte del mundo ni en ninguna universidad del planeta ni en ninguna ciudad de la tierra ni en ningún lugar, en ningún rincón, hay nada nuevo. Aunque haya casas distintas, calles desiguales, personas diferentes… Todo, en el fondo, se proyecta desde una misma fuente. Todo es igual en cualquier sitio y no hay más”. Pienso que lo importante es ahondar hacia el espíritu, hacia el corazón, hacia el alma, hacia el centro del Universo porque ahí está todo, todo. Así que por eso creo que, aunque estés en aquel lugar tan lejano, formas parte de ese todo que tengo dentro de mi. Pero eso pienso que no necesito irme a ningún otro lugar del Planeta Tierra para encontrar el alimento que mi corazón pide. No hay nada diferente en ningún sitio. Solo Dios. También el sueño que conmigo llevo.

Y a esto quizá me podrías responder ahora que estás allí, después de haber estado aquí. Aunque indudablemente, lo que has aprendido, las experiencias, las personas que has conocido, las calles que has pisado… puedas decir que sí son diferentes. Pero, en el fondo, todo esto es lo exterior. Seguro que allí, lo mismo que cuando estabas aquí, te pasas los días soñando encontrar algo grande para alimentar el hambre del espíritu. La misma necesitad que tenías cuando vivías en Granada, la sigues teniendo ahora que vives en tu reino. Y eso es lo que pretendo decir: que en cualquier lugar del mundo, estemos donde estemos, siempre tendremos la misma necesidades y las mismas oportunidades de encontrar el alimento esencial con que llenar el alma. Por eso te decía que no necesito recorrer muchos sitios ni ir a lugares diferentes para encontrar lo que tengo aquí y conmigo.

Tras el silencio que en la tarde
se lleva consigo el tiempo,
parece que hay un vacío
y no es cierto:
mi pequeño corazón,
cansado y viejo,
vive ahí agazapado
soñando un sueño.

Sabe él y sabe la tarde
y también lo sabe el viento
que ya por aquí solo eres
hondo recuerdo:
silencio que llora y quema
desde el silencio.

Pero la tarde es grande,
es profunda la luz del cielo,
saben a lejanía las calles
y a dulce beso.

Mi corazón cansado
todavía tiene aliento
y sueña y mira despacio
como esperando el momento.
Dios palpita tras la luz
que se lleva consigo el tiempo
y en el vacío aparente
del silencio
estás tú.

Todo está lleno
aunque seas lejanía
y hondo recuerdo.

5 comentarios:

*-..,LëTuZ@,..-* dijo...

Simplemente magico...
...logré sentirme dentro de la historia que detalladamente contabas.....

Sureña dijo...

Gracias! creo que soy un cachito de Granada y ella es un cachito mía... y me he sentido en cada uno de los rincones que nombras, aunque he de decir (avergonzada) que algunos todavía no los he llegado a conocer..., tengo que ponerme manos a la obra. Yo pondría uno más, uno de los rincones que más me gustan, por el que me gusta pasear, sobre todo de noche, oyéndolo, respirándolo... la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes.

Me encantan tus dos blogs.

Un beso

prado de luna dijo...

Qué grande el Anciano del Cortijo de la Viña, y cómo nos gusta a los que vivimos lejos de nuestra Graná leer de sus bellezas y sus rincones.

No hay nada mejor que una tarde de domingo perdida entre sus callejones, pero cuando está lejos, es estupendo recorrer sus callejuelas en lecturas como esta.

Gracias

P dijo...

La vida es esto. Prestémosle atención a los
detalles. Al calorcito humeante del pis, a sacar la basura, a viajar apretados
en colectivo. Si no disfrutamos eso, ¿qué nos queda?

Aura dijo...

Mira por donde he llegado a tu blog desde facebook, lei en el muro de nuestra amiga Isabel un capítulo de este libro que aqui expones, y mirando a dando a los enlaces llegue hasta aqui..
Me encanto y con tu permiso volvere para seguir leyendo..
Cuidate ....