tag:blogger.com,1999:blog-52908941106236616192024-03-05T01:09:42.314-08:00LOS RINCONES MÁS BELLOS DE GRANADAUn pequeño relato lírico literario. Libro completo. © José Gómez Muñozlaricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.comBlogger6125tag:blogger.com,1999:blog-5290894110623661619.post-7657736401125009162007-09-17T09:05:00.000-07:002008-11-05T11:10:39.915-08:00<div align="center"><span style="font-family:arial;"><strong><span style="font-size:130%;">LOS RINCONES MÁS BELLOS DE GRANADA</span> </strong></span><br /></div><div align="center"><span style="font-family:arial;"><strong><span style="font-family:lucida grande;font-size:130%;">Para ti, desde Granada, Andalucía, España</span></strong> <strong></strong></div></span><p align="justify"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru63Db0lrtI/AAAAAAAAAak/S3iIHlckHfU/s1600-h/Sin+t%C3%ADtulo-Cosido-09.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111223896747912914" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 392px; CURSOR: hand; HEIGHT: 484px" height="461" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru63Db0lrtI/AAAAAAAAAak/S3iIHlckHfU/s400/Sin+t%C3%ADtulo-Cosido-09.jpg" width="316" border="0" /></a><br /><span style="font-family:arial;">Ver el libro completo y descargarlo gratis en algunos de estos dos sitios: <a href="http://www.bubok.com/libros/791/LOS-RINCONES-MAS-BELLOS-DE-GRANADA"><strong>Los rincones más bellos de Granada</strong></a><br /></span><a href="http://www.lulu.com/content/2495669"><span style="font-family:arial;"><strong>LOS RINCONES MÁS BELLOS</strong></span></a><span style="font-family:arial;"><br />Autor: José Gómez Muñoz. Temática: Historia <br />Género: Narrativa. N° de páginas: 218. Tamaño: 15x21<br />Encuadernado: tapa blanda. Impreso: todo color tinta interior </span></p><span style="font-family:arial;"><p align="justify"><br /></p><p align="justify"><strong>Nota de transcripción:<br /><br /></strong>El texto que sigue a continuación ha sido rescatado de uno de los viejos cuaderno del Anciano del Cortijo de la Viña. En su portada tenía y tiene el mismo título que se ve aquí y, en sus primeras páginas y todo su interior, el relato que se puede leer en las páginas que siguen.<br /><br /><span style="font-size:130%;">Índice </span><br /><br />1 - Los cuadernos del Anciano del Cortijo de la Viña<br />2 / 9 de julio: el primer día de tu ausencia<br />3 / 11 de julio: Cuesta de Alhacaba y barrio del Albaicín<br />4 - Por el mirador de San Nicolás del barrio del Albaicín<br />5 - El banco donde estuviste sentada la primera tarde,<br />junto a la iglesia del Salvador, en la Plaza del Abad<br />6 - Desde el corazón del barrio del Albaicín<br />7 - Por la calle San Juan de los Reyes<br />8 / 13 de julio: Desde el Puntal de los Almendros,<br />tu residencia y, Granada, durmiendo en la Vega<br />9 - Plaza Cruz de Piedra camino a la ermita<br />de San Miguel Alto, en el barrio del Albaicín<br />10 - Visitando las cuevas en el cerro de la ermita<br />de San Miguel Alto del barrio del Albaicín<br />11 - Desde las cuevas a la ermita de San Miguel Alto<br />12 / 14 de julio: Hacia la Cuesta de los Chinos<br />13 - Por la Cuesta de los Chinos o del Rey Chico<br />14 - Por algunos de los sitios de la Alhambra<br />15 - Por la muralla de la Alhambra<br />16 - Las banderas y Torre de la Vela<br />17 - La muralla de la Alhambra por el lado del Albaicín<br />18 - Por las sombras del bosque de la Alhambra<br />19 - La Alhambra no se entiende en profundidad<br />20 - Por el corazón de la Alhambra<br />21 - Festival de música y danza de Granada, historia de un sueño<br />22 - Saliendo del reciento amurallado de la Alhambra<br />23 - Te encuentro sentada en los bancos del Pilar de Carlos V<br />24 - Sueño en los jardines de la Alhambra<br />25 - Final de la ruta que, por la Alhambra<br />26 / 15 de julio: Tarde del domingo, Carmen de los Mártires<br /></span><span style="font-family:arial;">27 - Por la Cuesta de Gomérez aproximación al Carme de los Mártires<br />28 - Llegando al Carme de los Mártires<br />29 - Las cosas que has dejado sin tu cariño<br />30 - Las madroñeras y el estanque del Carmen de los Mártires<br />31 - El estanque, las escaleras y el huerto<br />32 - El ciprés de San Juan de la Cruz<br />33 - Por el carril del nuevo jardín botánico<br />34 - El tronco viejo del olmo gigante<br />35 - Meditando las pequeñas cosas de este jardín<br />36 - Desde el mirador de las madroñeras<br />en el Carmen de los Mártires<br />37 - Acercándome al barrio del Realejo<br />38 - Por la Cuesta del Realejo<br />39 - Elevando a la eternidad trozos del barrio del Realejo<br />40 - Lo más esencial para recorrer y conocer Granada<br />41 - Junto a una pequeña fuente clara<br />42 / 16 de julio: Por los Jardines del Triunfo<br />43 - Desde el corazón de los Jardines del Triunfo<br />44 - Recordándote por los Jardines de Fuente Mueva<br />45 - Cuando el otoño llegue<br />46 - Por el Campus de Fuente Nueva y la Piscina Universitaria<br />47 / 17 de julio: Por el corazón de Granada, acercándome a la Catedral<br />48 - Olores y rincones singulares de Granada<br />49 - La fuente de la Catedral de Granada<br />50 - Plaza de la Romanilla y los aguadores de Granada<br />51 - La Tarasca por las calles de Granada<br />Del libro “El Sueño más bello, Sinombre y yo”<br />52 - El borriquillo de bronce en la Plaza de la Romanilla<br />53 - Por la fachada de la Catedral de Granada<br />54 - La gran catedral de Granada y mi sueño<br />55 - Plaza de las Pasiegas, escenario singular<br />56 - Por la Iglesia del Sagrario y Plaza Alonso Cano<br />57 - La calle Oficios y tú por ella<br />58 - Te pierdo por el corazón de la Alcaicería<br />59 - Por las calles de la Alcaicería<br />60 - Pregunto por ti y me dicen que te han visto<br />61 - Como si te hubieras ido a las estrellas, al cielo mismo<br />62 - Por la Plaza Bibarrambla, Puerta del Arenal, preámbulo<br />63 - Lo que hay en la Plaza Bibarrambla<br />64 - Una oración al cielo desde la Plaza Bibarrambla<br />65 - De nuevo te alejas de espaldas<br />66 / 18 de julio: Por la Gran Vía de Granada </span><span style="font-family:arial;"><br />67 - Plaza de Isabel la Católica, corazón de la ciudad de Granada<br />68 - Por la Plaza Luís Rosales, bajo la lluvia<br /></span><span style="font-family:arial;">69 - El ameno rincón de la Plaza Tovar<br />70 - Por el Corral del Carbón<br />71 - Plaza del Ayuntamiento de Granada<br /></span><span style="font-family:arial;">72 - El escudo de Granada en la plaza del Ayuntamiento<br />73 - Los churros del Café Fútbol en Plaza Mariana Pineda<br />74 - Los gigantes de la Plaza del Campillo y,<br />Granada, como un libro<br />75 - Granada, desde la Fuente de las Batallas<br />76 - Los frutos de otoño por la fiesta de la Virgen<br />77 – Plaza de Bibataubín y el color granate<br /></span><span style="font-family:arial;">78 - Tarde lluviosa de mayo por la plaza de Bibataubín<br />79 - La Carrera de la Virgen, el más hermoso paseo de granada<br />80 - Jardines del Salón, Puente Romano y río Genil<br /></span><span style="font-family:arial;">81 - El jardincillo centenario junto al puente romano<br />82 - Ventana al corazón de Granada.<br />83 - Aproximación al Puente Romano</span><span style="font-family:arial;"><br />84 - La despedida<br />85 - El Santuario de la Patrona de Granada<br />86 - Adiós y un abrazo </span></p><p align="justify"><span style="font-family:Arial;"></span></p><p align="justify"><span style="font-family:arial;"><br /></span></p><p align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong><span style="font-size:130%;">1- Los cuadernos del Anciano del Cortijo de la Viña</span></strong><br /><br />Llegaron las vacaciones de Navidad y, en el Cortijo de la Viña, cambiaron un poco las cosas. Sobre todo en la vida de la niña. Al no tener colegio todos los días se levantaba algo más tardes. Y luego, muchos ratos a lo largo del día, se iba a jugar con su caballo Enebro y con el borriquillo Sinombre. No había llovido mucho todavía pero en los campos la hierba estaba naciendo y, junto al arroyo del balneario, la tranquilidad era total.<br /><br />Un poco antes de fin de año, por la noche, se levantó algo de viento. Cayeron algunos chaparrones y, al amanecer, las nieblas cubrían por los barrancos, ascendían por las laderas y se iban despacio hacia las cumbres de las montañas. Sentados, la niña, la madre y yo junto al fuego en la sala del cortijo, a través de los cristales de la ventana, observábamos al caballo Enebro y al borriquillo Sinombre comiendo tranquilos en la hierba de la llanura. Indiferentes ellos al paso del tiempo. Me decía la niña, como sumida en un sueño mientras se fijaba en el borriquillo:<br />- También ya se está haciendo viejo. El día que menos lo esperemos podremos quedarnos sin él, como nos pasó con Bandolero, con la Princesa, el Anciano amigo nuestro y Julia, Guela y Lera.<br />Guardé silencio y medité sus palabras. Sabía que tenía razón. Porque ya hacía mucho tiempo que no estaba con nosotros ni el Anciano ni la Princesa ni las tres amigas con las que tanto habíamos compartido, años atrás. Todos se habían ido muriendo o marchándose y solo nos quedaba el caballo Enebro y el borriquillo. Dijo de nuevo ella:<br />- El día que se muera el borriquillo y también te mueras tú ¿qué haré yo tan sola y con tantas recuerdos?<br /><br />Tampoco respondí a esta pregunta suya. Pero me siguió comentando:<br />- Y del Anciano, nuestro amigo más bueno ¿cómo voy a olvidarme nunca? Nos ha dejado todos los libros que escribió, todos sus cuadernos, todo su corazón y sueños… Cuando tú te mueras ¿Qué haré yo con esto?<br />El Anciano se había pasado la vida entera escribiendo. Su amor a las personas, a la naturaleza, a los animales, a la libertad, a Dios, al Universo… Y ni un solo libro le había publicado nunca nadie. Todos se los habían rechazado de todos sitios. Y le decían que no eran buenos, que no tenían calidad, que no se ajustaban a sus proyectos, que no eran comerciales, que… Pero en sus humildes cuadernos él había dejado escrito lo mejor de sus sentimientos, su vida entera y las historias más hermosas que nunca nadie haya escrito. La niña tenía todos estos cuadernos amorosamente guardados en su habitación. Todo como esperando algún importante momento. Por eso me seguía comentando:<br />- Yo no entiendo como nunca nadie quiso publicar ni una sola página de las cosas tan bellas que ha dejado escritas este amigo nuestro.<br /><br />En sus manos me mostraba uno de estos cuadernos. En la tapa se podía leer el título de la historia que se narraba dentro. Despacio leyó la niña y a continuación me dijo:<br />- “Los rincones más bellos de Granada”. Nunca me cansaré de leer esta tan extraña y a la vez hermosa historia, escrita por él. Creo que cuando la escribió aquel verano se encontraba muy desanimado y por eso sufrió mucho. ¿Por qué tampoco pudo publicar este libro antes de morirse?<br />Una vez más no supe qué responder. Pero ella continuó razonando:<br />- Yo creo que hoy es un día muy bueno para leer y saborear despacio lo que el Anciano ha dejado recogido en este cuaderno. ¿Porque no me lo lees tú mientras nos calentamos en este fuego y dejamos que pase el día?<br />Cogí el cuaderno de sus manos y le dije:<br />- Sí, voy a leerlo porque estoy de acuerdo contigo: lo que el Anciano ha dejado escrito en este cuaderno es muy hermoso porque está lleno de bondad y de amor por las personas y las cosas.<br /><br />Fuera. El borriquillo Sinombre y el caballo Enebro seguían en su pradera comiendo hierba. Hacía frío y la niebla mostraba un auténtico día de invierno. Leí despacio el título de la portada y los cuatro renglones que había debajo: “De Granada, quiero regalarte el sol del verano, el aire de esta ciudad, el silencio y los paisajes que hay por aquí. Tengo que compartir todas estas cosas para que en mi corazón no se instale la ingratitud ni en mi alma se encalle lo negativo”.<br /><br />Abrí luego el cuaderno y le dije a ella:<br />- Voy a leértelo y sirva ello como un sencillo homenaje a nuestro mejor amigo, el Anciano del Cortijo del Laurel. Creo, como tú, que en este libro suyo él ha dejado escrito un sencillo, bellos y hondo mensaje. Tal como era y vivió.<br />Y comencé a leer despacio lo que sigue a continuación:<br /></span><span style="font-family:arial;"><br /><strong>2 / 9 de julio: el primer día de tu ausencia</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6tM70lrlI/AAAAAAAAAZk/Up8hvUD0JVQ/s1600-h/DSC01534.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111213064840392274" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="296" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6tM70lrlI/AAAAAAAAAZk/Up8hvUD0JVQ/s400/DSC01534.JPG" width="400" border="0" /></a> Amanece hoy lunes y Granada ya está sin ti. Ayer hizo mucho calor y parece que hoy será igual. ¿Te acuerdas de los cielos rosados de los amaneceres de Granada en verano? Pues de este color se viste el cielo esta mañana. ¿Qué color tiene hoy el cielo del rincón del país, donde te despiertas? ¿Cómo fue ayer tu viaje y cómo encontraste a tu gran nación cuando llegaste? ¿Te estaban esperando y te dieron todos los abrazos que soñabas? ¿Echas de menos a las tierras que has dejado por aquí?<br /><br />¿Sabes? Los humanos, todos, todos, somos tan poca cosa y es tanta nuestra indigencia, que nunca deberíamos permitirnos prescindir de nadie. Es un lujo que no está a nuestro alcance. Porque nos necesitamos unos a otros como el aire que respiramos. Aunque no lo creamos o, muchas veces, queramos aparentar que podemos vivir sin los que nos rodean. Tú y yo y todos somos menos que una pavesa en la suma de la Creación, en la vida y en esta tierra. De aquí que, en lo que más abundamos, es en la indigencia, la pequeñez, el desamparo, la incertidumbre…<br /><br />¿Sabes qué haré? Desde hoy mismo, hasta que se me acaben las fuerzas, cada día voy a escribir un poco. Para contarte cosas de Granada, de sus calles, rincones, plazas…<br /><br /></span><span style="font-family:arial;"><strong>3 / 11 de julio: Recordándote por las calles de Granada.<br /></strong></span><span style="font-family:arial;"><strong>Cuesta de Alhacaba y barrio del Albaicín <a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzX-g-nOOsI/AAAAAAAAA90/u078RLqxocI/s1600-h/DSC07882.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131287192975325890" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzX-g-nOOsI/AAAAAAAAA90/u078RLqxocI/s400/DSC07882.JPG" border="0" /></a></p><p align="justify"></strong><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6sar0lrjI/AAAAAAAAAZU/tSLIPX0GYwc/s1600-h/DSC07883.JPG"></a>De Granada, ahora ya en tus tierras, recordarás muchas cosas. Pero puede que, según corra el tiempo, todo se te vaya borrando y, poco a poco, olvides. Seguro. Es propio de la condición humana. Pero, para que lo valioso, lo mantengas vivas en la memoria, para que no se te borre nunca, porque hay mucho muy bueno, voy a escribirlas en mi cuaderno. Las ordenaré un poco y luego te lo regalo.<br /><br />Y ya empiezo. En la tarde de ayer, me fui por uno de los rincones que anduviste antes de irte. ¿Te acuerdas de la calle Cuesta de Alhacaba? Sí, la que sube desde Arco Elvira a Plaza Larga, en el mismo corazón del barrio del Albaicín. Esta es la calle que, ayer por la tarde, recorrí para recogerla y regalártela.<br /><br />Aquella tarde la recorriste con una de tus amigas. Hacia mucho calor. Igual que hoy. Pero subiste entusiasmada. Hoy sigue haciendo mucho calor y la calle me la encuentro solitaria. En el cielo hay nubes que tienen pinta de tormenta. Y recuerdo ahora que, al comenzar a subir y ver el nombre de la calle escrito en su azulejo, preguntaste:<br />- ¿Qué significa la palabra Alhacaba?<br />Te aclaré:<br />- El nombre Alhacaba, al-'Acaba, significan La Cuesta. Hace referencia a su situación en esta ladera. Como estás viendo, la calle Alhacaba, sube desde la llanura, ladera arriba hasta la parte alta de un cerro.<br /><br />La calle está toda empedrada. Y recuerdo también que te llamaba mucho la atención, según íbamos subiendo, precisamente esto. Descubrías, por primera vez en tu vida, que toda la calle, las aceras y las calles que de ésta salen, se encuentran empedradas. Con piedras pequeñas del río. Al pisar, las mirabas y decías, como si preguntaras:<br />- ¡Qué curioso es esto! En mi país nunca vi nada parecido.<br />Te aclaré:<br />- Y este empedrado, no todo pero sí muchos trozos, todavía es el de tiempos antiguos. Y está construido con pequeñas piedrecitas recogidas en los arroyos y ríos. Así es como aquellas personas primeras, construyeron este barrio, sus calles, plazas, cármenes, casas y aljibes…Éste es su pavimento típico.<br />Y mirabas y mirabas como si, a pesar de ir pisando el empedrado, no te lo creyeras del todo. Pude entender y entiendo que te llamara tanto la atención las piedrecitas en el firme de la calle.<br /><br />Preguntaste:<br />- ¿Cuántos tipos de pavimento hay en Granada?<br />Y te aclaré:<br />- En Granada capital hay varias clases de pavimentos: losas de piedra o baldosas, empedrados artísticos granadinos, adoquines de granito, baldosas de pizarra… A veces, se mezclan distintos materiales, colores y texturas para formar composiciones. Junto con el empedrado artístico granadino se mezclan pavimentos de piedra, adoquines de granito, combinando la piedra con ladrillo…El color, la trama en el pavimento se usa para marcar los pasos de peatones, cruces en vías rodadas… En el barrio del Albaicín, por lo general, se utilizan pavimentos empedrados, algunos muy artísticos y otros no tanto. Ya lo irás descubriendo.<br />Y seguiste preguntando:<br />- ¿Y qué características tiene el empedrado granadino?<br />- Es un suelo de piedra, muy resistente y adaptable a cualquier entorno, gracias a su flexibilidad en cuanto a diseño y marco. Está compuesto por pequeños cantos redondeados de mármol blanco, éstos forman el fondo, y cantos de río alargados de color gris oscuro, forman el dibujo. Su colocación se hace piedra a piedra, trabándolas bien para que queden pocos huecos, de forma por completo artesanal. Igual que se hacia en la época árabe. Este trabajo está muy relacionado con el sistema romano. De ellos lo copian los árabes añadiendo sus modificaciones.<br /><br />Tampoco aquella tarde sabías que esta Cuesta de Alhacaba discurre y avanza casi por el corazón de lo que fueron los primeros cimiento de la ciudad de Granada. Te lo explico brevemente:<br />- Sobre la parte más elevada de lo que hoy es el Albaicín, derecha de Cuesta Alhacaba en su parte alta, se emplazó el antiguo asentamiento que dio origen a la ciudad de Granada. Aquí se formó una población ibérica desde el siglo VII a.C. Su primitivo nombre fue Illiberis o Iliberri, ciudad que obtuvo el rango de municipio latino a partir del año 45 a.C. A inicios del siglo VIII, los conquistadores musulmanes debieron encontrar una ciudad en decadencia, después de una etapa visigoda de pocas construcciones. El antiguo nombre se arabizó como Ilbira pero los nuevos gobernantes instalaron la capital de la cora o provincia en Madinat Ilbira, cerca de Sierra Elvira. La parte central o quizás todo lo que fue Iliberri, se empezó a denominar Hisn Garnata o Qal`at Garnata Castillo o Ciudadela de Granada.<br /><br />Más adelante, en su momento, te explicaré con más detalles el rincón donde estuvieron los primero edificios que dieron lugar a la ciudad de Granada. Porque es punto y a parte este rincón, sobre lo más alto del cerro que ocupa el barrio del Albaicín. Pero, por entre los muros antiguos y callejuelas de lo que fue el primer corazón de Granada, tampoco estuviste. Ni siquiera sé si leíste algún documento sobre este lugar o si alguien te comentó algo. Luego, en su momento, ya te contaré.<br /><br />Nada más comenzar a subir, la calle se divide en dos. La de la derecha es la principal. Tiene casas pequeñas, todas muy parecidas a las que hay en el barrio que se derrama sobre la planicie del cerro, un poco más arriba. En cuanto se remonta como unos cien metros, a la derecha, se aparta una calle más estrecha. También empedrada y va, desde este lado de Granada, hasta calle Calderería, cerca de Plaza Nueva. Discurre por la parte baja del barrio del Albaicín y avanza paralela a calle Elvira y Gran Vía. Estas dos últimas sí que las conoces bien. Pero la primera, la que sale de Cuesta de Alhacaba y lleva a Calderería, creo que no las has pisado ni una sola vez en todo tu año en Granada. Se llama del Zenete y es fundamental conocerla y andarla para tener una idea más exacta de la ciudad de Granada. Y, más aun, de este excepcional trozo de Granada que es el singular barrio del Albaicín. Sobre todo, de esta parte antigua, de sus cimientos primeros, de su corazón, de su alma. El Zenete es uno de los trozos, barrio hermano, del Albaicín. Hoy es todo uno pero, en otros tiempos, no fue así.<br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6r1r0lriI/AAAAAAAAAZM/5h8Nu_M4YPQ/s1600-h/DSC07862.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111211565896805922" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6r1r0lriI/AAAAAAAAAZM/5h8Nu_M4YPQ/s400/DSC07862.JPG" border="0" /></a><br />En el Siglo XI, hacia el 1054, llegan a la Península Ibérica, Reino de Granada, los ZENTES, moradores del desierto, guerreros que utilizan principalmente el caballo ensillado y un espada menos pesada que la que se estila en la época. Tribu hermana de los Beréberes que tenían su núcleo principal de población en el sur de Argelia. Los Zenetes se extendieron desde la península arábiga hasta Mauritania. Su llegada a Granada, fue como mercenarios para ayudar al entonces Rey de Granada en las luchas familiares. El Marquesado del Zenete, zona ubicada en la provincia de Granada, alcanza una altitud media superior a los mil metros. Delimitada por Sierra Nevada al Sur y Sierra de Baza y Filabres al norte. Una de las rutas naturales que enlaza la Mediterránea con la Andalucía del Guadalquivir y con Sierra Nevada, a través del puerto de la Ragua. Nace como Señorio en el siglo XV. El primer señor del Marquesado del Zenete fue don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, hijo natural del cardenal. Con el levantamiento morisco 1568 y en su posterior derrota 1571, el Marquesado fue abandonado por sus habitantes en un número considerable.<br /><br />¿Sabías que, en todo el Planeta Tierra y construido por los humanos, no hay nada que se parezca al barrio del Albaicín en Granada? Pues te lo digo para que lo sepas. Es único en el mundo este antiguo y hermosísimo trozo de la ciudad de Granada.<br /><br />Unos cincuenta metros más arriba de calle Zenete, también a la derecha, sale otra pequeña calle que se llama Carril de la Lona, por la fabricación de velas para barcos. Es por esta calle por donde bajan todos los coches y autobuses que desde, el barrio del Albaicín, vienen al centro de Granada. Bajan por aquí, recorren un trozo de la Cuesta de Alhacaba y salen justo a la plaza de Arco Elvira.<br /><br />¿Sabías que en este Carril de la Lona, es donde se encuentra una de las antiguas puertas en la muralla vieja? Te sigo contando para que sepas: Después del inicio de la guerra civil, 1009-1031, fin del califato de Córdoba, el grupo de beréberes ziríes encabezados por Zawi b. Ziri estableció un gobierno autónomo en la cora de Ilbira. Pero, en lugar de asentarse en Madinat Ilbira, ocuparon la antigua ciudad romano-visigoda. A una primera reparación de las fortificaciones, debió seguir su ampliación, que afectó a los sectores oeste y sur. El primero se extendió desde la Bab al-Unaydar, Puerta de la Erilla o Monaita, hasta el Carril de la Lona, donde se abría la Bab al-Asad, Puerta del León. Desde ahí descendía por detrás de la Iglesia de San José hasta la Cuesta de San Gregorio. El límite sur se llevó muy próximo a la actual calle San Juan de los Reyes, a partir de la cual continuaba hacia el norte para enlazar con la antigua muralla en la C/ Guinea, cerca de otra torre que todavía existe. Hacia levante se conserva en la Placeta de Abad, integrado dentro del Convento de las Tomasas, una torre que debió formar parte de la Bab al-Bunad, Puerta de los Estandartes. De esta forma quedó constituida la Qasabat Garnata, Alcazaba de Granada, dentro de la cual estaba el alcázar de los emires ziríes.<br /><br />Avanzando un poco por el Carril de la Lona, a lado de arriba y a la izquierda dirección a Plaza Nueva, se encuentra un gran edificio viejo. Es el Monasterio de Santa Isabel La Real y el Palacio de Dar al-Horra. ¿Estuviste algún día en este lugar? Creo que no. Y sin embargo también es muy bonito todo este rincón. Si lo hubieras visto seguro que te habría gustado.<br /><br />De nuevo dos pinceladas para que tengas claro que, el palacio que te digo, fue la mansión de la familia real nazarí. Se le llamaba Daralhorra, Dar al-Hurra. Este nombre es por el tratamiento honorífico que recibían las princesas musulmanas, por lo que se ha traducido como Casa de la Sultana, de la Reina, o de la Señora. Está situada dentro del recinto de la Alcazaba Antigua, probablemente sobre el solar ocupado por el alcázar del rey zirí Badis, S. XI. Parece que Fátima, esposa de Muley Hacén y madre de Boabdil, residió en esta casa. Después de la capitulación de Granada, los Reyes Católicos fundaron el convento de religiosas franciscanas, que en su honor lleva el nombre de Santa Isabel la Real. La mansión nazarí se mantuvo, con pocas modificaciones, en el extremo norte del conjunto conventual, hasta que fue adquirida por el Estado en la década de 1920.<br />A partir de este Carril de la Lona, la calle Alhacaba, discurre por el lado de afuera de la antigua muralla. La muralla, la están reconstruyendo, queda por el lado de la derecha. Y sube, desde la puerta Monaita hasta Plaza Larga, Puerta de las Pesas. Un poco más arriba de calle Carril de la Lona, hay un ensanche. Por la izquierda y con escalones de piedra. Estas escaleras llevan a las casas que hay por debajo del primer mirador del barrio del Albaicín, subiendo por la carretera de Murcia. Se lo conoce con el nombre de Mirador de San Cristóbal. Entre la carretera de Murcia, esta Cuesta de Alhacaba y la calle Acera de San Idelfonso, queda un pequeño barrio de casas muy originales. Tampoco estuviste en este lugar. Y lo siento porque estos sitios sí que son los que realmente tienen hechizo.<br /><br />Tanto las escaleras que me van quedando por la izquierda como el rincón a donde llevan, tiene gran encanto. No hay nada igual en toda la ciudad de Granada. Y tú no lo has visto. Aquella tarde por aquí pasaste y ni siquiera prestaste atención. Te has ido de Granada sin conocerla casi nada. Solo la parte del centro, las discotecas, el recinto del botellón, la piscina universitaria, las avenidas del campus y poco más. Y has estado por aquí un año entero.<br /><br />Ya casi al final de Cuesta de Alhacaba, donde también hay un ensanche a la derecha, una pequeña plaza empedrada y varios árboles, a la sombra me paro para respirar. Lo mismo que hiciste aquella tarde. Vengo sudando.<br /><br />El último tramo de esta calle, no tiene tanta cuesta pero todavía sube. Discurre y se aproxima cada vez más a la antigua muralla que protegía al barrio del albaicín. Por aquí me encuentro con un letrero donde puedo leer: “Muralla Ziris del Alcazaba Viejo, Monumento Nacional”. Aunque es más conocida como Muralla del Albaicín. Llevan ya unos años restaurándola. Tampoco viste este rincón de Granada aunque sí pasaste cerca.<br /><br />Cuando pase el tiempo, cuando llegue el otoño o el invierno del año próximo, quiero venir otra vez por aquí. Quiero ver esta calle de nuevo y sentirla, no bajo este ardiente sol de verano, si no bajo el típico y hermoso clima del otoño o invierno. Granada y sus paisajes son únicos en el mundo cuando aparece por aquí el otoño o la misteriosa estación del invierno. Esta calle, sin duda, que es un gran paisaje en los rincones de estas tierras únicas. Lo es ahora en verano pero lo será mucho más en las épocas del año que te estoy diciendo. Y, vivirlo bajo el sentimiento de tu pérdida y ausencia, solo presente en el recuerdo, debe ser una gran experiencia. Quizá dolorosa, triste o romántica pero creo que única también en el mundo.<br /><br />Ya casi al final y más cerca de la muralla, hay una bonita casa. En la puerta tiene escrito: “Carmen de Jesús del Gran Poder”. No te expliqué nunca lo que significa la palabra “Carmen”. Y aquí, en este barrio del Albaicín, todas las casas o casi todas, las llaman con este nombre de carmen, que significa casa con jardín o jardín con flores.<br /><br />Ya he llegado a un pequeño ensanche que tiene por nombre Plazoleta Almona del Albaicín. Llegan a ella cuatro calles. Aunque en realidad serían solo tres porque la que traigo, entra a la plaza y sigue subiendo unos metros más. Pero sí que son cuatro las calles que de esta plaza parten. Una de las calles que sale de este espacio, también toda empedrada, se llama Calle Larga de San Cristóbal. Este es nombre del primer mirador del barrio del Albaicín. También es el nombre de la iglesia que se alza justo por el lado de arriba de este mirador.<br /><br />Desde la plazoleta, en menos de cincuenta metros, se llega a Plaza Larga. Es este el corazón del barrio del Albaicín y la plaza principal. Cuando aquel día, después de la larga cuesta, por fin nos encajamos en Plaza Larga, al verla, te sorprendiste. No la esperabas. Era la primera vez que subías al Albaicín por la calle que acabo de recorrer.<br /><br />Ya he llegado esta tarde. Y también me sorprendo. Lo mismo que mi alma, me encuentro la plaza solitaria. Solo cuatro o cinco personas sentadas en algunos de los ocho bancos, arropados por la sombra de los árboles. Y recuerdo que aquel día, nada más llegar, te pedí que miraras para la derecha. Para que te fijaras en el edificio que por este lado queda. Miraste con interés. Es una casa muy especial tanto en este barrio como en toda la ciudad de Granada. Arriba tiene dos balcones y, entre ellos, un gran azulejo donde se puede leer: “Casa fundada en 1928. Confitería, café, heladería, casa Pasteles”.<br /><br />Preguntaste y te estuve explicando que este local es uno de los más típicos de Granada enteran. Hacen una gran variedad de dulces todos artesanales. Las personas lo saben y lo conocen y por eso lo valoran mucho. Quisimos entrar pero a ti no te apetecía. Te excusaste diciendo:<br />- ¡Otro día venimos!<br /><br />Seguimos por la derecha y, enseguida, nos encontramos en el centro de otra pequeña plaza empedrara. En el suelo tiene hasta un escudo dibujado con piedras naturales de distintos colores. Al frente y, aquí mismo, saluda la vieja muralla que ha subido por el lado derecho de Cuesta de Alhacaba.<br /><br /><strong>4 - Por el mirador de San Nicolás del barrio del Albaicín</strong><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6rXr0lrhI/AAAAAAAAAZE/pDve2zZo3Xc/s1600-h/DSC07865.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111211050500730386" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="292" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6rXr0lrhI/AAAAAAAAAZE/pDve2zZo3Xc/s400/DSC07865.JPG" width="400" border="0" /></a><br />Y, al continuar y salir de la pequeña plaza de Casa Pasteles, enseguida se llega a Puerta Nueva. Una vieja entrada en la antigua muralla que, aun hoy, se conserva perfecta. Las paredes y el pavimento son de ladrillos vistos y su recorrido, en rampa porque sube para la parte alta del cerro, traza como un ángulo recto. También dos pinceladas de este trozo de muralla de aquella primitiva ciudad de Granada. Como ya te he dicho se le conoce con el nombre de Puerta Nueva o Puerta de las Pesas. Es acceso al recinto de la Alcazaba Gadima o vieja que debió estar en relación con la vecina puerta de Hizna Román, formando un sistema de muralla y antemuralla hoy difícil de identificar por las construcciones adosadas a las murallas. El arco de la puerta está construido con piedra de La Malahá y tiene la disposición característica del siglo XI con enjarjes y alfiz recercando el hueco. Tras él, un pasaje en recodo cubierto con bóvedas de ladrillo, de medio cañón en los tramos rectos y baída en la zona del ángulo. Todo ello se alberga en el interior de un torreón construido con tapial de dura argamasa.<br />Y, justo donde se forma el ángulo del recodo, la tarde aquella, un joven extranjero tocaba su guitarra. Te quedaste mirándolo y preguntaste:<br />- ¿Quién es y qué hace aquí?<br />Aclaré:<br />- Es uno de los muchos jóvenes que, en estos tiempos modernos, recorren el mundo. De tarde en tarde, se detienen en alguna ciudad durante un tiempo, se ponen en alguna calle, plaza o rincón como este, tocan la guitarra y esperan que alguien les de unas monedas con las que ir tirando.<br />- ¡Ya entiendo! En tu país también se ven estas cosas pero más en Moscú que en otras ciudades.<br /><br />El último tramo de este paso por la puerta de la muralla, tiene escaleras. Con solo cinco o seis escalones y enseguida aparece una pequeña plaza empedrada. Desde aquí parten dos calles estrechas. Una sigue al frente y la otra se viene para el lado de la izquierda. Por la que continua al frente te ibas aquella tarde. Va esta calle a un edificio muy singular. Al Carmen Museo Max Mureau. Tampoco lo has visitado y lo siento. Y también, si continuamos por esta calle, vamos a salir al monasterio y palacio que te he dicho antes. Pero aquella tarde y también yo ahora, íbamos a otro lugar. Por eso indiqué:<br />- Vente por esta calle de la izquierda.<br />- Y si continuo por la que voy ¿a dónde me lleva?<br />- Vas de vuelta casi al mismo sitio de donde venimos. Si la continuas, te sales del barrio del Albaicín nada más haberlo pisado. Aunque no es exactamente así.<br /><br />Seguiste preguntando:<br />- ¿Llegaríamos, por aquí, al rincón donde me has dicho nació Granada?<br />- Así es. Además de la calle Carril de la Lona, aquí mismo hay una calle que se llama Aljibe de la Gitana. Lleva justo al gran Carmen del Aljibe del Rey, Centro del Interpretación del Agua, y a la Placeta del Cristo de las Azucenas. Desde ahí, cogiendo por el Callejón de las Monjas, llegaríamos a los cimientos primeros, al corazón donde nació Granada.<br /><br />Y, justo aquí mismo y por la derecha, se nos presentó algo que te llamó mucho a atención. Una valla de obras, con una sencilla puerta de malla metálica. Por entre esta tela de alambre se veía al fondo un gran trozo de la muralla. Y, justo en la puerta, el grueso tronco de un almez. Preguntaste:<br />- ¿Y esa muralla tan vieja?<br />- Es un tramo de la muralla ziris que hemos visto por donde subíamos. Ya ves que la están restaurando. Por eso no parece importante pero encierra, en sus paredes y silencio, muchos, muchos años.<br />Y dijiste:<br />- Cuando hayan terminado las obras que ahora tienen entre manos, este rincón será sorprendente.<br />Y te dije que sí.<br /><br />Luego y, durante unos segundos, estuvimos mirando la figura del árbol que teníamos al frente. También sorprendente por el grueso tronco que muestra y el volumen de sus ramas. Aclaré:<br />- No me lo ha dicho nadie ni lo he leído en ningún libro pero creo que es centenario.<br />- ¡Un precioso gigante verde! ¿Cuántos árboles hay en Granada que tenga tantos años como éste?<br />- Muchos, aunque no lo creas. Un día, cuando quieras y tengamos tiempo, también podría mostrarte los ejemplares más representativos de esta colección de gigantes.<br />Y simplemente dijiste:<br />- ¡Vale!<br /><br />Os volvisteis para atrás y tomamos por la calle de la izquierda, Callejón de San Cecilio. La que lleva directamente al mirador de San Nicolás. También esta calle es estrecha, discurre toda empedrada y sube buscando la parte alta del cerro donde se asienta el barrio del Albaicín. Las primeras casas de este cerro fueron construidas, por las fechas, más o menos, que el castillo de la Alhambra y justo también sobre una hermosa colina. Entre la Alhambra y el Albaicín discurre el río Darro y, en las colinas a ambos lados, levantaron el castillo y el barrio. Respetando mucho los paisajes y, al mismo tiempo, llenándolos de construcciones hermosas y muy bien distribuidas.<br /><br />Aquella tarde, al caminar por lugar, el sol seguía quemando. Hacía calor, Igual que hoy. Y, según se avanza y antes del mirador, por la izquierda queda una pequeña y vieja iglesia. Solo unos metros más adelante la calle deja de subir porque el terreno se torna llano. Un colegio a la derecha y el centro de lenguas y educación intercultural. Por aquí ya corre un poco de viento.<br /><br />Al llegar a la puerta del colegio, por la izquierda, una plaza grande. Se le conoce con el nombre de Plaza del Cementerio de San Nicolás. San Nicolás es justo la iglesia que, también a la izquierda y un poco más adelante, se alzan al comienzo de famoso mirador. Al que vienen todos los que visitan el barrio del Albaicín y desde donde se divisa el gran castillo de la Alhambra, Sierra Nevada y una gran parte de la ciudad de Granada y la Vega con sus pueblos.<br /><br />La plaza que te digo también está empedrada. Baja levemente y enseguida se llega al mirador. En la plaza hay varias terrazas con mesas para los turistas. Es un entorno especial y bello. Por eso te pregunté:<br />- ¿Nos sentamos un rato y tomáis algo fresco? Os invito.<br />Respondiste:<br />- No tengo ganas. Lo dejamos para otro día.<br /><br />Antes del mirador se encuentra la construcción de unas de las muchas aljibes que hay en este barrio. Construcciones de ladrillo, antiguas y que fueron depósitos para almacenar el agua en aquellos tiempos. Hasta hace unos años este aljibe tenía un pequeño chorrillo donde las personas podían beber. Ya no existe. Me paro justo al lado de la construcción y miro. Dejo que me roce el airecillo que pasa y dejo que de mi alma fluyan los sentimientos.<br /><br />Recuerdo que el mirador, aquella tarde, sí estaba repleto de personas. Muchos jóvenes. Casi siempre son personas jóvenes los que vienen por aquí. Al menos, ellos son los que más tiempo se quedan. Con tu amiga, te sentaste en la pared que hay en el lado que da a la Alhambra y ahí estuviste mucho rato. Mirando, pensando, dejando que pasara el tiempo… Como si no tuvieras prisas o como si toda estuvieras donde ahora mismo te encuentras, en tu país. De vez en cuando preguntabas alguna cosa y seguías callada. Luego abriste la bolsa, donde traías pan, jamón fruta y una botella de Aquarius, que tanto te ha gustado en estas tierras de Granada. No sé si en tu país seguirás todavía disfrutando de esta bebida. Me han dicho que allí no se vende.<br /><br />En el mirador, esta tarde, solo encuentro un grupo pequeño de personas jóvenes. Muy repartidos por la pared donde todos se sientan. Desde donde estoy observando miro y me quedan a cierta distancia. Por detrás de estas personas se alza la Alhambra y más por detrás se alzan las cumbres de Sierra Nevada. Ya no hay nieve sobre aquellas montañas. Sí esta tarde cubre por allí mucha calima. Y la Alhambra, majestuosa sobre la colina, entre su bosque de árboles y silenciosa. Se ve la gente allá, asomadas a los balcones y en las torres y, lo mismo que aquel día, te asombrabas y preguntaba, esta tarde, lo estoy viendo y quiero recogerlo para mandártelo y que lo tengas de regalo.<br /><br />A la izquierda, como te decía, me queda la construcción del pequeño monumento de ladrillos de la aljibe. Un poco más lejos y también por este lado se levanta la fachada de la iglesia. De ladrillos pero toda pintada de blanco. Por la parte de atrás queda la plaza que te decía. Los árboles se mecen empujadas sus ramas por el vientecillo que pasa y se recortan sobre el azul del cielo. A ver esto y a disfrutar del fresco y de las vistas que desde aquí se descubren es a lo que vienen las personas a este mirador.<br /><br />Aquella tarde, en este mirador, alguien cantaba. Tocaban la guitarra y cantaban flamenco. Tu amiga lo grabó y tú le dijiste:<br />- Luego me pasas los videos.<br />Luego te levantaste y me pediste ver la mezquita árabe. Queda a la izquierda del mirador, pared con pared. Entramos al jardincillo que tiene por la parte de delante y ahí también estuviste mucho rato. Haciendo fotos, mirando las flores, observando las panorámicas de la Alhambra sobre la colina, gozando de airecillo de la tarde…Te gustó mucho el rincón. La entrada al recinto también se encuentra pavimentada con piedras del río.<br /><br />Después de esta visita seguimos y, por la parte de atrás, recorrimos un callejón que se llama Calle Espaldas de San Nicolás. Es una calle muy estrechita, tiene una curva en forma de ángulo recto y enseguida baja por unas escaleras. Es bonito este callejón. Me dijiste que era la primera vez que lo veías a pesar de haber venido tres o cuatro veces a este barrio.<br /><br />Antes de empezar a bajar las escaleras, por la izquierda, queda una vivienda que se llama Carmen de las Mercedes. Todavía antes de empezar a bajar las escaleras, al frente se ve, allá a lo lejos y sobre el cerro, la ermita de San Miguel Alto. Más cerca y en todo el centro del barrio del Albaicín, la majestuosa iglesia del Salvador. La torre es de ladrillos, con varias campanas y rematada, en todo lo alto, con tejas de colores.<br /><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzXj2-nOOoI/AAAAAAAAA9I/2JTaZX5zjEw/s1600-h/DSC07870.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131257884118497922" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzXj2-nOOoI/AAAAAAAAA9I/2JTaZX5zjEw/s400/DSC07870.JPG" border="0" /></a> Te gustó mucho el callejón y por eso pediste que te hiciera fotos. Y lo que más te gustó fueron las dos viviendas que hay a lado izquierdo, según se bajan las escaleras. La primera, con rejas y dentro un jardín muy cuidado, se llama Carmen de Santa Teresa. Tiene una puerta de hierro, cerrada para que las personas no pasen pero sí pueden ver las plantas y flores del jardín. Como te gustó tanto este rincón ahora te lo regalo. La siguiente vivienda es Carmen de la Estrella. Se parece mucho al primero pero, por dentro, aun es más bonito. Muy verde todo, con limoneros, parras, geranios, azulejos en las paredes, platos…<br /><br />No cuento los escalones de este callejón. Al llegar al final, torcimos para la derecha. Por detrás mismo de la iglesia del Salvador. Enseguida un rincón muy original. Es como una pequeña plaza y una casa con balcones. En la pared y en estos balcones, hay muchas macetas con flores de todos los colores. También pediste que te hiciera fotos y, estando en ello, viste un coche que te llamó mucho la atención. Dijiste:<br />- ¡Mira, un Niva!<br />Y enseguida me explicaste que esta marca de coche es la más extendida en toda tu nación. Que es el coche que más abunda en tu país. El modelo, la marcha, las piezas, todo es de origen ruso. Junto a este coche te hice más fotos mientras me decías:<br />- Para enseñárselas a mi familia cuando vuelva a mi país.<br /><br />Al salir de este rincón enseguida se abre otra pequeña plaza. Hay aquí también otra aljibe y esta sí tiene un chorrillo de agua. Clara, fresca y potable. La gente se para mucho a beber cuando pasan por aquí. Me detengo y también esta tarde me lavo las manos y bebo. Mientras lo hago recuerdo que aquella tarde, tu amiga y tú, hicisteis lo mismo.<br /><br /><strong>5 - El banco donde estuviste sentada la primera tarde,<br />junto a la iglesia del Salvador, en la Plaza del Abad</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLCL9KtyjDXFWhqu5JyeRKCIowZFr_UEGRgc26E05BovEo5R34PmBvwEVyFEvQC08mlIQrOG9xyl1RINId4wzso9mKVijlwmBTbSCWAHm22UOy0kFchKN9p-G5SbvLA3Fw6SFW2kimQ-s/s1600-h/DSC07871.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111209276679237090" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="289" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLCL9KtyjDXFWhqu5JyeRKCIowZFr_UEGRgc26E05BovEo5R34PmBvwEVyFEvQC08mlIQrOG9xyl1RINId4wzso9mKVijlwmBTbSCWAHm22UOy0kFchKN9p-G5SbvLA3Fw6SFW2kimQ-s/s400/DSC07871.JPG" width="400" border="0" /></a><br />En el banco donde estuviste sentada en aquellas primeras tardes en Granada, me he sentado. Son dos los bancos. De madera vieja, a la sombra de unos árboles y frente a la calle por donde pasan los autobuses y los turistas. El sol ya está cayendo. El aire que corre refresca mucho. No hay apenas nadie por aquí esta tarde. Solo cantan unos gorriones. ¿Y sabes qué me pregunto? Que me gustaría que estuvieras. Pero ni siquiera sabes que, en este día y hora, ando por este rincón de Granada.<br /><br />En este rinconcillo, fresco y algo recogido, voy a quedarme un rato. En silencio y con la idea de meditar el momento y elevar una oración al cielo. Por ti, por mí y por el mundo entero. Todos lo necesitamos. Rezar, mientras recordamos a los que en el corazón llevamos, casi siempre es en lo que mejor podemos emplear el tiempo. Al fin y al cabo, el alma que cada uno llevamos con nosotros, también es lo mejor de cuantas cosas, en este mundo, poseemos. Y el alma necesita un alimento que nada tiene que ver con la materia. Para no sentirse vacía y sin casa en esta tierra, el alma necesita de los sueños, de la belleza, de elevados pensamientos, de los recuerdos, de ti aunque seas silencio…<br /><br />Y un pensamiento cruza por mi mente. Y para mí me digo que, hay que ver cómo son las cosas, lo que es el tiempo y lo que somos las personas. Estuviste por aquí y eras real, hablabas y se te podía oír. Respirabas el aire de este lugar, las personas podían verte, la sombra de estos árboles podían arroparte y el aire acariciarte. Pero hay que ver cómo son las cosas. Porque ahora mismo, pareces como si te hubiera tragado el tiempo.<br /><br />Pues sí, de este modo ocurren y son las cosas. Por eso te regalo el momento, el espacio con sus dos bancos viejos, el suelo empedrado, la sombra de los árboles, el amable fresco de la tarde y el canto de los cuatro gorriones que por aquí revolotean. Te lo regalo y no hago más preguntas ni te pido que vuelvas ni que digas algo o que des señales de vida. Todo sería solo imaginar que podría ocurrir un milagro y sé que no será así. Solo es real el milagro que ahora mismo estoy viviendo. Por lo menos así es como mi mente lo percibe. Lo que te estoy contando, luego lo escribiré en mi cuaderno.<br /><br />Traigo la cámara de fotos conmigo. Y estoy dudando si hacer o no fotos de este rincón para luego ponerlas en el cuaderno. Quizá no. Porque, a pesar de que estoy recorriendo los sitios según te los voy contando, esta tarde, tengo muy alicaído el ánimo. Apenas me apetece hablar ni contar nada. Pero en mi lógica pienso que sí debo contar las cosas.<br /><br />Las campanas de la iglesia, la que se alza al frente de estos bancos, dan la hora en estos momentos. Las ocho en punto de la tarde. Y me pregunto: ¿En qué pensabas aquella tarde, cuando estuviste en este banco? ¿En qué pensarás ahora mismo? ¿Cómo es y a qué huele ese lugar tan lejano al que has ido a refugiarte? Allí te has ido y por aquí te has quedado quizá con mucha más fuerza, belleza y vida que en ningún otro lado de la Tierra y del Universo.<br /><br />Ahora y siempre solo podré suponerte en un país muy lejano, como en esos mundos de los cuentos de hadas, y pensar que, en algún lugar de esos reinos, te encuentras. Porque, aunque tu país también tenga formas, sonidos, colores, aire, bosques, tierra, montañas, agua…siempre tendré que imaginarlo casi de igual modo a como son las cosas en el mundo de los sueños. Tú y tu país y los lugares por donde vayas, siempre seréis para mí como una fantasía de mi alma. Nebulosa en algún lugar del Planeta Tierra y nada más.<br /><br />Soy de los que les gusta quedarse siempre en los lugares que conozco. Porque me gusta soñar recorriendo los espacios que hay en un mismo sitio y sacar de ellos la esencia que guardan dentro. Soy de los que piensan que en ninguna parte del mundo ni en ninguna universidad del planeta ni en ninguna ciudad de la tierra ni en ningún lugar, en ningún rincón, hay nada nuevo. Aunque haya casas distintas, calles desiguales, personas diferentes… Todo, en el fondo, se proyecta desde una misma fuente. Todo es igual en cualquier sitio y no hay más”. Pienso que lo importante es ahondar hacia el espíritu, hacia el corazón, hacia el alma, hacia el centro del Universo porque ahí está todo, todo. Así que por eso creo que, aunque estés en aquel lugar tan lejano, formas parte de ese todo que tengo dentro de mi. Pero eso pienso que no necesito irme a ningún otro lugar del Planeta Tierra para encontrar el alimento que mi corazón pide. No hay nada diferente en ningún sitio. Solo Dios. También el sueño que conmigo llevo.<br /><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzXkj-nOOpI/AAAAAAAAA9Q/02-JoKmHiks/s1600-h/dsc00864.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131258657212611218" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzXkj-nOOpI/AAAAAAAAA9Q/02-JoKmHiks/s400/dsc00864.jpg" border="0" /></a>Y a esto quizá me podrías responder ahora que estás allí, después de haber estado aquí. Aunque indudablemente, lo que has aprendido, las experiencias, las personas que has conocido, las calles que has pisado… puedas decir que sí son diferentes. Pero, en el fondo, todo esto es lo exterior. Seguro que allí, lo mismo que cuando estabas aquí, te pasas los días soñando encontrar algo grande para alimentar el hambre del espíritu. La misma necesitad que tenías cuando vivías en Granada, la sigues teniendo ahora que vives en tu reino. Y eso es lo que pretendo decir: que en cualquier lugar del mundo, estemos donde estemos, siempre tendremos la misma necesidades y las mismas oportunidades de encontrar el alimento esencial con que llenar el alma. Por eso te decía que no necesito recorrer muchos sitios ni ir a lugares diferentes para encontrar lo que tengo aquí y conmigo.<br /><br />Tras el silencio que en la tarde<br />se lleva consigo el tiempo,<br />parece que hay un vacío<br />y no es cierto:<br />mi pequeño corazón,<br />cansado y viejo,<br />vive ahí agazapado<br />soñando un sueño.<br /><br />Sabe él y sabe la tarde<br />y también lo sabe el viento<br />que ya por aquí solo eres<br />hondo recuerdo:<br />silencio que llora y quema<br />desde el silencio.<br /><br />Pero la tarde es grande,<br />es profunda la luz del cielo,<br />saben a lejanía las calles<br />y a dulce beso.<br /><br />Mi corazón cansado<br />todavía tiene aliento<br />y sueña y mira despacio<br />como esperando el momento.<br />Dios palpita tras la luz<br />que se lleva consigo el tiempo<br />y en el vacío aparente<br />del silencio<br />estás tú.<br /><br />Todo está lleno<br />aunque seas lejanía<br />y hondo recuerdo.<br /></span></p>laricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5290894110623661619.post-5432221377877303912007-09-17T08:59:00.000-07:002008-04-04T11:08:29.635-07:00Los rincones más bellos de Granada- 2<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>6 - Desde el corazón del barrio del Albaicín<br />a las cuevas del Sacromonte</strong><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYDgenOOtI/AAAAAAAAA-c/M0m22gGyp1w/s1600-h/DSC07872.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131292681943530194" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYDgenOOtI/AAAAAAAAA-c/M0m22gGyp1w/s400/DSC07872.JPG" border="0" /></a>En cuanto se avanza un poco, desde la plazoleta de los asientos, se llega enseguida a la plaza que hay en la puerta de la Iglesia del Salvador. Se alza este monumento justo en el corazón del barrio del Albaicín. Unas cadenas cierran el espacio de la plaza, por delante del templo. Para proteger de los coches y darle prestancia al edificio. La Iglesia del Salvador se le distingue con el nombre de colegiata porque, en tiempos antiguos, estuvo destinada a la evangelización de los musulmanes de Granada, después de la conquista del año 1492. Primero se instaló en lo que había sido la Gran Mezquita del Albaicín y, cuando se demolió el viejo edificio, se conservó el patio con su pozo dónde los fieles se lavaban los pies antes de rezar, transformándolo en el claustro de la nueva iglesia. Hoy, este patio, es uno de los monumentos musulmanes más antiguos de la ciudad, siendo de la época almohade, anterior a la de los nazaríes.<br /><br /> La calle que baja, desde el chorrillo y los asientos, se junta con la que sube. La calle Cuesta del Chapiz, remonta desde el río Darro, Paseo de los Tristes y es por esta calle por donde llegan los autobuses y coches que entran al barrio.<br />No piso la explanada, pórtico de la iglesia. Tampoco tú ni tu amiga la pisasteis aquel día. Si no que, como yo hoy, nos fuimos por la calle que enseguida se junta con la que sube. En el ángulo que forman las dos, se alza otro viejo aljibe. De construcción en ladrillo pero restaurada no hace mucho. Uno más de los muchos aljibes que se reparten por los rincones, plazas y calles del barrio. Nada más verlo, dijiste:<br />- Quiero una foto en este sitio.<br />Hicemos varias. Mirando al sol, de espaldas a la tarde, mirando a la vieja muralla del cerro de San Miguel, frente a la ermita en lo más alto del cerro y mirando a la fachada de la Iglesia del Salvador. Dije:<br />- Será un recuerdo importante cuando estés en tu país y repases las cosas que dejas por aquí. Al pasar el tiempo y, desde la distancia, todo adquiere un matiz nuevo. Y siempre es necesario mirar para atrás al fin de ver con más claridad lo que tenemos al frente.<br />Respondiste que sí y seguimos.<br /><br /> Bajamos unos treinta metros. Enseguida a la izquierda dimos con otra calle que se llama San Martín. Por aquí continuamos dirección a la ermita de San Miguel Alto. En realidad íbamos buscando la famosa calle de San Luís. La que, arrancando de la Plaza Cruz de Piedra, rodea al barrio del Albaicín por el lado del cerro y lleva a las cuevas del Sacromonte. La callejuela que recorro ahora y pisabas aquel día, también se encuentra empedrada. Todas las calles de este barrio están empedradas. Y el empedrado de muchas de ellas no es muy antiguo y por eso se ve muy cuidado. Hasta con sus pequeños toques artísticos. Quizá por esto, decías, de vez en cuando:<br />- Mi reino es otro mundo. Tendrías que venir a verlo.<br />Y, sin decir nada, para mis adentros murmuraba: “¿Cómo será tu reino? Claro que me gustaría mucho conocerlo. Creo que es fantástico y que se encuentra lleno, muy lleno de la misma belleza”.<br /><br /> Recorro la calle y me la voy encontrando toda solitaria. También lo estaba aquel día. Pero quedaba en sombra y hacía fresco. Igual que ahora. Y hoy también revolotean por aquí algunas golondrinas y gorriones. Aquella tarde, no. Salimos a una calle pequeña, un poco más arriba, que se llama Carmen Vista a la Alhambra. La recorrimos y, solo unos metros más, ya la calle San Luís. Te he comentado que esta larga y famosa calle es la que lleva al barrio de las cuevas. Torcimos para la derecha y por la estrecha calle, nos fuimos. Pregunté y me dijiste que por aquí tampoco habías venido nunca.<br />- Veo por primera vez en mi vida estos rincones de Granada.<br />- Esta ciudad es pequeña pero al mismo tiempo muy grande. Y también puede parecer que en Granada no hay muchas cosas que ver y tampoco es así. Por eso tantas veces he dicho que quería enseñarte esto, lo otro y aquello y los ríos de Granada, las montañas, los paisajes… Para que te lleves de aquí y de España la visión y el conocimiento más completo.<br /><br />Preguntaste, conforme ya íbamos recorriendo la larga y estrecha calle hacia las laderas de las cuevas del Sacromonte:<br />- Y además de la calle en sí ¿hay algún edificio significativo en esta calle de San Luís?<br />- Hubo una iglesia, la de San Luís, que estaba situada en la misma calle que ahora recorremos. A la izquierda según vamos. Fue destruida por un incendio en las revueltas del 9 de noviembre de 1933. Su fachada estaba flanqueada por la torre de ladrillo con arco apuntado con hornacina encima, ocupada por la estatua en piedra de San Luís, única imagen salvada de la destrucción y hoy en el Museo de la Catedral. Cerca de esta iglesia se encuentra el aljibe de San Luís. Uno más de los muchos en este barrio por donde cruzaba el ramal secundario de la Acequia de Aynadamar. Servía para decantar el limo que llevaba el agua. Consta de una sola nave y tiene una capacidad de 4,5 m3. Es construcción de la época nazarí.<br /><br /> El empedrado de la calle de San Luís sí es muy nuevo. Limpio y nuevo y por eso gusta mucho pasear por aquí. Conforme avanzábamos para el barrio del Sacromonte, te sorprendía la soledad y el silencio que íbamos encontrando. Igual que esta tarde. Preguntabas:<br />- ¿Y quién vive en estas casas?<br />Porque te llamaba mucho la atención encontrarlas casi todas muy limpias, nuevas muchas de ellas, con sus flores o jardines en las puertas y cerradas. Dije, sabiendo que no era todo lo que preguntabas:<br />- En algunas de estas casas, a veces he visto grupos de jóvenes extranjeros. Y otras veces, como esta tarde, las he visto cerradas. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Desde uno de los pequeños miradores que hay en el recorrido, antes de la vieja muralla, se observa una gran vista sobre la Alhambra y el bosque de las laderas. La colina que <a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYDrunOOuI/AAAAAAAAA-k/wf4y4jRsGHY/s1600-h/dsc00389.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131292875217058530" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYDrunOOuI/AAAAAAAAA-k/wf4y4jRsGHY/s400/dsc00389.jpg" border="0" /></a>sostiene al viejo castillo de la Alhambra, desde aquí, se observa majestuosa. Toda ella sube <a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7FLb0lruI/AAAAAAAAAas/H54NmJ6GRNE/s1600-h/dsc00389.jpg"></a>desde las tierras llanas de la ciudad y se alarga hacia las cumbres de Sierra Nevada. Como si quisiera volar e irse con las nubes al país donde ahora vives. Y, sobre esa verde colina, hermosamente coronada por las doradas paredes del castillo, se escalona también el blanco edificio del Generalife y la Silla del Moro. No te pregunté aquel día si habías visitado estos sitios. No me acordé pero creo que no. Creo que te has ido de Granada sin ver los jardines del Generalife y sin recorrer el sendero que va por la antigua acequia que trae el agua a la Alhambra. Tampoco has estado en el gran mirador de la Silla del Moro.<br /><br />Antes de llegar a la muralla que baja desde la cumbre del cerro, la calle sube un poco. Estrecha y entre casas que brillan al sol de la tarde. En unos metros más, se llega a la pequeña plaza de la fuente de hierro. Pero antes y, por la izquierda y justo debajo de la muralla, todavía quedan unas antiguas cuevas. Se les conoce con el nombre de “Cueva de Chorrohumo, siglo XV”. Te expliqué brevemente este lugar y mostraste mucho interés. Estuviste mirando, tocando, descubriendo cada detalle. Como si te asombrara tanto lo que tenías antes tus ojos que dudaras de su realidad. Sé que a ti te interesa mucho conocer cosas nuevas y descubrirlas en profanidad.<br /><br />Seguimos y, solo unos metros más adelante, nos encontramos con la reducida plaza de la fuente. La fuente y la plaza quedan justo por debajo de la antigua muralla. En el centro todavía se puede ver un mosaico y en él unos sencillos versos. En otras ocasiones, cuando por aquí he pasado, sí me gustó leer estos versos. Esta tarde, contigo aquí presente, no me sentí con ánimo. Sentí cierto pudor. No sé por qué. Como si pensara que podría herirte en alguna de las fibras de tu sensibilidad. Y son bonitos y sencillos los versos que todavía aquí se pueden leer. La fuente no tiene agua. En otros tiempos sí surgía de ella un hilillo que servía para calmar la sed.<br /><br />Tampoco esta tarde hay nadie ni en los asientos de la pequeña plaza ni junto a la fuente ni en la pared que sujeta por el lado de abajo. Se le conoce, a este lugar, con el nombre de “Fuente de la Amapola”. En los dos bancos que hay aquí estuviste sentada un rato. Como dándole descanso a tu alma o como rumiando en tu corazón la sombra que nos regalaba la tarde y el silencio. Corría y corre esta tarde un amable airecillo que sube desde el barranco del río, el bosque de las laderas de la Alhambra y las cumbres de Sierra Nevada. Y, uniendo aquella tarde, con tu presencia por aquí, con esta tan llena de tu ausencia, no me queda más remedio que admitir que aun así es bonito este recogido mirador, junto a la vieja muralla que protegía al barrio del Albaicín y donde las cuevas tienen presencia.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8ptAWXQnR7g30FMvgroEDoYcrC1jSvK3kogfheXBMz_dcJ5mG6Y0lgptue5vIBsVQ7BKAcrPjagpp0OMYSDLjvWo3UJY41yfkXyJSW10Jg6GhKy3Sh4DQQtVlTbSbHF8knCO7PoE97b8/s1600-h/dsc00394.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111239801011810034" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 331px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px" height="250" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8ptAWXQnR7g30FMvgroEDoYcrC1jSvK3kogfheXBMz_dcJ5mG6Y0lgptue5vIBsVQ7BKAcrPjagpp0OMYSDLjvWo3UJY41yfkXyJSW10Jg6GhKy3Sh4DQQtVlTbSbHF8knCO7PoE97b8/s400/dsc00394.jpg" width="359" border="0" /></a><br />La tarde se duerme en su silencio, el cielo es azul, corre casi el mismo viento de aquel día y el alma se siente cansada. Quiere llamarte porque te necesita pero no lo hace porque sabe que no serviría de nada. Todavía estoy preguntándome por qué, aquella tarde y en este lugar, no pronunciaste ni una sola palabra. Llegué a pensar que estabas triste, recordando a las personas y tierras queridas y por eso te faltaban fuerzas para comentar las cosas. Y me extrañaba mucho porque conozco la alegría que siempre llevas contigo.<br /><br />Desde la fuente baja la calle entre dos paredes de piedra. Por la derecha va quedando como un pequeño trozo de terreno, erial y con pasto y por la izquierda, algunas fachadas de casas. Parecen que son cuevas pero están todas cerradas y con apariencia de encontrarse deshabitadas.<br /><br />No sube ni baja nadie por aquí. Tampoco lo hacían la otra tarde. Sin embargo, hoy y en dirección contraria a la mía, sí me encuentro algunas parejas de jóvenes turistas. En la primera curva, otro reducido ensanche, unos árboles y dos asientos. Es un mirador hacia la Alhambra. Y es que, en realidad, todo este recorrido, desde la plaza de la fuente hasta el Camino del Sacromonte, no es otra cosa si no un alargado mirador hacia el barranco del río, las laderas y la Alhambra. En este recudido mirador de la curva veo un par de chicas sentadas. Pasando la tarde, mirando, hablando, recibiendo la caricia del airecillo y descansando. Son extranjeras igual que tú.<br /><br />En cuanto dejo atrás el mirador de la curva, la calle baja aun más. Al frente aparece la Abadía del Sacromonte. Emerge también, más próximo a mí, la gran ladera de este barrio del Sacromonte. Y, en la parte alta, me saluda el letrero que te mostré aquella tarde. Según te lo enseñaba, aclaraba:<br />- Es ahí justo donde se encuentra el Museo del Sacromonte.<br />Me preguntaste:<br />- ¿Me traerás algún día para que lo vea?<br />- Te traeré y, con mucho gusto, cuando tú quieras.<br />Y, desde ese justo minuto, no he dejado de soñar este momento. Como niño que espera el regalo prometido. Pero ya sabes bien lo que después ha pasado.<br /><br />Recuerdo que, aquella tarde, me preguntaste:<br />- ¿Y qué es lo que se puede ver en ese museo?<br />Te aclaré:<br />- Aquello es como una pequeña plaza tallada en la ladera del cerro. Justo en el centro del barranco. Alrededor de esta plaza, en la torrontera, abrieron las cuevas. Grandes, originales y muy bonitas todas porque todavía están ahí. Las han rehabilitado y dentro de cada una han instalado pequeños museos. Muestrarios de herramientas y utensilios de los oficios de aquellos tiempos. Algo realmente único en Granada y creo que en el mundo. Por eso tengo interés en que lo veas. Sé que en tu país no existe nada que se parezca y sé que no vas a tener nunca más en tu vida una oportunidad como esta.<br />Me escuchabas con mucha atención. Al final me dijiste:<br />- Me interesa mucho esto. ¿De verdad me traerás un día a verlo?<br />- Hacer real tu deseo será para mí un gran gozo. Tanto, que el día que vengamos, seguro me parecerá sueño.<br /><br />Y ya sabes lo que después ha pasado. Te has ido de Granada sin haber visto ni este rincón ni otros muchos. Y bien que lo siento porque, es lo que te vengo diciendo: que en ningún otro lugar del mundo encontrarás nunca cosas como las que has dejado sin conocer en esta ciudad. Y la vida ya no vuelve. Las cosas, a veces pasan por delante de nosotros, solo una vez y ya nunca más vuelven.<br /><br />A mitad de la cuesta, en este camino que recorro ahora y contigo aquella tarde, queda un restaurante grande y famoso en este barrio. Este es ya el “Barranco de los Naranjos”. El camino sigue estrecho, empedrado y muy solitario. Me preguntaste:<br />- ¿Cómo se llama esta calle?<br />Te aclaré:<br />- Por donde vamos ahora mismo se le conoce con el nombre de Vereda de Enmedio Alta, el trozo que hemos dejado atrás, se le conoce por Montes Claros y, más atrás aun, se llama Vereda de Pinchos. Desde ahí hasta la Plaza Cruz de Piedra, es conocida por la Calle de San Luís. Muy antigua y famosa es esta calle.<br /><br />Guardaste silencio y, unos metros antes de torcer para la derecha, me volviste a preguntar:<br />- Y estas escaleras de piedra que vamos a recorrer ¿cómo se llaman?<br />- Vereda de Enmedio Baja. Al final, a donde llegaremos después de bajar las escaleras, se le conoce por el Camino del Sacromonte.<br />De nuevo guardaste silencio y hora fue durante un buen rato. Tus misteriosos silencios, como si </div><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131293652606139122" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYEY-nOOvI/AAAAAAAAA-s/GdPrlWTtY6Y/s400/DSC01397.JPG" border="0" /> <p align="justify">estuvieras soñando o rumiando hondos secretos.<br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7F8L0lrwI/AAAAAAAAAa8/PRSFGg98mIw/s1600-h/DSC01397.JPG"></a><br />Por el Barranco de los Naranjos discurre la calle estrecha, empedrada, protegida por el lado de abajo por una pequeña pared de piedra. Pero al llegar al barranco, se allana y, enseguida por la derecha, las escaleras de piedra. Por estas escaleras nos fuimos. Se nos acababa el tiempo y querías regresar a tu rincón antes de que la noche estuviera muy avanzada. A mí hoy todavía me quedan horas de sol pero quiero regresar también. Por las misma escalera de aquella tarde. Mientras bajábamos me ibas hablando de los gitanos. Otra más de las veces que, en tus conversaciones, me hablabas de estas personas. Te escuché con sincero respeto. Me daba cuenta que algo, de estas personas, inquietaba tu corazón. Son bonitas estas escaleras y agrada recorrerlas a estas horas de la tarde.<br /><br /> Antes de llegar a la calla asfaltada, entro en la zona de sombra. Porque el sol ya cae por el barrio del Albaicín y, todo ese cerro, con las casas, jardines, bancos y calles, proyecta su sombra por el barranco que recorre estas escaleras de piedra. Un buen laberinto de escaleras, rellanos, y peldaños. Hay por aquí higueras, cipreses, acacias, almendros… Un nuevo giro para la izquierda y llego al Camino del Sacromonte. Es interesante el recorrido. Ya voy por el camino que lleva a la abadía. Es en realidad una carretera asfaltada. La carretera por donde entran y salen los coches de las personas que viven por aquí. Lo recorro en la misma dirección que lo hicimos aquel día. Es un paseo bonito, ya muy pegado al surco del río y por el lado de abajo de las casas en estas laderas. Discurre mostrando, en todo su recorrido, las mejores vistas de la Alhambra y la ladera de la Fuente del Avellano. Por aquí vienen muchos turistas. Pero en estas fechas, no tantos.<br /> <br /> Avanzando unos metros, por la izquierda, se presenta un mirador, con dos bancos de madera. En la misma curva. Y por la derecha van quedando algunas casas, cuevas y no, casi todas cerradas. Desde hace algún tiempo, las personas que antes vivían en estos sitios, se fueron yendo. A otras partes de la ciudad y a pisos. Unos metros más adelante aparece otro mirador pequeño. Y, a partir de este punto, ya la calle baja. Busca encontrarse con la que sube por la Cuesta del Chapiz. Se oye el canto de las chicharras, agarradas a las ramas de los árboles que van quedando por la izquierda. Son unos viejos jardines en, la que es también, una vieja casa, grande y algo ruinosa. Preguntaste:<br />- ¿Quién vive aquí?<br />- Se le conoce a este edificio con el nombre de Casa del Chapiz. Es una construcción histórica y creo que ahora la ocupan para enseñar. Es Escuela de Estudios Árabes.<br />- Y de la Casa del Chapiz ¿qué más cuenta la historia?<br /><br />- Las Casas del Chapiz, en aquellos tiempos, se encontraban dentro del recinto del antiguo Arrabal del Albaicín. Ocupaban una amplia parcela situada en la esquina que forman la Cuesta del Chapiz y el Camino del Sacromonte, en el extremo sureste del arrabal, que era denominado Barrio de la Blanca. Es un edificio morisco del s. XVI, compuesto por dos viviendas, la más pequeña perteneciente a Hernán López el Ferí y la principal a Lorenzo el Chapiz. Son pues dos las viviendas que la componen y por ello frecuentemente se les ha citado como las Casas del Chapiz.<br /> <br />Algo más abajo, ya muy pegado al río Darro, se alza el Palacio de los Córdova.<br />- ¿Y con qué ocupan ahora este palacio?<br />- Con el archivo histórico de la ciudad de Granada. Si quieres y tienes tiempo, también un día puedes venir a verlo antes de que te vayas. Te gustará porque encontrarás cosas muy interesantes. El Palacio de los Córdova fue edificado en la Placeta de las Descalzas hacia 1530, finalizando su construcción en 1592. Su dueño fue Luís Fernández de Córdova, Alférez Mayor de Granada y Comendador de Villanueva de la Fuente.<br />- No viene por aquí nunca y sí que me gustaría conocer estos rincones, antes de irme. <br />Al llegar a la Cuesta del Chapiz y empezar a bajar para el río, de nuevo pregunté:<br />- A partir de aquí tenemos dos opciones: o bajamos hasta el final y seguimos por el Paseo de los Tristes o nos vamos por la calle que sale a la derecha. Discurre paralela al río y es muy interesante.<br />- Este rincón también es nuevo para mí. Vayámonos por la calle que me dices y así la conozco.<br /><br /> Por la derecha, justo un poco más arriba, nos empezó a quedar la fachada de un gran edificio. Te llamó la atención por la abundancia de vegetación y la construcción. Por eso volviste a preguntar:<br />- ¿Qué es esta casa tan grande, tan llena de plantas frescas y en este lugar tan significativo?<br />- También es una residencia universitaria que pertenece a la Universidad de Granada. Pero, en este caso, no es residencia de alumnos si no para invitados.<br />- ¿Y qué hubo aquí en otros tiempos?<br />- Ahora se le conoce con el nombre de Carmen de la Victoria y, como vez, está situado en lo que fue el arrabal árabe de Axaris, límite de la ciudad que era ya en época árabe lugar de huertos, cármenes y jardines. En las tierras que ocupan hoy el carmen hubo un convento con el mismo nombre. Fue de los frailes mínimos de San Francisco de Paula y se fundó en 1509. Este edificio tenía un amplio patio, escaleras con bóveda de piedra y artesonados mudejares y del renacimiento. Tras la demolición del Convento de la Victoria en el siglo pasado se formó el carmen tal y como hoy se ve, producto de la unificación del primitivo Carmen de la Victoria-Huerto del Olivarillo con el Carmen del Pencal, separados el uno del otro por la muralla árabe del Chapiz cuyo trazado se advierte aún en las paratas de los jardines. A estos dos cármenes se unieron varias casas y trozos de calle para formar los escalonados jardines que rodean la residencia.<br /><br /> Los jardines de este Carmen de la Victoria son muy hermosos. Quizá los más interesantes de todos los jardines que hay en los cármenes del barrio del Albaicín. Y esto que te digo no lo pienso por mi propia cuenta.<br />- ¿Es que acaso los conoces?<br />- Bastante bien. Y lo que más me asombra en estos jardines son los gruesos y viejos árboles que crecen en ellos. Creo que son centenarios y, tan altos y bellos, que solo mirarlos infunden respeto. No te vayas de Granada sin venir un día a este jardín y contemplar la figura de la Alhambra desde la sombra y majestad de estos árboles viejos. Es una visión única que merece la pena vivirla.<br />- ¿Y por qué no vienes un día conmigo y me lo enseñas?<br />- El día que quieras. </p><p align="justify"><br /> <strong>7 - Por la calle San Juan de los Reyes</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYRfQchh9hpTOe2oCK-0yRoCmRMtOnrOBudlT-1swabSJWHDy4DTTfry8S-12xVBPYCUkUbMkkqrVUy8f5oAmz_Zq4JdDZVfiZQ6g3ATM8hBLY1Qa2jQQ17-skvVrhq54EGmXXP5sBzvs/s1600-h/DSC07873.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111241012192587538" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYRfQchh9hpTOe2oCK-0yRoCmRMtOnrOBudlT-1swabSJWHDy4DTTfry8S-12xVBPYCUkUbMkkqrVUy8f5oAmz_Zq4JdDZVfiZQ6g3ATM8hBLY1Qa2jQQ17-skvVrhq54EGmXXP5sBzvs/s400/DSC07873.JPG" border="0" /></a><br />Esta calle queda, subiendo la Cuesta del Chapiz, a unos metros a la izquierda. Y recorre, de un extremo a otro, todo el Albaicín Bajo, por el lado del cerro que mira a la Alhambra. Por la mitad de la ladera, entre el río Darro y el mirador de San Nicolás. Y se entra a ella, desde la calle del Chapiz, por un gran arco. Tiene su fin o comienzo, según se ande, justo en la Plaza de San Gregorio, por delante de la iglesia con el mismo nombre.<br /><br />San Juan de los Reyes es la calle más larga del Albaicín. Fue vía romana que llevaba hasta Guadix y, su nombre, de los Reyes, es por l iglesia, dedicada a San Juan. Fue la primera mezquita que consagraron los Reyes Católicos después de tomar la ciudad. Otras mezquitas eran más grandes pero esta era la Mezquita de los conversos, donde muchas generaciones de cristianos granadinos habían abandonado la fe de sus antecesores. Por ello fue elegido como el templo donde, estos neo-musulmanes, fueron reconvertidos al cristianismo, cuando el poder cambió de manos.<br /><br />Por el arco, al comienzo de la calle, entramos aquella tarde y empezamos a recorrerla. Y lo primero que por aquí te llamó la atención de nuevo fue el empedrado. Igual que en todas las calles de este barrio del Albaicín. Pero en este caso, en el empedrado de la calle que empezamos a recorrer, es más reciente que el de los otros rincones. Casi sin comentar nada, aquella tarde, comenzamos a irnos por ella. Igual que esta tarde, yo en solitario.<br /><br />Frente al sol que cae, aquel día ya se había ido, y esta tarde aun calienta. Es bastante larga la calle. Y recuerdo que, a unos cincuenta metros del arco y a la derecha, hay un aljibe subterránea. Estaba abierta porque la usa ahora un grupo de jóvenes para ensayar música. Entramos a verla y nos atendieron cortésmente. Te gustó todo lo que por aquí dentro nos fueron enseñando. El escenario para cantar, los cuadros de artistas desconocidos decorando las paredes, el taller de bordados… Preguntabas y con detalle te fui explicando lo que es un aljibe y para qué la usaban en aquellos tiempos. Entendiste las cosas pero no del todo. Y pude y puedo comprenderlo. En tu país y cultura no hay nada que se parezca a la cultura y cosas antiguas de este barrio. Hasta el agua que tenéis en las casas, la forma de gestionarla, los ríos y las montañas, son diferentes en tu país y cultura.<br /><br />¡Cuantas cosas podría yo haber aprendido de tu país! ¡Cuantas cosas podrías tú haber aprendido de esta ciudad y de España! ¡Qué oportunidad más buena, nunca más se repetirá, y tan escasamente aprovechada! Mientras esta tarde avanzo por la calle voy mirando y no veo en qué sitio exactamente se encuentra el edificio que vimos aquel día. Está cerrado.<br /><br />A partir de la mitad o así del largo recorrido de esta calle, ya no está empedrada si no adoquinada. Le han cambiado su pavimento original por ese otro, también bueno y bonito. Me preguntabas:<br />- ¿Y qué son adoquines?<br />Con detalle te expliqué lo que es un adoquín, cómo se obtiene de las rocas de granito de las montañas al norte de Córdoba y cómo se colocan en el suelo de las calles. Y luego te expliqué la diferencia y ventajas entre adoquinado y empedrado con piedrecitas del río. También todo esto fue nuevo para ti por la sencilla razón de que en tu país tampoco existen estas cosas.<br /><br />Como a la mitad de la calle, a la derecha, queda la Escuela Hogar. Un bonito edificio, esta tarde cerrado, que me hubiera gustado enseñarte aquel día. También me habría gustado enseñarte despacio la Placeta de las Escuelas. En un rincón chiquito, a la derecha, por donde son muy originales las escaleras de piedra y los rellanos que hay en ellas. A la izquierda queda una pequeña y también recogida calle que baja para el río Darro. Se le conoce con el nombre de Calle Zafra. Y, a partir de este punto, la Calle San Juan de los Reyes, se torna estrecha. Desde el </p><div align="justify"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131294567434173202" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYFOOnOOxI/AAAAAAAAA-8/J6QeCe7OjQ8/s400/DSC01556.JPG" border="0" /> arco, al comienzo, ha venido recta pero ahora traza una pequeña curva y se aproxima al río. Es muy recogido todo este rincón y, según avanzo, la calle se estrecha más.<br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7HCr0lryI/AAAAAAAAAbM/9ij8ptkK0MM/s1600-h/DSC01556.JPG"></a><br />Baja suavemente, toda empedrada y, solo unos metros más adelante, aun se estrecha más. Estaban encendidas las farolas aquella tarde. Igual que hoy pero aquella tarde ya era de noche cuando pasábamos por aquí. Y por eso resultaba tan hermoso el recorrido. Por la tarde, las farolas, la calle, el silencio, el vientecillo fresco y tú.<br /><br />Te expliqué aquel día que esta calle, por la Plaza de San Gregorio, se junta con la Calle Zenete y ésta a su vez, se junto con Cuesta Alhacaba. En el mismo corazón del barrio del Albaicín toma el relevo la Calle de San Luís. Cuatro calles que, en su recorrido, van como rodeando al barrio por cada uno de sus lados. Como si quisieran encerrarlo o darle un abrazo.<br /><br />Tú no sabías estas características del barrio viejo sobre la colina. Y no lo sabías porque, aunque sí has venido varias veces por aquí a lo largo del año, no has llegado a conocerlo en muchos de sus detalles y cosas. La mayoría de las personas que visitan este barrio van directamente al centro, al mirador de San Nicolás o a las plazas pequeñas que hay por las partes altas y con esto se conforman. Y el albaicín son muchos rincones, calles y casas, en el centro y a sus alrededores.<br /><br />Por aquí, un poco antes de las calles Caldererías y por la izquierda, van quedando callejuelas y casas donde puedo leer: “Muralla Ziris, siglo X, callejón Ziris…” Corresponde esto a un trozo de la antigua muralla que acompaña por la Cuesta Alhacaba. Otra pequeña y estrecha calle a la derecha. Es la Cuesta de los Arremangaos. Discurre empedrada y con escaleras. Ya voy llegando al final. Al frente aparece el restaurante San Juan de los Reyes, enseguida la iglesia, la plaza y muchas personas por aquí. Es este el fin de la calle que acabo de recorrer y, también tú, aquel día. Y la gente se amontona por aquí porque es este punto también el comienzo de las dos calles Caldererías. Desde esta plaza también arranca la famosa y bella Cuesta de San Gregorio. Una calle también muy larga, empedrada, con muchas plazoletas, escaleras, sombras frescas, plantas verdes y lleva justamente al mirador de San Nicolás. Tampoco conoces este rincón de Granada. Uno quizá de los más típicos dentro del gran conjunto del barrio del Albaicín. Supongo que te habría gustado mucho si lo hubieras conocido.<br /><br />Porque es cierto: el trozo de ciudad, en este caso barrio del Albaicín, que queda comprendido entre la calle Chapiz, calle San Juan de los Reyes, Cuesta de San Gregorio y coronado por el <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn818tYBFMRG2zrX70ycxl0KsPR4MsLW-dHfS-dTTH_lGuMudtOYJJmdrCPY6XquRW6GZMy37Q_ueNbqYpw-Pv7P0ptnDtDRtJWcJ8ySSXnqaC57FODpVIsSHnyaahVzkxiaq5HpdN1-w/s1600-h/DSC07877.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111241884070948658" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn818tYBFMRG2zrX70ycxl0KsPR4MsLW-dHfS-dTTH_lGuMudtOYJJmdrCPY6XquRW6GZMy37Q_ueNbqYpw-Pv7P0ptnDtDRtJWcJ8ySSXnqaC57FODpVIsSHnyaahVzkxiaq5HpdN1-w/s400/DSC07877.JPG" border="0" /></a>mirador de San Nicolás, es lo más hermoso de toda la ciudad de Granada. Lo más típico, misterioso, histórico y poético y artístico. ¿Viste tú, algunos de los días que estuviste por aquí, las magníficas casas con jardín que hay por estas laderas del barrio del Albaicín?<br /><br />Al comienzo de la Cuesta de San Gregorio, toma el nombre de la iglesia que se alza al lado de arriba de la plaza, una bonita fuente de piedra regala dos claros chorrillos de agua. Aquí me paro. Me acero a los chorrillos de esta fuente con la intención de beber. Tengo sé porque vengo sudando, a pesar del fresco que regala el viento de la tarde que va terminando. Pero el calor es todavía mucho.<br /><br />Tú sigues faltando, tanto en la tarde como en la plaza donde me he parado y también en Granada y en España. Por eso me sigue doliendo el vacío que por aquí has dejado. Miro a las personas que por el rincón se solazan, sentados algunos, mirando tiendas, otros, subiendo por la cuesta hacia el mirador de la cumbre y algunos, simplemente como yo: llegando de algún sitio pero acompañados de amigos, niños, parejas… Vacíos por aquí y solitarios solo está la tarde y yo y por eso es tan intenso el dolor en el alma. Me duele y no puedo olvidar que te hayas ido de la extraña forma en que ha sido.<br /><br />Miro a cada uno de los que por aquí descansan, charlan o llegan porque me gustaría verte por algún lado. Sé que no tiene ningún sentido pensar que pudieras aparecer. Porque sé que, en estos precisos momentos, te encuentras a miles de kilómetros de Granada. Pero como me gustaría que se hiciera real este sueño, lo imagino y de este modo me consuelo. Y, sin embargo y al mismo tiempo, también te imagino en tu tierra, en tu lejano país, y otra vez me entristezco. Cada vez que pienso lo sencillamente grato y hermoso que podría haber sido todo y lo comparo con la realidad que ha sido al final, me lleno de congoja. ¿Te pasa a ti lo mismo cuando, allá en tu país, ahora repasas los recuerdos?<br /><br />En los chorrillos claros de la fuente de piedra me lavo las manos, los brazos, la cara… Bebo y le doy gracias a la tarde y al cielo. Y me digo que, al fin y al cabo, también es valioso lo que por las calles de Granada y, en memoria tuya, estoy haciendo. Aunque no lo sepas nunca. Sí lo sabe el cielo y lo sé yo y la tarde y el aire que pasea ahora mismo por estas calles. Y así lo dejo en mi cuaderno pensando que podré regalártelo algún día.<br /><br /><strong>8 / 13 de julio: Desde el Puntal de los Almendros,<br />tu residencia y, Granada, durmiendo en la Vega</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7IFb0lr0I/AAAAAAAAAbc/LRkmCeEWHGs/s1600-h/DSC07907.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111242622805323586" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 332px; CURSOR: hand; HEIGHT: 219px" height="241" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7IFb0lr0I/AAAAAAAAAbc/LRkmCeEWHGs/s400/DSC07907.JPG" width="355" border="0" /></a><br />Esta tarde voy a contarte un trozo más de Granada. El recorrido que va desde la parte de arriba del barrio del Albaicín hasta la ermita de San Miguel Alto. Ahí estuviste una vez, en compañía de una amiga, también de Rusia y tu ciudad.<br /><br />Pero antes de empezar la ruta por este singular rincón de Granada, me he venido por el Puntal de los Almendros. Frente a la residencia que fue tu casa a lo largo del año, me he parado. A la sombra de un almendro, miro hacia la gran ciudad de Granada, derramada en las tierras llanas de la Vega y, en primer plano, tengo tu residencia. Cae el sol hace mucho calor. Aunque en este puntal el viento corre y acaricia gratamente. No es fresco pero alivia.<br /><br />Miro a tu residencia y, al fondo, veo el edificio viejo del monasterio. ¿Lo recuerdas? Desde tu habitación no podías verlo pero sí ha sido tu compañero, guardián fiel de tus sueños, alegrías y pasos, cada vez que te has movido por algunos de estos lugares. Más al fondo y, por detrás del viejo asombro de piedra, la extensión de la Vega de Granada. ¿Fuiste tú alguna vez por estas tierras? ¿O te has ido también sin haber visto ni las alamedas en las llanuras ni las verdes huertas en estas tierras?<br /><br />Por la gran calima que mana de la tarde ahora mismo no se distinguen bien los horizontes. Pero sí se ven claramente las casas de la ciudad y los blancos pueblos que se alejan por donde el sol. Y, por entre estos pueblos y más allá de la ciudad, resalta el verde de las huertas. ¿Sabías tú que la vega de Granada es un rincón también único en el mundo?<br /><br />Miro a tu residencia y en ella veo entrar y salir gente. Tus amigas me han dicho que, en estos días, han venido varios grupos de profesores extranjeros. Les pregunté y me confirmaron:<br />- Creo que son americanos que han llegado a Granada a hacer un master del idioma español.<br />- ¿Sabes si estarán por aquí mucho tiempo?<br />- Hasta final de julio.<br />- Y en el mes de agosto ¿ya sí se queda vacía la residencia?<br />- Nosotras nos vamos el día quince. Y yo ya, como la persona de tus sueños, no vuelvo.<br /><br />Algunos de los álamos que hay entre los distintos pabellones de la residencia, se mecen empujados por el viento que brota de la tarde. Y, en temblor de estás árboles y el diálogo que ellos tienen con el viento, quieren hacerme creer que todo sigue lleno de vida. Que tú te has ido y nada ha pasado. Que todo sigue igual. Que no es cierto el vacío, la soledad, el silencio… que por aquí has dejado. Pero mi alma bien sabe que es muy cierto que te has marchado. Sin embargo, tú sabes cómo son las cosas, porque te lo he dicho muchas veces: la materia, las plantas, los animales, casi nunca entienden de sentimientos. Ni de las cosas que, desde que te fuiste, escribo para ti en mi cuaderno.<br /><br />Pues, desde este puntal de los almendros, antes de empezar a recorrer el trozo de ciudad que quiero regalarte hoy, te mando un saludo. Te ofrezco la soledad del momento, el traje color naranja que esta tarde viste Granada, el viento que sube desde la Vega, tu residencia y el color de sus ladrillos. También las ventanas cerradas y el tiempo que tan hiriente resbala y, a la vez que daña, abraza. Seguro que todo lo vas a recordar muchas veces a lo largo de tu vida. Y por eso hoy, para que no se te olvide, lo recojo y lo pongo en limpio sobre las hojas de mi cuaderno. No perderé nunca la esperanza de que algún día lo leas.<br /><br /><strong>9 - Plaza Cruz de Piedra camino a la ermita<br />de San Miguel Alto, en el barrio del Albaicín<br /></strong><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXhpvSfSMUGlUhV2IXyPV-MW2GQA48Fa1rXfKqvYSDksj7A5bN-kzxq14wEgFfTZ6-KDJudCWcrmPU5ic3YnFUJhCXbbQu1U6xkXDaQuw0ZHEC3E0BttN27C2inaAPkqagJkrAJasYBIk/s1600-h/dsc00862.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111243593467932498" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXhpvSfSMUGlUhV2IXyPV-MW2GQA48Fa1rXfKqvYSDksj7A5bN-kzxq14wEgFfTZ6-KDJudCWcrmPU5ic3YnFUJhCXbbQu1U6xkXDaQuw0ZHEC3E0BttN27C2inaAPkqagJkrAJasYBIk/s400/dsc00862.jpg" border="0" /></a><br />Comienzo la ruta que quiero explicarte. Justo en la Cruz de Piedra, una pequeña plaza, alado de arriba del barrio del Albaicín, y aquí mismo, una gran cruz de piedra. La plaza es algo rectangular y, justo en ella, comienza la calle San Luís. La que, en su tramo final, recorrimos aquella tarde hacia el Sacromonte. De esta plaza también salen las calles San Gregorio Alto y Cruz de Piedra. Esta última es la que une el barrio de Haza Grande con el Albaicín. Y lo hace atravesando la antigua muralla que, desde el mirador de San Cristóbal, sube hasta la Ermita de San Miguel Alto.<br /><br />Para seguir y subir al cerro donde se encuentra la ermita, hay que tomar al frente, por la calle que se llama Carril de San Miguel. Es una arteria estrecha, empedrada y solitaria, a estas horas de la tarde. Por aquí tampoco viniste nunca. Por eso no tengo recuerdos tuyos aunque sí estás presente en mi deseo y pensamiento. Soñé, más de una vez, enseñarte este rincón de Granada y no fue posible. Nunca cerraste, clara y rotundamente, las puertas pero tampoco las abriste con decisión luminosa. Esas actitudes humanas ambiguas, indecisas, escasas de claridad que casi nunca sirven para nada.<br /><br />El trozo de camino que va, desde la plaza a la ermita, recorrerlo como lo hago yo esta tarde, es muy interesante. Por la belleza del paisaje y para gozar de una muy extensa y exacta visión de Granada.<br /><br />Desde la plaza de la cruz sube recta la calle. Enseguida tiene una curva, traza casi un ángulo recto, gira para el lado de la Alhambra y sigue remontando. El empedrado del firme es reciente y con dibujos hechos con piedras de distintos colores. Son los empedrados que tanto te gustan en este barrio de la colina. A unos ciento cincuenta metros se acaba el empedrado y el firme del camino ya es de tierra, de albero. Aparece una anchura, como un pequeño mirador para el lado de la derecha, para gustar de la Alhambra y las casas de la parte alta del barrio. Muy amplio y bonito es este rincón.<br /><br />Hace calor pero corre un viento muy bueno. El pasto, en la ladera, está seco pero los árboles y jardines en las calles y patios de las casas, se ven verdes y frescos. Lo mismo que el bosque de las laderas de la Alhambra. Este rincón de Granada, además de colinas, cumbres, laderas, barrancos, ríos y arroyos, también tiene mucha vegetación. Son paisajes casi de montaña.<br /><br />¿Te dije alguna vez o lo has adivinado por algún otro lado, que casi toda Granada se alza sobre montañas? Pues ahora te lo digo. Desde los primeros tiempos, las primeras casas de esta ciudad, fueron construidas en las cumbres o laderas de colinas, cerros y pequeñas montañas. Los aledaños de las altas cumbres de Sierra Nevada. Por eso también esta ciudad se encuentra surcada por tres ríos: el río Genil, el que baja desde las nieves de Sierra Nevada y deja sus aguas tanto en esta ciudad como en la vega para regar las huertas. Le sigue el río Darro, famoso porque es el que surte de agua al castillo de la colina, la grandiosa Alhambra. Y el río Beiro, pequeñito y casi siempre seco porque su recorrido es corto. Así que ya lo sabes: Granada, aunque en estos tiempos, sí se extiende ya muy ampliamente por las tierras llanas de la Vega, en un principio, fue amiga de la montaña. El barrio de Albaicín y la Alhambra son los ejemplos más claros.<br /><br />Por eso también esta ciudad es hermana de los bosques, de las aguas, de los cielos azules, de los aires puros y de los infinitos horizontes. ¿Conoces tú todos los espacios verdes, jardines, bosques naturales, huertas, laderas y valles que hay en la ciudad de Granada? Creo que tampoco. Y por eso me lamento tanto que te hayas ido de este lugar del mundo sin haberlo gustado en todas sus formas, colores y olores. El agua y el verde de Granada es único en el mundo. Son únicas sus puestas de sol, es único su aire fino, con olor a nieve y los azules del cielo y el aroma a montañas. Por eso te he dicho muchas veces que Granada es mucho más que las calles que van por el centro o llevan a las facultades, a las discotecas o a otros lugares que tanto os gustan a los jóvenes. Granada es lo que yo he querido mostrarte, desde mi visión particular y tú no aceptaste.<br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Jar0lr2I/AAAAAAAAAbs/N--6ewAns6s/s1600-h/DSC01537.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111244087389171554" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 399px; CURSOR: hand; HEIGHT: 272px" height="311" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Jar0lr2I/AAAAAAAAAbs/N--6ewAns6s/s400/DSC01537.JPG" width="353" border="0" /></a><br />Me he parado un momento en el pequeño mirador que me ofrece este camino. Observo despacio y me doy cuenta que revolotean las golondrinas. Como si quisieran darme compañía mientras por aquí te recuerdo. ¿Has gozado, aquí en Granada, del vuelo de las golondrinas al caer las tardes o al abrirse las mañanas? ¿En tu tierra hay golondrinas? Sigo y descubro ahora que el camino sube muy pegado a la antigua muralla. El pasto está seco. Al pisarlo cruje.<br /><br />Por el lado derecho del camino de tierra que empieza a subir muy pegado a la muralla, han construido unas largas escaleras. Son de mármol artificial y me gustan. Porque llevan, además de a la cumbre del cerro, a las cuevas que hay por debajo del edificio de la ermita. Por el camino van los coches y por estas escaleras suben o bajan las personas. Para no pisar barro en los meses de la lluvia y para no pisar polvo en los días calurosos como el de esta tarde. Y, cuando en primavera o invierno la hierba tapiza toda esta ladera, recorrer estas escaleras, desde el barrio hasta la ermita, es un paseo muy bello.<br /><br />La muralla escolta por la izquierda. Las escaleras van recta a una hilera de cuevas que se abren por debajo de la ermita. Son cuevas que han acondicionado algunas de las personas que ahora viven en ellas. Y algunas están muy bien preparadas. Con luz eléctrica, agua corriente, servicios sanitarios… Tú conoces estas cuevas. ¿No te acuerdas? Vinimos un día con tu amiga. Estuvimos viendo la ermita y, en uno de los momentos que mirabais interesadas en las vistas que desde aquí se gozan, te pregunté:<br />- ¿Te interesaría ver algunas de las casas-cuevas que hay en esta ladera?<br />Y, sin dudarlo, me dijiste:<br />- Sí, quiero verlas. Me interesan mucho. Es algo muy nuevo en mi vida.<br />Bajamos por el camino de la izquierda, un trozo empedrado y otro trozo de tierra y empezamos a recorrerlas. ¿No lo recuerdas?<br /><br /><strong>10 - Visitando las cuevas en el cerro de la ermita<br />De San Miguel Alto del barrio del Albaicín</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhixypM78-O2ezIAfTYXYC4PjAJUSlX1tmfCg-FZNbtiEIiZy86gOAFJtuMVUH4hyphenhyphenIwAkyrW6yuQGjh44pFK9qAXwmakzZqCQRxFiFOIR0M-FGYXahStX-RZ7vmOUE5gyz4cbyC1KNPEdw/s1600-h/dsc00349.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111244546950672242" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 331px; CURSOR: hand; HEIGHT: 247px" height="257" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhixypM78-O2ezIAfTYXYC4PjAJUSlX1tmfCg-FZNbtiEIiZy86gOAFJtuMVUH4hyphenhyphenIwAkyrW6yuQGjh44pFK9qAXwmakzZqCQRxFiFOIR0M-FGYXahStX-RZ7vmOUE5gyz4cbyC1KNPEdw/s400/dsc00349.jpg" width="358" border="0" /></a><br />Las tres o cuatro cuevas primeras nos las encontramos cerradas. Aunque se notaban que estaban preparadas para vivir en ellas, parecían abandonadas. Sin embargo, a ti te llamaban mucho la atención. Te interesó mucho todo lo que por ahí íbamos viendo. Te parabas, mirabas, tocabas, preguntabas… Te parabas largamente y querías saber mucho de todo. Fuimos avanzando y llegamos a una donde sí había unas niñas jugando. Al verlas les pregunté si estaban sus padres. Mi intención era, si ellas nos respondían afirmativamente, pedirles permiso para que nos enseñaran la cueva donde vivían. Para que pudieras ver cómo son por dentro estas viviendas. Y para que te llevaras una experiencia más completa y clara, de esta ciudad de Granada, tuya y mía.<br /><br />Salió una señora y nos saludó con mucha amabilidad. Nos dijo que se llamaba Aurora y que era de origen alemán pero su marido, gitano. Y al saber que era gitano noté en ti un gran interés. No estaba. Le pregunté a ella si quería mostrarnos algo de su vivienda porque tú tenías interés en verla. Y nos dijo que sí, que encantada, aunque perdonáramos porque era por la mañana y todavía estaban las cosas sin arreglar.<br />- Lo tengo todo manga por hombro. Las camas de las niñas, el sofá, la cocina, las habitaciones…<br /><br />Yo la entendí y le dije que no se preocupara. Tenía mucho interés en que vieras algunas de estas viviendas por dentro. Y entraste. Delante Aurora y tú detrás. Con enorme interés en todo. Mirando, tocando, preguntando… Tocabas las paredes de la cueva, de piedras blanqueadas y me mirabas como diciendo:<br />- ¡Mira qué curioso!<br />Y preguntabas una cosa detrás de la otra sin darme tiempo a explicar con detalle. Que si dentro hacía frío en invierno, que cómo se las arreglaban cuando el frío era mucho, que cuando llovía si el agua entraba, que si tenían luz, que si tenían para ducharse, que si tenían televisión, que cómo habían hecho esta cueva, que cómo era posible que estuviera tan metida dentro del cerro… Todo, todo te interesaba.<br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYJm-nOO2I/AAAAAAAAA_8/gDDs7H9itMg/s1600-h/dsc00403.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131299390682446690" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYJm-nOO2I/AAAAAAAAA_8/gDDs7H9itMg/s400/dsc00403.jpg" border="0" /></a><br />Y ella, amable, muy amable, nos fue enseñando, detalle por detalle, la habitación de las dos niñas, sus camas, la sala de estar, con su televisión, su cocina, el comedor… Y ya después de un buen rato, salimos a la puerta. Un mirador natural en la ladera del cerro sobre el barrio del Albaicín, la Alhambra y la ciudad de Granada. En la puerta estuvimos un buen rato charlando. Yo le dije que tú y tu amiga, erais de un país muy lejano y que, lo que nos había enseñado, especialmente para ti, tenía un gran valor.<br />- Es como si esta mañana hubieran tenido una clase muy especial de cultura española. Y, más en concreto, de forma de vida y costumbres de Granada.<br /><br />Quizá por eso, antes de salir fuera, después de la visita a toda la cueva, recuerdo que me preguntaste:<br />- ¿Y por qué hay tantas cuevas en Granada?<br />Se me presentó la oportunidad de explicarte, largo y en profundidad, muchas cosas de este tema. Pero solo te dibujé cuatro pinceladas.<br />- La gran abundancia del hábitat troglodita en Granada se ha debido a la facilidad que ofrecen ciertos suelos, areniscas, margas y calizas, para ser trabajados sin que presenten problemas de derrumbe. Estas tierras se encuentran en las laderas de los ríos Darro, Beiro y Genil y tienen pendientes que permiten, por su orientación, la mayoría al sur y al sudeste, el asentamiento humano en los diversos niveles del terreno, resguardando de los rigores del verano.<br /><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7KMr0lr4I/AAAAAAAAAb8/ip6wt82QhpQ/s1600-h/dsc00403.jpg"></a>Me seguiste preguntando:<br />- Y la construcción de una cueva ¿cómo es?<br />- Cuando se excava una cueva, tanto si se hace horizontal como en foso, se acostumbra a utilizar la técnica del arco. Se trazar un arco de medio punto en la pared, desde el que se excava de arriba abajo, penetrando un metro o metro y medio, espesor que se da a los muros de carga, de frente y lateralmente. Luego se hacen otros arcos sucesivos según se vaya horadando hasta conseguir la altura deseada. El arco, además de servir como referencia en la excavación, da seguridad a la misma.<br /><br />Las cuevas se dividen según la disposición de las habitaciones, número y función de las mismas. La disposición de las habitaciones varían dentro de un mismo sector y están relacionadas con la forma del terreno y el número de habitaciones. La conjugación de ambos ha proporcionado los siguientes tipos: En hilera, una habitación a continuación de otra. En ala. Partiendo de una principal, se excavan habitaciones laterales, a un lado o a ambos. Varias cuevas de una habitación unidas interiormente pueden presentar esta disposición. Tipo mixto, que participa de la hilera y del ala. En forma de abanico. Son habitaciones que están dispuestas tangencialmente a la de acceso. Disposición anárquica. Cuando no presenta ningún tipo anterior. Según al número de habitaciones, las cuevas se pueden dividir: Cuevas de una habitación. Cuevas de dos habitaciones o más. Ambas están presentes en todos los núcleos anteriormente citados. Las fachadas de las cuevas, generalmente encaladas, son el resultado casi siempre de la disposición de las habitaciones. Las que han adoptado una disposición en ala, mixta o anárquica son las que abren ventanas al exterior.<br /><br />En la puerta de su cueva Aurora tiene muchas plantas sembradas. También te llamaba mucho la atención esto. Preguntabas por el nombre de cada una, las tocabas, las olías, las mirabas… Una de estas plantas era una gran mata de romero. Te lo expliqué y las propiedades de esta planta y la miel que, de las flores de romero, hacen las abejas. Y, estando en esto, llegó el marido de Aurora. Gitano, de tez negra, delgado, con un bastón de caña de bambú y en él, unos trozos de cuero amarrados.<br /><br />Al verlo, tanto a él como el bastón que portaba y los trozos de cuero que del bastón colgaban, te emocionaste. Nunca me lo has dicho ni yo te he preguntado pero sí he comprobado que, el tiempo que has estado por aquí y cuando has venido por el barrio del Albaicín, has mostrado un interés especial por el mundo de los gitanos. Tanto que, hasta un día me preguntaste por su forma de vivir aquí en España, por su idioma, por su cultura, por sus problemas… Me preguntaste mucho. Busqué en Internet y te di varios folios con muchas informaciones de estas personas. Sé que lo leíste con gran interés pero nunca me dijiste más ni yo te he preguntado. Y no te he preguntado por respeto a tu persona, a tu cultura y a tu creencias. Pero ahora sí te pregunto: ¿Por qué llevas en ti tanto interés por el mundo de estas personas? ¿Qué es lo que te interesa de ellos o qué es lo que tienes en común con ellos?<br /><br />Alguna vez he imaginado algo. Creo que en tu familia, en tu religión, en tu grupo, hay alguna relación con estas personas. Creo que sí y no me extraña. Ahora ya sé que en tu ciudad, se mezclan, conviven y realizan una gran variedad de razas y creencias. Creo que tú perteneces a algunas de estas razas, perfectamente adaptadas a otras civilizaciones y culturas.<br /><br />Si es así, no deberías haberlo ocultado nunca. Ya sabes que lo que hay que valorar en las personas, no son ni sus creencias ni su raza ni su idioma ni los países sino el alma, el corazón… Lo que cada persona llevamos dentro. Y esto, en todos los humanos, es igual. Todos sentimos, tenemos necesidad de ser amados, deseamos ser libres, soñamos en la inmortalidad… A todos nos gusta lo bueno, la belleza, una caricia, un beso… Y en esto es donde creo deberíamos fijarnos las personas y no en otras cosas. Pero en fin, sé que tienes gran interés en el mundo de los gitanos y nunca he podido averiguar por qué.<br /><br />Así que, aquí esta tarde, antes de llegar a la ermita, parado a la sombra de una acacia, en el trozo de camino que ya desde las cuevas sube a lo más alto y discurre todo empedrado, aquí te regalo la ladera. También las cuevas, aquella mañana, Granada durmiendo sobre la Vega, la Alhambra en su colina y bosque verde, el aire fresco que corre, la calima del sol y mi respeto. Te lo regalo todo.<br /><br /><strong>11 - Desde las cuevas a la ermita de San Miguel Alto</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Kwb0lr5I/AAAAAAAAAcE/dfaAnkdAHO8/s1600-h/DSC01560.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111245560562954130" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 328px; CURSOR: hand; HEIGHT: 243px" height="251" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Kwb0lr5I/AAAAAAAAAcE/dfaAnkdAHO8/s400/DSC01560.JPG" width="355" border="0" /></a><br />Desde la acacia que hay antes de las cuevas, al comienzo del trozo de camino que ya va directamente a la ermita, sigo remontando. Otra vez el camino vuelve a ser distinto. Ya no es ni de tierra ni tampoco tiene escaleras. Es camino viejo, con empedrado antiguo y muy estrecho. Por aquí ya no pueden pasar los coches. Sigue, por la izquierda, escoltando la muralla y, por la derecha, las cuevas que conoces. Una señora con dos niñas vienen desde ese lado. Ni las niñas son las que saludaste aquel día ni la señora es Aurora. Ya no hay nadie más por aquí ahora mismo.<br /><br />Solo el viento que sube desde el lado de Granada y el rumor que deja al pasar por entre las ramas de los árboles. Algunas chumberas, el reseco pasto y varias matas de pita. Vegetación propia de esta zona mediterránea y de España. En Rusia, seguro que no se crían estas plantas. Remonto despacio pero vengo sudando. No tengo prisa porque, como tantas veces por estos sitios y otros, no voy a ningún lado concreto. Solo busco. Pero, paso a paso, como si pretendiera que me durara mucho la tarde, me aproximo a la ermita donde un día estuviste.<br /><br />Me paro un momento antes de llegar. Por encima de las cuevas. Y miro hacia el barrio que ve quedando a mis pies. Me voy también por la colina de la Alhambra y por la vega donde se extiende Granada. Recibo al viento y me dijo besar por él. Mi gran amigo siempre fiel y bueno y mi compañero inseparable en todas las rutas y paseos por esta ciudad de la vega y por las montañas que le rodean. Miro y me deleito en la caricia que me regala el viento. Si estuvieras, sería distinto, desde luego, todo. Y, lo que más me gustaría, no ya que estuvieras, sino poder compartir contigo lo que por aquí ahora mismo me regala el cielo. Y me gustaría, sobre todo, poder oír tu opinión de las cosas, poder saber qué piensas y poder enriquecerme con el gran bagaje cultural que en ti llevas. Sé y, por eso tanta necesidad de ti, que en tu corazón y alma llevas un mundo rico y hermosos sentimientos. Algo que realmente fascina descubrir y compartir contigo.<br /><br />He subido unos metros más y llego. En la explanada no hay nadie. Solo un muchacho que, al verme llegar, se levanta y se va. Miro y leo el letrero que leíste tú aquel día. Pone: “Ermita de San Miguel Alto, siglo XVll”. Por esta parte de delante, donde está la puerta que mira al barrio de la colina y a la ciudad de la vega, hay como un balcón de tierra. Queda sujeto, por el lado de abajo, por una pared de piedra de medio metro o así. Aquí estuviste sentada con tu amiga. Simplemente recibiendo el airecillo de la mañana y mirando serenamente. Gozando de la amplia panorámica que desde este lugar se abre. Te hice algunas fotos, porque me las pediste y respondí a las preguntas que me hacías.<br /><br />Había aquella mañana aquí solo cuatro o cinco personas. Esta tarde estoy solo. Y me alegro porque así me siento más en mi mundo. Sin que me moleste y sin que yo moleste a nadie. Justo donde estuviste sentada, sobre la vieja pared de piedra, me siento. Y miro a la ermita, recibo el aire, miro a Granada y miro al horizonte por donde el sol se va perdiendo. Son las ocho de la tarde. Todavía el sol calienta mucho y está alzado sobre el horizonte. Y hoy no hay ni una nube en el cielo.<br /><br />En invierno o en primavera, cuando los cielos se llenan de nubes, al caer las tardes, desde este balcón de la ermita, se ven grandiosas puestas de sol. Únicas en el mundo. Yo las he gozado muchas veces y por eso te lo digo. ¿Has tenido tú la suerte de contemplarlas en algunas las tardes que estuviste en Granada? Creo que no.<br /><br />Tú sabes, porque te lo dije, que este rincón de la ciudad, lo conocen pocas personas. Y los turistas casi no vienen por aquí. Ellos van a los sitios famosos y a los lugares que les marcan en las guías. Sin embargo, este lugar era y es interesante verlo y conocerlo para tener una idea mucho más exacta y clara de Granada. Aunque sea un sitio sin interés, a nivel de monumentos, sí tiene gran valor a nivel de paisajes y de la calidad del aire y de las sensaciones de libertad y silencios que aquí se pueden gozar. Porque en este punto todo es muy amplío. Tanto que creo que es uno de los mejores miradores en toda la ciudad de Granada. Esta fue y es una de las razones por la que tenía interés en que conocieras este lugar.<br /><br />Miro despacio y puedo ver la iglesia del Salvador, la Plaza del Abad, donde se encuentra el asiento que te acompañó en aquellas primeras tardes den Granada, la mezquita árabe, la iglesia de San Nicolás… Y puedo ver todo el barrio. Desde este balcón, muy alzado sobre la ciudad y casas de la colina, la visión es fantástica. Tan perfecta que hasta puedo ver las calles que recorriste aquella tarde y las que no pisaste. El recorrido que, al menos conmigo y tu amiga hiciste en esta ocasión, fue solo por un trozo del barrio. Nos quedó y te quedan muchas calles, plazas y rincones por conocer en el Albaicín. Todo lo que hay desde la iglesia del Salvador hasta la carretera de Murcia y Haza Grande. Nos quedan pendientes todos estos lugares.<br /><br />Pero ya, desde aquí, te despido. Me despido una vez más en estos últimos días. Solo quería, esta tarde, compartir contigo otro pequeño trozo de Granada. Necesitaba y necesito regalarte el sol del verano, en aire de esta ciudad, el silencio y los paisajes que hay por aquí. Tengo que compartir contigo todas estas cosas para que en mi corazón no se instale la ingratitud ni en mi alma se encalle lo negativo y feo. No volverás más, estoy seguro, por aquí. Pero tú no te preocupes. Lo que no quisiste o no tuviste fuerza para amar y dejar lleno de grandeza, yo lo estoy purificando. Para que tu recuerdo por estos lugares de Granada tenga dignidad y sea bello.<br /><br />Sé que en estos momentos eres trozo de Rusia y, en un apartado rincón de este gran país, te refugias. Pero aun así seguimos respirando el mismo aire, compartimos el mismo cielo, nos alumbra el mismo sol y soñamos los mismos sueños. Por eso alguien y, en este caso soy yo, te recuerda desde Granada, desde el mirador de San Miguel Alto, desde la distancia. Te deseo lo mejor, te doy las gracias y te regalo un beso.<br /><br /><strong>12 / 14 de julio: Hacia la Cuesta de los Chinos<br />de la Alhambra de Granada</strong> <a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYF-enOOzI/AAAAAAAAA_M/fnTrkDk_8zQ/s1600-h/DSC02209.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131295396362861362" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYF-enOOzI/AAAAAAAAA_M/fnTrkDk_8zQ/s400/DSC02209.JPG" border="0" /></a><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7LZ70lr6I/AAAAAAAAAcM/KegYvwa0YL0/s1600-h/DSC02209.JPG"></a><br /></span><span style="font-family:arial;">En la tarde de este sábado, voy a recorrer otro rincón de Granada. Para recogerlo, escribirlo en mi cuaderno y luego regalártelo. Y el trazado va a ser, desde el último puente sobre el río Darro, el que da paso a la Fuente del Avellano, toda la Cuesta de los Chinos y los jardines de la Alhambra. Empiezo esta ruta en Plaza Nueva. Pero desde aquí hasta el último puente, no voy a contarte mucho. Este trozo ya te lo dejé narrado en uno de los capítulos de mi cuaderno.<br /><br />Mas sí te explicaré, aunque creo que tú lo sabes, tres cosas de este espacio de Granada y del paseo que discurre río Darro arriba. Porque, a Plaza Nueva, es a donde vienen casi todos los turistas que visitan Granada. Hacen recorridos por los sitios que les gustan a ellos y luego, siempre vienen a parar a este lugar. Y lo mismo les pasa a los jóvenes que, al comienzo de curso, llegan por primera vez a esta ciudad. Todos quedan, vienen y se concentran en Plaza Nueva. Como si este rincón fuera el punto más importante o significativo de la ciudad de la Vega. Y, aunque es así, por ser un lugar bonito, casi en el centro de Granada, alegre y con mucha luz, tampoco es para tanto. Sin embargo, la colina de la Alhambra y las torres del castillo coronando, el bosque de la ladera, el río Darro y el gran espacio abierto, sí hace que Plaza Nueva sea algo simbólico en Granada, además de bello y céntrico.<br /><br />Y lo mismo le sucede al recorrido del río, por la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes. No ya el río en sí sino a la calle que discurre por su orilla y a las otras adyacentes. Las que salen desde, Carrera del Darro y Paseo de los Tristes, hacia el Albaicín Alto. En otros tiempos, esta zona era tan bonita que la llamaban barrio de los “Axares”, que en castellano significa de la salud o del deleite. Muy elogiado por los poetas musulmanes, tanto por su clima como por los bellos edificios que en él se encontraban, siendo sus límites el puente del Cadí, la puerta de Guadix, al final del Paseo de los Tristes, y la calle San Juan de los Reyes.<br /><br />Quizá por eso dicen y, no sé si será cierto porque yo he recorrido poco mundo, que este paseo es uno de los más hermosos del Planeta. Y claro que tiene su encanto. No ya por la tranquilidad, porque los coches acaban con ella, sino por el marco que le envuelve. Casi lo mismo que en Plaza Nueva, los bosques de las laderas de la Alhambra, el río en sí, con sus riveras verdes y las aguas, las casas con aspecto de antiguas, los pequeños puentes de piedra, la hondonada por donde discurren las aguas, el cielo y el aire siempre fresco y limpio que corre por aquí, todo ayuda a que este paseo sea bello. Quizá sí único en el mundo. Por eso vienen tantos los turistas y por eso lo recorren despacio, lo gozan, lo pisan, lo miran y se lo llevan. Pero yo tengo mi opinión y no voy a dejarla escrita aquí.<br /><br />La tarde es calurosa pero, como ayer y antes de ayer, corre algo de viento. Aunque hay mucha calima porque hoy se han levantado algunas tormentas de arena. Las típicas tormentas de aire cálido del desierto africano. Por eso hoy en Granada las temperaturas han subido mucho. Sin embargo, el viento que corre, ahora que voy subiendo por la Carrera del Darro, aunque es caliente, refresca bastante.<br /><br />Este recorrido, el trozo que sube desde Plaza Nueva y toda la Cuesta de los Chinos, no lo conozco en tu compañía. Te pedí varias veces venir para explicártelo y así, cuando te fueras, quedarme con este recuerdo. Y para que te llevaras contigo estos tan bonitos lugares de Granada. Pero no puedo ser. Hubo veces que me dijiste que sí. Esperaba ilusionado y, cuando llegaba el momento, me decías que tenías cosas que hacer. Cuando, en otras ocasiones te preguntaba, no me decías ni que sí ni que no. Guardabas silencio. Así que tu presencia, por este especial lugar de Granada, no la conozco. No la tengo entre mis experiencias. Sin embargo, me dispongo a hacerlo y, como otras tardes y días, aunque no estés presente, haré todo lo que pueda para que sí lo estés. Te regalo este paseo, por uno de los rincones más bellos de Granada. Quizá por el espacio urbano más bello del mundo.<br /><br />Al comienzo de la Carrera del Darro y por la izquierda según avanzo, se encuentra el museo de San Juan de Dios. A mitad de la calle o así y también por la izquierda, saluda un viejo edificio: El Bañuelo. Es el que le da nombre al antiguo barrio que voy dejando a la izquierda. En este edificio estuvieron los baños árabes y por eso el la zona tomó el nombre de Axares: barrio de la salud. Solo unos metros más arriba y, antes de la iglesia de San pedro y San Pablo, se encuentra el convento de Santa Catalina de Zafra y la Casa de Castril, museo arqueológico. Y, justo aquí mismo, por la derecha y pegando al río, es donde aparece la iglesia de San Pedro. También un rincón bonito por lo cerca que está del río y por el marco en sí.<br /><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7L6r0lr7I/AAAAAAAAAcU/qHi_DezyiuI/s1600-h/DSC02056.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111246836168241074" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7L6r0lr7I/AAAAAAAAAcU/qHi_DezyiuI/s400/DSC02056.JPG" border="0" /></a> En este lugar el río traza una pequeña curva y, al otro lado y ladera de la colina de la Alhambra, se ve el gran tajo. ¿Sabes a qué me refiero? Se le conoce por el Tajo de San Pedro. Y te lo voy a contar para que conozcas, de esta ciudad que tanto has amado, algunas cosas más. Porque la histórica brecha que se ve en esa ladera, encierra un echo muy curioso, aunque pocas personas lo saben. Te lo cuento.<br /><br />El río Darro, es uno de los tres que llegan y atraviesan la ciudad de Granada. El más largo y caudaloso es el Río Genil pero el más impetuoso, aunque también bello y beneficioso, es este río Darro. De este cauce hay muchas cosas escritas y desde tiempos muy lejanos. Por ejemplo: ¿sabes tú cuantas veces este río ha tenido grandes crecidas? Están escritas y a partir de una fecha muy concreta. Desde el año 1478 a 1983, el río Darro y a su paso por Granada, se ha desbordado 25 veces. Una media de 4,5 veces por siglo. La fecha concreta, a partir de la cual se tienen datos de estos desbordamientos, es el 21 de junio de 1478. En ese mismo día se produjo una fuerte tormenta. Tanto llovió que se desbordaron los tres ríos de Granada, el Beiro, el Darro y el Genil. Pero por el Darro fue por donde más agua corrió. Su corriente arrastró árboles, se taponaron los puentes y arrasó gran parte del Zacatín y la Alcaicería. Murieron varias personas.<br /><br />Otra fecha significativa en este río fue el 28 del año 1629. Por el surco de su cauce, bajó una de las riadas más grandes de todas las que se tienen noticias. La crecida se llevó por delante muchas viviendas del barrio del Albaicín, plaza Nueva, Zacatín y Alcaicería. Fue tan grande esta riada que hasta se inundó gran parte de la catedral. Murieron más de cien personas. Por los barrancos de la colina de la Alhambra, las aguas bajaron en grandes trombas, arrasando unas 54 viviendas. También el río Beiro, ese día, inundó muchas casas en el barrio de Cartuja.<br /><br />Pero la anécdota que deseo contarte y que protagonizó este río Darro, ocurrió exactamente el día 5 de marzo del año 1600. De nuevo por este cauce bajó una tan gran riada que se llevó por delante un buen trozo de la colina de la Alhambra. Las aguas socavaron las tierras de la ladera, justo en esta curva a la altura de la iglesia de San Pedro. Hubo un gran desprendimiento y apareció la torrentera que hoy día vemos claramente. Y, desde entonces y por este hecho, a este lugar y punto concreto se le conoce con el nombre de Tajo de San Pedro. A lo largo de los siglos y años que siguieron este río se ha ido desbordando de vez en cuando. La última gran crecida tuvo lugar el 22 de marzo del año 1983. Por las sierras y parte de la ciudad de Granada descargó una fuerte tormenta. El río Darro y, una vez más, se llenó tanto que las aguas inundaron muchas zonas de la ciudad, a su paso por ella. Hace ya casi 25 años que este río no ha vuelto a desbordarse. Y, según los datos que se conocen, lo ha hecho una vez cada veinte o veinticinco años. ¿Volverá a hacerlo nuevamente y cuando?<br /><br />Sigo mi paseo y te cuento. Y entre otras muchas cosas que voy a relatarte esta tarde, mientras subo ya por el Paseo de los Tristes, quiero hablarte del viento que ahora mismo me refresca. Me acaricia amable y también lo descubro jugando alegre por entre las ramas de los árboles. Por este sitio y por la Cuesta de los Chinos, la vegetación es muy abundante. Y el misterio del viento retozando con el bosque es algo que siempre me ha gustado mucho. Tiene el viento por este rincón de Granada, como un reino particular. Para vivir a sus anchas en una libertad sincera y para morar y pasear por entre los bosques que le presta la Alhambra. Te dije un día que me gusta la lluvia, la nieve cuando cae y el rocío sobre la hierba en las mañanas frías. No sé por qué pero siempre siento que en todo esto hay como un mundo, como una voz que llama.<br /><br />Y de estas cosas, en la ciudad de Granada, hay mucho y por muchos rincones. Y, por las riveras de este río, las laderas de la Alhambra y los jardines entre sus muros, este mundo, esta voz, este misterio, palpita y llama con una fuerza extraña.<br /><br />Pero antes de que termine de recorrer la pequeña plaza en el Paseo de los Tristes, donde los bares ponen terrazas y los turistas se sientan frente a la Alhambra, quiero contarte una curiosa historia. Miro al frente, para las laderas de la colina roja, y descubro el denso bosque. Es umbría y aquí cerca, justo al cruzar el puente de piedra, veo una pequeña explanada. Y en las paredes leo “Burros taxis”. Tampoco viste este rincón o, al menos, no mostraste mucho interés por él. Pero yo sí quiero ahora describírtelo un poco.<br /><br />Lo de los burros taxis, ya no es verdad. Aunque sí sea cierto que, hasta hace un par de años atrás, aquí había burros. Los últimos que han existido en Granada. Los ponían en este lugar para que los alquilaran los turistas. Pero fueron perdiendo importancia. Muchos, al pasar, se paraban, miraban, hacían fotos y luego se iban. Nadie los alquilaba y por eso los dueños tuvieron que abandonar el negocio. Y, a partir de ese momento, desaparecieron los últimos borriquillos en la ciudad de Granada.<br /><br />Pero mi interés, al mostrarte ahora esta explanada, es atraer tu atención hacia el edificio que hay al frente. Justo al cruzar el Puente de las Chirmias y entre los primeros árboles del bosque en la umbría de la Alhambra. ¿Sabes qué fue esa tan original construcción, ni antigua ni moderna? En otros tiempos fue un Carmen precioso y luego un hotel y ahora un caserón casi en ruinas. Pero un día, encontré un texto escrito por una mujer que vivió en esta casa. Los Cármenes del Granadillo y de Santa Engracia. Y, Como ella cuenta las cosas mejor que yo, pongo aquí ese escrito para que lo leas y así sepas más de los curiosos y hermosos rincones de Granada. En su escrito cuenta ella:<br /><br />“Soy heredera sentimental, por línea paterna, de los carmenes del Granadillo y de Santa Engracia. Mi padre, Antonio Gómez de Aranda Reyes, me inculcó su amor por Granada y lo que representa ser granadino, sin desmerecer por ello al resto de la humanidad. La poesía nació en Granada y Granada fue creada para la poesía. El pasado 26 de diciembre de 2000, la radio comunicó la adquisición por el Patronato de la Alhambra, del último edificio en pie de lo que formó los magníficos cármenes antes citados, El Hotel Reuma, y el proyecto de su demolición por no estar “a tono” con el entorno del monumento nazarí. Eran los años sesenta.<br /><br />En verano, mi hermana Inma y yo pasábamos alguna temporada, en el Carmen del Granadillo, junto a mis abuelos, Antonio Gómez de Aranda Sotomayor y Carmen Reyes Garrido. Ellos tenían el gran privilegio de vivir en este paraíso. Las imágenes perduran en mis recuerdos, como si de ayer se tratara. Por la Carrera del Darro, mirando de hito en hito el curso del río y después de pasar junto al Convento de Zafra a la izquierda y la Iglesia de San Pedro a la derecha, donde vive mi Virgen de las Maravillas, todo vigilado majestuosamente por la Alhambra, se llegaba al Paseo de los Tristes, llamado así por ser el antiguo camino de acceso al Cementerio. Allí y a través del Puente de las Chirimías, se llegaba a la inmensa cancela que daba paso al Carmen. Tras ascender por una amplia escalinata, a la derecha quedaba la vivienda de los porteros, Paco y Rosa, ellos cuidaban de aquel entorno, comenzaba el paseo. El bosque, salvaje, impetuoso elevándose hasta el Cielo, de castaños, avellanos, plataneros, cipreses, magnolios, laurel... y en la cima, mi Alhambra. Al otro lado, la barandilla de hierro, oxidado y mohoso. El río Darro. En aquella explanada, según contaba mi padre, se celebraban verbenas durante las fiestas de San Pedro, a finales de Junio, y durante todo el verano…<br /><br />El Hotel, mirando impasible al río, se alzaba ante mí, ¡todo parece tan inmenso cuando sólo tienes cinco años! No recuerdo haberlo visitado, quizás por ser ya en ese tiempo, casa de vecindad, pero el Oratorio, sí. Al llegar el mes de Mayo, el Carmen resplandecía, las flores inundaban todo el paraje, y mi abuela Carmen, mi hermanilla y yo cortábamos las mejores, rosas, margaritas y lo visitábamos. Ella lo cuidaba con esmero. Había un Cristo, una Inmaculada, pinturas... y unos cortinajes, quiero recordar, de terciopelo rojo. Y un reclinatorio, donde mi abuela rezaba, mientras nosotras, revolvíamos tímidamente. Allí sigue. La llave de la puerta, ignoro si seguirá abriendo la cerradura, aún la posee mi madre. Hasta aquí, lo que en su día fue el Carmen de Santa Engracia.<br /><br />Cada mañana, el panadero, con su burro, pregonaba el pan por el Puente del Avellano. Nosotras corríamos, nerviosas, buscando el cesto de pleita que mi abuela nos tenía preparado con una larga cuerda de esparto. Asomadas por la ventana, descolgábamos el cesto hasta llegar a la altura del panadero, éste cogía las monedas y depositaba en su interior la hogaza de pan, aún caliente, y dando un pequeño tirón de la cuerda, nos avisaba para subir el cesto. Luego, mi abuela, cortaba un coscurro de aquella hogaza, quitaba cuidadosamente el migajón, llenaba el trozo de aceite de oliva y azúcar y volvía a poner el migajón. Desayuno de reinas, sentadas en los trancos de la escalera de ladrillo y musgo, escurriendo el aceite entre los dedos, bajo los avellanos y los magnolios. Después, con mi abuelo y “armadas” con un diminuto amocafre, unas enormes tijeras de podar y otros aperos, nos encaminábamos al aljibe, abríamos el cierre del agua y a regar, y a cuidar los jardines, a labrar el huerto. Y luego en Septiembre, a recoger membrillos, caquis, avellanas y nueces. Los Jardines superiores se unían al bosque de la Alhambra. Eran tres, dispuestos a modo de enormes terrazas, el primero comenzaba junto a la entrada de la vivienda de mis abuelos y discurría por la ladera de la Sabika hasta la tapia que nos separaba del Hotel Reuma.<br /><br />Discurrían por él, caminillos para pasear sosegadamente o corretear alegremente. Tupido de vegetación, flores por doquier y la pequeña glorieta, celestina de citas clandestinas de amantes apasionados del pasado. Era uno de mis lugares favoritos de juego. Era otro mundo, como si hubieras entrado en un mágico libro de cuentos. Sobre éste, y de iguales dimensiones, más bosque. Y por último, el que se fundía con la Alhambra. Ahí estaba el aljibe que nos abastecía de agua. Mi madre guarda la enorme llave de hierro que abría el paso del agua. Hoy día, cuando me acerco al Paseo de los Tristes, me siento sobre el borde de la piedra que barandea al río y miro a mi alrededor. Creo que todo lo que allí floreció fue real porque lo viví. Mis hijos, a los que les cuento todos estos recuerdos piensan que mi imaginación me juega un mal papel…” Maravillas Gómez de Aranda Moreno<br /><br />Así que ya sabes algunas cosas más de los misteriosos y hermosos rincones de Granada. Ahora, sigo con mi ruta. Avanzo y voy a dar comienzo al itinerario que esta tarde deseo contarte. Ya he llegado al viejo puente de piedra que da paso al otro lado del río. Se encuentra al final del Paseo de los Tristes, al comienzo y enfrente a la Cuesta de Chapiz y al comienzo de los paseos Fuente del Avellano y Cuesta de los Chinos. Hay aquí un almez con tres pies y a la sombra me paro un rato. Para contemplar la corriente del río, dejar que me refresque el aire y recordar que aquí estuve sentado aquel domingo antes de tu marcha.<br /><br />¿Sabes cómo se llama este viejo puente de piedra? Se le conoce y, con este nombre viene en las guías para los turistas, con el nombre de Puente del Rey Chico o Puente de los Labradores. Nada más cruzarlo se llega a la Plaza del Aljibillo. Y este es el último puente que hay sobre el río Darro, subiendo desde Plaza Nueva, con entidad y nombre propio. Aunque, río arriba hacia el valle de Jesús del Monte, hay otros puentes. Pero ya todos son mucho menos bellos y mucho menos usados en estos tiempos.<br /><br />¿Y sabes qué te digo? De este puente y este árbol ahora tengo conmigo un secreto. Nadie más que el cielo y yo lo sabemos ahora mismo. Pero lo voy a compartir contigo. Tuve un sueño, hace unas noches, y en este sueño vi este puente, el árbol que te digo y el río. No voy a contarte, ahora aquí, todo el sueño pero sí quiero decirte que fue muy hermoso. Tanto que, al día siguiente, me levanté con ganas y necesidad de escribir este sueño mío. Con ganas de recogerlo todo y con detalle en mi cuaderno para escribir un libro. Algo pequeño pero con toda la belleza, frescura y fuerza que tenía en mi sueño. ¿Que de qué hablará este libro? Por supuesto que de Granada, de ti y de más cosas. Pero, como todavía es un secreto, ya no quiero compartir más. En cuanto lo tenga redactado te lo voy a regalar para que también conserves un trozo más de esta ciudad, de Andalucía y de España.<br /><br /><strong>13 - Por la Cuesta de los Chinos o del Rey Chico</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Mob0lr8I/AAAAAAAAAcc/leR0zn_3LMg/s1600-h/DSC02131.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111247622147256258" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 333px; CURSOR: hand; HEIGHT: 255px" height="271" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Mob0lr8I/AAAAAAAAAcc/leR0zn_3LMg/s400/DSC02131.JPG" width="364" border="0" /></a><br />Cruzo el puente que vengo diciendo y, a la izquierda, me queda un trozo grande de tierra llana, con plantas y árboles. Es un aparcamiento para las personas que viven cerca. También es un pequeño jardín y comienzo de la ruta que lleva a la Fuente del Avellano. ¿Conoces tú este otro rincón de Granada? Creo que no. También quise mostrártelo y algo te expliqué de él aquella tarde de las cuevas del Sacromonte. Desde el recorrido de la Vereda de Enmedio se ve claramente el paseo a la Fuente del Avellano. Por eso aquel día te dije:<br />- Mira el camino que sube, pegado al río, por aquel lado. ¿Sabes a dónde lleva? A lo que, en otros tiempos, fue una preciosa fuente natural, con agua fresca y buena. En ella llenaban sus cántaros, los aguadores de Granada, personas que con sus burros recorrían las calles de la ciudad vendiendo agua.<br />Me preguntaste:<br />- ¿Y sigue existiendo la Fuente del Avellano?<br />- Ya solo un poco. No hace mucho, arreglaron el camino, a los lados pusieron grandes bloques de piedra y, en ellos escribieron, fragmentos de escritores de estas tierras. Pretendían darle al rincón un sentido especial.<br />- ¿Me llevarás por ahí un día de estos y me explicarás la historia completa de esta fuente y el paseo?<br />- Cuenta con ello. El día que tú quieres venimos por aquí y vemos y gustamos despacio este también singular rincón de Granada.<br /><br />Y luego quise explicarte brevemente lo que también, en otros tiempos, fue este lugar de la Fuente del Avellano. Un rincón especial donde se congregaba la llamada "Cofradía del Avellano", reunión literaria presidida por Ángel Ganivet, escritor granadino. Y lo pensé porque bien sé que a ti, todo lo literario, te gusta mucho. Me has dicho más de una vez que has leído casi todas las obras más importantes de los escritores de todos los tiempos. Y de aquí quizá te nace el gran deseo de escribir bellos y buenos libros. Quieres contar al mundo las cosas que crees debe saben saber muchas personas. Yo siempre te he animado. ¿No lo recuerdas?<br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7NJr0lr9I/AAAAAAAAAck/_J_EMl0e9KU/s1600-h/DSC02074.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111248193377906642" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7NJr0lr9I/AAAAAAAAAck/_J_EMl0e9KU/s400/DSC02074.JPG" border="0" /></a><br />Aquel día quedamos que, antes de irte a Rusia, teníamos que venir por el paseo de la Fuente del Avellano. No llegó nunca ese día. Pero hoy, antes de empezar a subir la Cuesta de los Chinos, yo lo recuerdo. Me paro unos minutos al comienzo del paseo de la fuente de las aguas frescas, miro al cielo, pienso en ti y sigo. Avanzo unos metros y ya comienzo a subir. Enseguida aparece el camino, con el suelo empedrado. Es un empedrado viejo y por eso creo que todavía es el de los tiempos primeros. A la izquierda, un letrero algo deteriorado que pone: “Cuesta de los Chinos”. Te expliqué un día que la palabra “chino” y en este caso, no se refiere a las personas que son de la nación China.<br />- Entonces ¿qué es?<br />Me preguntaste:<br />- En este caso se refiera a piedras pequeñas, rodadas y pulidas por las corrientes de los ríos. A estas piedras, que son las que usan para el empedrado de las calles, en español se les llaman chinos o chinas, lo mismo da.<br />- Algo más que aprendo de ti. Siempre me enseñas cosas interesantes.<br />Y me quedé sorprendido.<br /><br />La famosa Cuesta de los Chinos se encuentra pavimentada con piedras pulidas en la corriente del río. Hay muchas por este rincón de Granada. Toda la ladera de la Alhambra, es una auténtica cantera de piedras de éstas. Por eso tienen tantas para enjoyar calles y plazas.<br /><br />Esta cuesta, camino antiguo por la parte de detrás de la Alhambra, es ancha. Perfectamente caben dos coches. Pero por aquí no pueden pasar los coches. Ya te diré por qué no. En los primeros metros, remonta recta. Hasta la primera cuerva que gira para la izquierda al fin de ir ganando altura barranco arriba. Porque este camino, fue trazado por un pequeño barranco que hay a las espaldas del castillo de la colina. Un barranco que baja desde lo más alto de la colina hasta el río Darro, unos metros más abajo del puente del árbol de los tres pies.<br /><br />¿Te dije yo a ti alguna vez cómo se llama la colina donde se asienta el viejo castillo conocido por el nombre Alhambra? Creo que no. Sí lo he pensado muchas veces pero, como nunca tuve la oportunidad de venir contigo por este rincón de Granada, tampoco pude realizar mi sueño. Pero no importa, te lo digo ahora.<br /><br />¿Sabes? Según cuentan los historiadores la Alhambra se construyó sobre una gran la colina conocida con el nombre de Sabika. Sobre las ruinas de una construcción anterior, de época zirí. Es el altozano más elevado de los muchos que rodean a la ciudad de Granada. La Alhambra fue, no un castillo solitario si no toda una ciudadela por cuanto dentro de su recinto existía una auténtica ciudad, con todos los medios necesarios para vivir. Una ciudad para la realeza insertada y, a al vez separada, en la propia ciudad o medina de Granada. Como una ciudad privada.<br />Y la construcción tuvo que adaptarse a la configuración del terreno en la gran colina. Por eso tiene forma alargada y bastante irregular. Su longitud es de 740 m. y su anchura varía entre los 180 y los 40 metros.<br />Queda rodeado este castillo por una muralla que es doble en algunas zonas. Hay 27 torres que tenían diversas funciones. La mayoría servían para la defensa pero otras eran viviendas, incluso algunas de ellas eran auténticos palacios. Se podía entrar a ella por cuatro puertas distinta: Puerta de las Armas, en la Alcazaba, del Arrabal, en la Torre de los Picos, Siete Suelos al sur y de la Justicia o Explanada, también al sur.<br />El nombre de este bello castillo sobre la cumbre y entre bosques, no está muy claro. Unos creen que se debe a que fue construida de noche bajo el foco de las antorchas. Otros dicen que es el femenino del nombre de su constructor, Alhamar, y por tanto se llamaría La Roja, esposa de Alhamar.<br />Ya voy recorriendo los primeros metros de la Cuesta de los Chinos. Me arropa la sombra de los árboles y zarzas que quedan por la derecha. Y, como se mueve el aire, pues parece que el calor no es tanto. Pero sí hace mucho calor esta tarde. En la primera curva, donde gira para la izquierda, hay un ensanche. Como un mirador pequeño hacia el arroyuelo que baja de la Alhambra. Por el surco de este arroyuelo corre el agua que sobra de regar los jardines del palacio. Agua que, a unos cinco kilómetros de aquí, cauce arriba, se la cogen al río Darro. Por encima de un gran valle que se le conoce con el nombre de Jesús del Valle. Tampoco fuiste nunca por estos parajes. Y son bellos como ellos solos.<br /><br />G<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrfOVzBOrQa_rTWvqbJeCdnohVXubamA7Zp1GfdnzldNZOTNNif28on899o1ifY7TgwHP4RZusgMuUhr6l1_e_i9BWI9I7ZXgi2rMEciKfWQaaK_N5VumhaA9JGDwlnQmL3nB2UgpsWog/s1600-h/DSC07985.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111249159745548258" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrfOVzBOrQa_rTWvqbJeCdnohVXubamA7Zp1GfdnzldNZOTNNif28on899o1ifY7TgwHP4RZusgMuUhr6l1_e_i9BWI9I7ZXgi2rMEciKfWQaaK_N5VumhaA9JGDwlnQmL3nB2UgpsWog/s400/DSC07985.JPG" border="0" /></a>randes álamos, un bosque muy espeso, por debajo de las torres y muralla de la Alhambra. Esplendoroso, el viejo palacio de la colina, corona en lo más alto con una majestad grandiosa. La tarde solo parece tener tranquilidad, soledad impregnada de tu recuero, el airecillo que acaricia y el silencio del camino aplastado en el terreno. No hay nadie, absolutamente nadie por aquí. Y no me extraño. Porque este camino, aunque lleva directamente al corazón de la Alhambra, lo hacen muy pocas personas. Solo algunos que, como yo, buscan rincones solitarios, nuevos, rancios... Desde luego que los turistas ni siquiera saben que existe esta original y bella entrada a la Alhambra.<br /><br />Sin embargo, hacer este recorrido, ir parando de vez en cuando, dejarse abrazar por la sombra de los árboles y recibí la caricia del vientecillo, es un placer casi único. Es otra forma de gustar los rincones de Granada. Por eso te los estoy regalando de esta manera.<br /><br />Desde la primera curva, el camino se va empinando cada vez más. Al frente y en lo alto, empieza a saludar una gran torrentera. Por detrás, también en lo alto pero más lejos, saludan las casas, las torres, los tejados, los patios y los árboles del barrio del Albaicín. Recostado como en un sueño eterno y silencioso sobre lo más alto del monte que le da cuna. El Albaicín visto desde aquí, es otra cosa. Como un sueño por donde has dejado esparcido tu perfume y por eso la tarde duele tanto y, a la vez, es tan hermosa. Desde ahora y para siempre, este barrio que es tan viejo, yo lo voy a sentir como recién nacido a una primavera única. Como si por todo él, callejuelas, plazas, escondidos rincones, silencios, airecillo fresco, cielos azules, tú hubieras dejado muchos jazmines y muchas rosas y muchos prados verdes. Tus sueños más blancos convertidos en palacios y en músicas bellísimas. Por eso, lo repito, el barrio del Albaicín, visto desde la Cuesta de los Chinos, es algo mágico. Y esta tarde para mí, tú en forma de recuerdo doloroso y bello. Lo miro despacio, lo medito y sigo.<br /><br />Por mi izquierda me saludo un acantilado todo formado por piedras del río. Las chinas que antes te decía. Depósitos o aluviones que, en tiempos muy remotos, las aguas del río fueron dejando por aquí. Es de aquí de donde cogieron muchas de las piedrecitas que ahora engalanan los pavimentos de las calles y plazas del barrio del Albaicín.<br /><br />Al llegar a la altura de las primeras chumberas, cuelgan en la torrentera por el lado izquierdo, el camino se torna más empinado. Por eso, el empedrado toma forma de pequeñas repisas. Como escalones de unos dos metros de anchos. Sujetos por la parte de abajo, frontal del escalón, con piedras más gordas. Y luego, todo el rellano del escalón, empedrado con pequeños cantos rodados.<br /><br />Estés donde estés, a estas horas de la tarde allá en tu país y ciudad, no debes preocuparte. Disfruta y vive el momento y las cosas que tengas proyectadas para esta tarde. Con los tuyos, tu novio y en tu ciudad, pueblo o casa de campo. Vive la vida y ni siquiera pienses en la ciudad de Granada ni en mí. Como todo lo voy dejando escrito en mi cuaderno, más tarde o más temprano, un día podrás leerlo. Por esto repito que lo que importa es que, estés donde estés, vivas la vida y le saques a las cosas la esencia que encierran. Esto es lo que importa. Y es lo que yo, mientras voy completando las páginas en mi cuaderno, te deseo.<br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYGlunOO0I/AAAAAAAAA_U/-TjBiqU9L6I/s1600-h/dsc00338.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131296070672726850" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYGlunOO0I/AAAAAAAAA_U/-TjBiqU9L6I/s400/dsc00338.jpg" border="0" /></a><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Opr0lr_I/AAAAAAAAAc0/QlU_eHuoFUM/s1600-h/dsc00338.jpg"></a>Voy subiendo por el camino empedrado y me encuentro con un tramo donde el trazado se estrecha mucho. Con una muralla por la derecha y con las paredes de la torrentera por la izquierda. Para trazar y meter por aquí este camino, tuvieron que darle a la ladera un gran bocado. A la tierra y piedras de alubión que es con lo que está formada la ladera norte de la colina donde se asienta la Alhambra. El acantilado o ladera que me va quedando por la izquierda, ya te lo he dicho, es todo de arena y graba gruesa del río. Al observarla, mientras la voy recorriendo, me pregunto: ¿cuántos años han necesitado las aguas del río Darro para depositar en esta ladera tan gran cantidad de arena y graba? Tantos que yo creo se pueden contar por siglos. O más aun. Estas tierras tienen tantos años como el mundo mismo. Creo que son de cuando los primeros tiempos. De mucho antes que vivieran por aquí los humanos. Por eso es hermoso y produce tanta emoción recorrer este camino, salvaje y agreste, un poco y lleno de silencios y secretos, mucho más.<br /><br />El acantilado de tierra, arena y graba que me va escoltando por la izquierda, tiene casi diez metros de espesor. Y toda esta gruesa capa de materiales, dejada aquí por la corriente del río, llega hasta lo más alto de la colina. Algo que asombra porque me muestra un aspecto nuevo de la Alhambra y su colina. Por aquí no solo hay murallas, palacios, torres, jardines… También hay, como ya te he dicho, hondos silencios y un perfume único. Aroma a eternidad y vaporoso caminos blancos vestidos de hermosos sueños. Por esto es precisamente por lo que yo tenía tanto interés y venir por aquí contigo. ¿Lo entiendes?<br /><br />Después de unos veinte metros avanzando por la estrechura que te he dicho el camino vuelve a ensancharse. Sin que se aleje mucho de la derecha, la muralla y, de la izquierda, el acantilado. Ya empieza a estar menos cuesta arriba. Comienzo a recorrer una recta, no muy larga, y al final, veo como una llanura. Podría decir que voy llegando a la parte alta de la colina.<br /><br />Por la derecha aparecen unos olivos, algunos bancos de piedras, muy antiguos y se ve y oye el rumor de la corriente de agua que baja desde la Alhambra. Este rincón es fantástico, por su misterio y belleza. Tanto por la vegetación que por aquí hay, sauces, olivos, celtis australis, álamos, higueras, hiedra y romeros, como también por su sombra, el silencio, el fresco y la música del agua. Es un rincón muy singular que cautiva y asombra. Quizá sea uno de los rincones más extraños y bellos de todo el conjunto de la Alhambra. Y hasta me atrevo a decir que, en toda Granada, no hay un rincón tan original como este. Por su silencio, su fresco, el rumor del agua, la vegetación, la sombra y luz y en este sitio tan concreto.<br /><br />¿Sabías tú que uno de los asombros más grandes, en todo el conjunto de la Alhambra, es precisamente el agua, el perfume, el verde y el silencio? Pues te lo digo: estos cuatro elementos son el alma de la cumbre y los palacios que por aquí coronan. La Alhambra sin el agua no sería nada. Como tampoco lo sería sin el verde de los bosques y jardines, su perfume y el silencio. La Alhambra es lo que es precisamente por los chorros de agua clara que la riegan y los densos bosques que la mecen sobre la cumbre y en la ladera. Así que ya sabes algo más de estas tierras y de Granada.<br /><br />Queda, el pequeño edén que te digo, por detrás de la Alhambra, antes de llegar a ella, cerca de la muralla y entre las tierras del Generalife y los jardines del Partal. Pero todavía fuera del recinto amurallado. Justo entre dos grandes torres, la de los Picos y la del Cadí. Llego y me lo encuentro todo solitario. Pues aquí me paro y me siento. Bajo las ramas de un olivo y en una de las viejas piedras que ya te he nombrado. Frente a mí veo una higuera y una puerta. Es por donde se entra al Generalife. No es por donde entran los turistas sino por donde entraban y salían las personas que trabajan en estos palacios. Puerta de servicio.<br /><br />Si ahora mismo me fuera por este camino, no puedo hacerlo porque lo veo cerrado con una recia cancela de hierro, atravesaría una porción grande de ladera. Enfrentada esta ladera a la muralla que, por mi derecha, presenta por aquí la Alhambra. Pero tiene forma de triángulo y es muy rica en tierras fértiles. ¿Sabes qué es este trozo de ladera, por debajo del palacio del Generalife y por encima de esta Cuesta de los Chinos? Sí, las tierras que en aquellos tiempos usaban para sembrar huertos. Por eso te decía que son tierras muy buenas. Aterrazadas en la ladera que viene cayendo desde las misma paredes del blanco palacio y muy repletas de árboles y otras plantas. Ya no son huertos pero sí lo fueron para surtir, de hortalizas, frutas y verduras, a los habitantes de estas mansiones. Los regaban con las mismas aguas que, desde el río Darro, llegaban y regaban y riegan todavía jardines y llenan estanques. Una buena muestra de lo importante que era y es el agua sobre esta colina. Y una buena muestra de la gran belleza y variedad que en esta montaña modelaron las civilizaciones antiguas.<br /><br />Son cuatro las huertas identificadas, de las que al menos una continúa hoy en explotación. Y se les conocen con los nombres de Colorada, Grande, Fuentepeña y de la Mercería. Nombres cristianos que debieron corresponder, a grandes rasgos, a las medievales. Estas huertas se extendían en paratas a diversos niveles por debajo del Palacio del Generalife. Las huertas alcanzan hasta la Cuesta de los Chinos, que forma una vaguada entre ellas y las estribaciones de la Alhambra y están todas delimitadas por muros de contención y de separación, alguno de los cuales aun pueden distinguirse.<br /><br />Miro a la muralla que me observa por mi derecha, la que mira de frente a las tierras que fueron huertas por debajo del Generalife, y hago un sencillo repaso de algunas de las torres que me quedan cerca. Solo te voy a nombrar seis de las veintisiete que tiene en total el recito amurallado que protege a la Alhambra. Empezando por la que está más cerca de los jardines del Partal y terminando en Puente Nuevo y Acueducto Real, final de la Cuesta de los Chinos, en este trozo de muralla, los nombres de las torres son: Torre de los Picos. Torre del Cadí. Torre de la Cautiva. Torre de las Infantas. Torre del cabo de la Carrera. Torre del Agua.<br /><br />Cuando termine de recorrer la ruta que para ti he trazado esta tarde por aquí, al salir al lado sur de la Alhambra, te describiré las demás torres y puertas que por esos lados tiene la muralla. Ahora continúo con la descripción del camino que recorro. Y quería decirte que en realidad, todo el recorrido de la Cuesta de los Chinos no es otra cosa si no eso: el camino por donde entraban y salían los trabajadores y criados de los palacios de estas colinas. Por donde se abastecían de todo lo necesario. No lo sé pero pienso que quizá por esto, tampoco lo tienen anunciado en las guías para los turistas. No es una entrada noble a los palacios de estas cumbres aun siendo bello como el más hermoso rincón de la Alhambra.<br /><br />Pues yo, desde el reducido edén que te estoy describiendo y esta tarde, te recuerdo y te mando mi mejor saludo. Desde la sombra húmeda de estos olivos, junto a un claro arroyuelo de agua, abrazado por el más limpio de los silencios de Granada y en la más serena soledad. Desde aquí pienso en ti y te regalo tanto el rincón como su perfume, la quietud de la tarde y el caminar imperceptible del tiempo. No es gran cosa el regalo que te hago pero como soy dueño de la esencia más pura de lo que por aquí hay, te la ofrezco para que tu presencia ennoblezca un poco más este singular rincón de Granada.<br /><strong><br />14 - Por algunos de los jardines y rincones<br />que rodean a la Alhambra</strong> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBU80Ipu0MXjzo2iDnGnw04wsxW2F6qk23P-zUOsFlW3bsmONnJgGJ-3p9_s54PK6Vg1_dQOm01_xAP03uAiUKK5QTzXlpxGtF5UCb4awnUk8JTvJOOSTWn73or8DA5LJvZWwr6RTkma0/s1600-h/dsc00688.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131296268241222482" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBU80Ipu0MXjzo2iDnGnw04wsxW2F6qk23P-zUOsFlW3bsmONnJgGJ-3p9_s54PK6Vg1_dQOm01_xAP03uAiUKK5QTzXlpxGtF5UCb4awnUk8JTvJOOSTWn73or8DA5LJvZWwr6RTkma0/s400/dsc00688.jpg" border="0" /></a><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7PV70lsAI/AAAAAAAAAc8/N8pIUhEMuX8/s1600-h/dsc00688.jpg"></a><br />Por el camino que le entra a la Alhambra por el lado de atrás, vine yo una vez el año pasado. Acompañando a unas muchachas también de tu mismo país. Estudiaban ellas en la Universidad de Granada y, aquel día, me pidieron que las trajera a estos sitios. Fue un placer por la belleza que en sus corazones tienen y por el comportamiento tan noble y respetuoso que, en todo momento, demostraron.<br /><br />Era invierno, hacía algo de frío y también, a ratos, llovía y corría el viento. Justo cuando íbamos por este pequeño edén de los olivos, empezó a llover. No nos asustó la lluvia, sino todo lo contrario: nos gustó. Al verla y oírla caer por entre las ramas de estos árboles, sobre la pared de la vieja muralla, en la superficie de las aguas del regato, en la tierra del camino que íbamos pisando, se nos llenó el corazón de gozo. Como si, en ese momento, recibiéramos del cielo, un premio. Por eso, al recordarlo ahora, todavía siento la emoción de aquel momento.<br /><br />He seguido la ruta que por aquí traigo esta tarde y ya me voy aproximando al final del recorrido. Por donde, en cuanto termina de remontar, aparecen los primeros rincones de la Alhambra. Pero todavía, un poco antes del fin, el camino que ha venido remontando por la Cuesta de los Chinos, pasa por debajo de un arco de muralla. Es un trozo de la muralla y también un puente que sirve para unir al recinto de los jardines de la Alhambra con los del Generalife. Por aquí iban y venían los habitantes de estos palacios. También ahora, van y vienen los turistas. Todas las personas que entran a ver los interiores de estos monumentos y jardines. A este punto concreto, ya te lo he dicho, se le conoce con el nombre de Puente Nuevo y Acueducto Real.<br /><br />Voy llegando y, por la derecha, ya se me aproxima la gran pared de la muralla. Toda perfecta. Por aquí la gran muralla que encerraba a los palacios de la cumbre, no se ha rota nada. O más bien parece que la ha reconstruido. Por un gran orificio, del centro de esta robusta pared, brota el agua que baja por el arroyuelo hasta el río Darro. Agua reciclada y fresca que, recogida en el río por el rincón de Jesús del Valle, por la Acequia Real, ha venido hasta estas cumbres, ha recorrido los laberintos y jardines de los lujosos palacios y ahora vuelve otra vez a su río primitivo.<br /><br />Todo esto sigue muy cerrado por la vegetación, espeso de sombras y mucho silencio. No me he encontrado a nadie en todo el recorrido. Solo algunos pajarillos que, a mi paso, alzan vuelo y se pierden por entre la vegetación. Algún mirlo canta allá a lo lejos y también se oyen los gritos de unos cernícalos. Te iré contando más cosas de la vegetación que hay por el conjunto de estos palacios, murallas y rincones y también te diré algo de la fauna que por aquí vive. Todo es abundante y de gran belleza. Todo por aquí tiene mucha calidad y misterio. Porque, la hermosa colina coronada con el gran palacio de la Alhambra, no solo tiene monumentos históricos y bellos. Por aquí hay muchos sueños, mucha poesía, mucha belleza, mucho cielo azul y mucha naturaleza.<br /><br />Ya voy cruzando el pasadizo de los puentes y ciertamente que es hermoso. Impresiona al mismo tiempo que levanta en ánimo. Y por eso no dejo de repetirme que deberías estar. En estos momentos de la tarde concreta y en algunos de los momentos de los días que viviste en esta ciudad. Este rincón también deberías habértelo llevado a tu país lejano. Debería formar parte del rosario de vivencias que por aquí has ido recogiendo. ¡Has estado tanto tiempo en esta ciudad y tan cerca de estos paisajes que es realmente una pena que te hayas ido sin conocerlos a fondo!<br /><br />Ya llego al fin. A solo unos metros del puente que da paso a los primorosos recintos. Y, lo primero que me encuentro, es un restaurante por la izquierda. Por la derecha, unos jardines y entre ellos las mesas de este restaurante. Me paro un momento. Miro para atrás y observo despacio los sitios por donde he venido. Como si necesitara algo. Como si ahora mismo me hicieras más falta que nunca. Tango tanto dentro de mí que necesito compartirlo, contarlo… Hago unas fotos y, como no puedo hablar contigo para contarte el dolor y el gozo, continúo.<br /><br />A la derecha me quedan las instalaciones donde venden las entradas para visitar los palacios y jardines que en el recinto de la Alhambra. En realidad, en este rincón es donde se encuentra instalado el módulo principal de servicios para todas aquellas personas que vienen a visitar este lugar. Por eso, además de las taquillas para comprar entradas también hay una oficina de información, teléfonos, correos, aseos y parada de autobús. El gran aparcamiento para las personas que hasta aquí llegan en coche, se encuentra algo más arriba. Ya bastante alejado de la gran colina roja.<br /><br />También a la derecha pero más al frente y bajando me queda la cuesta que sube desde Plaza Nueva y Puerta de las Granadas. Es justo esta puerta la que dan entrada al recinto ajardinado. Es la famosa Cuesta de Gomérez. Desde aquí para arriba y hacia los aparcamientos, a esta cuesta, se le conoce con el nombre de Paseo de la Sabica y luego Avenida de los Alixares. Sigo mi ruta que va hacia la entrada principal a la Alhambra. Comienzo a bajar, escoltado por la carretera a la izquierda y por la muralla a la derecha. La entrada es por la Puerta de la Justicia. Avanzo lentamente y observo tanto la acera por la que voy como la carretera y los jardines.<br /><br />La soledad me come. Y tu recuerdo no se va de mi mente. Sé que también por este lugar estuviste varias veces, con tus amigas, sola y con tus amigos. Tenías mucho interés en el monumento de la Alhambra. Recuerdo que un día me dijiste:<br />- Cuando estudiaba en la universidad de mi ciudad rusa, nos hablaron mucho de estos palacios. Y nos decían que era lo más importante de cuantas cosas podríamos ver en Granada. Por eso me interesaba tanto venir, recorrerlo despacio y aprendérmelo bien.<br />Y recuerdo que te dije:<br />- Sin embargo, Granada en sí, son muchas más cosas que esta gran colina roja, el bosque que la cumbre y los palacios que la coronan. Y Granada en sí y los palacios de esta cumbre son para algo más que venir un día a visitarlos. ¿Sabes? En el Planeta Tierra y en algunas de las ciudades que han construido los humanos, hay rincones que son mucho más que naturaleza o monumentos. Para mí, que conozco muchos, son como pequeños botones de muestras, como escaparates aproximados del gran paraíso que, en más de una ocasión, todos hemos soñado. Granada en sí y la Alhambra no es solo para venir y verla.<br />Y me dijiste que sí, que estabas de acuerdo.<br /><br />Después, muchas veces he pensado en este momento y siempre me he dicho que debía haberte preguntado qué era y qué ha sido para ti Granada. Ahora que ya estás lejos de ella y, seguro ya nunca más en tu vida volverás por aquí, sigo pensando lo mismo. Por eso te pregunto: ¿Qué ha sido y qué es para ti Granada desde tu lejanísimo país blanco? Si no viniste por aquí, por los recintos de la Alhambra y sus jardines, nunca conmigo ¿qué es lo que fue o sigue siendo para ti esta ciudad encantada? Porque para mí y, desde aquellos días de tu silencio, sí tengo claro lo que es. Por eso la estoy recorriendo despacio y te la voy contando en sus detalles más pequeños. Granada es hermosa en mi corazón pero, desde que ya no estás en ella, es para mí como un sueño tronchado en flor.<br /><br />Avanzo por la amplia acera, tocando con mis manos la plantas que seguro tocaste tú con las tuyas aquellas tardes y dejo que el sol me bese en la cara. A los lados de estas aceras escoltan los arrayanes y otras muchas plantas. Los arrayanes son famosos en esta ciudad del agua, siempre en la vega aplastada, pero también crecen en estos jardines otras flores y árboles. Por mi derecha me van saludando grandes álamos, viejos durillos, algunos granados, rosales…<br /><br />Precisamente, la construcción del palacio de la Alhambra sobre estas cumbres y en estos parajes, fue por motivos muy concretos. Y entre todos ellos, uno era la vegetación. La luz, el agua, la seguridad, las grandes vistas sobre la amplia vega de Granada y la belleza de los paisajes. Pero la vegetación era una razón muy principal. Por esto también te pregunto ahora: ¿Aprendiste tú, en los días y veces que viniste por aquí, el número de especies vegetales que viven en estos jardines y bosques? ¿Se lo preguntaste a alguien? ¿Lo leíste en algún sitio?<br /><br />Por si no tuviste ni tiempo ni interés te lo voy a decir ahora. Muy brevemente para que también tengas esta enseñanza y recuerdo de Granada. El pequeño pero denso bosque que hay por la ladera al río Darro posee árboles caducifolios que aportan una gran riqueza al suelo cuando caen sus hojas en otoño. Algunas de estas plantas y árboles son: el almeces, Celtis australis, avellanos, Corylus avellana, Platanus hispánica, Plátano de sombra, Acacia dealbata, Acacia, laureles Laurus nobilis, Cupressus sempervirens, Ciprés, Acer negundo, Arce negundo, Aesculus hippocastanum, Castaño de Indias y los olmos, amenazados desde hace años por la grafiosis. Hay también gran número de arrayanes, Myrtus communis. Circundan el bosquecillo recortados en forma de setos, dándole el aspecto característico que conocemos. Otro arbusto, el sabuco, Sambucus nigra, provee de alimento con sus frutos a un buen número de pájaros que cada año encuentran en esta isla ecológica un lugar donde refugiarse de los rigores del invierno y que cuenta con abundante comida, aunque no todos los frutos son comestibles, ya que adelfas, Nerium oleander, y tejos, Taxus baccata, poseen bayas venenosas. Hay también un bosque de Pinus halepensis aterrazado y en el camino de la Fuente del Avellano podemos encontrar una zona boscosa bien conservada.<br /><br />Sigo avanzando hacia la puerta principal de la Alhambra. Cara al sol de la tarde y ahora sí que calienta. Hoy hace mucho calor en Granada. Sin embargo, el verde de estos jardines me va prestando una agradable caricia fresca. En la cara, en el corazón y en esos columpios del alma, donde te mezo. También la tarde me presta algo de su quietud, paz, silencio y algunas de las pinceladas del perfume que por aquí dejaste. Todas estas y otras muchas cosas son las que siempre he deseado y deseo para ti. Así que, una vez más, te las regalo, ahora que voy adentrándome a los rincones de la Alhambra. Pienso que, la vida sin paz, sin tranquilidad y luz el alma no es gran cosa. Aunque sea vida, si no hay calidad, armonía y gozo con lo que nos rodea y entre los demás, la vida casi carece de valor. Pero son necesarias las cosas, no ya para conocer y gustar sino para alimentar y llenar de calidad las horas y cosas de cada día.<br /><br />Quiero adivinarte por aquí. Sé que estuviste en varias ocasiones pero no es lo mismo que aquellos otros rincones que sí conozco contigo. Pero sé que estuviste. Por eso miro y quiero verte en el paisaje, en los rinconcillos, en las sombras, por entre el verde de las hojas…<br /><br />Discurre la acera paralela a la muralla y llega a un rincón muy bonito. Me paro. En un pequeño letrero leo: “Torre de los Siete Suelos”. Es una de las muchas torres repartidas a lo largo de la gran muralla que rodea a la Alhambra. Desde donde estoy ahora mismo, a mi izquierda, se encuentra la colina del Carmen de los Mártires. Porque la gran colina donde clavaron los cimientos de la Alhambra no es por completo llana en su cumbre ni tiene solo una cima. Te lo voy a explicar, este asunto, brevemente:<br /><br />En esta montaña, muy remontada sobre la ciudad de Granada, hay una colina principal. Es la más elevada, próxima al río Darro y casi gemela con el cerro del barrio del Albaicín. En lo más elevado de este monte construyeron la Alhambra. En todo lo alto y, como formando una gran corona adaptada al terreno, también levantaron la muralla. En el centro y en lo más elevado quedaron los jardines y palacios. Por el lado que da a Sierra Nevada, la colina donde está montada la Alhambra, tiene un pequeño barranco. Una hondonada que es por donde sube la carretera que arranca en Plaza Nueva, la empinada Cuesta de Gomérez. Y al otro lado de este barranco, también hacia Sierra Nevada, se eleva otra colina. Algo menor que la que sostiene a la Alhambra. En la cabecera o comienzo de esta colina gemela con la del castillo rojo, construyeron una gran torre que hoy es conocida por Torre Bermeja. Y, siguiendo esta colina, arriba y casi al final, más a monos a la altura de la Torre de los Siete Suelos, es donde te decía que está el Carmen de los Mártires.<br /><br />Así que ya sabes: sobre la planicie de una gran colina, entre el río Darro y el río Genil, es donde levantaron la gran fortaleza roja. Pero esta colina es amplia, muy amplia. Tiene dos grandes lomas, la mayor que es la de la Alhambra y la menor que es la del Carmen de los Mártires. Tiene también dos barrancos, el mayor que es por donde sube la Cuesta de los Chinos, barranco del Generalife y el menor que es por donde sube la Cuesta de Gomérez. Más allá del Generalife y más allá del gran aparcamiento para los coches, esta colina sigue subiendo. Por encima del Generalife se encuentra la Famosa Silla del Moro. Por detrás ya se convierte en una gran montaña conocida con el nombre de Los Llanos de la Perdiz. Por ese punto la altura sobre el nivel del mar es ya de más de mil metros. La colina sobre la que se asienta la Alhambra tiene algo más de setecientos metros de altura.<br /><br /><strong>15 - Por la muralla de la Alhambra<br />como en un paseo de ensueño<br /></strong><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7P0b0lsBI/AAAAAAAAAdE/eOJ2cGj5o-o/s1600-h/untitled.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111251126840569874" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 399px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px" height="293" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7P0b0lsBI/AAAAAAAAAdE/eOJ2cGj5o-o/s400/untitled.bmp" width="429" border="0" /></a><br />Junto a la Torre de los Siete Suelos dejo que el airecillo me acaricie. Mojo mis manos en los chorrillos de la fuente y miro al frente y miro a mi izquierda. Sé que ahora mismo estoy fuera del recinto amurallado. La acera que voy recorriendo discurre, desde la Torre del Agua y lugar por donde se encuentra el módulo de acceso al conjunto de la Alhambra, paralela a la vieja muralla hasta la Puerta de la Justicia, que es por donde se encuentra la entrada principal. Así que, desde Puente Nuevo y el Acueducto Real, Torre de la Carrera y Torre del Agua, la acera que llevo y la muralla que me acompaña, recorren de un extremo casi al otro, toda la colina que ocupa la Alhambra. Más de setecientos metros de largo. Y la colina me va quedando por mi derecha según avanzo hacia la Puerta de la Justicia.<br /><br />¿Que si este lugar, Torre de Siete Suelos, es un buen sitio para trazar un recorrido por toda la muralla? Claro que lo es. Desde este punto, junto a la fuente con sus dos chorrillos, recreado por el airecillo que me refresca, arropado por la sombra de los árboles y contigo en mi alma, vamos a hacer un recorrido imaginario por la muralla que rodea a la Alhambra. Para que se nos queda más claro no solo el lugar donde fue construido este conjunto de palacios sino sus murallas y los puntos más destacados. Así que vente conmigo en mi pensamiento y, meciéndote en los columpios del alma, que voy a llevarte por todo el recorrido de la muralla de la Alhambra. Después entramos al recinto interior justo, como ya te he dicho, por la Puerta de la Justicia. Vamos y sonríe o canta o sueña, aunque esté en tu país lejano y pregunta lo que quieras mientras te voy explicando.<br /><br />Seguimos por la acera que llevaba yo en solitario y, a pocos metros de la Torre de los Siete Suelos, nos encontramos con la Torre del Capitán. También le llaman Torre de la Bruja. Y un poco más adelante nos encontramos con la Torre de la Atalaya o de las Cabezas. Quiero decirte que, a la altura de estas dos torres, en el otro lado de la colina, el que mira al barrio del Albaicín, tenemos la Torre de los Picos, casi en línea recta con la Torre de la Atalaya y, el Torreón de Cadí, también casi en línea recta con el Torreón de la Bruja. Y por eso, es en esta parte justamente donde la colina tiene su mayor anchura. Si trazamos una línea recta desde la Torre de los Picos a la Torre de la Atalaya, tenemos casi 180 metros de anchura. Atravesaríamos la colina de un lado otro en su parte más ancha.<br /><br />Me preguntas:<br />- ¿Es importante la torre donde ahora mismo estamos?<br />- La Torre de los Siete Suelos sí que es una atalaya importante. Lo fue en los lejanos tiempos y, aun hoy, lo sigue siendo.<br />- ¿Qué puedes contarme de ella?<br />- Pues que como ves, queda situada en la cara sur de la Alhambra. En tiempos lejanos fue la entrada más importante al recinto de esta cumbre. Los musulmanes la denominaban Bib «al-Gudur» o Puerta de los Pozos, debido a las mazmorras que existían en los campos situados frente a la torre, donde metían a los presos.<br />Dicen que ésta fue la puerta por la que Boabdil salió y entregó la Alhambra a los Reyes Católicos, pidiéndoles que nadie volviese a entrar por ella nunca más. Su nombre proviene de la creencia de siete pisos subterráneos bajo el baluarte que la defiende. Sólo se conocen dos. La construcción de la torre es posterior a la puerta, la cual posee encima del dintel la famosa frase: «sólo Dios es vencedor», al igual que la Puerta de la Justicia. Por esto se cree que ambas puertas son de la misma época.<br />Y oigo que me interrumpes para preguntarme:<br />- Y desde estas dos torres que dices, la de los picos y la de la atalaya ¿qué es lo que encontramos?<br />- ¿Preguntas qué es lo que hay dentro de la muralla justo en esta parte de la colina?<br />- Exactamente eso es lo que pregunto.<br />- Te lo contaré todo despacio y con detalle pero luego, para no perdernos. Vamos a seguir ahora muralla adelante. Su recorrido es largo y pasa por sitios muy concretos y bellos.<br />- Pues sigamos.<br /><br />Y, al oírte tan llena de entusiasmo y con tantos deseos de conocer cosas y de compartir tu alegría y sueños, el corazón se me llena de gozo. Te digo:<br />- He soñado tantas veces venir contigo por aquí, lo he deseado con tanta ilusión y fuerza, que ahora que lo vivo no me creo que sea cierto.<br />Y me miras, te ríes y dices:<br />- Vamos y sigue tu ruta en mi compañía. Me gustan las cosas que me enseñas de la Alhambra, de Granada, de tu tierra… Quiero llevarme de estos lugares la mejor experiencia para tener siempre conmigo el mejor recuerdo. Como tú siempre has dicho: “El mayor de todos los gozos de esta vida es dejar detrás de sí las cosas siempre bien hechas”.<br />- Pues sigamos y mira atenta y escucha mis palabras y concéntrate también en la caricia del viento y en los sonidos del silencio. De esta manera aprenderás mucho más de lo que veas con los ojos y te digan mis palabras. Ya sabes: en el interior de las cosas, de los momentos y de las personas, es donde realmente mora la gran belleza.<br /><br /><strong>16 - Las banderas y Torre de la Vela</strong> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiw8CRpJ2rncRa7rYBFyJg15MRMyP8q6GL0_UxbrDC7bktyAK9X9A7cK567mP1hRKTZ9DUoMugo5xKW5ucH8sh0sro3P0SU4233c2cdUZ69KG-7cJyuPMmR77IK5acK7_wITZs51pVVP_Y/s1600-h/DSC02049.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131301207453612914" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiw8CRpJ2rncRa7rYBFyJg15MRMyP8q6GL0_UxbrDC7bktyAK9X9A7cK567mP1hRKTZ9DUoMugo5xKW5ucH8sh0sro3P0SU4233c2cdUZ69KG-7cJyuPMmR77IK5acK7_wITZs51pVVP_Y/s400/DSC02049.JPG" border="0" /></a><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru7Qeb0lsCI/AAAAAAAAAdM/A55ihikXwf0/s1600-h/DSC02425.JPG"></a><br />La torre que sigue, en el trozo de muralla que aun nos queda por el lado sur de esta larga cumbre, se llama Torre de los Abencerrajes. La muralla continúa hasta el mismo puntal de la colina. Hasta ese punto y, desde la Torre de los Abencerrajes, se encuentran las siguientes torres: Torre de los Carros, Torre de Barba, Torre de la Justicia, Torre de la Sultana y Torre de la pólvora. Estas dos última ya en lo que, dentro del conjunto de la Alhambra, se le conoce con el nombre de Alcazaba. Y es aquí donde se eleva la famosa Torre de la Vela.<br /><br />Me preguntas:<br />- ¿La Torre de la Vela es la que se ve desde muchos sitios de Granada ondeando siempre unas banderas?<br />- Esa es.<br />- ¿Y qué me puedes contar de ella?<br />- Que forma hilera, al final de la cumbre, con dos torres más: la de la Pólvora y la Torre de los Hidalgos. Justo en el centro de estas dos queda la famosa Torre de la Vela.<br />- ¿Por eso destaca tanto y se le ve desde tantos sitios?<br />- Por eso y por su gran altura. Es una torre muy bella.<br /><br />La Torre de la Vela tiene 26,80 metros de alto y su planta mide 16 metros de lado. La base es maciza y tiene cuatro pisos con arcos apeados por pilares. Durante algún tiempo, esta torre se convirtió en vivienda, por lo que su aspecto ha cambiado con respecto al que tuvo en sus orígenes. En el segundo piso tuvo almenas hasta el siglo XVI. La ubicación actual de la campana, en la fachada occidental, es de 1840 y tuvo que ser reconstruida posteriormente debido a la caída de un rayo en 1882.<br /><br />- ¿Y es cierto lo que se cuenta de esta campana?<br />- Se cuenta que, antiguamente su toque, servía como reloj nocturno a los agricultores de la Vega para regar sus campos. Comenzaba a sonar de 8 a 9:30 de la noche, y seguía sonando a distintos intervalos y con diferentes toques hasta las 3 o las 4 de la mañana. Esta campana también ha servido para llamar a los granadinos en caso de peligro. Hoy en día, es el día 2 de enero de cada año, cuando la Torre de la Vela y su campana recuperan el protagonismo que tuvo. En conmemoración de la fecha en la que los Reyes Católicos tomaron Granada, existe una tradición por la cual todas las muchachas solteras de la ciudad que hagan sonar la campana el 2 de enero, contraerán matrimonio antes de que termine el año.<br /><br />Como me acompañas y, además, muy alegre y dispuesta en este recorrido, mitad sueño y el resto realidad, presente y recuerdo, me dices:<br />- Cuando vine con mis amigas por primera vez a visitar estas murallas recuerdo que fue por la Puerta de la Justicia por donde entramos. Pero tú me dices que, en sus primeros tiempos, para entrar a la Alhambra había más puertas. ¿Sabes cómo se llaman y dónde estaban?<br />Te contesto:<br />- Sí que lo sé y quiero decírtelo pero ahora seguimos con nuestro sencillo y hermoso recorrido por las torres de la muralla. Luego, en su momento, te digo lo que me preguntas y otras cosas más. La historia y los nombres de los sitios en la ciudadela de esta colina son extensos y densos.<br />Y respondes:<br />- Pues vale. Sigamos que me está gustando mucho la manera en que me enseñas este grandioso rincón de Granada.<br /><br />Y, al oírte tan feliz y con tantas ganas de aprender y de compartir tu alegría, de nuevo el alma se me anima. Viene, del lado de Granada, un airecillo tan fresco y tan lleno de una esencia tan buena, que ya nada más que para respirar y alimentarse de este viento merece la pena subir a estos balcones de la Alhambra. Te pregunto, siguiendo con nuestro fascinante juego de amigos libres por los caminos del viento:<br />- ¿No ves como en la Torre de la Vela hondean la bandera mecida por el vientecillo perfumado que sube desde Granada?<br />- Sí que la veo. Y, al mismo tiempo, parece que me brinca en el alma como un chorro de fresca fuerza.<br />- ¿Y eso?<br /><br />Guardas silencio unos segundos y luego me contestas:<br />- ¿Sabes? cuando hace casi un año, yo vine por primera vez a España y recorrí, también por vez primera las calles de Granada, una de las cosas que más me asombraba era la visión de esta torre y sus banderas desplegadas al viento, vista desde Plaza Nueva o la cristiana fuente del centro.<br />Para mí me dije que sí. Que lo que me estabas comentando era cierto. Porque a mí me ha pasado y me pasa lo mismo cada vez que voy por las calles del centro de Granada. Al mirar para la cumbre de esta colina siempre veo clavada en ella la gran torre y las banderas jugando con el viento. Te digo:<br />- Me gusta esto y por eso lo tengo anotado en mi cuaderno. Para compartirlo con alguna persona buena el día que ella quiera. Pero y, estos momentos, más me gusta oír tu voz y desde la música de ella, conocer las cosas que llevas en tu corazón. Por eso te pregunto: Y ahora que ya llevas tanto tiempo aquí en Granada ¿qué sigues pensando de esta torre y sus banderas cuando la ves desde los rincones de las calles que me has dicho?<br />Y muy decidida y segura me respondes:<br />- Que es como un sueño fantástico los juegos que las banderas de la Torre de la Vela, siempre tiene con el viento.<br />- ¿Un sueño fantástico?<br />- Sí. Y quiero explicártelo lento y con todos los detalles. Para compartir contigo la alegría que me producen las cosas sencillas de tu tierra y para que compruebes que soy agradecida.<br /><strong><br />17 - La muralla de la Alhambra por el lado del Albaicín<br />Mirando las cosas desde dentro</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF8Vcxa9586zoRR4nWXOieNoswMqZthqIBA2xCWW9jnAar6t66y9DrMmV9yJrWNcwQQui-z-05Vq8ps2MHhP9oTaALSbsIOZ3XEXGAJNtgX8LsU67Ecry0DTSsbSmtRVv8XZLXqEu72B4/s1600-h/DSC02140.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111254270756630578" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 394px; CURSOR: hand; HEIGHT: 311px" height="322" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF8Vcxa9586zoRR4nWXOieNoswMqZthqIBA2xCWW9jnAar6t66y9DrMmV9yJrWNcwQQui-z-05Vq8ps2MHhP9oTaALSbsIOZ3XEXGAJNtgX8LsU67Ecry0DTSsbSmtRVv8XZLXqEu72B4/s400/DSC02140.JPG" width="425" border="0" /></a> Procura cuando camines<br />Coger la flor de las cosas.<br /><br />Desde el balcón que, entre los dos hemos construido en el viento y, suspendidos en el camino que también por el viento hemos trazado, nos disponemos a caminar muralla adelante. Por el trozo que aun nos queda por conocer. El que mira al barrio del Albaicín y se asoma al barranco del río.<br /><br />Contigo en mi mente, toda transformada en recuerdos y soñándote en la lejanía de tu país blanco, me encuentro junto a la Torre de los Hidalgos. Alegre mi corazón y llena de luz el alma por tu presencia. Veo que tu cara brilla con esa luz especial que siempre mana de tu sonrisa. Por eso te doy las gracias y por tu compañía y por eso te digo:<br />- Te irás o te has ido ya a Rusia, tu gran país, pero llévate contigo y guárdala para siempre la imagen de la Alhambra vestida de verde y recostada sobre su colina. Vamos, ven conmigo que te la explico un poco más. Aun tengo tiempo y la tarde, aunque atravesada de dolor y solitaria, está llena de dicha clara. De ti, de eternidad florecida en mi esperanza.<br /><br />Me miras y me preguntas:<br />- ¿Me vas a explicar las torres que todavía nos quedan por este trozo de muralla de la Alhambra?<br />- Voy a explicártelas brevemente mientras las recorro contigo. Pero también voy a enseñarte parte de los bellos sueños que en tu corazón llevas.<br />- Pues, venga, empieza.<br />Y, desde la Torre de los Hidalgos, en el trozo de la Alhambra que lleva el nombre de Alcazaba, avanzamos y te digo<br />- La siguiente torre se llama de las Armas. Después de ésta vienen cuatro en hilera, que ocupan toda la fachada principal del Alcazaba. Por eso estas torres no están en la muralla exterior de la Alhambra sino en el lateral oeste de la Plaza de los Aljibes. Y son las siguientes: Torre del Cubo, Torre del Homenaje, Torre Quebrada y Torre Hueca.<br /><br />Seguimos por la muralla que rodea a la Alhambra y enseguida nos encontramos dos torres menores. La Torre de Mohamed y la de Torre de Machuca. Y luego viene la mayor de todas las torres que hay en este hermoso recinto, la Torre de Comares. Te la explico despacio porque su categoría así lo merece.<br /><br />Tiene esta torre palacio una altura de 45 metros. Su nombre es por las vidrieras de colores de los balcones que iluminan la gran sala que ocupa el interior de la torre, denominadas «comarías». Entre los muros de la Sala de la Barca y los de la sala inmediata hay un pasadizo con dos puertas. La de la izquierda lleva a las habitaciones superiores del torreón. Era el dormitorio de invierno del sultán y la salida a la terraza de la torre. La puerta de la derecha permite llegar a una habitación con un nicho al fondo, con arco de herradura apuntado, decorado de ataurique.<br /><br />La torre tiene varias ventanas en sus cuatro fachadas, con gárgolas como las de la Torre de la Justicia y almenas a las que les añadieron remates piramidales en el siglo XVI. En el interior se encuentra el Salón de los Embajadores.<br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-a5L0lsFI/AAAAAAAAAdk/k0F96WhCJSI/s1600-h/DSC02141.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111474409305387090" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-a5L0lsFI/AAAAAAAAAdk/k0F96WhCJSI/s400/DSC02141.JPG" border="0" /></a><br />Se dice que en esta torre se celebró el Consejo en el que se acordó entregar Granada a los Reyes Católicos. Cuentan que desde uno de sus balcones, la madre de Boabdil, al saber que su hijo estaba negociando con los cristianos la rendición, le dijo: «Mira lo que entregas y acuérdate de que todos tus antepasados murieron reyes de Granada y el reino muere en ti». También dice la leyenda que fue aquí donde Cristóbal Colón convenció a los Reyes Católicos de su expedición a las Indias por Occidente que le llevó al descubrimiento de América el 12 de Octubre de 1492, y donde la reina Isabel le ofrece a Colón sus joyas para financiar el viaje.<br /><br />Me preguntas:<br />- ¿Esta torre que me dices es la que se ve tan majestuosa desde el mirador de San Nicolás, en el barrio del Albaicín?<br />- Es la misma. Desde aquel mirador son tres las torres majestuosas que se divisan: la Torre de la Vela, la Torre el Homenaje y la gran Torre de Comares.<br />- Algo más que tengo claro. Sigue que continuo escuchando.<br />- Ya es poco el trozo de muralla que nos queda para cerrar el círculo donde lo comenzamos, en la Torre de los Picos.<br />- ¿Cuántas más quedan desde la Torre de Comares hasta la que cierra el círculo?<br />- Solo tres y la Torre de los Picos, cuatro. La primera y siguiente a la de Comares es la Torre del Peinador. Y le sigue otra también importante: la Torre de las Damas.<br />- ¿Por qué es importante esta última torre?<br /><br />Y, despacio pero sin extenderme mucho, te explico:<br />- Porque la Torre de las Damas, está formada por un pórtico, una sala cuadrada y una escalera que da acceso a un mirador de construcción posterior, desde el que se puede contemplar el valle del Darro. Los cinco arcos del pórtico, de los que sólo se conserva el central, están sostenidos por columnas de mármol, aunque antes lo estaban por pilares de ladrillo.<br /><br />A la izquierda de esta torre se encuentran tres pequeñas casas árabes, construidas después que la torre y adosadas a ella. En una de ellas se descubrieron unas pinturas que, aunque deterioradas e incompletas, son las únicas de este tipo de la España musulmana. Realizadas en la primera mitad del s. XIV, representan escenas de cacería, animales fantásticos, hombres y mujeres con músicos y cantores y la llegada a un campamento de una expedición guerrera.<br /><br />De nuevo me das las gracias por las cosas que esta tarde estamos compartiendo y seguimos. Te aclaro:<br />- Ya solo nos queda la Torre del Oratorio y nos encajamos en la que cierra nuestro recorrido por la muralla Exterior de la Alhambra: la Torre de los Picos.<br />Me preguntas:<br />- ¿Y también sabes por qué se llama de este modo?<br />- Se llama así por sus almenas terminadas en pirámides de ladrillo. Realizada a fines del s. XIII o comienzos del XIV, sorprende su arquitectura gótica, sin que se conozca a qué es debido este hecho.<br /><br />Servía para defender una entrada de la fortaleza que comunicaba con el Generalife. Un pasadizo, que termina en la Puerta del Arrabal, conduce a los cuarteles y baluarte que formaban la defensa de dicha fortaleza. Tenemos aquí la Puerta de Hierro, que fue reconstruida junto con el baluarte por los Reyes Católicos.<br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-bjL0lsGI/AAAAAAAAAds/wHNrmH3HMgk/s1600-h/DSC07998.JPG"></a>Es el más importante de los edificios de magnates que vivían en torno al Palacio Real en la época árabe y, su decoración, es la más antigua de la Alhambra. Ha sido conocida por múltiples nombres, según el habitante que la ocupara en cada momento, aunque desde finales del s. XVIII tomó su nombre actual. En un principio el edificio fue llamado "Partal", que significa pórtico, por el que formaban sus cinco arcos, que se reflejan en el estanque rectangular que hay entre ellos. Hasta 1924, año en que terminó su restauración, sufrió numerosas reformas por parte de sus distintos ocupantes para adaptarla como vivienda.<br /><br />Justo sobre esta torre terminamos el recorrido que, en forma de sueño o fantasía mágica, hemos trazado por todo el perímetro de la muralla de la Alhambra. Alzados en el balcón de viento por encima del gran conjunto de la colina y, por eso dueños de la tarde, del espacio, del airecillo, de los paisajes y de los sueños. Te digo:<br />- Y ahora, mira para el río.<br />Por el río Darro y, abajo en el gran barranco, nos queda el famoso Paseo de los Tristes con su plaza, sus puentes de piedra y las estrechas calles que suben por la cuesta. O al revés:<br /><br />Son las calles que chorrean,<br />desde el barrio del Albaicín,<br />y bajan por las laderas<br />buscando dónde dormir.<br />¡Mira qué son bellas<br />las calles del Albaicín!<br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYLg-nOO4I/AAAAAAAABAM/5R714ysSJWM/s1600-h/DSC07998.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5131301486626487170" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RzYLg-nOO4I/AAAAAAAABAM/5R714ysSJWM/s400/DSC07998.JPG" border="0" /></a><br />También ahí, las terrazas de los bares, los turistas amontonados comiendo, bebiendo y embelesándose con la robusta figura de la Alhambra sobre la colina excelsa. Me dices:<br />- Estoy haciendo lo que me pides y descubro que todo me parece pequeño, muy pequeño, visto desde este especial mirador nuestro, como colgado de las estrellas. Las personas que por allí caminan y los que hay en las terrazas de los bares, casi se quedan perdidos entre los árboles y las sombras del río. ¡Qué pequeños y qué poca cosa! Como si fueran muñecos hechos de tierra que se mueve por ahí buscando, sabe Dios qué. Y por eso ¿y sabes lo que pienso?<br />- Dímelo.<br />- Que yo sería ahora mismo una más entres esas personas sino fuera por ti. Y, sin embargo, estoy elevada en un balcón, sobre la Albaicín, sobre Granada, sobre el río Darro, sobre la Alhambra… Como si ya tuviera en mi propiedad y para siempre un pequeño paraíso casi en las puertas del cielo y por los prados de las estrellas. Como si fuera dueña de un mundo superior y mucho más importante y bello. Nunca creí que en Granada, alguien me enseñara a ver las cosas de esta manera, desde los balcones del viento, desde la dimensión de la eternidad, desde el reino de la Belleza.<br /><br />Y guardaste silencio y yo guardé silencio. Me alegré en mi corazón que fueras capaz de sentir una realidad nueva, la que es diferente, la que no pertenece ni a este suelo ni nadie puede conseguir nunca ni con todo el dinero del mundo. Y más me alegré cuando descubrí que estabas viendo las cosas desde esta belleza que las cosas muestran cuando se miran desde dentro. Por eso te dije:<br />- Es este un trozo de la ciudad de Granada que, desde que te conocí, he deseado enseñarte. Es la otra realidad, la que todos andamos buscando desde que nacemos hasta el último día de vida en esta tierra.<br />Y me diste las gracias diciendo:<br />- Luego, cuando pase un rato y de nuevo vaya contigo por el suelo, quiero irme por las sombras del bosque que rodea a la Alhambra por el lado sur. Quiero sentarme en uno de los bancos que hay entre esos jardines.<br />- ¿Y para qué quieres eso?<br />- Sentada en la sombra de esos árboles, voy a ponerme a oír la música rusa que un día me regalaste. Quiero gustarla desde aquí y así ver si soy capaz, al menos en sueño, de unir Rusia con España y mi ciudad de Kazán con esta ciudad de Granada. Para sentir y soñar que las fronteras y los idiomas y las culturas no deben separar nunca a las personas sino unirnos en lo universal: en el corazón, en el alma, en los sueños…<br /><br />Y ahora soy yo el que te da las gracias. Por estar a mi lado, por dejarme enseñarte la belleza que las cosas tienen dentro y por haber sido capaz de ver conmigo la Alhambra de una forma diferente a como lo hacen todos los que por aquí vienen. Te doy las gracias otra vez y te dije:<br />- Si me lo permites, quiero también sentarme contigo en los bancos que me has dicho. A tu lado y a la sombra de los bosques de la Alhambra de Granada. Para gozar de esa música rusa que tanto te gusta y comprobar a qué sabe saboreada desde aquí. Porque quiero soñar, como tú, que las fronteras entre los países del mundo no sirven para nada. Porque, cuando las personas caminamos por la vida cogiendo solo las flores de las cosas, como nosotros hoy, el mundo entero se transforma en algo nuevo. En una realidad tan fantásticamente bella como esta tarde los dos estamos comprobando.<br /><br />Y, a continuación te dije:<br />- ¿Sabes? Yo creo firmemente que si no hubiera eternidad, si no hubiera cielo, si nunca se hacen reales los sueños que soñamos, las cosas son y serán siempre pura materia. Vacía de todo. Pero también creo que, solo porque la belleza es real y existe y tiene vida propia, tiene que ser real la eternidad. Debe existir un sitio, en algún lugar del Universo, donde permanezca para siempre la belleza, lo hermosos, los sueños… Por eso creo firmemente en la eternidad, en el cielo, en la inmortalidad. En un mundo muy superior a este y sin fronteras ni idiomas ni culturas que separen a las personas. </span></div>laricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5290894110623661619.post-66416286614953472662007-09-17T08:54:00.000-07:002007-11-09T06:00:45.766-08:00Los rincones más bellos de Granada- 3<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>18 - Por las sombras del bosque de la Alhambra<br />Compartiendo la tarde contigo<br /></strong><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6yer0lrpI/AAAAAAAAAaE/Ja0-ZWLigvM/s1600-h/DSC07981.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111218867341209234" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="294" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6yer0lrpI/AAAAAAAAAaE/Ja0-ZWLigvM/s400/DSC07981.JPG" width="409" border="0" /></a><br />¿Te acuerdas dónde interrumpí mi paseo y relato sobre la Alhambra? Sí, exactamente junto a la fuente de los dos chorrillos. La que hay a los pies de la Torre de los Siete Suelos. Aquí me quedé, frente a la tarde, a la sombra del bosque, recibiendo la caricia del vientecillo y meditándote. Pidiéndote permiso y dándote mi mano para que me acompañaras por los lugares de estos rincones de Granada. Y también, perdido en el inmenso vacío que por aquí has dejado y, al mismo tiempo, asfixiado en el hondo océano de tu presencia por aquí.<br /><br />Pues, vuelvo a este punto y retomo mi paseo y relato. La acera que traía y venía bajando desde la Torre del Agua hacia la Puerta de la Justicia, ancha y escoltada por los arriates de arrayanes, sigue su recorrido. Discurre muy pegada a la muralla y rozando las torres que he visitado contigo. Ahora voy muy pendiente de los silencios y sombras que por aquí encuentro. Todo se me presenta, parece que cada vez más, lleno de tu ausencia. Ya sé que, hasta hace un momento, has estado conmigo recorriendo los sitios en la muralla de este palacio y llenándolos de ti y de tu gracia. Sigues todavía conmigo pero, lo mismo que cada tarde desde que te fuiste, solo en mi pensamiento y recuerdo. Sin embargo, es tan fuerte la presencia que de ti por aquí has dejado, que sí te veo y oigo y siento en cada latido del corazón. Por eso oigo que me dices:<br />- Mientras te acercas a la puerta principal de la Alhambra voy a sentarme en uno de los bancos que hay junto a la fuente del rellano.<br />Te pregunto:<br />- ¿Y qué vas a hacer ahí sola y sin tener con quién hablar en todo el rato?<br /><br />Me miras, sacas de tu bolso el reproductor de video y audio, me lo enseñas y dices:<br />- No me voy a quedar sola. Mientras recorres los interiores de la Alhambra voy a oír un poco de música. ¿Te acuerdas que me grabaste las mejores canciones de ese famoso cantante ruso?<br />- ¿La de Igor Talkov? Claro que me acuerdo.<br />- Pues estoy pensando que esta tarde y, en este sitio, es un buen momento, para desfrutarla despacio, sola conmigo, el silencio y las sombras de los árboles de este bosque.<br />Recuerdo, en estos momentos, que el reproductor también te lo he dejado prestado. Te lo dejé muchas veces para que vieras y oyeras videos de las cosas y noticias que han ocurrido en tu país lejano. Para que no se te olvidara mucho aquel mundo tan tuyo y lo tuvieras un poco más cerca ahora que estaba tan lejos.<br /><br />Así que te dejo en uno de los bancos de los muchos que hay entre estos jardines, contigo y la soledad y con la música de tu país. Pero antes de seguir te digo:<br />- Yo continuaré recogiendo las cosas que por aquí me vaya encontrando para contártelas luego y para dejarlas escritas en mi cuaderno.<br />- ¡Vale!<br />Y sigo. Sabiendo ahora que, además de estar presente en cada rincón de los que piso, también puedo imaginar que me esperas sentada en uno de los bancos que hay a la sombra del bosque de la Alhambra. Y voy a imaginarlo.<br /><br />He caminado despacio y ya me aproximo a la Puerta de la Justicia. Pero ¿sabías tú que, antes de llegar a esta torre, hay también una entrada a la Alhambra? Sí, la acera que recorro, de pronto se ensancha por la izquierda. En lo que es carretera asfaltada y por eso muy negra y que sube desde la Cuesta de Gomérez. Aparece un tramo de muralla por la derecha y en ella una puerta con un arco muy sencillo. A la derecha de este arco, también un sencillo letrero donde puedo leer: “Alhambra”. Es por esta puerta por donde pasan los taxis y otros vehículos que traen turistas y otras cosas a los recintos de la Alhambra. Por eso trazaron por aquí la carretera y abrieron la sencilla puerta en un tramo de la muralla. Entro por ella, dejándome, unos metros más adelante, la gran entrada de la Puerta de la Justicia. Remonto unos metros. Subo despacio como si tuviera miedo de encontrarte. ¿Miedo? No, solo que si fuera verdad enseguida creería que estaba soñando. Por eso miro sin prisa y me voy fijando en todo lo que ante mí aparece.<br /><br />¿Que te explique esta entrada tan insignificante al fabuloso recinto de la Alhambra? No tiene nada que explicar. Es un rincón muy artificial, lleno de asfalto, como te decía, arañado en lo antiguo y con poca identidad. Uno entra por aquí, como yo ahora mismo, y se queda como desorientado al descubrir que, así de sopetón, se encuentra frente al gran palacio de Carlos V. Sin más preámbulos ni presentación. Por eso, ni esta entrada ni el silencio ni el viento es por aquí importante ni tiene gran belleza. Sin embargo, te lo cuento y lo miro. Porque sé que por aquí estuviste. ¿Fue por esta puerta por donde entraste al recinto de la Alhambra aquel día que viniste con tu bicicleta?<br /><br /><strong>19 - La Alhambra no se entiende en profundidad<br />sin Dios, sin el cielo, sin la eternidad</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-aSr0lsEI/AAAAAAAAAdc/mr7wtbcG0lo/s1600-h/DSC02105.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111473747880423490" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-aSr0lsEI/AAAAAAAAAdc/mr7wtbcG0lo/s400/DSC02105.JPG" border="0" /></a><br />Y, a pesar de todo, la tarde es sencillamente bella. Traspasada, en su centro, por tu ausencia pero robusta toda en sí de eternidad. La tarde es hermosa, como el más transparente de los sueños a pesar de que faltes en toda ella. Así que si estuvieras, el alma se sentiría plena.<br /><br />¿Y sabes por qué te digo esto? Porque, aunque en estos momentos lamento tu ausencia y la forma en que te has ido de Granada, me deja muy lleno y fuerte la caricia que recibo del cielo. Su hondo y sincero abrazo. Desde el corazón mismo de la eternidad algo me está diciendo que es bueno el camino que recorro. Que es bueno que te dé las gracias y que te recuerde desde este lugar del mundo y desde este rincón del tiempo. Es bueno que crea en ti y más bueno es aun que lo deje escrito en mi cuaderno.<br /><br />Así que, desde la misma cumbre de la colina roja, desde el corazón mismo de la Alhambra de Granada, te regalo un nuevo ramo de eternidad, un nuevo sueño blanco, vestido del cielo y perfumado con el gozo que me brinca en el alma. Sigo la ruta que traigo poro aquí y te explico lo que por estos rincones me voy encontrando.<br /><br />Y te decía que, nada más subir la pequeña cuesta que hay, desde la entrada menor al recinto de la Alhambra, me encuentro frente al gran palacio de Carlos V. El que tú también viste y por eso sabes que se alza justo en el centro total de esta cumbre. En el mismo centro, entre los viejos edificios, lo levantaron. Al lado justo de los palacios árabes, al comienzo de lo que fue la Medina, ciudad pequeña muy pegada a los palacios y al comienzo también de la Alcazaba, recinto militar para defender a la Alhambra. Me paro justo en frente de la fachada de este palacio renacentista, en su lado sur, y miro despacio. Sin prisa ninguna y dejando que el vientecillo me siga refrescando los brazos, la cara, el alma…<br /><br />Sí, digo bien cuando pronuncio la palabra “alma”. Porque el viento de Granada, el que sube desde la vega y por estas cumbres se escapa en busca de las montañas de Sierra Nevada, siempre es como un beso que el cielo regala al alma. Como si Dios mismo estuviera ahora por aquí llenando la tarde de su gracia. Regalándome el beso, la caricia, el abrazo, el consuelo y la esperanza, que nunca quisiste darme. ¡Fíjate qué desatino! Lo que abraza amorosamente y llena de besos Dios, desde su cielo, lo dejas abandonado y sin ni siquiera una palabra que lo explique. ¿Sentiste alguna vez, en algunos de los días que estuviste en Granada, el beso del viento en el alma? ¿Sentiste el abrazo de Dios el día que viniste a visitar la Alhambra? A lo mejor sí y nunca me dijiste de esto nada.<br /><br />Y te hago esta pregunta porque pienso que si no sentiste o gustaste las cosquillas de este beso y el calor de este abrazo, no has podido ni podrás nunca entender bien lo que es la Alambra ni Granada ni el perfume de su viento. Porque, los viejos palacios, las calles de la antigua ciudadela junto a estos palacios, los jardines, el agua, el viento, el cielo, las murallas con sus torres, las puertas, las piedras y la tierra roja, el silencio y el caminar de las tardes y mañanas por esta cumbre de la montaña, no se entiende bien si no se es amigo del Dios, del cielo, de la eternidad. Porque la Alhambra de Granada no es solo los palacios, las paredes o las murallas clavadas sobre las cumbres de esta montaña. Este lugar del mundo es pedestal, robusto y claro, de Dios y la eternidad. Por eso Él siempre recibe aquí, dando besos en el alma desde el viento que sube desde la Vega de Granada y regalando abrazos desde los silencios verdes y azules de estas montañas. Sencillos abrazos y dulces besos, invisibles como la caricia del viento, para que el alma sepa que nada hay más grande en esta tierra. ¿Sentiste por aquí el abrazo de Dios el día que viniste a visitar la Alhambra?<br /><br />Si no fue así, no te preocupes. Si cuando viniste por aquí, con el deseo de conocer a la Alhambra, no lograste verla desde dentro, desde el corazón y el alma, ahora no te preocupes. Aquí estoy yo esta tarde, recorriendo los sitios para poner en cada uno de ellos tu nombre y para guardarlos en las páginas de mi cuaderno. Para regalártelos en cuanto pueda al fin de que lo sepas y descubras una visión distinta de las cosas de esta tierra. Por eso sigo y te cuento.<br /><br />Y te decía que, nada más llegar, a la izquierda veo una pequeña explanada. Ahí han puesto unos viejos cañones, de hierro macizo. Como si fueran piezas de museo y para decorar. No tienen gran valor pero aquí están. A la derecha me saluda la iglesia, reconstruida no hace mucho y al frente, como ya de he dicho, el palacio renacentista. Me saluda y lo saludo y lo observo despacio. Al fondo y, allá a lo lejos, se ve el barrio del Albaicín, sobre su cerro particular y más arriba corona la ermita de San Miguel Alto. Y ya, al final del todo, se ve el bosque y luego el cielo. Es un cuadro fantástico. Por eso se me clava dentro y por eso te lo regalo.<br /><br />¿Que quieres saber un poco más de este gran palacio, algo menos viejo que el resto de las construcciones en esta cumbre? Pues te cuento brevemente: El origen del Palacio de Carlos V, justo en el centro de la colina de la Alhambra, se debió a la necesidad de un lugar que reuniese todas las comodidades de la época para el emperador y su familia, ya que el Alcázar, que era su residencia de verano, no cubría sus necesidades.<br /><br />Carlos V ordenó la construcción del palacio. El arquitecto fue Pedro Machuca, un enamorado del renacimiento y de acreditada experiencia. La construcción comenzó en 1527 y finalizó en 1957. La obra pasó por varias etapas, falta de fondos, sublevaciones que pararon los trabajos... Los techos llegaron a hundirse por abandono.<br /><br />El palacio es cuadrado, con una fachada principal de 63 metros de ancho por 17 metros de alto. Destaca su patio circular en el centro, único en su estilo y la obra más importante del renacimiento en España. Sólo están decoradas las fachadas sur y oeste en su totalidad. La norte y este, sólo en parte, debido a que el edificio esta unido al Alcázar de la Alhambra.<br /><br /><strong>20 - Por el corazón de la Alhambra</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-cy70lsHI/AAAAAAAAAd0/7rlCCcK4LgQ/s1600-h/DSC02122.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111476500954460274" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-cy70lsHI/AAAAAAAAAd0/7rlCCcK4LgQ/s400/DSC02122.JPG" border="0" /></a><br />Y ahora desde aquí, en el corazón mismo de la Alhambra, en el mismo corazón de la tarde, con mi soledad y el viento que me abraza, podría irme por cada uno de los rincones y contártelos despacio. Con muchos detalles, diciéndote sus nombres, las fechas y todas esas cosas que se dicen en estos casos. Como en las guías para los turistas. Pero no.<br /><br />Desde el corazón de la Alhambra y desde el corazón de la tarde y mi soledad, sin más compañía que tu recuerdo, voy a irme para mi derecha. Por la única calle que hay por aquí y, que en otros tiempos se le conocía con el nombre de Calle Real. Va desde el mismo palacio de Carlos V hasta la entrada al parador de San Francisco. Aunque en otros tiempos, cuando todo esto era ciudad junto a los lujosos palacios, esta calle seguía casi hasta el Puente Nuevo, por donde se pasa ahora, desde la Alambra Alta, a los jardines del Generalife.<br /><br />Pues voy a irme por esta calle hasta llegar a donde ya no pueda seguir, porque son los sitios que, para verlos, hay que pagar. No he sacado ninguna entrada para pasar a los lugares que son de pago. Por eso, me conformaré con dar un paseo por aquí, mirar los sitios y cosas que me vaya encontrando y pensar que en todos ellos estuviste. Miraré las ruinas de las casas que, en aquellos lejanos tiempos, formaron la ciudadela junto a los palacios. Me pararé un rato frente a la iglesia y, desde su explanada, meditaré frente al Albaicín y frente al rincón donde estuvo el cementerio real. Y, al descubrir el empedrado de esta explanada en la entrada de la iglesia, te recordaré subiendo por las calles del Albaicín y asombrándote con el empedrado de los rincones de Granada.<br /><br />Meditaré un rato frente a los jardines de los viejos palacios, por la izquierda mía y desde fuera y observaré allá a lo lejos las construcciones del Generalife. Pero ya te he dicho que hasta este sitio, desde aquí, no puedo llegar porque no he comprado entrada. Solo podré recorrer aquellos rincones que por aquí permiten visitar sin pagar.<br /><br />Cuando viniste por aquí ¿si entraste y viste despacio los hermosos jardines del Partal? Nunca me lo dijiste pero supongo que sí. Y supongo que te gustaron mucho. Pero sí sé que, una de las cosas que más te han gustado de esta ciudad de Granada, son las plantas, el verde, el aroma y frescura que hay en los jardines de muchas casas. Por eso, en más de una ocasión, me has dicho:<br />- En mi ciudad de Rusia, nosotros no tenemos estas cosas. Patios con jardines llenos de toda clase de plantas, flores y tanta agua, no he visto yo nunca por ningún sitio nada parecido a lo que veo por muchos de los rincones de Granada.<br /><br />Pues eso, que si estuviste en los grandiosos jardines del Partal, seguro que fue para tus ojos un gran espectáculo. Seguro que te impresionaron mucho. Por eso yo esta tarde, pensando en la dicha que sentiste cuando aquel día estuviste, también te regalo este rincón de la Alhambra. Para que tu perfume y recuerdo se funda con el perfume y frescura de esta agua y plantas. Que nunca puedas tu decir, en ninguna parte del mundo, que nadie te ha querido en Granada.<br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-dV70lsII/AAAAAAAAAd8/uBfVM4n9HM4/s1600-h/DSC02102.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111477102249881730" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-dV70lsII/AAAAAAAAAd8/uBfVM4n9HM4/s400/DSC02102.JPG" border="0" /></a><br />Y, al llegar al Parador de San Francisco, me vuelvo para atrás. Rodeo los muros del palacio Carlos V, recorro su explanada, en la fachada principal. Porque, por delante de la fachada grande de este palacio, se abre una gran planicie. La ando sin prisa y, en un pequeño letrero, leo: “Palacios Nazaríes”. La flecha indica que se encuentran por detrás de Carlos V. Desde esta explanada, aunque no quiera, no tengo más remedio que asombrarme con la imagen del barrio del Albaicín, allá a lo lejos. Es una gran panorámica la que desde aquí se ve. Por allí estuviste y por aquí también.<br /><br />La llanura, por delante del palacio renacentista, es como una plaza, algo cuadrada. Está pavimentada con grandes bloques de piedra, tiene asientos a los lados y también sombras. La fachada del palacio es muy bonita y a los jardines se les ve muy cuidados. También la limpieza es mucha y esto sí que se agradece. Da gusto venir a estos sitios aunque solo sea para dejar que acaricie el viento, soñar algo y mirar despacio.<br /><br />Voy a asomarme al patio de este grande palacio. Tú sí lo conoces. Porque, a pesar de todo, has visitado muchos lugares de Granada y has visto muchas cosas en esta ciudad. Es propio de la juventud que ahora tienes y de la inquietud que en ti llevas. Dos grandes valores que te ponen en un muy concreto lugar del mundo y entre los humanos.<br /><br />Este patio, redondo y alto, por su grandeza y suntuosidad, es una de las más bellas creaciones del Renacimiento. Su amplio círculo, de 30 m. de diámetro, ocupa el centro de la construcción y le rodea un ancho pórtico con 32 columnas dóricas. Las columnas, de piedra pudinga de Loja, corresponden a otras tantas pilastras que decoran el muro del claustro, entre las que se abren arcos, hornacinas y puertas para comunicar con las diversas dependencias del edificio. Igual disposición ofrece la parte alta, que tiene columnas jónicas apoyando un entablamento de piedra de Elvira que forma un anillo de sorprendente ejecución.<br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-dyr0lsJI/AAAAAAAAAeE/rVmw4pBzj2M/s1600-h/DSC02108.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111477596171120786" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-dyr0lsJI/AAAAAAAAAeE/rVmw4pBzj2M/s400/DSC02108.JPG" border="0" /></a><br />Está pavimentado con adoquines de piedra negra y forma un círculo en el centro donde convergen cuatro franjas. Y, justo en este centro, ahora mismo se concentra un grupo de jóvenes. Juegan, ríen, cantan… Y, sin saberlo ellos, le regalan a la tarde y al momento una muy hermosa pincelada fresca. Como sé que aquí estuviste, pues te regalo el momento, la sombra, la alegría de estos jóvenes y el airecillo amigo.<br /><br />Salgo y me voy por la explanada, para el lado derecho. Para acercarme a la muralla, asomarme a ver con más detenimiento el barrio del Albaicín que recorrí y te regalé la otra tarde y para, desde aquí, haces algunas fotos. Se ve muy bien gran parte del barrio viejo sobre la colina gemela a la de la Alhambra. Distingo con todo detalle la ladera de las cuevas, la ermita, la muralla que sube desde la Cueva de Chorrohumo… Y en este lado, en la colina donde se asienta la Alhambra, en primer plano me quedan los tejados de los Palacios Nazaríes, al fondo el Generalife y más al fondo, los paisajes por donde la Silla del Moro. Es una gran panorámica la que se puede observar desde aquí. Por eso mi siento sobre la pared que me sujeta hacia los jardines y miro.<br /><br />Observo despacio y dejo volar mi pensamiento. ¿Y sabes qué es lo que me digo? Que este sito, ahora mismo se me presenta, como una imagen viva de las grandes verdades de nuestras vidas. De la tuya, de la mía, la de los otros, la de la humanidad entera. ¿Que por qué pienso esto? Porque, sin pretenderlo, mirando las ruinas que por aquí hay adosadas y protegidas por los mejores murallas, creo que todo se parece mucho a la vida de cada uno de nosotros. Las personas, cada uno de nosotros, construimos palacios, alzamos murallas, sembramos jardines, los decoramos con nuestros mejores sueños y nos decimos a nosotros mismos que todo va a durar para siempre. Que por mucho tiempo que pase y muchos malos momentos que se presenten, lo nuestro sí va a resistir el paso del tiempo.<br /><br />Y no es así. El tiempo pasa lento pero sin detenerse y desmorona hasta lo más fuerte palacios y, sobre las ruinas, vuelven las cosas a surgir de nuevo. Todo sigue continuamente cambiando. Nada queda para siempre aunque dure diez o veinte siglos. Al final, nuestros palacios, las murallas con las que lo rodeábamos, los jardines, las fuentes, los paseos… se los lleva por delante el tiempo, quedando reducido a piedras y ceniza. Incluso olvidados y también perdido en el hondo océano de la historia. Y, un claro ejemplo de lo que te digo, es lo que sobre esta colina ahora mismo tengo ante mis ojos.<br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-eDr0lsKI/AAAAAAAAAeM/iIOBLGr7hRg/s1600-h/DSC02100.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111477888228896930" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-eDr0lsKI/AAAAAAAAAeM/iIOBLGr7hRg/s400/DSC02100.JPG" border="0" /></a><br />Así que ¿sabes lo que pienso? Que me alegro mucho de ir recogiendo en mi cuaderno tus cosas y mis cosas y mis sueños. Para que queden escritos y permanezcan siempre. Y más me alegra que todo esto yo lo vaya elevando al cielo. Donde realmente nada se va a llevar nunca por delante el tiempo. Porque estoy muy convencido, como ya te he dicho, que solo lo que se cimienta sobre las colinas del cielo y los pilares de la eternidad, permanece siempre. Lo demás, incluso hasta la bellísima Alhambra de Granada, con sus palacios, jardines, fuentes y paseos, se lo lleva por delante el tiempo. Y lo destruirá, lo derribará, lo transformará… Aunque dure diez siglos, ningún palacio construido por los humanos y con piedras y tierra, será nunca eterno. Ni siquiera la Alhambra de Granada.<br /><br />Tampoco tú ni yo ni ningún ser humano. Pero te digo lo de tantas veces: lo que llevo en mi corazón, lo que sueño, lo que desde el alma me eleva a las colinas del cielo y queda en la presencia de Dios, eso sí que tiene valor para siempre. Jamás lo desmoronará el paso del tiempo. Por eso hoy y ahora, tengo una razón más para seguir creyendo en Dios, en el cielo, en la eternidad. También en ti y en todas aquellas cosas que busco entre los recuerdos que por aquí has dejado.<br /><br />Dejo mi asiento y meditación y me vengo para el lado de la Alcazaba. Tampoco podré pasar a este recinto porque ya te he dicho que no en comprado entrada. Pero, solo verlos por fuera, también agrada mucho. Son bonitos estos rincones. Me gusta mucho la gran plaza, de tierra y casi rectangular, que se extiende a la entrada de la Alcazaba. En la pared veo un letrero que dice: “Plaza de los Aljibes”. Este es su nombre. ¿Y sabes? Justamente esta plaza, es el trozo de terreno que separa la parte militar de la Alhambra de la parte residencial, ciudadela y palacios. Y se encuentra justo donde la colina comienza a estrecharse mucho. Por eso, todo lo que ocupa la Alcazaba, es el último espolón de la colina, la parte más estrecha, la que se alza sobre las mismas casas de Granada. Y, justo al final de este espolón es donde se alza la gran Torre de la Vela. ¿No lo recuerdas?<br /><br />Voy a darme una vuelta por esta plaza para llenarme un poco más de las cosas que hay en esta cumbre. Y mientras la ando o me siento, te voy a comentar algunos datos más del recinto de la Alhambra. Por ejemplo: ¿sabes cual es la extensión total que hay dentro de la muralla? ¿No? Pues te lo voy a decir:<br /><br />Los tres grandes bloques de la Alhambra, la Medina, la Rauda, juntos con los palacios y la Alcazaba, ocupan una superficie de casi 105.000 metros cuadrados. La colina llamada la Sabika, se alza a 700 metros sobre el nivel del mar. Esta colina es un espolón de Sierra Nevada. Penetra en la fértil vega agrícola granadina que es, en la actualidad el principal foco de actividad económica de la ciudad, así como lo fue en tiempos medievales. En la colina de la Alhambra, los distintos espacios situados intramuros están acomodados a los desniveles del terreno sin que fuera preciso realizar grandes movimientos de tierra, adaptándose y aprovechando sabiamente las diferentes cotas, lo que constituye una de las más destacables características de su arquitectura.<br /><br /><strong>21 - Festival de música y danza de Granada,<br />historia de un sueño</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-e5L0lsLI/AAAAAAAAAeU/FJ-lFxG9ris/s1600-h/DSC08021.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111478807351898290" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-e5L0lsLI/AAAAAAAAAeU/FJ-lFxG9ris/s400/DSC08021.JPG" border="0" /></a><br />Del Festival de Música y Danza de Granada, también te hablé. Y te di noticias con entusiasmo para animarte y que no te perdieras estas cosas tan buenas. ¿No te acuerdas? Un día te dije:<br />- Antes de marcharte deberías aprovechar e ir a los conciertos en la Alhambra, a las obras de teatro en el Generalife, al cante flamenco en el barrio del Albaicín, al baile en el Corral del Carbón…<br />Y me preguntaste:<br />- ¿Me estás pidiendo que me anime y que no me pierda el gran espectáculo de este festival de música y danza?<br />- Exactamente esto es lo que te estoy diciendo.<br /><br />Pero te fuiste de esta ciudad y todavía no sé si algún día disfrutaste de alguno de estos conciertos, obras de teatro o cante flamenco. No me lo dijiste. Sin embargo, ¡si supieras con cuanta ilusión he soñado compartir contigo algunos de estos espectáculos! Tanta que, quizá por eso, anoche tuve un sueño. Ya te habías ido de Granada. Desde hacía casi un mes vivías en tu Rusia del Alma. Pero como en mi corazón y por los rincones de Granada, te has quedado con tanta fuerza, en mi sueño vi las cosas de esta manera.<br /><br />Una carroza color oro y plata, se acercó a tu residencia. Llegaba tirada por cinco hermosos caballos. Los dos más cerca de la carroza, rojos, los dos siguientes, negros y el primero, en solitario y como guiando a los cuatro de atrás, blanco. Vienen a recogerte para llevarte a un gran concierto que se celebra en Granada. Los caballos que tiran de la carroza se paran en la misma puerta de tu residencia. Un joven muy elegante, vestido de blanco, te esperó unos minutos y, al verte salir de la residencia, se te acercó ofreciéndote sus respetos. Te saludo cortésmente y te dijo:<br />- Sube a esta carroza. La he traído para que vayas al gran concierto que hoy se celebra en Granada.<br />Le diste las gracias. Toda estabas vestida de blanco, como la misma luz del alba. Subiste a la carroza y el joven dio órdenes a los caballos para que se pusieran en marcha. Lentamente lo hicieron y, por la amplia avenida de tu ciudad universitaria, se deslizó la carroza. Arrastrada por los cinco hermosos caballos que te he dicho y brillando al primer sol de la mañana.<br /><br />Surcaste, subida en esta carroza, varias de las calles más bellas de Granada: Jardines del Triunfo, Gran vía de Colón, Reyes Católicos… Y, ya en Plaza Nueva, el joven te dijo:<br />- Hemos llegado. Este es el sitio.<br />Te ofreció su mano para ayudarte a bajar de la carroza y, en ese momento, le preguntaste:<br />- ¿Dónde es el concierto?<br />Te indicó él con su mano diciendo:<br />- Mira al frente y verás el escenario.<br />Miraste al frente y tus ojos se asombraron. Todo estaba, para ti, hermosamente preparado.<br /><br />El gran escenario, como de cristal transparente y colocado sobre invisibles pilares de viento, se abría ampuloso desde Plaza Nueva, río Darro arriba, por las laderas de la Alhambra y las del barrio del Albaicín. Pero todo, balcones, palcos, sillones, suspendidos en el aire por encima de las casas y de las aguas del río Darro. Y, en el centro, a la altura del Paseo de los Tristes, estaban los músicos preparados. Esperando tu presencia para dar comienzo al concierto. Todos también vestidos de blanco y con sus instrumentos brillando como el oro de la carroza. ¡Que fabuloso escenario y qué resplandor azul claro desprendías!<br /><br />A una señal del joven vestido de blanco, te sentaste en el balcón de cristal que colgaba desde la cumbre de la Alhambra. Todos los demás espectadores también se sentaron y, a una señal del director, la orquesta inició su concierto. ¡Qué música más bella comenzó a oírse y qué serenidad y sensación de cielo se derramaba por el gran barranco del escenario! Muy concentrada y atenta, desde tu mirador de viento, escuchabas. Y la música resonaba como manada de las aguas del río. ¡Qué gran concierto y qué delicadamente bello se percibía todo!<br /><br />Yo solo podía verte desde no sé qué lugar invisible. Pero te veía y estaba alegre. Me decía, como susurrando al viento: “Por fin has venido a los conciertos del Festival de Granada. Antes de que te fueras yo quería que gozaras de esto”. No me dijiste nada. Pero ahora, esta mañana, cuando me despierto, el sueño que acabo de tener, también me alegra. Por fin ya he visto cumplido mi deseo. Aunque solo sea en sueño. Pero también estoy triste. Porque sé que te fuiste de Granada, de Andalucía, de España, y no gozaste, como yo soñaba, del Festival de Música y Danza de esta ciudad.<br /><br />Sin embargo ahora y, para tu información, te pongo aquí dos pinceladas de lo que ha sido, este año, este evento: Del 22 de junio al 8 de julio de 2007 se celebró la 56 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada con un notable éxito de público y de crítica. Esta es una de las citas más atractivas a comienzos de verano en España. Tiene su origen en los conciertos sinfónicos que desde 1883 se celebraban en el Palacio de Carlos V y en el Concurso de Cante Jondo, convocado en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra en 1922, con la asistencia de Federico García Lorca, Manuel de Falla, Ramón Gómez de la Serna, Santiago Rusiñol y otros intelectuales y artistas de la época. </span><span style="font-family:arial;"><br /></div><div align="justify"><br />Constituye una verdadera eclosión de actividades artísticas, con gran repercusión nacional e internacional, celebradas en los rincones más emblemáticos de la ciudad. Los conciertos de grandes orquestas sinfónicas en el Palacio de Carlos V, la danza y el ballet en el teatro al aire libre de los Jardines del Generalife, los recitales en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra, conciertos matinales en iglesias y monumentos de Granada, junto a los trasnoches de flamenco y músicas del mundo en los barrios típicos del Albaicín y el Sacromonte, congregan cada año a más de 30.000 personas, que acuden atraídas por la magia del espectáculo en espacios únicos. Todo ello, unido al mejor patrimonio de Granada, sus monumentos, sus jardines y su historia, sumergen a la ciudad y al visitante durante los primeros días del verano en una atmósfera de fiesta que crece año tras año.<br /><br />Este año se ha vendido el 97.5% de las entradas y ha sido secundado por unos 58.147 espectadores. La recaudación en taquilla es aproximadamente de 654.000 euros. Los Curso Manuel de Falla concentraron a 168 alumnos de toda España. Del aforo puesto a la venta, 26.663 localidades, se vendieron 26.001, lo que supone una ocupación del 97.5%. A esta cifra hay que sumarle el número de asistencia a otros conciertos, Matinales y Cafés Concierto, que asciende a 2.991 personas, lo que aumenta el aforo total en 28.992.<br /><br /><strong>22 - Saliendo del reciento amurallado de la Alhambra<br />Puerta del Vino y Puerta de la Justicia<br /></strong><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-2Kr0lsMI/AAAAAAAAAec/Q5oJ0iH1Vwg/s1600-h/DSC02138.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111504396767047874" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-2Kr0lsMI/AAAAAAAAAec/Q5oJ0iH1Vwg/s400/DSC02138.JPG" border="0" /></a><br />La Puerta del Vino se encuentra entre la Alcazaba y los palacios de la Alhambra. Justo en el mismo lomo de la gran colina, volcando un poco para el lado de la Puerta de la Justicia. En un trozo de terreno que, en forma de pasadizo no muy ancho, une la parte de la Alhambra Alta y palacios con el recinto militar de la Alcazaba. Es como la primera puerta que hay que franquear, si se sale para ir hasta la de la Justicia o la segunda puerta que hay que atravesar, si se entrar, después de haber dejado atrás la de la Justicia.<br /><br />¿Y sabes? Yo creo que cuando viniste a visitar estos rincones de la Alhambra, pasaste por esta puerta y te fijaste mucho en ella. ¿A que no me equivoco? Por eso también creo que gustaste de la gran belleza acumulada en esta torre y te quedaste asombrada de ella. Pero, por si alguna vez más en tu vida vienes por aquí, voy a decirte que el mejor sitio para admirar y disfrutar de la majestad de este monumento es justo desde el lado de la Alcazaba. Al atravesar la Puerta del Vino, al frente y antes de subir por el callejón que lleva a las torres de la Alcazaba, ahí justo es el sitio que te digo. Sentada en las escaleras de piedra, frente a la vieja Puerta del Vino. ¿Hiciste tú esto?<br /><br />¿Qué dibuje para ti un par de pinceladas con la historia de la Puerta del Vino? Brevemente te digo que, la Puerta del Vino es una de las construcciones más antiguas de la Alhambra, quizás de la época de Mohamed II. Hoy se ve aislada a un lado de la Plaza de los Aljibes aunque posiblemente formaba parte de un conjunto de construcciones que cerraba la citada plaza. Desde 1556, los vecinos de la Alhambra depositaban en esta puerta el vino que consumían y que estaba exento de impuestos, lo que explica de donde proviene el nombre, aunque existe otra teoría que dice que su nombre procede de una simple equivocación, una confusión entre las palabras «Bib al-hamra'», Puerta Roja o Puerta de la Alhambra, que se supone el nombre original de la puerta, y «Bib al-jamra», Puerta del Vino, lo cual también probaría que ésta era la puerta que permitía el acceso a la Alhambra Alta.<br /><br />La fachada exterior es la más antigua. Posee un arco de herradura apuntado y dovelas rebajadas en relieve. En su dintel aparece el símbolo de una llave con un cordón y un tablero de escayola que reza: «Gloria a nuestro Señor el Sultan Abu 'Abd Allah al-Gani Billah», Mohamed V. En la fachada posterior se puede ver un arco con enjutas guarnecidas de decoración policroma de ladrillo. Sobre el arco, aparece un dintel adovelado que sirve de apoyo al segundo cuerpo, donde se encuentra un balcón en el que se puede leer, junto al escudo de los reyes nazaríes y en el cruce de sus arcos, «Sólo Dios es vencedor».<br /><br />Pues ya vuelvo de dar mi pequeño paseo por la Plaza de los Aljibes, me aproximo a la Puerta del Vino, la dejo atrás y, desde aquí mismo, una calle ancha empieza a bajar. Toda empedrada y muy limpia. Avanzo por ella bajando despacio y ya me voy despidiendo del conjunto de la Alhambra. Porque, siguiendo esta calle, vertiente al barranco de la Cuesta de Gomérez, me dirijo a la Puerta de la Justicia. Y, según voy bajando, por la izquierda, va escoltando la vieja muralla y, por la derecha, un jardincillo, unas escaleras y unos edificios de piedra. Son de construcción moderna. Justo aquí hay un módulo con varios servicios para las personas que visitan estos recintos. Aseos, correros, para comprar bebidas y teléfono. No tienen, estos edificios, ningún valor histórico.<br /><br />Me voy acercando a la gran puerta de la Justicia, sabiendo que, justo al atravesarla, daré por terminada esta visita mía, regalo para ti, a los rincones de la Alhambra. En cuanto cruce esta puerta, ya me encontraré al otro lado de la gran muralla. Fuera del recinto histórico sobre la colina aunque todavía me encuentre en el centro de las alamedas y jardines que caen por las laderas de esta gran cumbre. La fachada de la Puerta de la Justicia es de ladrillo, tiene un letrero, con el nombre escrito, clavado en la pared y un gran portón de madera, hierro y bronce. Todo de gran belleza. Y sobrecoge pensar en la fantástica y extensa historia que estas paredes guardan. También, seguro, tu figura de cuando aquellos días pasaste por aquí. ¿Te impresionó tanto como ahora a mí?<br />Nada más entrar, al frente, veo algo que me sorprende. En uno de los huecos existentes para la guardia, veo un retablo donde puedo leer: «Los muy altos cathólicos y muy poderosos señores don fernando y doña ysabel rey y reyna de nuestros señores, conquistaron por fuerça darmas este reino y cibdad de granada, la qual después de auer tennido sus altezas en persona sitiada muncho tienpo el rey moro muley hazen les entregó con su alhanbra y otras fuerças a dos días de enero de mil y CCCCXCII años. Este mismo día pusieron en ella por alcayde y capitán a don yñigo lopez de mendoça conde de tendilla su vasallo, al qual partiendo sus al. De aquí dexaron en la dicha con quinyentos cavalleros e mill peones e a los moros mandaron sus al. Quedar en sus casas en la cibdad e sus alcarias como primer estavan. Este dicho conde por mandamyento de sus al. Hizo hazer este algibe.</div><br /><div align="justify">Sigo avanzando despacio, como con veneración y comienzo a recorrer el pasadizo. Una bonita rampa que desciende toda pavimentada con ladrillos y trazando curvas. Las voy contando y me sale siete. Y, antes de salir, miro para arriba y me digo que es grandiosa la obra que hicieron en la entrada principal a la Alhambra. Pero comprendo que es normal. El recinto de la Alhambra tenía que tener una entrada acorde a la dignidad que le corresponde. Una entrada que fuera robusta, para ofrecer seguridad y al mismo tiempo hermosa y grande. Y lo consiguieron. Yo hoy, todavía dentro de este pasadizo, me quedo un rato, miro despacio y guardo silencio. Sin palabras pero con tigo en mis pensamientos. Me gustaría que estuviera y vieras y sintieras lo mismo que yo ahora. Pero sigo. Sé que lo que sueño nunca se podrá hacer real. Y sé también que solo soñarlo es bello, muy bello.<br /><br />Supero lo que sería el umbral, en los primeros metros de la entrada y salgo al espacio abierto que hay fuera del recinto amurallado. Y sí que es un gran espacio lo que enseguida se abre al frente. Como una ancha avenida de tierra, escoltada por la izquierda por jardines preciosos. Por la derecha continua la pared. Pero en este caso ya no es la muralla que protege al recinto de la Alhambra. Te la explico: desde la misma Puerta de la Justicia, por la derecha según se sale, se prolonga un trozo de muralla. Seguro para darle más dignidad a la entrada y para sujetar, en su frontal, por el lado de abajo, a un gran pilar. El famoso pilar de Carlos V. Te comentaré algo más, de este recinto, dentro de un rato.<br /><br />Porque ahora, sigo bajando por la ancha avenida que me acoge al salir. Una acera muy ancha por la derecha y pegada a la muralla del pilar y, por el centro, todo tierra. Por la izquierda veo una fuente con tres pequeños chorros de agua y unas letras donde puedo leer: “Granada, a Washington Irving, 1859-1959” De este famoso escritor, autor de los Cuentos de la Alhambra, tendré que hablarte algún día. Creo que no has leído su libro y puedo entenderlo. Pero quiero que sepas que con la apasionada descripción que, en este libro hace de las salas más conocidas de la Alhambra y la romántica narración de las leyendas que, se suponía, habían acontecido entre sus muros, la publicación de los cuentos en 1832 y, sobre todo, su reedición y distribución masiva a partir de 1857, supusieron una conmoción tan grande en todo el mundo e hicieron tanto por la fortaleza y por la propia ciudad de Granada, que Washington Irving tiene una placa en su memoria junto a la Puerta de la Justicia. También la parte del monumento en que residió durante aquellos meses, está bautizada con su nombre.<br /><br />Son espesos los jardines por el lado de esta fuente. Solo unos metros más abajo ya me encuentro con la carretera que sube desde la Cuesta de Gomérez. Justo aquí y, a la altura del Pilar Imperial, traza una cuerva esta carretera y se va para el lado de la Torre de lo Siete Suelos. Es esta la carretera asfaltada por donde pasan los coches que llegan hasta el corazón de la Alhambra. La misma carretera por la que, hace uno rato, sin dignidad, me daba paso al interior del reciento amurallado. Ya te lo dije. Pero sé que tú, cuando por aquí viniste con tu bicicleta, subiste por esta carretera y llegaste al corazón de la Alhambra entrando por la puerta pequeña. La de los coches y carretera asfaltada.<br /><br /><strong>23 - Te encuentro sentada en los bancos del Pilar de Carlos V </strong><br /><strong>a la entrada de la Alhambra, por la Puerta de la Justicia</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-21L0lsNI/AAAAAAAAAek/F-qg2Zo93mY/s1600-h/DSC08003.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111505126911488210" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-21L0lsNI/AAAAAAAAAek/F-qg2Zo93mY/s400/DSC08003.JPG" border="0" /></a><br />Donde ya se encuentra el Pilar de Carlos V, saliendo por la Puerta de la Justicia, a la derecha y junto a la construcción defensiva, hay unas escaleras. Para acceder al rellano que se extiende justo por delante del pilar. Y estas escaleras, muy anchas y de piedra, tienen siete escalones. Se bajan, dejan en un primer rellano, empedrado, ancho y largo y, de este desnivel se va descendiendo a un segundo rellano, dos escalones en cada uno y así, hasta cinco desniveles diferentes. El quinto rellano ya se encuentra justo delante del pilar. En este punto se abre la explanada, casi rectangular y también toda empedrada. Dibujando figuras caprichosas con los colores blancos y negros de las mismas piedras.<br /><br />Por el lado que da al barranco de la Cuesta de Gomérez,<br />La explanada que hay por delante de la fuente, tiene una pared. Para sujetar la llanura de este rellano en la ladera que cae. Y, esta pared, está construida en forma de asiento con cinco desniveles. De tal modo que, cuando una persona se sienta aquí, queda enfrentada al pilar y a su frontal. Como si el asiento en esta pared estuviera concebido expresamente para esto. Para sentarse a contemplar y meditar con la visión de la fuente a diez metros por delante. Por detrás de la pared que es asiento, toda la ladera hasta el barranco de la Cuesta de Gomérez, es un espeso y alto bosque. La sombra de estos árboles, casi a cualquier hora del día, se derrama espesa por los bancos de la pared. Y, también como, casi a cualquier hora del día por aquí corre airecillo, agrada mucho sentarse en estos bancos.<br /><br />¿Qué te explique la historia de este pilar, de la explanada y de su banco? Pues sí, para que lo sepas, te diré que el Pilar de Carlos V, conocido con el nombre de Pilar de las Cornetas, es del siglo XVII y fue construido por el Conde de Tendilla. Lo trazó Pedro Machuca, lo ejecutó en 1545 el italiano Nicolao de Corte y lo restauró en 1624 el escultor Granadino Alonso de Mena, con motivo del viaje de Felipe IV a esta ciudad. Tiene dos cuerpos, alzados sobre una pila rectangular de 11,20 metros de larga por 1,70 de ancha y 0,95 de alta. El primero, dividido en tres tableros separados por pilastras decoradas con ramas de granado y escudos de la casa de Tendilla, tiene en los centros de cada tablero, arrojando agua por las bocas, mascarones que algunos interpretan como símbolos de los ríos de Granada, Darro, Genil y Beiro. En el segundo cuerpo, un tarjetón adornado de cintas y lazos y la inscripción «Imperatori Caesari Karolo quinto Hispaniarum regi». En los pedestales que lo encuadran destacan el aspa, eslabón y pedernal, símbolos del Toisón, y las columnas de Hércules con el mundo y el águila imperial. Decoran sus dos lados bellas cartelas y los extremos unos niños derramando agua por caracolas que apoyan en su hombro, remata el conjunto un semicírculo con el escudo imperial y adornado de cintas con el lema «Plus ovltre», flanqueado por ángeles que sujetan delfines. El pilar está adosado a un muro de 6,80 metros de alto decorado con pilastras dóricas y cuatro medallones en relieve con temas mitológicos aludiendo al Emperador y a la Orden del Toisón. Este pilar se encuentra justo al lado del cubo de defensa hecho en 1568 para protección.<br /><br />Pues, mientras vengo llegando a este rincón entre los bosques de la Alhambra, pienso y ti y sueño encontrarte sentada por aquí. Y, hasta vengo rumiando las cosas que me urgen compartir contigo. Por eso pienso que al verme, lo primero que harás será preguntarme:<br />- ¿Qué tal tu paseo por los sitios de la Alhambra que yo conozco?<br />Y te responderé:<br />- Todo bien. Aunque muy solitarios algunos sitios, llenos de silencios, el sol cayendo mudo y refrescando mucho el viento.<br />- ¿Y nada más?<br />- Sí, algo más: tu dolorosa ausencia hiriendo en todo momento y una muy honda sensación de pérdida. Como si no encontrara la manera de apartarte de mi mente ni tampoco la imagen de tu país lejano.<br /><br />Y pienso que seguro me invita a que me siente un rato junto a ti, en el banco a la sombra de los álamos. Seguro que haces esto y luego me dices:<br />- ¿Sabes? Me gustaría que me contaras alguna cosa más.<br />- Pues te digo que, cuando por fin acabe de irse el verano y llegue el otoño y luego el invierno y después la primavera, quiero volver otra vez por aquí.<br />- ¿Para qué?<br />- Para recorrer de nuevo estos lugares y verlos bajo la lluvia, por entre las nieblas el invierno y con las nieves sobre las cumbres de Sierra Nevada. Me gustará mucho esto. Por eso los voy a recorrer despacio y otra vez voy a recogerlos para regalártelos. ¿No fue en otoño cuando llegaste a Granada el año pasado?<br /><br />Guardas silencio y me miras como diciendo:<br />- Cuando lleguen esos días que imaginas ya estaré yo muy lejos de Granada y de España. Y habrán pasado tantas cosas que quizá ni siquiera me acuerde de estos sitios.<br />Me duelen tus palabras pero no te digo nada. Estás sentada a la sombra de los árboles que arropan el asiento frente al pilar. Brillan al sol los chorrillos del agua clara y por tu cara se pasea el airecillo fresco y el limpio silencio. Tengo el corazón asustado porque, al verte por aquí, me ha dado un vuelco pero no te digo nada. Con gran respeto sí te digo y te pregunto:<br />- Vengo cansado de recorrer la Alhambra en solitario. ¿Me puedo sentar aquí cerca de ti un rato?<br />Me miras y me respondes:<br />- Meditaba este lugar en silencio. Pero siéntate que quiero comentarte algo. La tarde ya está cayendo, no hace tanto calor, el silencio es bueno y, el momento, quizá sea el mejor.<br /><br />Junto a ti me siento. No te digo ahora nada aunque vengo lleno y por eso necesito contarte mucho y durante largo rato. Pero me parece hermoso tu lugar, tu quietud frente al pilar y tu silencio. Dejo que seas tú la que hables y digas aquello que necesites. Y, no pasan tres minutos cuando lo haces diciendo:<br />- ¿Sabes qué es lo que meditaba?<br />- Puedo imaginarlo pero ¿cómo podría saberlo?<br />- Pues algo de lo que imaginas es cierto. Pero también estaba viendo, con los ojos del alma, el hermoso abrazo que alguien, desde el cielo y por aquí, nos está regalando.<br />- ¿Abrazo desde el cielo?<br />- Sí. Escúchame atento que te lo explico. Y luego te explico también, brevemente y en cuadros, algunos trozos de mi vida.<br /><br />Y te miro fijamente suspendido en un intenso silencio. Espero tus palabras y, al mismo tiempo, las imagino como si las sacaras del tiempo que la tarde se va llevando entre sus brazos. Pero te digo, antes de que me digas nada:<br />- Si nos queda tiempo y me lo permites, luego también quiero contarte algo que me parece muy interesante.<br />- Seguro que me gustará oírlo.<br />- Y a mí me va a gustar mucho más oír tus secretos. La tarde parece tan profunda y lo mismo la sombra, el momento, el agua del pilar y el airecillo que pasa lento, que es como si todo estuviera preparado y lo único que faltara ahora mismo fueran tus palabras.<br /><br /><strong>24 - Sueño en los jardines de la Alhambra</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-3kL0lsOI/AAAAAAAAAes/a6TR-F8k-sE/s1600-h/DSC02145.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111505934365339874" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-3kL0lsOI/AAAAAAAAAes/a6TR-F8k-sE/s400/DSC02145.JPG" border="0" /></a><br />Me dispongo para escucharte con interés y respeto. Y tú, tal como estás sentada frente al pilar y a los claros chorrillos de agua, despacio y reposado, comienzas a narrar:<br />- Un momento antes de llegar miraba con calma la serenidad de este pilar. Y meditaba. No tengo claro qué era lo que me absolvía pero meditaba. Quiero que sepas que me gusta mucho la espesura de este bosque, me gustan los caminos que por aquí han trazado, me gusta el ir y venir de la gente mirando y contemplando las cosas por estos lugares y me gusta la serenidad con que el tiempo resbala por estos árboles, la gran colina y las maravillas de la Alhambra. Y también me gusta mucho el sencillo perfume del viento que sube desde el barranco.<br /><br />En estas cosas estaba yo recogida y las meditaba, sitiándome bien por dentro a la ve que me sorprendía la grandeza y hondura que hay en todos los paisajes que rodean a la Alhambra. Y, no sé por qué, comparaba en todo momento esta magia de los rincones de Granada con los de mi país lejano y los de mi ciudad y mi casa. Son muy bellos y elevados todos los matices que encuentro por aquí y muy escasos y pobres aquellos de allí. Al menos, yo así lo siento. Y, como te decía, solo un poco antes de llegar tú, he tenido como una visión, como un sueño. Y esto es lo que pretendo contarte pero no lo tengo fácil.<br /><br />Interrumpes tu relato. Sigues pendiente del juego del agua en el pilar que hay enfrente y me miras como preguntando: “¿Sabes qué es lo que deseo decirte?” Te animo diciendo:<br />- Te estoy escuchando con el máximo interés. Sigue porque me gusta lo que me estas contando.<br />Me dices:<br />- Sigo y te digo que en mi sueño me he visto subiendo por uno de estos caminos, por entre el bosque que rodea a la Alhambra. Y subía yo como jugando y a mí misma me veía, no así mayor como soy ahora si no pequeña. Niña de unos diez o doce años. Y conmigo, también jugando, subía un niño que no conozco de nada aunque sí lo sentía muy amigo mío. Me dijo él:<br />- Ve por el camino de arriba y, cuando llegues al rellano que ves allí, te paras y abres tu paraguas.<br />Le hice caso y vi que él se fue por el camino de abajo. También llevaba con él un pequeño paraguas. ¿Que para qué eran estos paraguas? No lo sé pero el caso fue que, al llegar al rellano, haciendo caso a lo que me había dicho, me paré y abrí mi paraguas. Algo más abajo abrió él también el suyo y entonces sucedió algo fantástico.<br /><br />Vi, asombrada y con el aliento contenido, como mi paraguas se quedó pequeño, muy pequeño y en cambio el suyo se hizo grande, muy grande. Tanto que cubrió todos estos bosques de la Alhambra, el barrio del Albaicín y gran parte de la ciudad de Granada. Y a mí me dejó justo en el centro. Como si la bóveda del cielo me arropara con toda su inmensidad y, en lo más recogido de si, me ofrecieran un blando nido. Le pregunté, a este niño, amigo mío:<br />- ¿Qué es esto y por qué sucede?<br />Y me dijo, seguro de sí y con mucha claridad:<br />- Dios, el cielo, nos cubre con su gracia en el mismo centro de la colina y bosques de la Alhambra de Granada.<br />- ¿Pero por qué sucede?<br />- Porque has sido hallada digna ante los ojos de Dios.<br />- ¿Y es bueno esto?<br />- Es, además de grande y superior, bueno, muy bueno. Así que no temas nada. Sigamos jugando nuestro juego que es la mejor manera de dar las gracias.<br /><br /><strong>25 - Final de la ruta que, por la Alhambra,<br />he trazado para regalártela</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-4OL0lsPI/AAAAAAAAAe0/2sowCoZQRok/s1600-h/dsc00328.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111506655919845618" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-4OL0lsPI/AAAAAAAAAe0/2sowCoZQRok/s400/dsc00328.jpg" border="0" /></a><br />Desde el pilar de Carlos V, sigo mi ruta. Despidiéndome ya, tanto de los edificios sobre la colina roja, como de la muralla, de los caminos que van por estos bosques y también de los árboles y del pilar donde me has contado tu sueño. Donde, durante unos minutos, he querido verte en mi imaginación. Aquí, en sueño y esta tarde, he tenido el privilegio de oír tu voz y también he tenido la suerte de ser tu confidente. Pero sé quek nada de esto ha sido real. Todo pura fantasía mía aunque, en mi alma, sí creo que es cierto. Así que aquí te dejo y sigo bajando.<br /><br />Por la carretera asfaltada que desciende desde el pilar hacia lo hondo del barranco, Cuesta de Gomérez, camino lentamente. Ya la tarde casi se ha ido. Pero, por entre el bosque, las chicharras siguen con sus cantos. Porque, a pesar de que la tarde ya está casi al final y a pesar del vientecillo, hace mucho calor. ¿Sabías que, los días más calurosos aquí en Granada, siempre son en el mes de julio? Yo sí sé que, en tu país, en cuanto se termina este mes de julio, ya dais por finalizado el verano y pensáis en el otoño. Pues aquí en Granada, hoy es uno de esos días calurosos del verano. Por eso casi estoy sudando.<br /><br />Voy dejando atrás la parte alta de la colina donde se asienta la Alhambra, la muralla, la Torre de la Justicia, el pilar del agua… Ahora ya me voy despidiendo de estos sitios. Y, como tantas veces me pasa cuando me alejo de los lugares donde me dejo trozos del alma, ahora voy casi llorando. Y más aun por el encuentro, en forma de sueño, que acabo de tener contigo. Un poco antes de llegar al barranco, por la derecha y entre el bosque, me voy dejando las ruinas de un trozo de muralla. Se le conoce a este lugar con el nombre de Puerta de Bibrrambla. Otra más de las puertas que, en aquellos tiempos, hubo para entrar al recinto de la Alhambra.<br /><br />Llego al barranco, por donde la carretera se bifurca en cuatro direcciones. A la derecha, baja por la hondonada y desciende toda la Cuesta de Gomérez hasta Plaza Nueva. A la izquierda, sube para el módulo de servicios de la Alhambra. Al frente, remonta a la colina, gemela a la de la Alhambra, y se va para el Campo de los Mártires y el barrio del Realejo. Y, a mis espaldas, es el trozo de carretera que vengo recorriendo desde la Torre de la Justicia.<br /><br />A la izquierda y, aquí mismo, hay un gran ensanche. En la misma hondonada del barranco y casi al final de la Cuesta de Gomérez. Es como una plaza redonda, con una fuente para beber, asientos y un pilar donde se alza una estatua del escritor Ganivet. La fuente se le conoce con el nombre de Fuente del Tomate y el pilar, como el Monumento a Ganivet. ¿Qué no conoces ni sabes nada de este personaje granadino? Te lo digo con dos pinceladas:<br /><br />Su nombre es Ángel Ganivet y nació en Granada, España, en el 1865. Su familia procedía de la mediana burguesía. Creció bajo los cuidados de su madre, su padre se suicidó cuando Ángel tenía nueve años. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en Granada, doctorándose en la ciudad de Madrid. Inició su trayectoria como escritor al publicar el "Epistolario", una colección de cartas, siendo miembro del grupo llamado "La cuerda granadina". Tendió hacia la sátira, con ejemplos como "La conquista del reino de Maya por el último conquistador español Pío Cid". Escribió teatro, "El escultor de su alma" y fue un destacado ensayista, algunos de sus textos más importantes "Idearium español", "Cartas finlandesas", recopilación de artículos publicados en "El defensor de Granada" o "El porvenir de España". Su obra y su pensamiento fue un claro precursor de la venidera Generación del 98, en su afán de remodelación y preocupación por la identidad de España.<br /><br />El pilar donde se encuentra la estatua a este escritor está sin agua. No me detengo aquí. Bebo en la fuente, lavo mis manos y mi cara y no me siento. Sigo al frente, subiendo un poco y me dejo atrás el barranco. La carretera que baja por este barranco hacia la Cuesta de Gomérez, la han cortado con vallas porque están de obras. Por eso, para salir de los bosques que por este lado de la cumbre rodean a la Alhambra, han trazado una ruta nueva. Para ir andando porque los coches, siguiendo la carretera que ahora llevo, pasan justo por delante del Hotel Palace y se van para el barrio del Realejo. Es por aquí por donde vienen los taxis y los coches que llegan hasta los recintos de la Alhambra.<br /><br />Pero yo, ya en lo más alto de la colina que da refugio al Carmen de los Mártires, me vengo para la derecha. Hay por aquí un nuevo camino, el que te decía antes, calle de tierra y al final empedrada, que por la colina de las Torres Bermejas, lleva hasta la Puerta de las Granadas. La primera puerta que hay que atravesar, cuando se sube desde Plaza Nueva por la Cuesta de Gomérez. Así que ya sabes: desde la Torre de la Vela hasta Torres Bermejas, cada una en lo más alto de las colinas gemelas, también levantaron una muralla. Va desde lo más alto de la colina de la Alhambra a lo más Alto de la colina del Carmen de los Mártires. Pero, en este recorrido, tiene que atravesar el barranco de la Cuesta de Gomérez. Ahí justo abrieron una puerta y le pusieron por nombre la Puerta de las Granadas.<br /><br />Ya he llegado a esta puerta. Acabo de recorrer la calle empedrada que viene colina debajo de Torres Bermejas hasta la misma Puerta de las Granadas. Sé que este es el final de mi ruta por aquí esta tarde. Así que tengo que despedirme. Y por eso, ahora mismo, me siento triste, vacío, solo, con las gotas del sudor chorreándome por la cara y con tu recuerdo clavado en mi mente y corazón. ¿Dónde estás ahora mismo y qué haces o piensas? Da igual. Yo te he traído por este hermoso rincón de Granada para regalártelo. Aunque nunca lo sepas ni leas las páginas donde, en mi cuaderno, lo he dejado escrito. Yo lo he recogido y sé que, a partir de ahora, quedará para siempre y dedicado especialmente a ti. Así que ya te pertenece. Lo dejo en tus manos y en las buenas manos del cielo. Dios sí lo sabe y, por eso, a pesar de mi vacío y soledad al final de esta tarde, me siento lleno. Trascendido y con mi corazón rebosando de paz. Para ti, todo mi respeto.<br /><br /><strong>26 / 15 de julio: Tarde del domingo,<br />Carmen de los Mártires</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-5hr0lsQI/AAAAAAAAAe8/2rJEBOTbKoc/s1600-h/DSC01522.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111508090438922498" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-5hr0lsQI/AAAAAAAAAe8/2rJEBOTbKoc/s400/DSC01522.JPG" border="0" /></a><br />En la tarde del quince de julio, voy a recorrer otro pequeño rincón de Granada. Con tu ausencia dándome compañía y con el ardiente sol de este verano. Solo siete días hace que faltas de esta ciudad pero es como si te hubieses ido ayer mismo. Así que, como ya he hecho con otros lugares de Granada, el que voy a recorrer esta tarde, también te lo regalo.<br /><br />La ruta que, para ti voy a trazar hoy, comienza por la Cuesta de Gomérez, sube por la colina gemela con la de a Torre de la Vela, entra al recinto del Carmen de los Mártires, lo recorre por los rincones más importantes y luego anda también todo el espacio del jardín botánico que han hecho por aquí. Un gran recinto verde, muy interesante, en la parte alta de la colina y por eso queda muy elevado sobre la ciudad. ¿Estuviste por aquí algunas de las veces que recorriste los sitios de Granada? Creo que no. Al menos a mí no me dijiste que hubieras estado por estos territorios. Sin embargo, es tan importante este lugar que hasta me atrevo a decir que, venir a Granada y no visitar este espacio, es parecido a como cuando, en un puzzle, nos falta la pieza fundamental para completarlo. Por eso quiero contártelo hoy y también por la luz, el verde, el vientecillo y el cielo azul que por aquí hay.<br /><br />Luego saldré y, por detrás del hotel Palace, bajaré por la bella calle empedrada, Cuesta del Realejo, que se parece bastante a la Cuesta de Alhacaba. Descenderé esta ladera e iré a parar al famoso Campo del Príncipe, corazón de este hermoso barrio de Granada. En un lugar también antiguo, con rincones muy bellos y con silencios profundos. ¿Que no sabes dónde se encuentra el barrio del Realejo? Te lo explico brevemente: se desparrama al lado sur de la gran colina de la Alhambra. En el lado norte de esta colina es donde se encuentra el río Darro y se configura la Cuesta de los Chinos. Pues al lado sur de esta cuerda montañosa, cogiendo toda la ladera y parte de las tierras llanas hacia el río Genil, es por donde se derrama el barrio del Realejo. Pero este barrio, aunque en algunas cosas es muy parecido al del Albaicín, su situación y las tierras por donde se extiende, son muy diferentes.<br /><br />También por aquí, cuando luego llegue el otoño y después el invierno, quiero venir. Para disfrutar de este rincón de Granada bajo el misterioso matiz de estas dos hermosas estaciones del año. Porque ¿sabías que desde la parte alta del Realejo se ve perfectamente Sierra Nevada? Pues es cierto. Desde este lugar de Granada es desde donde, con más claridad y grandeza, se ven las imponentes cumbres de Sierra Nevada. Y, en invierno, cuando las nieves cubren todas estas montañas, las imágenes son fantástica observada desde algunos de los rincones de este barrio. También desde muchas plazas y calles de Granada pero, desde el barrio del Realejo, es punto y a parte. Y sé que en tu país y ciudad a ti te sobra la nieve. Pero esto de aquí, lo que estoy intentando describirte, es distinto, muy distinto. ¿No lo viste nunca en algunos de los días que viviste por aquí?<br /><br />Y, mientras me acerco a la parte alta de la colina que sirve de pedestal al Carmen de los Mártires, te voy a contar algo de tu amiga Tania, la futura mamá. ¿Recuerdas que te dejé dicho que ella te iría contando cosas? Pues cumplo mi palabra y te doy algunas noticias. Hoy ella y otra chica que también conoces porque la has tenido de compañera en la residencia, se marchan de este lugar. Es el último día que tienen para vivir en la residencia universitaria. Se les acaba el tiempo como te pasó a ti.<br /><br />Y la futura mamá, sí ha encontrado un piso para vivir cerca de la estación del tren. Pero la otra chica, también de tu país aunque de otra ciudad, se va a Málaga con unos amigos, dice ella. Así que la que será mamá dentro de unos meses se queda sola con su embarazo. ¿Que cuando nace su niña? Porque es una niña lo que Tania traerá al mundo. Y nacerá al final de octubre o principio de noviembre. Y por ahora ella se encuentra bien, aunque te puedes imaginar. Sola, sin trabajo, sin dinero, embarazada, en un país extranjero… Pero ella es una gran persona. Muy, muy valiente, humilde, inteligente, agradecida y buena, muy buena. Por eso yo creo que, a pesar de todo, va a tener suerte y su niña nacerá aquí en Granada. A ella se le ve sacando fuerzas de donde no las tiene porque, a pesar de su soledad y escasez de medios, quiere que su niña viva. Un gran ejemplo y por eso, en muchos momentos, me indigno contra no sé quién y contra esta sociedad.<br /><br />Porque pienso que no hay derecho que tantas personas en este mundo, con tantos medios y dinero, se dediquen solo a pasarlo bien mientras esta muchacha, con carencia de todo, tenga que agarrarse a la vida de este modo a fin de que su hija viva. A ella no le importa perder su vida con tal de que nazca el fruto de su seno. ¡Qué ejemplo de amor y valentía! ¡Y cuanta miseria y egoísmo en tantas personas! Pues por esto me indigno. No hay derecho que solo unos pocos tengamos de todo y mucho, y muchos, por lo general los mejores, carezcan hasta de lo elemental. No hay derecho y por eso le pido al cielo, cada día en mi oración, que bendiga y ayuda a esta amiga tuya. Lo necesita más que nadie. ¿Que por qué no le ayuda alguien, cualquiera, dándole casa, comida y cariño?<br /><br />Pero aun así ¿sabes lo que pienso? Que será muy hermoso que nazca en Granada la niña de Tania. Una criatura más en este mundo hija de padre español, que la deja abandonada y también hija de madre rusa que da por ella su vida y alma. ¿Quién es el bueno y quien es el malo? Y el padre de la niña que va a nacer tiene dinero. En cambio la madre, ya ves, ni país tiene ni pan ni casa. Pero para la ciudad de Granada, el nacimiento de una niña como ésta, será importante. Y lo será mucho aunque nadie sepa nada, excepto tú, la madre y yo. Sin embargo, como ya te he dicho, sí sé bien que el cielo conoce a fondo todo. Hasta lo más secreto del corazón de cada uno. Por eso te decía que para la ciudad de Granada va a ser un gran honor que nazca aquí la niña de Tania. Mitad rusa y mitad española pero solo arropada por el amor de la madre. ¿Entiendes esto? Yo no y por eso quiero dejarlo muy claro escrito en mi cuaderno.<br /><br /><strong>27 - Por la Cuesta de Gomérez<br />aproximación al Carme de los Mártires</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-08hOjBEU1qqaCoizgaqqg0KCBeGdtoQuMhjFpjqcOgkiLyeS6LwNEeBxfB3j0zlmmjLYD1RogfOVA6XWRfLz8y_fXdY3OdHXEzmHKXzmoOLUcqZicz7TIPtVy0ueIp21Kq3iZ7YjnR4/s1600-h/DSC08013.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111509400403947794" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-08hOjBEU1qqaCoizgaqqg0KCBeGdtoQuMhjFpjqcOgkiLyeS6LwNEeBxfB3j0zlmmjLYD1RogfOVA6XWRfLz8y_fXdY3OdHXEzmHKXzmoOLUcqZicz7TIPtVy0ueIp21Kq3iZ7YjnR4/s400/DSC08013.JPG" border="0" /></a><br />Como bien sabes, la calle Gomérez es la que lleva directamente a corazón de la Alhambra. Arranca justamente en Plaza Nueva y remonta por el barranco entre las dos colinas que ya te dije. La colina gemela de la Torre de la Vela con la colina gemela de Torres Bermejas.<br /><br />Esta calle está muy cuidada. Su pavimento es nuevo porque la arreglaron no hace mucho. A los lados hay muchas tiendas con las cosas típicas que compran los turistas. Y, a lo largo de todo el recorrido de esta calle, desde Plaza Nueva hasta la Puerta de las Granadas, discurre con dos bonitas aceras. Separadas de la carretera central con pivotes de hierro rematados con figuras de granadas. No es muy larga esta calle. A unos cincuenta metros traza una pequeña curva para la izquierda y enseguida se ven los árboles de los bosques de la Alhambra. Por donde hablábamos el otro día y por donde me venía, triste y vacío, después de haberte regalado los mejores sitios de la Alhambra y sus jardines. Escrito lo he dejado ya en mi cuaderno.<br /><br />Voy subiendo ahora mismo por esta Cuesta de Gomérez hacia el Carmen de los Mártires. El nuevo rincón de Granada que voy a regalarte a la vez que también lo dejo escrito en mi cuaderno. Y recuerdo ahora que, en alguna ocasión, me dijiste que alguna vez viniste a la Alhambra montada en tu bicicleta. Pienso ahora mismo que seguro que tuviste que entrar por aquí. Sé que dentro del recinto de la Alhambra moverse con bicicleta es muy complicado. ¿Cómo te las arreglaste? ¿Dónde la dejaste mientras visitabas los sitios? Porque venir a la Alhambra con bicicleta no es cosa sencilla.<br /><br />La cuerva que la calle va trazando hacia la izquierda es amplia y muy cómoda. Luego se torna un poco recta y traza otra amplia curva hacia la derecha. Vista desde el aire, la Cuesta de Gomérez, es como una ese muy, muy abierta. En realidad, toda esta calle, desde Plaza Nueva hasta la explanada del palacio de Carlos V, es una larga y empinada cuesta. Y es normal: sube desde el mismo río Darro, ya en las tierras llanas de la vega, hasta lo más alto de la colina de la Alhambra.<br /><br />A las seis y media de la tarde de este domingo, por aquí tampoco hay mucha gente. Solo algunos turistas suben o están parados en las tiendas mirando. Y solo también algunos bajan. Tanto a la derecha como a la izquierda de la calle, dos barrios de casas muy bonitas. Clavados en la ladera que baja para el río y por eso escalonados y con calles muy estrechas. Las casas que me van quedando por la derecha pertenecen al barrio del Realejo y las que voy dejando por la izquierda, son las que suben por la derecha del río Darro. Un pequeño barrio donde se encuentra la oficina de información para los turistas y los baños árabes. Un bonito puñado de casas recogidas porque se recogen como a los pies de la Alhambra pero junto al cauce del río. Y claro que en este momento me surgen la pregunta que te vengo haciendo cada vez que paso por los sitios que recorro: ¿estuviste alguna vez en este rincón de Granada? Creo que no. Las calles son estrechas, muchas con escalones y empedradas. Venir por aquí con bicicleta es casi una odisea.<br /><br />La famosa Cuesta de Gomérez, creo que no tiene más de trescientos metros de larga. Por eso, en cuanto la remonto un poco, veo la muralla y la entrada de piedra de la Puerta de las Granadas. Por aquí hoy el paso está cortado. También ya te dije que estaban arreglando el tramo que va desde esta puerta, en la vieja muralla, hasta la explanada del monumento a Ganivet. Ahora se entra por un pequeño arco en el lado izquierdo de la gran puerta. Enseguida aparecen escaleras empedradas, en una ancha calle que sube muy empinada. Por la ladera norte de la colina de las Torres Bermejas. Y es largo este tramo de camino y muy pesado de andar por la fuerte cuesta que presenta.<br /><br />Nada más comenzar la subida por la empinada cuesta que, desde la Puerta de las Granadas me lleva al Carmen de los Mártires, a la derecha veo un texto escrito. Lo han grabado en una gran losa de mármol y la han puesto en la pared. Me paro y leo despacio. Y, entre otras cosas, me quedo con el trozo del final: “Podrán quedar ni aun las sombras de estos muros pero su recuerdo será siempre imperecedero como único refugio posible del ensueño y del arte. Y entonces, el último ruiseñor que aliente sobre el mundo fabricará su sonido y entonará sus cantos como una despedida entre las ruinas gloriosas de la Alhambra. F. Villaespesa”. Y, en la misma pared, como unos treinta metros más arriba, hay dos losas de mármol blanco. En la primera leo: “Fundación Rodríguez Acosa, Instituto Gómez Moreno”. Y una flecha indica que se encuentra en la misma dirección que llevo. En la segunda losa leo: “Carmen de los Mártires, Auditoria Manuel de Falla”.<br /><br />Subo despacio escalón por escalón. Dejo que mi mente se ocupe en ti y te traigo a este paraíso y a la sombra y el airecillo de la tarde. Mientras yo también me dejo abrazar por el fresco de la sombra y el beso del aire. Por la izquierda me empieza a escoltar la espesura del bosque. Y el airecillo, al llegar a los millones de hojas que cuelgan de las ramas de estos árboles, se deshace en susurros placenteros. Tan delicados y finos que se clavan en el alma y en el mismo corazón de la tarde. Y, aunque esta música no es dolor, parece como si tu recuerdo se avivara y gritara con mucha más fuerza. Como si nada de lo que por aquí me regala el cielo estuviera conforme con lo que has hecho. Porque la razón me dice que todo estaba escrito y bendecido poro Dios, para que fuera hermoso. Y ha resultado todo lo contrario. Y como nada existe en este mundo que no esté creado para la belleza y el gozo, en cuanto sucede l contrario, muchas cosas gritan y gran parte del Universo se revela.<br /><br />Mi alma huye del dolor, de la ingratitud, de la miseria, de lo negativo, de lo feo. Y como tu recuerdo se ha quedado por aquí tan empañado de algo que roza la miseria, mi alma llora. No está hecha ella para estas realidades tan oscuras y negativas si no para el gozo y la belleza. Porque mi alma es amiga de la libertad, de la luz, de la alegría, de los colores de los bosques y de la música que el airecillo al pasar deja. Y como tú, al irte del modo en que lo has hecho, has negado todo esto, mi alma llora. Quiere elevarse ella a su libertad, a su sueño de estrellas, a su gozo con las cosas limpias, a su juego con las mariposas y a su deleite con la sencilla música de las noches silenciosas frente a las estrellas. Mi alma ama a la vida y está hecha para agradecer y elevarse sobre la tierra. Por eso no entiende y llora y se revela contra la frialdad que por aquí has dejado.<br /><br />Voy subiendo despacio y cada dos o tres rellanos me paro. Para descansar, recibir la caricia del airecillo y mirar. El aire que esta tarde sube desde Granada llega caliente pero al llegar a estos bosques comienza a tomar la frescura de las hojas verdes. Por eso, todo el airecillo que se pasea por aquí, tiene olor al cielo y acaricia con dedos de terciopelo. Y, en cada uno de mis cortos descansos, tengo para ti unos segundos de recuerdo y una pregunta y casi la misma pregunta: ¿subiste alguna vez por este paseo? Ya sé que es la misma pregunta de una vez y otra pero es porque tú eres continuamente centro.<br /><br />Y me digo que si subiste por donde yo ahora lo hago, también te quedaras prendada de estos lugares. Porque es bello este rincón, tiene paisajes muy originales y la tranquilidad es casi total y todo estás repleto, como te decía, de sombras y de la mejor música del viento.<br /><br />En cuanto remonto unos cien metros el camino se divide en dos. Para la derecha se va a las Torres Bermejas. Yo sigo al frente porque es lo más corto para ir al rincón que pretendo. Desde la curva donde el caminos se divide, el ramal por el que continuo, aun se empina más. Perfectamente empedrado y muy reciente. Sé que esto te gustaría mucho. Por el lado de la izquierda, que es el que pega al bosque, al camino le han hecho una canalilla, pequeña acequia, y por ella corre el agua. Clara y fresca y por eso le regala a la tarde una muy honda y amable caricia.<br /><br />El bosque que me sigue dando compañía por la izquierda es muy espeso. Me admiro y me gusta descubrir que casi todos sus árboles son celtis australis. Una especie muy interesante y casi propia de la Península Ibérica. Y estos que voy viendo, algunos creo que son centenarios. Tienen gruesos troncos, son altos y rectos como verdaderas torres. Es tan denso el bosque y la sombra es tanta que se desarrollan esbeltos buscando la luz del sol. Creo que algunos pasan de los cuarenta metros. Por esto sorprende tanto la belleza de este bosque.<br /><br />Al terminar de remontar el camino que vengo recorriendo, se torna casi llano. También deja de estar empedrado. Ahora el pavimento es de tierra, albero pero sin polvo. Te digo como otras veces, que aunque solo fuera para contemplar este rincón tan especial merece la pena venir por aquí a disfrutar del bosque. Merece la pena venir no una tarde si no muchas. Para quedarse todo el tiempo que sea necesario por las cosas de estas laderas y barranco.<br /><br />Termina el camino justo donde ya te he dicho: delante del hotel Palace, ya muy cerca de la explanada que da entrada al Carmen de los Mártires. Sigo al frente para irme acercando. Antequerurla Alta es como se llama este primer trozo del camino que ahora empiezo a recorrer. Si lo siguiera todo, girando un poco hacia la izquierda, iría a salir justo a la Torre de los Siete Suelos. Pero el recorrido que llevo debe continuar al frente. Para ir a salir a lo que se le conoce con el nombre de Paseo de Los Mártires. Al final encontraré la entrada al recinto que vengo buscando. ¿Sabes? En los primeros días del mes de agosto próximo van a asfaltar toda la entrada al Carmen de los Mártires. Al lo largo de todo este mes permanecerá cerrado al público.<br /><br />La gran cuerda montañosa de la Alhambra, por donde ahora avanzo, se torna casi llana. Aunque es una llanura justo en la cima. Y otra vez ahora tengo la necesidad de hacerte la misma pregunta. Porque tampoco sé si estuviste por aquí o andando o con tu bicicleta. ¿Estuviste y a mí no me dijiste nada? Pues si no fue así te digo que es muy interesante este otro rincón de Granada. Interesante por la historia y también porque es bello. Y se puede visitar gratis.<br /><br />Antes de llegar, a la derecha, queda el centro cultural Manuel de Falla. ¿Sabías que este gran músico era español? Seguro que sí porque tú eres una chica muy culta. Una de las etapas de su vida la vivió en Granada, justo en el sitio por donde ahora paso. Pues solo dos pinceladas de este recinto.<br /><br />El Auditorio Manuel de Falla de Granada, es sede y residencia de la Orquesta Ciudad de Granada desde su creación. Fue inaugurado el 10 de Junio de 1978 por la Orquesta Nacional de España. En la cara sur del cerro de los Mártires, cercano al monumental conjunto de las Torres Bermejas, al Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta, la Casa Museo Manuel de Falla y al Hotel Palace, el moderno Auditorio Manuel de Falla es obra del arquitecto José María García de Paredes, sede, también, del Centro Cultural y Archivo Musical Manuel de Falla.<br /><br />Sobre solares que ocupaban los cármenes de Matamoros, Santa Rita y Gran Capitán, en 1978 se realizó el gran conjunto del Auditorio que, con un original concepto de los volúmenes, respetuosos con el entorno, crea unos elegantes y funcionales espacios interiores de alta calidad acústica. En dos salas afrontadas que convergen en el escenario, se resuelve el esquema del espacio principal, bellamente decorado con unos originales faroles granadino, ya convertidos en elementos referenciales de la imagen del monumento, pieza principal en la obra de García de Paredes que con especial cariño cuidó todos los detalles. El edificio en sí se convierte en un afinado instrumento musical, al que se accede por un íntimo y recoleto jardín, propio de un carmen granadino.<br /><br /><strong>28 - Llegando al Carme de los Mártires<br /></strong><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-7Wr0lsSI/AAAAAAAAAfM/N7Ha28plgBs/s1600-h/DSC08010.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111510100483617058" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-7Wr0lsSI/AAAAAAAAAfM/N7Ha28plgBs/s400/DSC08010.JPG" border="0" /></a><br />En mi cuaderno, donde voy anotando las cosas para regalártelas, estoy dejando algo distinto. Algunos de los rincones de Granada, el aire, la luz, la sombra y tu recuerdo. Pero todo esto desde otra visión muy diferente al común de las personas que conozco. No desde la historia ni para los turistas. Tú has sido por aquí como un sueño en un especial amanecer de primavera y por eso, en mi cuaderno, lo primero que tengo escrito es tu nombre. Después el nombre de esta ciudad y luego los sitios que, siempre contigo en mi mente, voy recorriendo.<br /><br />A las siete menos diez llego a la entrada de este recinto del Carmen de los Mártires. Encuentro la puerta abierta. A la derecha y sobre la pared veo algunos letreros con los horarios. Todos los días de la semana se encuentra abierto pero, en el mes de agosto, lo cierran. Paso y, antes de comenzar con el recorrido que tengo pensado, en dos pinceladas, te voy a contar algunas cosas que seguro te gustará saber.<br /><br />Este lugar toma su nombre de los silos y mazmorras que en él existían en tiempos de los árabes, donde se supone que algunos cristianos sufrieron martirio, por lo que las Reyes Católicos erigieron una ermita dedicada a los Santos Mártires. Posteriormente se construyó en el lugar un Convento del Carmelitas descalzos, del que fue prior San Juan de la Cruz, entre 1.582 y 1.588. Aún hoy podemos ver en los jardines el Cedro de San Juan de la Cruz, un ciprés, del que la tradición dice que fue plantado por este santo y, que bajo su sombra escribió su obra "La Noche Oscura del Alma".<br /><br />El convento fue destruido en 1.842, y los terrenos adquiridos por un particular que edificó en ellos el actual palacete. En 1.958 el Ayuntamiento adquirió la finca, que pasó a propiedad pública. En el año 1.974 es vendida para la construcción de un hotel, que afortunadamente nunca se lleva a cabo, pero se pierde una zona de jardín destinada a bosque y tanto los jardines y el palacete quedan seriamente dañados. Tras la paralización de la obras, el carmen vuelve a ser de propiedad municipal, iniciándose en 1.984 su restauración, primero del palacete y posteriormente del lago, acueducto y jardines, abriéndose al público a medida que las obras avanzaban.<br /><br />Ahora, este carmen consta de un palacete rodeado de bellos jardines de diferentes estilos, todo ello construido en el siglo XIX. Hay un jardín romántico, con lago, isla, y torreón, escondidas fuentes, el jardín monacal, con cultivos de plantas aromáticas y medicinales, el jardín oriental con una fuente rodeada de palmeras y el patio islámico, con acequia y gruta. Los jardines sorprenden por su variada belleza, la gran frondosidad de sus parterres y las hermosas fuentes cubiertas de musgo. Además, por su privilegiada situación, las vistas sobre la ciudad, la vega y Sierra Nevada son excelentes desde todo el recinto. Todo esto hace de este lugar uno de los más bonitos jardines de la ciudad.<br /><br />Al frente, según entro, una pequeña gruta hoy sin agua, seca. Cuando otras veces he venido por aquí sí me la encontré toda llena de hilillos de agua clara, muchas plantas acuáticas y variadas florecillas. Preceden a esta gruta dos grandes palmeras y luego siguen otras escoltando la explanada, por la derecha y por la izquierda. La planicie es muy amplia, de tierra y con un buen mirador sobre Granada, en el lado del barrio del Realejo. Hoy, en este gran rellano, han instalado muchas mesas con manteles blancos y sillones del mismo color. Pregunto y me dicen que esta noche se celebra aquí una comida de boda. Es para lo que usan ahora mucho este Carmen de los Mártires. Para celebrar las comidas de las bodas. ¿Sabías tú esto?<br /><br />Por entre los jardines de este recinto siempre hay pavos reales. Ahora mismo, según voy entrando, me encuentro uno en lo más alto del tejado del palacete, al final de la explanada y antes de los jardines. Grita y no sé decirte qué es lo que le pasa. No está saludando si no más bien llamando o avisando. Sé que allá en tu tierra y país también hay pavos reales.<br /><br /><strong>29 - Las cosas que has dejado sin tu cariño</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-7970lsTI/AAAAAAAAAfU/Ik-PuUEYVd4/s1600-h/DSC00341.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111510774793482546" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru-7970lsTI/AAAAAAAAAfU/Ik-PuUEYVd4/s400/DSC00341.JPG" border="0" /></a><br />¿Y sabes? Antes de dar comienzo a mi recorrido por este rincón de Granada, tengo necesidad de comentar contigo un par de cosas. Me brincan en el alma y por eso necesito sacarlas. Porque quiero que sepas que, todo lo que por aquí no he podido compartir contigo, ahora para mí es más hermoso que nunca. Mucho más especial y de una belleza distinta a la que contigo hubiera gustado. ¿Sabes por qué? Porque todo cuanto has dejado por aquí sin tu cariño yo lo he elevado a mi cielo. Desde mi corazón directamente y desde mi sueño. Por eso ahora, cuando miro las cosas, en esta tarde de ardiente sol o en cualquier otro momento, las veo todas como iluminadas. Despreciadas por ti y abandonadas pero amadas por Dios y abrazadas en mi alma.<br /><br />Y claro que lamento que tú, en lugar de dejar por aquí amor, luz y belleza en las cosas de estas tierras, solo hayas dejado indiferencia y desprecio. Un poco más roto el mundo y un poco más desamparadas las cosas que Dios a todos nos ha regalado. Como si no hubieras sembrado vida. O como si, por los sitios que has pisado, en lugar de dignificar hubieras degradado. Y quizá por esto me duele tanto, tanto, cada paso que doy por estos sitios y cada mirada sobre aquello que me voy encontrando. Es precioso todo y en todo brilla el resplandor de lo inmenso pero de cuanta pobreza tú lo has llenado.<br /><br />Sigo con mi ruta y continúo contando. Voy ya recorriendo despacio la pequeña explanada de las mesas blancas a la entrada del Carmen de los Mártires. Y me asombro otra vez lo bonito que es este primer trozo del recinto que voy a visitar. Sin duda que, las personas que esta noche celebren aquí la comida de boda, van a pasarlo bien. Al raso frente al cielo, elevados sobre la ciudad de Granada, como en un balcón entre jardines, al fresco de la noche y en este espacio tan amplio y libre. Se me renueva, en la mente, tu imagen y por eso me pregunto: ¿Te habría gustado vivir una experiencia como la que esta noche va a darse por aquí? Creo que sí. Creo que un evento como éste hubiera sido para ti muy interesante. Te habría gustado mucho. Pero mira por donde tampoco has podido. Sin embargo, en la medida que pueda yo, también ahora te lo regalo. Sin ser dueño ni tener arte ni parte ni en este recinto ni en la comida que habrá aquí dentro de un rato.<br /><br />Para que conozcas más cosas de esta ciudad de Granada. Y, sobre todo, aquellas cosas que soñé mostrarte porque las siento hermosas y las consideraba importantes para ti. Porque esto también es algo que quiero que sepas, por si te sirve para algo cuando alguna vez leas las páginas de mi cuaderno. De mí, si lo hubieras querido, habrías aprendido cosas muy interesantes. Valiosas más que todo lo que te han enseñado en la universidad y mucho más útiles para tu vida que lo que has aprendido recorriendo, en solitario, las calles de Granada. Porque las personas mayores casi siempre llevamos el corazón lleno de lo mejor. Y este es mi caso. Un océano, no solo de ternura y comprensión, sino de madurez y profundidad, es lo que en mí has tenido. Lo mejor de lo mejor para engrandecer tu vida. Y no lo has hecho. Has perdido el tiempo y la oportunidad y, aunque sé que nunca lo sentirás, te digo que es una pena.<br /><br />Avanzo y sigo regalándote todo lo que por aquí has dejado sin tu cariño. Termino de recorrer la explanada. Subo las escaleras que pegan a la casa. La que es ahora el palacete del Carmen de los Mártires. Remonto hacia el estanque de los patos. Conozco este recinto porque vine por aquí en otras ocasiones. Y te repito, lo que más me gusta de este gran jardín sobre la colina, son las centenarias madroñeras que hay por aquí. Y me encuentro con una que, antes del estanque, crece junto al camino. Tiene un tronco grueso, añoso, retorcido y, de tan vieja, se ha ido encorvando. Por eso es hermosa y el corazón se alegra con su presencia. El camino pasa justo por debajo del arco que traza su tronco. ¿A que tampoco viste esta belleza de Granada? Pues te digo que es un monumento como pocos. Quizá bastante más interesante que muchas de las piezas que muestran en los museos. Así que, como sé que allá en tu país madroñeras si que no tienes, te regalo esta centenaria y sigo. </span></div><br /></span><br /></span>laricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5290894110623661619.post-7660441659989742842007-09-17T08:48:00.000-07:002007-11-09T05:55:17.838-08:00Los rincones más bellos de Granada- 4<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>30 - Las madroñeras y el estanque del Carmen de los Mártires</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6zVL0lrqI/AAAAAAAAAaM/0pW9I-tIVHE/s1600-h/DSC08095.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111219803644079778" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 402px; CURSOR: hand; HEIGHT: 463px" height="438" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru6zVL0lrqI/AAAAAAAAAaM/0pW9I-tIVHE/s400/DSC08095.JPG" width="383" border="0" /></a><br />Dejo atrás la centenaria madroñera y me aproximo al estanque. Cuando otras veces he venido por aquí me lo he encontrado lleno. Y siempre nadando en él algunos patos y cisnes. Pero este año, el agua en Granada, está escaseando. No ha llovido mucho y, los pantanos que abastecen a la ciudad, se encuentran casi al mínimo. ¿Te acuerdas cuando aquel día paseabas por el muro del embalse de Canales? Era por la mañana, hacía bastante fresco y corría un agradable vientecillo. Por el paseo que hay en el muro del embalse, te fuiste, recogida en ti y mirando. Lo mirabas todo. Las florecillas por entre las piedras, los romeros en flor, el verde azul del agua… ¿No te acuerdas que me preguntaste?<br />- El agua de este pantano ¿a dónde va?<br />Y te dije:<br />- A la ciudad de Granada. Es la que bebes cada mañana cuando abres el grifo en la habitación de tu residencia.<br />- ¿Y es buena?<br />- De la mejor calidad. Porque el agua del Embalse de Canales, el que ahora mismo tienes antes tus ojos, baja directamente de las nieves de Sierra Nevada. Así que imagínate qué pura y buena.<br /><br />Guardaste silencio mientras seguías con tu paseo. El vientecillo jugaba con tu pelo negro y el sol se dormía en tu cara. Y, de pronto, otra vez me dijiste:<br />- Esto que ahora estoy viendo por aquí es por completo nuevo para mí.<br />- ¿Es que en Rusia no tenéis pantanos?<br />- Si los hay yo no los he visto nunca. Solo conozco algunos lagos y, el que más, uno que hay no muy lejos de mi casa de campo. En sus aguas me he bañado algunas veces y, cuando era niña, también jugaba con mis amigas.<br />Y pensé, en ese momento: “Tu país lejano, tus juegos de niña, tu casa de campo… todo tan desconocido por mí y tan interesante y hermoso porque te pertenece a ti…”<br /><br />Mientras me acerco al estanque de los patos voy repasando en mi mente estos recuerdos. Tu singular presencia por estos y aquellos rincones de Granada. Y también, mientras lentamente recorro el camino que me acerca al estanque, miro y acaricio con mis manos las madroñeras que me voy encontrando. Y te dibujo en mi mente de otra forma nueva. Por entre estas madroñeras, cuajadas de rojos frutos, en los meses de invierno. Porque es en esta época del año cuando maduran los madroños. Y eso también te pregunto: ¿viniste por aquí, el año pasado, a ver las madroñeras con sus frutos? Si lo hiciste no me lo dijiste. ¡Pero han sido tantas las cosas que no has compartido conmigo!<br /><br />Sin embargo ¿sabes qué pienso, al ver ahora estas madroñeras y sentir tu ausencia? Que este invierno próximo, cuando florezcan estos arbustos y maduren sus frutos, voy a venir por aquí. A disfrutar de este sencillo y natural espectáculo para también regalártelo a ti. Para que, entre las cosas que has conocido en España, tengas una más. Las madroñeras de Granada repletas de madroños rojos en los días en los días de nieblas. Gran cosa es esto, aunque no lo creas. Porque en muy pocos lugares del mundo es posible gozar de un sencillo y a la vez fantástico espectáculo como éste. ¿Sabías que la madroñera es una planta típica de la Península Ibérica? Pues ya te lo he dicho.<br /><br />Se me termina el caminillo y ya estoy justo al borde del estanque. Y me sorprendo. No porque me encuentre los patos por aquí nadando en el agua azul verde. Me sorprendo por lo contrario. El estanque de los jardines del Carmen de los Mártires, me lo encuentro casi vacío. Por la mitad le llega el agua y por supuesto que no hay patos. Ni podrían nadar si los hubiera. Me quedo parado y miro fijo. Y me pregunto: ¿qué es lo que ha pasado? ¡Con lo ilusionado que venía pensando regalarte este rincón! Pero sí aunque no. Ya te decía que este año está muy escasa el agua en Granada. Y también me sirve, la sequedad de este estanque, como símbolo de la tristeza que, con tu ausencia, ahora respira por aquí mi alma.<br /><br /><strong>31 - El estanque, las escaleras y el huerto</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_Hb70lsUI/AAAAAAAAAfc/7abptZATQLI/s1600-h/DSC00344.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111523384817463618" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_Hb70lsUI/AAAAAAAAAfc/7abptZATQLI/s400/DSC00344.JPG" border="0" /></a><br />Las aguas de este estanque hoy sí tienen peces. Y, al verlos, se me viene a la mente las aguas claras de las fuentes en el jardincillo de las rosas. ¿Lo recuerdas? Cada vez que has ido por ese rincón, lo que más te gustaba, después de las rosas, eran los peces de colores. Siempre preguntabas:<br />- ¿Y de qué viven?<br />- Viven del agua.<br />- ¿Pero nadie los alimenta?<br />- Nadie. Ni siquiera en invierno cuando las temperaturas bajan.<br />Y luego te quedabas observándolos como sin tiempo. De los peces de colores en las aguas claras de las fuentes en el jardincillo de las rosas, te pasabas a las ranas y a los nenúfares. Como si en todo esto encontraras un especial alimento para tu alma. ¿A que lo recuerdas?<br /><br />Pues en las aguas de este estanque del Carmen de los Mártires, esta tarde veo peces de colores. Y me acuerdo de ti y de aquellas tardes entre los jardines de los rincones de Granada. Pero lo que veo por aquí hoy no me gusta anda. Parece como si, desde hace tiempo, hayan ido dejando abandonadas muchas cosas en este jardín de los Mártires. No hay patos en el estanque, las aguas no son claras, las hojas viejas de las madroñeras flotan en ellas y, aunque sí hay peces de colores, todo se ve muy poco cuidado. Así que lo siento si en este momento no puedo regalarte una pincelada hermosa de este rincón de Granada. Pero la culpa no es mía. Sin embargo, la luz sobre este cerro, el airecillo, la visión sobre la ciudad de Granada y las altas cumbres de Sierra Nevada, si son hermosas. Así que una cosa por la otra y para que compruebes que, como en cualquier parte del mundo, los sitios las cosas y también pueden estar abandonadas.<br /><br />Sigo con la ruta que te voy regalando. Giro para la izquierda, bajo las escaleras de las rocas calizas y me voy para otro rincón del jardín. Pero antes de avanzar más quiero decirte que, las rocas calizas que hay a los lados de las escaleras, sí que son bellas. Rocas naturales traídas de las montañas de por aquí cerca y elegidas entre las más originales. ¿No te acuerdas que también recorriste algunas de estas montañas? Fue en aquellos días de primavera y lo hiciste, me decías, para tener una visión más completa de todo lo que en sí es Granada. Por eso preguntabas:<br />- ¿Cómo se llaman estos bosques, esos barrancos y todas aquellas montañas?<br />- Cada cosa tiene su nombre propio pero la totalidad es el Parque Natural de las Sierras de Huértor Santillán. Es mejor que te quedes solo con el nombre grande para recordarlo siempre. Los nombres pequeños se olvidan con facilidad.<br />- Eso es cierto.<br /><br />Pero sí te aprendiste luego el nacimiento del río Darro, el que surte de agua a la Alhambra. Y también el de la Fuente de la Teja y el de la Cueva de loso Mármoles. ¿No te acuerdas? Pues vuelvo al comienzo. Y te decía que las piedras que han puesto en las escaleras que, desde el estanque da paso a otras partes, son calizas y de las sierras que conoces. Y son realmente bellas estas rocas. De las montañas de Granada y escogidas entre muchas. Así que algo más que conoces por estos sitios de España.<br /><br />La escalera me deja, en solo unos metros, en las tierras de lo que antes fue por aquí huerto. Otras veces, cuando he venido por estos jardines, me lo he encontrado todo sembrado. Con fresas, hierbabuena, espárragos, plantas aromáticas… Sin embargo hoy también me lo encuentro sin plantas. Todo muy seco, solo unas cuantas matas de fresas y nada más. ¿Qué ha pasado? ¿Es por la escasez de agua que te decía antes? Aunque los bancales sí me los encuentro con la tierra labrada y los surcos trazados pero nada sembrado en ellos.<br /><br />Lo recorro por el lado de la izquierda. Por donde va el acueducto que lleva el agua al estanque. A mi izquierda y lado de la colina de la Alhambra, se me va quedando el recinto del nuevo jardín botánico. Hace solo un par de años que lo construyeron. Y, no te preocupes: dentro de un rato voy a recorrerlo para ti. Quiero que también lo sepas a fin de que conozcas unas pinceladas más de los rincones de Granada. Para que tengas claro qué otras cosas hay en la ciudad, además de monumentos y calles empedradas. Para que conozcas muchos matices de la ciudad de la Alhambra.<br /><br /><strong>32 - El ciprés de San Juan de la Cruz</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_HyL0lsVI/AAAAAAAAAfk/_rGbBVHRNMY/s1600-h/Cipr%C3%A9s+texto.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111523767069552978" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_HyL0lsVI/AAAAAAAAAfk/_rGbBVHRNMY/s400/Cipr%C3%A9s+texto.jpg" border="0" /></a><br />El terreno que ocupa el huerto, el que fue cultivado por San Juan de la Cruz, es rectangular. Se extiende desde el estanque hasta el ciprés centenario y es uno de los tres grandes huertos que, en aquellos tiempos, labraban y cultivaban sobre este altozano. En realidad, el estanque que ya he dejado atrás y donde nadan unos peces de colores, fue la alberca que almacenaba en agua para regar los tres huertos sobre esta colina. Uno al norte, otro al sur y el que voy a pisar ahora mismo. Avanzo y lo recorro por el lado que da a la cumbre de la Alhambra. Al final, paso el acueducto por debajo y me vengo para el lado del nuevo jardín botánico. A mi derecha, más al final y un poco en lo alto, ya veo el ciprés centenario. El que recoge la historia como sembrado por San Juan de la Cruz.<br /><br />Antes de seguir voy a visitar este árbol. También para regalártelo y porque sí creo que es cierto, sino todo bastante, lo que se dice de él. Solo a simple vista ya se ve que es un árbol muy viejo. Alto y recio y con sus largas ramas extendidas al viento. Y el sitio donde crece también es muy curioso. Por eso enseguida me pregunto por tu presencia por aquí. ¿Viniste o no a este hermoso y recogido rincón de Granada? Al menos con tu bicicleta sí estoy seguro que no lo hiciste. Y si lo hiciste andando, algunas de las veces que por aquí viniste con tus amigas, tampoco me lo dijiste.<br /><br />¿Qué te diga algo más de este árbol? Pues te comento que se le conoce con el nombre de Cedro de San Juan de la Cruz pero es un ciprés. Una variedad, muy escasa y poco conocida, de ciprés, cupressus lusitánica. Parece que procede de México y que fue traído a España en el siglo XVI por los monjes carmelitas que evangelizaron América. Muchas personas y en muchos sitios dicen que fue plantado por San Juan de la Cruz y que, a su sombra, escribió su libro: “La noche Oscura del Alma”. Otras personas también dicen que no fue exactamente así.<br /><br />Remonto el camino hacia el mirador, sobre la elevación del terreno donde crece el ciprés. Un recorrido corto por un carril de tierra. Lo han adornado sombreando por aquí olivos y otras especies. Es parte del nuevo jardín botánico que voy a visitar dentro de un rato. Ahora llego al recinto del viejo ciprés. En el césped que rodea su tronco encuentro una pareja de jóvenes. Al fresco y a la sombra se dedican a sus cosas. Por eso, para respetar su especio, no me acerco mucho. Desde cierta distancia, observo el árbol, le hago algunas fotos, intento mirarlo recortado sobre el azul del cielo y las cumbres de Sierra Nevada y también me recreo en la belleza de sus ramas. Tiemblan empujadas por el vientecillo que pasa.<br /><br />Alrededor del tronco de este gigante hermoso, han hecho como un círculo, lo han sembrado de césped, han trazado la acequia que lleve el agua al estanque, justo rozando el tronco y, circundando el redondez de césped, han puesto cinco bancos. Por detrás de los bancos y pegado al tronco, crecen madroñeras. También creo que tienen tantos años como el ciprés. Lo miro, sueño y te recuerdo. ¿Y sabes qué me digo?<br /><br />Que de este ciprés tan viejo y, por eso repleto de historia, podría ponerme ahora y escribir mucho. Un hermoso y largo poema, un pequeño libro, una canción, un cuento… Sí, podría ponerme y seguro que sería capaz de hacer algo de lo que te digo. Pero no voy ni a intentarlo. Ya de este árbol y lugar se ha escrito mucho a lo largo de los años. Las personas que hoy tengan posibilidad de acceder a Internet, podrán comprobarlo. Con solo hacer una búsqueda, por todos sitios hay escritos repletos de información, fechas, historias, leyendas…de este ciprés. Así que no voy a repetir lo que ya han dicho otros y en tantos sitios.<br /><br />Pero si te confirmo lo que ya te había comentado. Que es hermoso y llena mucho solo contemplarlo. Sin necesidad de saber nada más de él. Aquí clavado en una repisa del cerro y por eso elevado sobre el viejo huerto, frente al acueducto y también frente a la Alhambra y muy elevado sobre la vega de Granada, es como un guardián del tiempo. Repleto de amaneceres, tardes doradas, puestas de sol y silencios. Como si te estuviera esperando y como si también tuviera entre sus ramas algo muy concreto. Como si entre su vejez y serenidad, encerrara una gran queja, un lamento, un reproche…<br /><br />Ya sabes, como te has ido tan de espaldas a la belleza y pureza del viento de la ciudad de Granada, pues hasta en el corazón del cielo hay dolor. Y yo puedo oírlo. Este hermoso ejemplar, clavado en el tiempo y cicatrizado de azules, me lo grita con sus ramas a los cuatro vientos. Así que te lo regalo, en este paseo que para ti vengo dando. Y te regalo también los cinco versos, sin sonido, con su asombro y tu recuerdo dentro.<br /><br />Te fuiste<br />y te has quedado<br />sin saberlo,<br />como este viejo ciprés<br />frente al tiempo,<br />púlpito y eternidad,<br />Dios y cielo.<br /><br />Solo aquello que resiste<br />fiel en su centro<br />es lo que importa al final.<br />Así que aquí dejo,<br />a la sombra de este asombro,<br />eterno y bello,<br />tu presencia por Granada<br />y mi sueño.<br /><br /><strong>33 - Por el carril del nuevo jardín botánico</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_I1r0lsWI/AAAAAAAAAfs/m3WwjGxpTdI/s1600-h/DSC08016.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111524926710722914" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_I1r0lsWI/AAAAAAAAAfs/m3WwjGxpTdI/s400/DSC08016.JPG" border="0" /></a><br />Desde el ciprés me vengo para la izquierda. Siguiendo el carril de tierra que me ha dejado en la misma sombra del viejo árbol. Y este carril, en realidad carretera pero sin asfaltar y solo por dentro del cerrado recinto, discurre a media ladera. ¿Por qué va por la mitad de la ladera? Porque el trozo de tierra que ocupa en nuevo jardín botánico, se reparte entre ladera, hondonada y llanura. En la parte de arriba o final de la colina de las Torres Bermejas. Desde aquí todavía el terreno sigue subiendo hasta rematar en los Llanos de la Perdiz. Pues por la ladera que por aquí delinea el terreno, al levante, discurre este carril de tierra. Junto a un trozo de la acequia que lleva agua al estanque. Y me la encuentro casi vacía. Con muy poco agua y estancada.<br /><br />Es grande todo este espacio del jardín botánico. En realidad llega casi hasta lo más alto del cerro. Y, como la construcción de este espacio es reciente, las plantas aun no están muy desarrolladas. Pero creo que con el tiempo, este rincón puede convertirse en algo muy interesante en la ciudad de Granada. Queda lejos de la ciudad, muy elevado en la montaña, de fácil acceso pero hay que andar mucho para llegar aquí y para recorrerlo. Sin embargo, precisamente esto es lo que lo hace interesante. No será nunca un rincón de tantos si no que, como esta tarde, solo cuatro personas vendrán por aquí. Los que realmente tengan gusto por los espacios abiertos, la tranquilidad, los silencios…Como si dijera que esto será visitado solo por unos pocos. Los amantes de los bosques y perseguidores de sueños, como tú y yo y unos cuentos que conozco.<br /><br />El sol de la tarde me va dando de frente. Y, como por aquí todavía no hay grandes árboles, pues me hiere en la cara, en la frente, en los brazos… Pero es hermoso y me gusta y también el fresco vientecillo mezclado con tu recuerdo. Por eso camino, en compañía de mi soledad de siempre y con los sueños que en mi corazón viven. Al frente voy viendo las torres de la Alhambra, la de la Vela, la de la Iglesia y el palacio de Carlos V. así que este espacio, además de quietud, verdes y silencios, también regala buenas vistas sobre las grandes colinas de esta montaña. Y claro que me pregunto: ¿Viniste alguna vez por este hermoso rincón de Granada? Muy seguro estoy de que no. Sin embargo, ya vez, hay tanta belleza por estos sitios, tanta naturaleza, tantos sueños por aquí agazapados, que es fundamental recorrerlos. Tanto o más como el mismo centro de la ciudad, calles o monumentos. Porque una ciudad, la riqueza y belleza de cualquier parte del mundo, hay que buscarla siempre en la totalidad. En los monumentos, edificios, espacios abiertos y también en las montañas, valles, ríos, bosques y prados. La suma de todo esto es en realidad el sitio en sí.<br /><br />Pero tú, bien lo sé, te quedaste solo con algunos trozos de Granada. Casi exclusivamente lo urbano y algo de las personas. Por eso te decía que te falta mucha información para tener una visión medianamente completa de esta ciudad. Y por eso yo la estoy recorriendo de otra forma distinta y te la comento. No es esta ciudad, ni mucho menos, solo aquella porción que le venden a los turistas. ¿Lo entiendes?<br /><br />A unos cien metros desde el ciprés, el carril que recorro, traza una curva para el barranco de la izquierda. Es en esta hondonada donde en realidad se encuentra el corazón del nuevo espacio botánico. Por esta curva y carril sigo avanzando. Todo por aquí es muy nuevo para mí y por eso lo miro ilusionado. Con mis ojos abiertos y mi alma muy atenta para que no se me escapen los detalles. Y me paro un rato, asomado al balcón que, por la izquierda, se abre para esta hondonada. Un bonito y sencillo balcón construido en un sitio clave de este gran espacio verde.<br /><br />Sé que nunca en la vida vendrás ya por aquí. Porque tengo muy claro que nunca más volverás a Granada. Así que ni siquiera pensar quiero que alguna vez en tu vida puedas pisar el rincón que ahora mismo recorro para ti. Pero aun teniendo todo esto muy claro, bien sabe el cielo que lo estoy recorriendo con el amor más sincero. Para explicártelo desde la honestidad más pura, con el más exquisito respeto y la mayor ternura. Porque sé que en la vida, nada, nada, ni siquiera el más insignificante de los momentos, carece de valor. Todo debe ser siempre tratado con el más fino respeto. Y cuando se trata de personas, aun más. Y más todavía debe ser tratada con nobleza la belleza que a todos y cada uno Dios nos regala.<br /><br /><strong>34 - El tronco viejo del olmo gigante</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_JV70lsXI/AAAAAAAAAf0/BczAtPJs8Qk/s1600-h/DSC08082.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111525480761504114" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_JV70lsXI/AAAAAAAAAf0/BczAtPJs8Qk/s400/DSC08082.JPG" border="0" /></a><br />De nuevo el carril gira para la derecha. Por esta ladera han sembrado olivos. ¿Ves? Árboles propios de estas tierras. Olivos, madroños, encinas, alcornoques… Felicito a los que tuvieron la idea de sembrar por aquí estas plantas. Para que las personas también podamos aprender cuales son los árboles propios de estos lugares del mundo. También esto es, casi al mismo o mayor nivel, que la cultura que se muestra en los museos. El mayor y más fantástico de los museos siempre he tenido muy claro que es la naturaleza.<br /><br />Al frente me saluda un trozo de la antigua muralla. Cerca de ella han sembrado alcaparras y pitas. Dos plantas exclusivas de las tierras del sur. Es realmente curioso este espacio y me alegro que lo hayan aprovechado de esta forma. Unas madroñeras muy viejas pero al mismo tiempo fuertes, sanas y cargadas de madroños. Son el resultado de las florecillas que brotaron en el mes de enero. Cuando aun todavía vivías en España. Cuando de nuevo ahora, dentro de unos meses, llegue el invierno, estas madroñeras se cubrirán de hermosos frutos rojos. No vendré a verlas pero ya te las regalo.<br /><br />Y te repito: si alguna vez vuelves a España y a Granada, ven a visitar este rincón del nuevo jardín botánico. Y, en este sitio, ven a ver concretamente a las madroñeras. Son arbustos silvestres propios de las montañas mediterráneas. Y por eso tienen mucho valor botánico. Son muy bellos y, las que hay en este rincón, están cargadas de años. Algo que siempre asombra y merece respeto.<br /><br />Al llegar al final, el carril gira para la izquierda. Baja por unas escaleras y busca adentrarse en el corazón de este espacio verde. En la llanura del barranco. Me encuentro por aquí pinos de distintas especies, olivos, acebuches, madroñoras, alcornoques, durillos, almeces, álamos, sauces, cerezos, quejigos… Por lo hondo del barranco y desde el lado de la Alhambra, sube otro carril. Como dirección al estanque de los patos. Viene escoltado por arriates de laurel y palmeras. Es bello este lugar y lo tiene que ser más en primavera.<br /><br />En el centro casi del barranco y del espacio ajardinado, el tronco seco del que fue un gran olmo. Se secó, seguro por la enfermedad que han sufrido estos árboles. Y han conservado su tronco. Buena idea porque tiene mucha belleza este trozo de olmo aunque esté sin vida. Con solo verlo se aprenden muchas cosas. De la vida, del tiempo, de la juventud, de los sueños… ¿Sabes? todo este mundo está lleno de filosofía, de imágenes, de poesía… Pero el tronco seco de un viejo olmo, quizá centenario, condensa en sí casi todos las ciencias y secretos.<br /><br />Por eso me paro. Me siento frente a la silueta de este blanco y seco tocón y pienso en ti. No estás presente como tampoco la vida en este fabuloso trozo de madera pero el alma sí es capaz de traerte y de elevarte al cielo. Y también el alma es capaz de meditarte frente a la figura de este leño sin vida y de condensarte en cuatro versos:<br /><br />Tronco viejo<br />de olmo gigante<br />sin nombre concreto,<br />¿a dónde se llevó,<br />el sol y el tiempo,<br />tu hermosa juventud<br />y tu fresco incienso?<br /><br />Sin quererlo tú<br />te fuiste muriendo,<br />lento en la tarde<br />y en silencio.<br />Así es la vida<br />en este suelo,<br />todo se acaba.<br /><br />Solo aquello<br />que es alma<br />y se eleva al cielo,<br />queda para siempre:<br />mi blanco sueño.<br /><br /><strong>35 - Meditando las pequeñas cosas de este jardín<br /></strong><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_J5r0lsYI/AAAAAAAAAf8/F-RIhHQZby0/s1600-h/DSC08089.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111526094941827458" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_J5r0lsYI/AAAAAAAAAf8/F-RIhHQZby0/s400/DSC08089.JPG" border="0" /></a><br />Cuando pasen los años y las plantas, en este rincón sembradas, hayan crecido, gustará mucho venir por aquí. Por el verdor que mostrará todo, por la gran variedad de planta, por el frescor y aromas que el ambiente regalará y por los silencios y tranquilidad. Así que, como en esos momento yo no estaré por aquí y tú seguirás lejos, elevo también este sueño mío al cielo y le pido que te lo regale. Para que lo puedas disfrutar en la distancia y en el tiempo.<br /><br />Y sigo pensando que, cuando pasen los años, las personas que vengan por aquí, tendrán mucha suerte. Aunque solos sea a dar un paseo, a sentarse en algunos de estos bancos, a disfrutar del silencio, a respirar el aire. ¿Sabes? Hasta pienso que, más de uno de los que vengan por aquí, se entretendrá en leer las cosas que ahora escribo en mi cuaderno. Y pensarán en ti y, de ese modo, de nuevo estarás por estos sitios. ¿Por qué no podría ocurrir un milagro? ¿A que sería bello? En fin, los sueños míos contigo y las cosas bellas que por este rincón me encuentro. Sigo:<br /><br />Pero ahora detengo mi recorrido. Me aparto del camino y, en uno de los bancos que por aquí han puesto, me siento. Miro mi reloj. Son las y cuarto de la tarde. Ya en tu país lejano son las once. Y a las diez de aquí de España, he quedado con tus amigas. Hoy ya tienen que irse definitivamente de la residencia. Como lo hiciste tú. Todas las cosas siempre llegan a su fin. Y tus amigas me han pedido que les ayude a mudarse. Se van a un piso alquilado. Bueno, a una habitación de este piso, Tania. Porque tu otra amiga, se marcha a Málaga. Dice que allí quiere buscar trabajo para el verano. Lo mismo decía Tania. Pero ella con su embarazo, lo tiene todo muy complicado. Pero yo sí voy a ayudarles a llevar sus cosas desde la residencia a piso. Mucho más no puedo hacer por ellas, excepto darles mi respeto y estar ahí.<br /><br />Desde donde me he sentado miro para el barranco. Ya te he dicho que este jardín, muy elevado sobre la ciudad de Granada, se extiende por una hondonada, varias llanuras pequeñas y una ladera. Por donde los árboles, el carril y la acequia. Pues en el centro de la hondonada, centro también del recinto ajardinado, han construido una fuente. Nada espectacular pero sí con agua muy clara. Por eso le presta a la tarde y al conjunto, una muy agradable pincelada. No solo por el murmullo del agua y sus reflejos al sol de la tarde si no también por la compañía que regala. Es como si recordara que nada hay por aquí muerto. Que todo está lleno de vida y, además, transparente y fresca. Como las danzas de esta agua que se contornea en la tarde. Solo dedicada a sí misma y a jugar con el viento. Y por eso me digo que te gustaría mucho si la vieras. Y no es gran cosa pero todo muy bello. Como la vida misma. Como es siempre el mundo de lo pequeño. Insignificante pero perfecto como la mejor obra de arte. Así que te regalo también la danza de esta agua y su fresco. Y sigo:<br /><br />Por el lado de la derecha, según miro desde aquí para el estanque, queda otro trozo de jardín. Es más antiguo y artificial. Se distribuye de otra forma. Con arriates, palmeras, pasillos… Un estanque también y en él una cascada y, en la cascada, culantrillo. Pequeña planta silvestre del grupo de los helechos y nenúfares amarillas. ¿Te acuerdas los que tanto a te gustaban en el jardincillo de las rosas? Aquellos son de colores blancos y morados y estos de aquí solo amarillos. Pero hermosos como el silencio de este rincón y tanto como tu recuerdo.<br /><br />Me embeleso en esta fuente y flores unos segundos y sigo. Este otro trozo queda unido al que ya te he comentado, ese, al otro y así. Menos la parte de la ladera que cae para el barrio del Realejo. La que linda con la calle camino nuevo del cementerio. Ese lado de este Carmen de los Mártires, no se encuentra abierto al público. Es donde, en los tiempos antiguos, estuvieron las huertas del lado sur. Ahora ese terreno no está acondicionado ni cuidado. Lo han dejado en las manos de Dios y por eso, los árboles y otras y otras plantas, crecen casi asilvestrados. ¿Qué te gustaría saber más de este rincón?<br /><br />Por el lado de la entrada pero pegado al estanque de los patos, otra clara fuente. Redonda y poco profunda pero sí colmada de agua. Desde el centro, un surtidor, pequeño, eleva los chorrillos y, al caer al recinto de la fuente, canturrean con tonos alegres. Las palmeras, creo que también centenarias, la miran desde su altura esbelta y los bancos que la circunda parecen vigilarla. Pero está en su serenidad y se mece en el vientecillo de la tarde.<br /><br />Ya voy saliendo del recinto por este lado sur, jardín de las palmeras y pavos reales. Ya me acerco a la entrada. Porque la salida quiero hacerla por el mismo sitio. Pero antes de cruzar la explanada y atravesar la puerta, vuelvo un momento y te explico. No el palacio ni tampoco los jardines románticos ni los nazaríes si no el pequeño mirador entre las centenarias madroñeras.<br /><br /><strong>36 - Desde el mirador de las madroñeras<br />en el Carmen de los Mártires</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_K7r0lsZI/AAAAAAAAAgE/F-BPu2WxFOo/s1600-h/DSC07902.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111527228813193618" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_K7r0lsZI/AAAAAAAAAgE/F-BPu2WxFOo/s400/DSC07902.JPG" border="0" /></a><br />Y el pequeño mirador se cuelga por donde las madroñeras, al lado sur del Carmen de los Mártires. Casi escondido entre la vegetación y muy elevado sobre la ciudad. Voy llegando a él y voy pensando en ti. Sé que aquí tampoco estuviste pero deseo encontrarte. Aunque no sea cierto lo desea mi corazón. Por eso, mientras me acerco despacio, miro ilusionado.<br /><br />Y, al salir de entre la espesura de la vegetación, te veo. De espaldas, apoyada en la baranda de hierro, mirando a la ciudad y metida en tu silencio. No quiero importunarte y por eso me aproximo sigiloso. Como de puntillas y restregándome los ojos para asegurarme que eres real. Y no sueño aunque, la visión que de ti ahora mismo tengo, es pura fantasía de mi mente. Desde hace días ya no estás en Granada pero, aun siendo cierto, yo nunca podré creerlo. Y de ello, darán testimonio ahora y siempre, las cosas que voy dejando escrita en mi cuaderno. Al sentirme llega te vuelves. Me miras y me dices:<br />- Te estaba esperando.<br />- ¿Para qué?<br />- Me dijiste un día que este rincón de Granada es hermoso. No lo conocía y por eso he venido a verlo.<br />- ¿Y te está gustando?<br />- Mucho pero no lo entiendo.<br />- ¿Qué es lo que no entiendes?<br />- Todavía ignoro muchas cosas de la ciudad de Granada, de Andalucía y de España. Así que estoy mirando pero ni siquiera sé qué es lo que ante mí tengo.<br />- ¿Y por eso me estabas esperando?<br />- Por eso y por algunas cosas más. Te cuento.<br /><br />Apoyo mis manos sobre la baranda de hierro y, contigo, miro para la ciudad. Extendida desde la misma ladera del balcón que nos sostiene, frente al río Genil y para la ancha vega. También se estira río arriba, para las cumbres de Sierra Nevada y para la derecha, por donde en el centro emerge la catedral. Te pregunto:<br />- ¿A que es espléndida?<br />- Blanca y serena y, vista desde este pequeño balcón colgado casi del cielo, parece de película. Nunca había imaginado que en Granada encontrara esto.<br />- Me alegro que hayas venido. ¿Para qué me estabas esperando?<br />- ¿Tú sabes volar?<br />Al oírte esta pregunta me sorprendo. Te miro y me preguntas de nuevo:<br />- ¿No has volado nunca en los sueños?<br />- Sí, alguna vez lo he hecho. Pero estamos en la vida real.<br />- Lo es a medias. Yo ahora mismo respiro en Rusia y sin embargo estoy aquí contigo. ¿No es cierto?<br />- Creo que sí.<br />- Por eso quiero que te vengas conmigo en un vuelo, libre y grande, por encima de la ciudad de Granada. Surcando el aire y el espacio como si fuéramos aves y dueños de lo inmenso.<br />Y otra vez me sorprendo.<br /><br />Guardo silencio por un instante y nuevamente me restriego los ojos. Quiero creer que es cierto lo que oigo y veo porque te echo en falta pero temo. Sé que no es cierto. Sin embargo, de nuevo puedo oírte:<br />- Yo sé que sabes volar y por eso te estoy pidiendo que me lleves en un vuelo por estos lugares de la ciudad. Para verlos mejor y para que me los expliques del modo en que siempre lo deseaste. ¿Me vas a conceder lo que te estoy pidiendo?<br />- Aunque no puedo hacerlo porque todavía soy materia, tú lo deseas y eso es bueno. Quieres ser libre, quieres ser aire, quieres elevarte sobre el suelo para llenarte de esta ciudad y llevarte sus mejores secretos. Quieres encumbrarte sobre la Tierra y acercarte más y más al cielo. Tu deseo es el más hermoso de todos los sueños. Y esto indica que en tu alma llevas sentimientos puros, realidades eternas. Te felicito y me alegro.<br /><br />Los dos guardamos silencio. Al poco, me preguntas:<br />- ¿Cómo se llama todo ese barranco que estamos viendo?<br />- Desde esta ladera para abajo, se le conoce por el Barranco del Abogado. Por aquellas hondonadas va la carretera a la Sierra, más acá y en lo alto, queda el cementerio, para la derecha, las casas del barrio del Realejo, al fondo, ya ves el río Genil surcando silencioso y, aquí mismo, casi a nuestros pies pero abajo, tenemos el Campo del Príncipe. ¿A que es grandioso todo lo que desde aquí vemos?<br /><br />De nuevo guardas un breve silencio y luego me dices:<br />- Y desde que tú me lo muestras a tu modo me parece mucho más. Por eso necesito elevarme en un vuelo y surcar el aire. Seguro que después de esta experiencia voy a quedar mucho más convencida de la belleza de Granada. Y este mirador, tan colgado en el cielo ¿no crees que es la plataforma ideal para saltar desde él e irse libre por el aire en un amplio vuelo?<br /><br /><strong>37 - Acercándome al barrio del Realejo</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvP-nh3JvOI/AAAAAAAAAhs/POkzpkHCj_I/s1600-h/DSC07904.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112709957053693154" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvP-nh3JvOI/AAAAAAAAAhs/POkzpkHCj_I/s400/DSC07904.JPG" border="0" /></a><br />Ya he salido del recinto Carmen de los Mártires. Vuelvo a recorrer la avenida que precede a su entrada, Paseo Carmen de los Mártires. Es el pórtico a los jardines que acabo de recorrer para ti. Lo ando lentamente, como si regresara o fuera el final de algo pero no es así. Me quedan todavía muchos trozos que recorrer y contarte en esta ciudad, por ti, abandonada. Ahora voy por esta ancha avenida y, te digo de ella que, en los próximos días, van a asfaltarla. A remendarla un poco para que esté algo más decente, lo mismo que harán con la avenida que hay cerca de tu residencia. ¿La recuerdas? ¿Sí, la avenida del Paseo de Cartuja? La has pisado muchas veces y otras tanta la has visto a lo lardo de los días que estuviste en esta ciudad. Así que fíjate, aunque no sea mucho, la ciudad de Granada, la van a poner un poco más guapa este verano. Ahora que te has marchado. Sin embargo, ya está viendo: en la medida que sé y puedo, te la regalo. Para que no la pierdas del todo.<br /><br />Me acerco al gran hotel “Alhambra Palace”. ¿Sabes dónde se encuentra y cómo es? Justo en una pequeña plazoleta donde se juntan o cruzan cuatro calles. La calle Niño del Royo, Peña Partida y Antequeruela Alta y Baja. Cuatro pequeñas calles en un punto donde se deja el recinto ajardinado de la Alhambra y Carmen de los Mártires para entrar a la ciudad. Y, al llegar aquí te hago la misma pregunta que tanto repito: ¿Conoces este otro rincón de Granada? ¿Estuviste por aquí algún día, andando o en tu bicicleta? Tampoco me lo dijiste pero hoy, una vez más, te regalo el lugar y el momento. Y también quiero que sepas que, a este hotel, soñé enseñártelo alguna vez. Para explicártelo a fin de que gozaras de las hermosas vistas que desde aquí se observan sobre Granada. Es un edificio moderno pero lujoso y muy bien situado. Dicen que es uno de los de mayor lujo de Granada. Al menos, sí que se levanta en el sitio más hermoso.<br /><br />Pues desde la pequeña plazoleta, en la entrada de este hotel, ahora doy comienzo a otra ruta para ti. Y, en lugar de tomar por la izquierda, calle Antequeruela Baja, sigo por el lado de la derecha. Por la calle Peña Partida, que es en realidad el último tramo de la calle Cuesta del Realejo. ¿Te suena la Cuesta de Alhacaba y la Cuesta de Gomérez? Pues esta calle y singular rincón de granada, se parece a la que lleva al corazón del Albaicín. También un poco a la Cuesta de Gomérez, pero memos porque ésta sí están empedrada y aquella tiene asfalto negro. Y, a este sitio, Cuesta del Realejo, ¿viniste o no? Por si no la conoces te digo que baja, toda esta calle, empedrada, con anchos escalones en forma de rellanos para aliviar la pendiente. Y lo hace por la ladera sur del puntal de las Torres Bermejas. Bonito, muy original y tranquilo es todo esto. Y el aire que corre es fresquito. Al fondo, se va viendo la ciudad, como dormida por la llanura de la vega y atravesada por el río que desciende de Sierra Nevada.<br /><br />Bajo, el desnivel es granda pero liviano, y sé que, en cuanto llegue a lo llano, me encontraré con el famoso Campo del Príncipe. ¿Te suena? Seguro que sí pero tampoco estoy seguro de que lo hayas visto. Por aquí, en este barrio, es lo más famoso. También bonito y curioso. Cantan las chicharras borrachas del calor de la tarde de verano. Pero como el viento corre y, por esta calle con mucha soltura, es agradable disfrutarlo. ¿En tu país hay chicharras? No estoy seguro. Con tanto frío en invierno, casi cuarenta bajo cero ¿pueden nacer, en verano, las chicharras? A parte de que, el verano en tu país, ni mucho menos es tan caluroso como aquí. Por eso pienso que, de donde eres y vives, no hay chicharras. Así que también para ti, en esta tarde de verano, vacía, repleta y hermosa, la música que interpretan estas chicharras. Es monótona y hasta parece que potencian la sensación de calor pero son las señas de identidad de estas tierras. En Granada, en Andalucía, si en verano no cantan las chicharras, es como si faltara algo. ¿Descubriste esto y lo gustaste antes de irte?<br /><br />Es otra de las muchas cosas sencillas y bellas que he querido enseñarte. Además de lo que ya te he dicho, el perfume del aire en estas tierras, los azules del cielo, los verdes de las montañas, las claras aguas de los ríos, los silencios y la alegría de las flores. Además de esto también soñé hablarte de los contos de las chicharras en verano, las caricias el aire en la cara, el sabor a eternidad siempre palpitando en los paisajes y los misteriosos silencios. Algo que nunca aprenderás ni nadie te enseñará por ningún sitio. Así que fíjate cuantas cosas te has perdido y yo tenía preparadas para regalarte. Y aun no conoces, porque no te las he dicho, las más esenciales.<br /><br /><br /><strong>38 - Por la Cuesta del Realejo</strong><br /><br />Aunque en calor de esta tarde y por esta ladera sur, es mucho, no asfixia tanto. Refresca lo suficiente el airecillo que corre y la ligereza del camino, porque es bajada. Siempre la naturaleza, Dios desde ella, da lo necesario para seguir y avanzar. Para ir alimentando el alma.<br /><br />Y, no te lo he comentado porque no es cuestión de repetirlo a cada instante pero según voy recorriendo cada uno de los rincones de Granada, de mi alma no se va la pena. Es tu recuerdo. Tu forma de marcharte de España. Para mí ha sido un golpe duro y sé que para ti tampoco habrá sido muy grato. Y es que, no se puede ir uno de los sitios, de las cosas, de las personas, de la vida, del tiempo, de espaldas y como huyendo. Esto es malo porque deja destrozos dentro y un gran malestar que ni siquiera borra el tiempo. Nuestro corazón y alma han sido hechos para amar y agradecer y no para lo contrario. Así que tu actitud, además de no haber sido la correcta para conmigo y otros, te hace daño a ti más que a nada ni a nadie. ¿Qué necesidad tenías de este sufrimiento? ¿Quién o qué te obliga a ir contra ti misma, contra Dios, contra la vida? Esta es la tristeza que me va mordiendo mientras recorro los sitios que te regalo.<br /><br />Es larga la calle que voy bajando. Camino despacio porque no tengo prisa. Me da el sol de frente y también de frente me viene el airecillo. Me gusta esta Cuesta del Realejo. El empedrado es antiguo y por eso no está liso. Más sabor tiene a añejo. Desciende esta calle escoltada por paredes a los lados. Sin embargo, estas paredes, casi todas están cubiertas por hiedras, parras y otras plantas. El toque verde, característico en tantos lugares de esta ciudad. ¿Y sabes?<br /><br />La gran pared blanca que me va quedando por la derecha es la que dentro encierra a dos rincones también muy significativos en Granada. Dos de los núcleos culturales más interesantes de esta ciudad: la Fundación Rodríguez Acosta y el Instituto Gómez Moreno. En ambos son de enorme valor las colecciones de arte que se exponen. Aunque aún más interesante que las obras, es el propio carmen que edificó el pintor Rodríguez Acosta. Una construcción inédita en Granada en la que domina, sobre todo, el gusto del autor. La mezcla de estilos, el uso de elementos reales con imitaciones, la originalidad en el tratamiento del la vegetación y el agua y otros factores paisajísticos, hacen del carmen una auténtica obra maestra.<br /><br />Llego a un rellano bonito y me paro un momento. Es como una plaza pequeña. Miro al frente y en la pared leo: “Carmen de Santa Lucía, Cuesta del Realejo número cuarenta y cuatro”. ¡Mira qué curioso! Hay aquí un horno, un pequeño ensanche y vegetación. Me agrada este rincón. Por eso, me pongo a la sombra y dejo que el airecillo que viene desde el río me refresque. Lo necesito, tanto por fuera como por dentro. Miro para arriba y descubro que me coronan grandes palmeras. Sobresalen por entre las casas y paredes, clavadas en los jardines de la ladera. Más arriba, cubre el cielo, azul gris y bello, muy bello. Miro para abajo y la ciudad me sorprende de tan blanca y serena. Como durmiendo una larga siesta o como si estuviera esperando. ¿A quién o qué espera? ¿Tuviste tú esta visión alguna vez cuando observabas a la ciudad desde tu residencia? ¿Tampoco viviste esta experiencia? Pues lo siento de veras. Porque, aunque no sé explicarlo, creo que hay mucho misterio, mucha belleza, en la visión que, de la ciudad, ahora tengo. Es como si durmiera una larga siesta, recogida en sí, junto a su río pequeño y en la tarde quieta.<br /><br />Como cuando estabas. ¿No te acuerdas de las siestas españolas que tanto decías te gustaban? Yo sí lo recuerdo ahora y por eso te pregunto: en tu país lejano, donde vives en estos momentos ¿también duermes la siesta? Seguro que no. ¡Tantas veces me has dicho que allí las cosas no son como por aquí! Y lo sigo entendiendo a medias. De tu país, del mundo que te rodea, todavía tengo que aprender mucho. Tanto que hasta pienso, muchas veces, que ya no tendré tiempo. Tampoco he tenido ni tendré la oportunidad de vivir en él como tú, sí, en Granada, España. Pero quiero dejar escrito que, lo que llevas en tu corazón, tu sueño, sí casi lo comprendo.<br /><br />Ahora la calle se divide en dos. Solo unos metros más abajo de la pequeña plaza. Sigo al frente y de nuevo las escaleras en forma de anchos rellanos. Están empedrados pero el pavimento no es igual que el que, hasta este lugar, venía pisando. Es más nuevo. También la calle deja de tener paredes a los lados. Se ven las puertas y fachadas de las casas y, casi todas ellas, tienen un pequeño rellano en la misma entrada. Típico esto de la zona del Realejo y de otros rincones de Granada. Ya es mucho más nuevo este lugar. Empiezo a ver la llanura por donde se abre el Campo del Príncipe. Pero antes de llegar, voy a venirme para la izquierda. Hay por aquí algo que deseo comentarte. Y también, mientras voy llegando, aprovecho para y en dos palabras, te resumo un trozo de la historia de todo esto.<br /><br />¿Sabes? Antes de la llegada de los moros, en el siglo VIII, los judíos tenían su comunidad en la orilla izquierda del Darro. O más bien, a la derecha del río Genil cuando éste comienza su andadura por la ciudad de ahora. La capital de aquellos tiempos se identificó con ellos de tal manera que la llamaban "Garnata al-Yahud", Granada de los judíos. Cuando los cristianos tomaron la ciudad, arrasaron el barrio judío y lo renombraron El Realejo. El Campo del Príncipe se llama así porque ocupa la zona que el Ayuntamiento mandó explanar, en el año 1497, para que se pudiesen celebrar las bodas del príncipe Juan. Situado junto a la antigua mezquita que se derribó en el 1540 para construir la actual iglesia de San Cecilio.<br /><br /><strong>39 - Elevando a la eternidad trozos del barrio del Realejo</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvP_oB3JvPI/AAAAAAAAAh0/8Cl1K0TbNkg/s1600-h/DSC07905.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112711065155255538" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvP_oB3JvPI/AAAAAAAAAh0/8Cl1K0TbNkg/s400/DSC07905.JPG" border="0" /></a><br />Voy caminando por aquí y sé que estoy de paso. Solo por unos días más, como cuando estabas. En todo momento sabías que tenías cerca el final. Lo mismo yo esta tarde. Porque sé, en este momento que, dentro de algún tiempo, ya no estaré. Que habré muerto y de mí solo quedará quizá un pequeño recuerdo. Por eso hoy, ayer y cada día sueño y me elevo a la región de lo eterno. Como cuando estabas y soñabas a cada instante en tu país lejano. Y por eso ahora me pregunto: cuando ya vives en el país que tanto añorabas cuando estabas aquí ¿con qué universo sueñas ahora? ¿Te conformas solo con vivir allí y no aspiras a más? A mí no me pasa esto.<br /><br />Llego al rincón y me sorprende la pequeña plaza y la fachada de la iglesia. La que se le conoce con el nombre de San Cecilio. Está cerrada pero ya solo su portada es bonita. La observo desde el lado de abajo y, al fondo, veo alzado el gran edificio del hotel Palace. ¿Sabes? Esta iglesia fue construida en 1540, en el lugar que ocupaba una antigua mezquita. Ya se utilizaba, como todas las de Granada, para el culto cristiano desde la revuelta mudéjar de 1501. Frente a ella, el Cristo de los Favores señala una de las tradiciones más singulares y populares de la ciudad, la de visitarlo a las tres de la tarde del viernes Santo cuando concede los favores que le han hecho merecedor de dicho nombre.<br /><br />¿Sabías que San Cecilio es el patrón de Granada? ¿Y sabías que en febrero se celebra su fiesta? ¿Fuiste a la romería del Sacromonte el día de esta festividad? Yo por aquel entonces no te conocía. Pero no te preocupes: cuando de nuevo este año la gente vaya a estos lugares a comer saladillas y a disfrutar de esta conmemoración, iré a ella para regalártela. Aunque ahora quede tan lejos y parezca que no encaja en este día caluroso de verano.<br /><br />La fiesta, ya te lo he dicho, se celebra en la misma abadía del Sacromonte. Y abajo, en la explanada, es donde montan un tablao flamenco y para baile. Al aire libre y gratis para todo el mundo. Ahí mismo reparten habas verdes, un baso de vino con un trozo de bacalao y pan. Las típicas saladillas que cada año regala el Ayuntamiento de Granada a todos los que vienen por aquí. Y arriba, en la abadía, también hay fiesta y otros actos religiosos. A una cosa y otra va mucha gente porque es una romería. Y por eso, todas esas laderas, se llenan de grupos de personas, al mediodía, compartiendo la comida y la típica tortilla del Sacromonte. ¿No sabías esto? Pues ya te lo he dicho y de nuevo te repito que todo es en honor a San Cecilio. El obispo que se venera en la iglesia que tengo al frente ahora mismo y que por eso es tan significativa en este barrio del Realejo. ¿Tampoco estuviste en esta iglesia? Pienso que no y también es algo que lamento. Porque, de todas estas pequeñas cosas, son de la que se forma la “Granada” distinta y única. La ciudad que yo quiero recorrer y regalarte para que las conozcas. Porque, además, sé que allá en Rusia, casi ninguna de estas cosas existen. Y las que hay, ni siquiera se parecen, por ejemplo, a las iglesias de Granada.<br /><br />Haga una foto a la fachada de este templo y sigo. Solo un poco más abajo, en un recogido rincón, me encuentro un pequeño pilar. Tiene su chorrillo de agua, fresca y clara. Me acerco, lavo mis manos, mojo mi cara, bebo y me siento bien. Es un gran alivio el frescor de esta agua en una tarde tan calurosa y solitaria como ésta. Por eso le doy gracias al cielo y también porque estés ahora mismo aquí conmigo. Más hermoso parece todo y mucho más eternidad por la soledad del momento. Lo que te decía antes: que estoy andando por aquí ahora mismo pero ya presiento que falto. Presiento que han pasado los siglos y, de mí por aquí, nada sabe nadie, tampoco saben nada de ti. Solo perdura lo que ahora mismo voy dejando escrito en mi cuaderno.<br /><br />Así es la vida y así son todas las cosas. Porque ¿quién se acuerda de alguna de aquellas miles de personas que vivieron en este barrio del Realejo, hace doscientos años? Solo los recoge, de una forma general, la historia y nada más. Y no a todos. Por eso te pregunto: ¿quién se acordará de ti por aquí cuando pasen los años? De ningún modo nadie sabrá nada de mí. Pero ¿y si lo que voy dejando escrito en mi cuaderno perdura a través del tiempo? Por eso todo lo voy elevando al cielo y lo pongo en manos de Dios. Es donde únicamente queda para siempre.<br /><br /><strong>40 - Lo más esencial para recorrer y conocer Granada</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQB1x3JvRI/AAAAAAAAAiE/Sxl02JSiqMc/s1600-h/DSC02345.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112713500401712402" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQB1x3JvRI/AAAAAAAAAiE/Sxl02JSiqMc/s400/DSC02345.JPG" border="0" /></a><br />¿Que cómo es posible que en el corazón pueda crecer un jardín? Yo, aunque algo sé, no me atrevo a explicártelo. Sería para mí muy complicado porque no encontraría las palabras adecuadas ni sabría ponerla en el orden más correcto. Pero sí tengo claro que, en el corazón, me crece un jardín repleto de las más verdes, olorosas y frescas plantas. Algo que, mientras recorro la ciudad y comento y sueño, pienso también compartir contigo. Para que sepas que también en el alma existen rincones bellos. Los más perfumados, los más alegres, los de flores más hermosas que se alimentan de la luz de la mañana y de los silencios de las tardes largas.<br /><br />Y claro que yo sé y saben mis ojos que las plantas del jardín del alma rebosan y se desbordan y llenan, con sus esencias, las calles de Granada. Y se mezclan con los jardines que por esta ciudad voy encontrando. Por eso mis ojos ven tan hermosas cada calle y cada plaza de esta ciudad blanca. Y por eso mi corazón te lo regala todo. Son tantos los rincones interesantes que por aquí y por allá me salen al encuentro, que tengo gran necesidad de compartirlos y de proclamarlos. Para que tú y otros sepáis de esta realidad tan especial en la ciudad de Granada. Para que compruebes que la vida está hecha, además de con todos los sueños que cada uno en sí llevamos, de perfectas tardes claras y de armoniosos jardines brotados y cultivados en el alma. Jardines donde el cielo tiene su comienzo y la serenidad de Dios se hace esencia.<br /><br />Pero sigo con la explicación de la ruta que llevo por este barrio del Realejo. Y debo decirte que, desde la fuente en el rincón cerca de la iglesia de San Cecilio, continúo bajando. Ya cada vez por tierras más llamas. Porque este barrio, la parte más grande, se alza en tierras llanas. Por los que son los primeros espacios de la gran vega de Granada. ¿Sabías tú que esta gran vega es obra esculpida por las aguas del río que baja de Sierra Nevada? Sí, el río Genil, En cuanto desciende las pendientes de las elevadas montañas, comienza a fabricar llanuras. Por donde hoy se alza el barrio del Realejo, son las primeras tierras llanas modeladas por este río. Tierras buenas donde las civilizaciones luego fueron construyendo casas y por donde hoy hay un laberinto de plazas, calles, rincones, jardines…<br /><br />Y llego a la plaza del Campo del Príncipe. Le entro por el lado de arriba. Y lo primero que en ella encuentro es un gran vacío. Casi nadie hay esta tarde por aquí. El sol la llena, el airecillo la recorre y la soledad la besa. Pero a esta plaza, un poco alargada o más bien rectangular, acude mucha gente. Casi siempre parejas y grupos de jóvenes. También al caer las tardes de los fines de semana en verano. A sentarse en algunas de las muchas terrazas que hay por el lado de abajo. Tienen famas estos bares por el pescado frito que ponen y por el especial marco que le presta la plaza.<br /><br />En el extremo del lado de arriba hay un gran cristo crucificado. Es el que, toda la ciudad de Granada, conoce con el nombre de “Los Favores”. ¿Sabes por qué? El Viernes Santo de cada año, junto a esta cruz, se reúnen las personas. Tantas que casi no caben en esta plaza. Y, todos en silencio, piden cosas al cielo. Y dicen que cada año el cielo concede favores. Y el Cristo, en esta cruz aquí clavada, es el que está presente. Por eso lo llaman y se le conoce con el nombre de Cristo de los Favores. ¿No te acuerdas que esta Semana Santa pasada te lo dije y quería traerte? ¿Y no te acuerdas que no le diste a esto ninguna importancia? Pues para que lo sepas te digo que el Campo del Príncipe, el Cristo de los Favores y el Viernes Santo, son tres cosas muy significativas en las ciudad de Granada. Por eso, vivir un año entero en esta ciudad y venir desde un país tan lejano como el tuyo y no conocer y disfrutar de estas cosas, es desafortunado. Como si faltaran las piezas más esenciales de las que está formada Granada. Pero yo quise traerte y hasta te regalé un programa de Semana Santa y te indiqué el día exacto. ¿No lo acuerdas?<br /><br />Bajo las anchas escaleras que, por el lado de arriba, dan entrada al recinto de la plaza. Observo la hermosa cruz y a mi mente acude tu recuerdo. Y acude la imagen de una gran viña en un campo lleno de frutos buenos. Y por eso también me digo que quizá lo más importante que podamos hacer los humanos en este suelo, es cultivar huertos. Sembrar y cuidar jardines en el alma y cultivar huertos en el corazón y que den los mejores frutos. Y es posible hacerlo mientras se recorren las calles de Granada para explicártelas y regalártelas. Tampoco encuentro la manera de contártelo pero me siento dueño, en mi corazón y alma, de los mejores huertos con frutas y de los jardines más bellos. ¿Te dijo alguien alguna vez que esto es esencial a la hora de recorrer y conocer la ciudad de Granada?<br /><br /><strong>41 - Junto a una pequeña fuente clara</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQAyR3JvQI/AAAAAAAAAh8/3Gv8M1hBgkU/s1600-h/DSC04431.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112712340760542466" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQAyR3JvQI/AAAAAAAAAh8/3Gv8M1hBgkU/s400/DSC04431.JPG" border="0" /></a><br />Junto al cristo de este Campo del Príncipe, una pequeña explanada toda empedrada. Está muy solitaria la plaza y la tarde. Sin embargo, por el lado de la izquierda, según voy hacia el centro de Granada, ya preparan las mesas en las terrazas. Al caer la tarde, primeras horas de la noche, los turistas vendrán.<br /><br />Por el extremo de abajo y lado de la izquierda, salgo de la plaza. Cojo por la calle y ya me dispongo para regresar. Lo que hay, desde este lugar hasta el centro, plaza de Isabel la Católica, no tiene mucho interés para mí. Es como otras muchas calles en esta ciudad y en muchas. Tiendas, escaparates, pisos, bares… Son calles y plazas como en cualquier otro rincón de Granada y por eso no te lo voy a contar. Ni siquiera vine por aquí nunca contigo. Y ni siquiera sé si lo hiciste tú. Pero como voy a recorrer estos sitios camino de regreso te digo que, al salir del Campo del Príncipe, me encuentro con una fuente. Tiene sus dos caños de agua y el pequeño pilar rebosa de líquido fresco y claro.<br /><br />De nuevo tengo sed. Y, a ver la fuente, mi instinto es pararme y beber. Pero, justo antes de llegar, una muchacha joven, creo que casi de tu misma edad, se acerca con su bicicleta. “¡Qué casualidad!” Me digo. Y claro que enseguida pienso en ti, No eres tú pero su juventud es como la tuya y también disfruta de una bicicleta y da paseos. ¡Qué hermoso y cuantas ganas de amar a la vida, entran. Se para, apoya su bicicleta en la misma fuente, se aproxima a los chorros del agua, recoge su pelo con las manos y bebe. Ya he llegado yo. La miro mientras sacia su sed y espero. Cuando termina veo que limpia con los dedos las gotas de agua que se le han quedado en los labios. Le pregunto:<br />- ¿Es buena?<br />- Sabe a cloro pero está fresca. Si tienes sed, bebe porque te sabrá a gloria como me ha sabido a mí.<br />Y mete sus manos en el agua del pilar. Me acuerdo de ti. ¿Has gustado, alguna vez, el sabor a gloria de las aguas de Granada? Son unas de las mejores del mundo. Porque casi toda el agua que hay, mucha y por muchos sitios, viene de las nieves de Sierra Nevada. Por eso tiene en sí un frescor único y un sabor que no es comparable a nada. Le sigo preguntando a la muchacha:<br />- El agua de este pilar, con la que ahora mismo te lavas tus brazos, ¿también está fresca?<br />- Muy fresca. Casi como la nieve de las cumbres de Sierra Nevada. Por eso también sabe a gloria. Y más en una tarde tan calurosa como ésta.<br /><br />Y para mí y, antes de beber, me digo: “¡Cuántas cosas saben a gloria, a cielo, a eternidad, en esta mágica ciudad de Granada! Y a más gloria sabe el agua fresca de estas tierras cuando hay sed en el alma y se tiene una fuente como ésta”. La muchacha no me oye. Se dedica a saborear la frescura del agua y a prepararse para seguir con su paseo. Me gustaría preguntarle:<br />- ¿Y a dónde vas con tu bicicleta?<br />Imagino que ella me diría:<br />- A dar una vuelta por esta ciudad de Granada.<br />- ¿Sabes? Yo también tengo una amiga que le gusta mucho pasear en bicicleta.<br />- ¿De dónde es ella?<br />- De Rusia.<br />- Y en aquel país tan lejano, donde nieva tanto y hace tanto frío ¿pasea en bicicleta?<br />- Vive en una ciudad mucho más grande que ésta pero tiene una casa en el campo con muchas flores. Sus padres cultivan flores como el principito del cuento del lejano planeta. Y ella tiene una bicicleta como esta tuya. Y, como tú, en sus ratos libres y al caer la tardes, sale por los caminos dando paseos.<br />- ¿Le gusta a tu amiga la bicicleta y los silencios?<br />- Mucho. Es tan sensible a las cosas bellas que lo que más le gusta en este mundo es el silencio. Luego, la libertad, y, después, la alegría. Siempre está sonriendo. ¡Si tú supieras lo hermosa que es ella!<br />- ¿Y cuando viene a Granada?<br />- Ya nunca más en la vida.<br />- ¿Se ha ido para siempre?<br />- Para siempre se ha ido y no la veré más. ¡Quizá algún día en el cielo…!<br />- ¡Pues qué pena! ¡Me gustaría tanto conocerla! Porque, según me estás contando, debe ser una chica, bella, muy bella. A mí me gusta mucho tener amigos en todos los lugares del mundo. ¡Y, un amigo tan especial como dices es tu amiga, fíjate que importante y grande!<br /><br />Y después de estas palabras la muchacha coge su bicicleta y se marcha. Yo me acerco y bebo. Y sí que está fresca el agua de esta fuente. También está muy buena. Como si la muchacha que ha bebido en ella la hubiera dejado llena de sabor a cielo. O puede que sea que, como hemos hablado de ti, ahora hasta el agua tiene gustillo a caramelo. Seguro que es esto. Así que bebo otra vez y sigo. Pero antes de reanudar la marcha me digo que, en esta fuente del Campo del Príncipe, ahora se queda tu nombre escrito. En el fresco puro del agua que de ella mana y en su silencio. Para que también te pertenezca este rincón de Granada. Un regalo más para ti: esta fuente de agua fresca y clara, en esta calurosa tarde de verano. Te regalo también un beso y sigo.<br /><br /><strong>42 / 16 de julio: Por los Jardines del Triunfo</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQC4x3JvSI/AAAAAAAAAiM/cxalfsb_UjM/s1600-h/DSC08073.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112714651452947746" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 290px" height="270" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQC4x3JvSI/AAAAAAAAAiM/cxalfsb_UjM/s400/DSC08073.JPG" width="400" border="0" /></a><br />Continúo mi recorrido, como ya te he dicho, por algunos de los rincones más bellos y, para mí, importantes de esta ciudad de Granada. Y en esta tarde de julio, a solo ocho días de tu marcha, me vengo por estos Jardines del Triunfo para saborearlos y compartirlos contigo.<br /><br />Quizá sea uno de los sitios que más has visitado a lo largo del tiempo que estuviste en esta ciudad. Por eso sabes que se encuentran al final de la gran calle Avenida de la Constitución y al comienzo de la calle más importante de Granada, la Gran Vía de Colón. Y sabes que estos jardines se alzan hoy en las tierras que, años atrás, fueron huertos y plaza de toros. Por el lugar, ahora, muchas personas van y vienen, se pasean, se sientan… A tomar el fresco, a charlar, a compartir sus cosas, a soñar, a dejar resbalar el tiempo. Arreglaron estos jardines hace unos años y ahora se ven bastante bonitos. Este año mismo, también han arreglado la calle ancha que pasa rozándola.<br /><br />¿Que te esboce dos pinceladas de la historia de este rincón? Pues en cuatro líneas te digo que antes había aquí una basílica visigótica pero fue destruida y reemplazada por un cementerio musulmán. Después de la Conquista Cristiana, se construyeron las iglesias y las casas señoriales alrededor, junto con el Hospital Real. Cuando las Tropas de Napoleón invadieron Granada, al principio del siglo XIX, fue un lugar donde se realizaron las ejecuciones. Mariana Pineda, la heroína que luchó para la libertad, fue ejecutada aquí en 1831. Después de varios años de abandono, en el año 1950, se construyeron los jardines y se trasladó el Monumento a la Concepción Inmaculada de Triunfo. Antes estaba en Puerta Elvira,<br /><br />Estos jardines que, tanto conoces y ellos a ti, también quiero dejarlos escritos en mi cuaderno. Para que puedas leerlo y para que los conserves contigo donde vives ahora. Así que, he bajado desde tu residencia, he recorrido las estrechas calles que surcan el barrio, he rozado la plaza pequeña del jardincillo de los gorriones y ya estoy en los Jardines del Triunfo. Le entro por el lado de arriba, por donde la iglesia de Fray Leopoldo y por donde la fuente amplia. Al fondo, nada más pisar el recinto pavimentado con mármol, veo la gran columna que eleva a la imagen de la Inmaculada. Muy alta es esta columna y por eso, recortado en el fondo tiene las laderas del Albaicín Bajo, el gran Hospital Real, Rectorado de la Universidad de Granada y la iglesia y mirador de San Cristóbal.<br /><br />Y sí, el Hospital Real, centro neurálgico de la Universidad de Granada, donde has estudiado este año. Creo que este recinto sí lo conoces porque en él, todos los años hay alguna exposición valiosa y, en su biblioteca, buenos libros. Y a ti te gustan mucho los buenos libros. No lo recorreré para contártelo pero aquí ya te lo dejo reseñado. Queda a las espaldas de la Fuente de los Jardines del Triunfo y no muy lejos de tu residencia universitaria. Dos pinceladas de este especial lugar de Granada: Encargado por los Reyes Católicos en 1504, el Hospital Real fue diseñado por el arquitecto Enrique Egas y la construcción empezó en el año 1511. Tuvo varios usos. Sirvió de hospital para los pobres, los peregrinos y los soldados heridos durante la conquista de Granada y para los que sufrían de enfermedades venéreas. Venían de toda España. Después de 1536, también lo utilizaron como cárcel para los locos. A San Juan de Dios lo encarcelaron aquí durante un tiempo.<br /></div></span><div><br /><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Por debajo de la columna que eleva a la Virgen, en el jardín que recorro esta tarde para ti, las plantas están florecidas. Y hay una que me lleva mucho a ti. Es el espliego, en el Jardincillo de las Rosas crece solo una mata de esta planta. La has visto muchas veces este año. Y, siempre que cerca de ella pasabas, has tocado sus hojas, sus tallos, sus flores. Y recuerdo como luego, también siempre, te olías las manos y me decías:<br />- ¡Es delicioso el aroma de las flores lavanda!<br />Y te preguntaba:<br />- ¿En tu país también crece esta planta?<br />- Mi padre la cultiva en su vivero y se la vende a la gente. Así que ya lo sabes: en Rusia también crece la planta de lavanda.<br />- Algo más que sé de este país tuyo, tan lejano, mágico y bello.<br /><br />Y sí que es cierto. Me ha gustado mucho, saber por ti, que en tu país se cría y crece esta planta y que, no solo la conoces, sino que tu padre la cultiva y la vende. Por eso, ahora al verla, te recuerdo. El espliego de este Jardín del Triunfo, ya está florecido. Tiene grandes y bellas espigas y huelen muy bien. Y resulta muy bonito verlas recortadas sobre la blanca cortina de agua que emerge de la fuente y junto a la columna de la Inmaculada. Cuando pasaste por aquí, en algunas de aquellas tardes de tu presencia en Granada ¿rozaste con tus manos estas matas de espliego? Nada sé porque no me lo dijiste ni tampoco pude disfrutar contigo nada de esto.<br /><br />Recuerdo ahora que en esta plaza, al comienzo del curso universitario, se concentran muchos jóvenes extranjeros. A tomar el sol y a disfrutar del ambiente. Lo mismo que hiciste tú el año pasado, cuando llegaste en octubre. Os llama a vosotros mucho la atención el sol de España, el agua de esta fuente, las plantas que por aquí crecen, la soledad de las tardes y todo este rincón tan abierto y luminoso de Granada. Y eso lo sé porque sí me lo dijiste y, además, lo he visto con mis propios ojos. Este lugar y el de la Plaza Nueva, son de los primeros sitios que conociste cuando por primera vez llegaste a Granada.<br /><br />Y, sin embargo esta tarde, ahora mismo, me encuentro estos jardines casi solitarios. Ya os habéis marchado casi todos los universitarios extranjeros. Y los que aun quedan por aquí, porque algunos se quedan durante un tiempo o en los meses de verano, ya no tienen tantas ganas de venir por estos jardines. Siempre la gran novedad está al comienzo. Como siempre pasa en la vida. Todo tiene su comienzo y todo, al principio, tiene el interés de lo nuevo. Luego, siempre viene la monotonía de las cosas que se repiten día a día y, algunas cosas, comienzan a no ser tan atractivas como parecían al principio.<br /><br />¿Y sabes lo que haré ahora, aunque sea solo un rato? Voy a sentarme aquí. En cualquier rincón apartado y voy a dedicarme a observar este espacio, mientras pienso en ti y dejo que la tarde se vaya. Quiero observar cada detalle para contártelo. Para unir esta Plaza del Triunfo, en el mismo corazón de Granada, a tu amado país lejano. Para que este lugar y aquel rincón, queden hermanados aunque los separe tanta distancia. Tú conoces aquello y conoces esto. Y, a tu modo, a los dos lugares del mundo amas. Y eso es lo importante por encima de todo. La actitud y el sueño que se lleve en el alma y no las fronteras ni los idiomas ni las distancias. Tú no me has enseñado mucho de las tierras tuyas pero, esta tarde, Granada entera te pertenece junto con este Jardín del Triunfo. Yo así lo sueño y lo quiero y por eso te pienso mientras recorro el rincón y te lo regalo. Son bonitos estos jardines y también están llenos del mejor cielo.<br /><br /><strong>43 - Desde el corazón de los Jardines del Triunfo</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQEXR3JvTI/AAAAAAAAAiU/hASEuu6sRnA/s1600-h/DSC08072.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112716274950585650" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQEXR3JvTI/AAAAAAAAAiU/hASEuu6sRnA/s400/DSC08072.JPG" border="0" /></a><br />En el césped y, cerca de donde me he sentado, una pareja de jóvenes. Me miran mientras te hablo y de nuevo pienso que, como el otro día cuando recorría calle Elvira, se preguntaran que con quién hablo. No les hago caso. Pero sí me digo que si estuvieras, en una tarde tan repleta de sol, sin duda que me gustaría oírte largo. Me encantaría que me hablaras mucho de todas aquellas cosas que en tu alma llevas. De los sueños que, a medias, me has contado tantas veces, de tu país y de tus sentimientos. No hay mejor rincón en el mundo, para hablar de estas cosas, que este luminoso rincón de los Jardines del Triunfo.<br /><br />Y cuanto me gustaría compartir y saber de ti. Lo que llevas en tu interior, lo que sientes, lo que piensas, la tristeza o la alegría que en estos días vives. Por eso de nuevo me pregunto: si los humanos no somos capaces de entendernos entre nosotros, porque nos peleamos, discutimos, nos distanciamos por cualquier tontería ¿cómo se nos ocurre pensar que podemos arreglar el mundo? Si nos cuesta tanto ponernos de acuerdo entre nosotros ¿de qué modo podríamos arreglar un país como el tuyo? ¿Cómo podrías realizar todos los sueños que en el corazón llevas si en cosas pequeñas te ha sido imposible ponerte de acuerdo conmigo? Si ahora que eres joven y has estado un año entero en Granada y tanto dices que te ha gustado todo esto ¿cómo pretendes arreglar todo lo que en tu país encuentras desquiciado?<br /><br />Aunque quizá puedas porque los humanos somos así. Quizá puedas escribir todos los libros que pretendes, quizá puedas terminar tu carrera universitaria, quizá puedas casarte y tener tu casa, tu coche, tu sueldo y tus hijos y todas las demás cosas que tantas personas como tú, tienen. Y quizás luego, no sé de qué manera, influyas en las personas, en la sociedad para cambiarla a mejor. Pero no lo sé. Tengo mis dudas. Yo pienso que a nivel de corazón también debemos ser capaces de no crear tantas barreras. De no dar lugar a tantos idiomas o silencios tan profundos, raros y sin sentido. Porque si fuéramos capaces de superar todo esto sin duda que estaríamos preparados para influir y cambiar a los demás, a la sociedad, al mundo.<br /><br />¿Qué por qué me hago estas preguntas? Pues me lo pregunto y mis razones tengo. Te has ido de espaldas a la vida, como a ocultas y eso no derriba fronteras ni acerca sino lo contrario. Que distancia y crea dolor y enfado. Así que si en lo pequeño no has sabido hacer bien las cosas, de ningún modo es seguro que puedas hacerlo en lo grande.<br /><br />Y claro que la pregunta es ¿qué ha pasado? ¿Qué pasó? Ahora esa tarde, sentado entre las plantas de este jardín, también estoy triste y no sé responderte a estas preguntas. Porque en el fondo sé que tu en fado no es por nada grande. Tu bloqueo ha sido por una tontería tan absurda que hasta me cuesta creer que de una cosa tan nimia hagas una tragedia tan inmensa. Pero has levantado una frontera, un hondo silencio, un idioma irreconocible y has bloqueado a la vida, a los sueños, al alma y al corazón. Y todo desde tu joven corazón. Cuando lo que sueñas y por lo que luchas es por todo lo contrario. Deseas cambiar el mundo y fíjate lo que has conseguido por una pequeñez tan tonta que ni tiene nombre. ¿Para qué te sirven tantos idiomas, tanta cultura, tantos estudios?<br /><br />Reflexionando en esto sigo sentado concentrado en las cosas de este jardín. El airecillo pasa dejando algo de alivio y el verde de las plantas pone una pincelada de esperanza en la tarde. Sin darme cuenta, descubro que unas lágrimas me corren por la cara. Pero no le doy importancia. Quiero seguir recorriendo Granada y contándotela. Avanzo un poco hacia el comienzo de Gran Vía de Colón. Porque ¿sabes? Desde que hace unos meses, justo en Semana Santa y antes de irte, inauguraron la nueva remodelación que por aquí han hecho, ondea ahí la bandera de España. Clavada en un pedestal de mármol, en la rotonda. Al final de la Avenida de Constitución y comienzo Gran Vía. ¿No te acuerdas que, cuando el desfile de caballos quise venir por aquí contigo? Tampoco fue posible pero no te culpo por ello. De nada sirve culpar a los demás de los acontecimientos. Siempre he pensado que lo que hay que hacer es apoyar. Enseñar a mejorar las cosas y animar en la lucha por todo aquello que es bueno.<br /><br />Me levanto del rinconcillo donde me he sentado. Me pongo en movimiento volviéndome para atrás con la intención de regresar. Empiezo a despedirme de este rincón de los Jardines del Triunfo. Lugar hermoso donde los haya en el mundo. Y más por los cielos azules que por aquí siempre cubren. También por el aire, los silencios, el aroma de las plantas y la tranquilidad. Sé que todo esto, te lo has llevado entre tus cosas, a tu país lejano. Y yo esta tarde lo dignifico un poco más visitándolo en tu nombre y para escribirlo en mi cuaderno y regalártelo. No tengo nada más para compartir contigo en este momento. Pero sí te digo que aun me quedan por recorrer rincones muy bellos en esta ciudad de Granada.<br /><br /><strong>44 - Recordándote por los Jardines de Fuente Mueva</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmVPxpsl8YFkTYmTjQVEJu3ix61jUVNSbSwxMpDFKJ8jtM9GXDaJzWuIy1jErAXviLc_KJlQqVGYAOJJB3kh8dpo9atRT5025ldAnN0GbBT9sb5I2sT0OFN1k400mI6q3ad66ChbxRB3Q/s1600-h/DSC07912.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112717855498550594" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="263" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmVPxpsl8YFkTYmTjQVEJu3ix61jUVNSbSwxMpDFKJ8jtM9GXDaJzWuIy1jErAXviLc_KJlQqVGYAOJJB3kh8dpo9atRT5025ldAnN0GbBT9sb5I2sT0OFN1k400mI6q3ad66ChbxRB3Q/s400/DSC07912.JPG" width="400" border="0" /></a><br />Tú sabes bien que la Universidad de Granada tiene tres campus universitarios. El de la Cartuja, que es donde has estado estudiando todo el curso pasado, el de Fuente Nueva, que es el de los jardines y el de la Salud, que es el nuevo. Al norte de Granada, junto al monasterio de la Cartuja y no lejos del barrio del Albaicín, se encuentra el primero de estos tres campus. Casi en el centro de Granada, un poco al poniente y junto a la estación del tren, se encuentra el segundo. Y, al sur de Granada, dirección a Motril y cerca de la autovía, se levanta el tercero. Este último campus universitario aun lo están construyendo. Y tú sabes bien que, además de estos tres campus que te he dicho, repartidas por toda la ciudad, hay muchas facultades. La de medicina, derecho, traducción, informática, bellas artes…<br /><br />Pues junto al campus universitario segundo es donde se encuentran los jardines de Fuente Nueva. ¿A que te suenan? Y, en uno de los rincones de estos jardines, es donde se encuentra la Piscina Universitaria, en la que tanto te has bañado a lo largo del año. Un poco antes de irte, casi todos los días, venías a esta piscina, ¿A que lo recuerdas? El deporte sí es una de las cosas que más te gustan. Por eso, nada más llegar a Granada, el año pasado, te compraste la bicicleta y te sacaste un bono para venir muchas veces a esta piscina de Fuente Nueva. Pues, de este rincón de Granada, quiero hablarte en esta ocasión. Por lo singular que también es y por el hecho de haberlo pisado tanto. De aquí que espere que, cuando lo leas en las páginas de mi cuaderno, te alegres. Por ser un rincón especialmente vivido por ti.<br /><br />Y, en tres pinceladas te digo que, el Campus de Fuente Nueva está construido en terrenos que, en 1944, fueron adquiridos para el gran Parque de la ciudad. Construyéndose a partir de 1977 un complejo de edificaciones e instalaciones, incluyendo la formación de un jardín situado en la intersección entre Severo Ochoa y la Avenida de la Constitución, limitado por la calle Rector Marín.<br /><br />La realización del Parque universitario contaría con la colaboración del Ayuntamiento de Granada, Icona y el departamento de Botánica de la Universidad de Granada. La gran variedad de especies vegetales arbóreas y arbustivas, adelfas, yucas, chopos, ciruelos, pinos, cedros, árboles del amor... se disponen de forma aleatoria. Presentando cierto grado de naturalidad en su distribución, en distintos montículos, que están recorridos por caminos de grava con bancos en los bordes. Cabe destacar la existencia de bloques geológicos que, acompañados de placas de identificación con su procedencia, coronan los montículos. En uno de éstos, también aparece una escultura, fundida en bronce, de formas sinuosas.<br /><br />A los Jardines de Fuente Nueva se llega, desde donde vivías, bajando por la Avenida de Murcia, Plaza de San Isidro y Avenida de Madrid. Se cruza el nuevo bulevar, el que también inauguraron en Semana Santa, y al frente se encuentran estos jardines. Todo cerrado dentro de una gran verja de hierro, como los Jardines del Triunfo, pero con varias puertas que abren casi todos los días. Al menos, la que da al bulevar de la Constitución.<br /><br />Por ella entro pensando en ti y lo primero que entre las plantas encuentro son los mirlos. Hay muchos en estos Jardines de Fuente Nueva. Pero, aunque me distraigo en ellos, mi mente la tengo ocupada en ti. Observo, a lo grande, el lugar y me hago la misma pregunta que en otros sitios y días: ¿estuviste alguna vez en estos jardines? En los que hay más abajo, junto a la Facultad de Ciencias, sí, porque ahí es donde se encuentra la piscina. Pero en estos primeros ¿estuviste o no? Tampoco me lo dijiste. Sin embargo, también te pido que no te preocupes. Los voy a recoger para ti y para que queden escritos.<br /><br />Por aquí voy a estar un rato esta tarde. No es un recinto muy grande, como dos veces aproximado a los Jardines del Triunfo pero sí tiene gran encanto. No hay mármol en el pavimento sino caminos de tierra que van en todas las direcciones y mucho césped por todo el recinto. Por entre la sombra de los árboles veo los asientos. Y, en ellos, algunas personas tomando el fresco, pasando el tiempo mientras observan a los niños que juegan. Los mirlos, como ya te he dicho, saltan y picotean cerca de las personas y no se van. Es esto una de las cosas que más me llama la atención en todos los jardines de Granada. Especialmente en este jardín, en el que rodea al Hospital Real, rectorado de la universidad y en el jardincillo de las rosas. ¿No te acuerdas como te gustaba verlos mientras me contabas tus cosas? Sí, en el jardincillo de las rosas, desconocido casi por todas las personas de Granada pero muy amado por ti, disfrutabas con los mirlos, las tórtolas, los chamarices, los gorriones y las ardillas. ¿A que lo recuerdas?<br /><br />Pues los mirlos, en este Jardín de Fuente Nueva, están presentes casi en cada metro. Y no se asustan sino que saltan y picotean en presencia de los que estén por aquí. Y es que a estas aves les gusta mucho el césped. De entre sus raicillas extraen el alimento. Y yo, en esta tarde tranquila y calurosa, ando los rincones de este jardín y me distraigo con los mirlos, el verde de las plantas y la frescura del césped. Pienso y en ti y me digo que seguro que en tu tierra tienes rincones y parques mucho más bonitos que éste. Puede que sí. Y, sobre todo, seguro que más grandes. Pero tampoco importa.<br /><br />Yo no creo que por bonitas o grandes las cosas tengan más o menos valor. El valor de las cosas, te lo he comentado varias veces, debemos buscarlo en otras cualidades. Y en este caso, es porque tú estuviste aquí. Y esta realidad, hoy para mí y para la ciudad de Granada, no es cualquier cosa sino algo muy concreto y especial. Ya estás viendo como, al irte has dejado, quizá sin que lo sepas, como un llanto, como una tristeza, como un vacío que no lo llena nada. Como si de aquí faltara lo esencial. Y no solo en esta tarde y día sino para siempre. Como si a Granada, al irte, se le hubiera roto un trozo en el alma. Y hasta pienso que así va a quedar para siempre.<br /><br /><strong>45 - Cuando el otoño llegue<br /></strong><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_LzL0lsaI/AAAAAAAAAgM/3HaWMSsPOiI/s1600-h/dsc03658.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111528182295933346" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_LzL0lsaI/AAAAAAAAAgM/3HaWMSsPOiI/s400/dsc03658.jpg" border="0" /></a><br />Me he sentado en uno de los bancos que hay a los lados de los caminillos. Mirando a la Avenida de Severo Ochoa. Aquí se está bien. Corre un airecillo fresco, los pájaros alegran y también la presencia de algunas personas. Y, como este recinto queda bastante aislado de los ruidos de la ciudad, la tranquilidad es casi completa.<br /><br />Y, recordando y recordando, caigo en la cuenta que hoy hace ya más de un mes que guardaste silencio. Y, desde que te fuiste de España, han pasado ocho días. Por eso, seguro que ya, en el tiempo transcurrido, has tenido mucho lugar de encontrarte con todos los que te quieren, con todo lo que allí esperabas o te esperaban. Y seguro que ahora sí vives allí y no en Granada. ¿Todo ha salido como lo habías anhelado? ¿Te han llenando las cosas y personas del modo en que lo soñabas? ¿Tiene en calma el alma? ¿Nos echas de menos? ¿Te acuerdas de las personas, de los paisajes, de los lugares de Granada? Lo que por aquí no has conocido sin duda que no lo echarás de menos,<br /><br />Y, entre las cosas que sí tengo claro que por aquí no has visto, hay una que aun no te he dicho. Y estoy pensando en tesoros. No en monumentos o rincones reales por algunos de los sitios de Granada. Pienso en esos tesoros mágicos que yo siempre tengo entre mis cosas y casi nunca comparto con nadie. Porque no están en ningún lugar concreto ni brillan como el oro ni tienen formas materiales. Pero son tesoros precisos que yo conozco y tengo esparcidos, no solo por este jardín que ahora te enseño sino por cientos de rincones y paisajes de Granada. Nunca tuve la oportunidad de hablarte de ellos y menos de mostrártelos pero aquí te los refiero. Para que lo sepas cuando lo leas aunque ya sea tarde. ¿Que te diga de qué tesoros te hablo? Pienso compartirlo contigo pero en su momento.<br /><br />Ahora voy a seguir. Dentro de un momento, de nuevo voy a levantarme de este asiento para continuar la ruta. Quiero llegar hasta la Piscina Universitaria que tanto visitaste. Pero antes de irme de este jardín quiero detallarte dos cosas más. Una: estoy viendo por aquí algunas rosas. Abiertas y de colores vivos y frescos. Varias son rojas, otras blancas y, entre las primeras y las segundas, se mecen al vientecillo las de colores rosa. Sé que los tres colores te gustan. Porque te gustan mucho las rosas, las flores en general. Y claro que, al ver estas flores, me acuerdo otra vez del jardincillo de las rosas tuyas. El de las fuentes de los nenúfares, los almendros, las ardillas y los mirlos.<br /><br />Y la otra cosa que deseo contarte es que he preguntado dónde se encuentra la piscina que usabas. Yo nunca estuve por estos rincones. Son casi privados o, al menos, muy exclusivos para los estudiantes universitarios. Y ya me lo han dicho. Bajando toda la calle de Severo Ochoa. Hay que pasar los Comedores Universitarios y una rotonda. Se llega a una puerta grande que es la que da entrada al recinto de los jardines de de la piscina que, siempre imaginaré como tuya. Ya lo sé. Esto sí lo conoces muy bien. Pero yo, como si por primera vez viniera por aquí.<br /><br />Así que me voy a despedir de este rincón ajardinado que he querido visitar para hacerte un nuevo regalo. Pero antes de irme deseo decirte algo más. Vendré por aquí en otoño. Cuando los cielos se llenen de nubes y ya no haga tanto calor, volveré a este jardincillo. También a los otros sitios que he dejado recogidos en mi cuaderno pero especialmente, a éste lugar. Para recodarte, como lo hago esta tarde. Pero quiero que sea, como ya te he dicho, con el cielo lleno de nubes, con la tierra oliendo a lluvia y con el aire repleto de sensaciones de otoño. ¿Sabías ti que el otoño es una de las estaciones más hermosas del año? ¿Y sabías que, en ningún lugar del mundo, hay otoños tan hermosos como los de Granada?<br /><br />Por eso ya sé que será delicioso vivir esta experiencia contigo en mi pensamiento y en la lejanía. El otoño y el invierno, en la ciudad de Granada, no es comparable con nada. Tan únicos que ya te digo: no hay cosa en esta tierra que me guste más. Solo soñarlo ahora mismo ya se me aviva en el alma no sé qué delicioso revuelo. Te escribo una sencilla poesía y, con ella, te voy adelantando algo.<br /><br />Cuando el otoño llegue<br />con sus nubes blancas,<br />volveré por los rincones<br />que de ti me hablan<br />y rezaré por ti en silencio<br />oraciones claras<br />para que sigas vivas en el cielo<br />y en mi alma.<br /><br />El otoño y el invierno,<br />aquí en Granada,<br />son como océanos profundos<br />que regalan<br />universos de sueños puros<br />que salvan.<br />Por eso yo regresaré<br />al volver las nubes blancas<br />para seguir pisando los sitios<br />que de ti me hablan. </span></div></div>laricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5290894110623661619.post-88100947798545101692007-08-14T07:20:00.000-07:002007-11-09T06:01:29.525-08:00Los rincones más bellos de Granada- 5<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>46 - Por el Campus de Fuente Nueva y la Piscina Universitaria<br /></strong><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWS9z6HW2GK_bL9PxQFslC3qSFemm4QidD85bREdDP8JvfdGTxwLv8SKKKXme53RmvYOjHwKz5K1kJ9Rr7lGQZ9k0wzBeICEmMcfKY3BUG5coD96n1nRvQ6lGMzv46At2wWzH-xccP4tU/s1600-h/DSC07928.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111221633300147890" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="289" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWS9z6HW2GK_bL9PxQFslC3qSFemm4QidD85bREdDP8JvfdGTxwLv8SKKKXme53RmvYOjHwKz5K1kJ9Rr7lGQZ9k0wzBeICEmMcfKY3BUG5coD96n1nRvQ6lGMzv46At2wWzH-xccP4tU/s400/DSC07928.JPG" width="407" border="0" /></a><br />Cuando se les hace daño a los amigos es necesario recompensarlos. Para devolverlos a la dignidad que merecen como personas y para rescatarlos. Y también para que en nuestro interior se restablezca la claridad y el gozo de las personas buenas. Porque, cuando le hacemos daños a los amigos, la intranquilidad se instala dentro de nosotros. El malestar, el desorden, la inquietud y el remordimiento. Porque, dañar a un amigo, es como herirnos a nosotros mismos. También a la Creación y a Dios. Pero más a nosotros. ¿Sabías esto? ¿Te ha pasado alguna vez en la vida?<br /><br />Yo esta tarde, mientras me vengo acercando al rincón de la piscina, te medito y reflexiono de esta manera. Como si dialogara contigo buscando luz para las cosas que han ocurrido. Y por eso me digo que no sé qué oportunidad tendrás de arreglar el mal que por aquí les has hecho a las personas. Te has ido tan lejos y, por aquí, has dejado tanto desolado que será muy difícil que algún día puedas remediarlo. Y, sin embargo, este rincón de la piscina, lugar bonito entre los espacios bellos de Granada, ha sido como tu paraíso pequeño. Como tu refugio para estar contigo. Por donde has vivido, quizá, los mejores momentos de cuantos has disfrutado en España. Yo lo sé y tú lo sabes mejor que nadie. Por eso, cuando esta tarde por aquí me acerco, traigo el alma satisfecha y muy atenta a lo que me vengo encontrando. Como si tuviera muy claro que este rincón sí que te pertenece incluso más que tu residencia.<br /><br />Lentamente he bajado por la calle Severo Ochoa. Ya llego a la entrada del Campus Fuente Nueva. Recorro la rotonda, busco la puerta que da paso al recinto, entro como recogido en mí y con respeto y miro por si te veo. No podría suceder, lo sé bien pero es mi sueño. Y voy a decírtelo: es la primera vez en mi vida que piso este sitio. Te pasará a ti igual en tu ciudad del alma. Seguro que tampoco conoces todos los lugares que hay en ella. Yo sabía que, Fuente Nueva y los jardines que rodean a la piscina, existían y sabía que era un lugar interesante pero mi mundo y mis sueños siempre han estado en otras partes. Ya lo sabes: en los paisajes de las montañas, sus arroyos, fuentes, cumbres umbrías y solanas… Sin embargo, ahora tú y cuando ya no estás, me traes por aquí para que mis ojos vean y mi corazón sienta. Y me alegro y te doy las gracias.<br /><br />Porque nada más pisar los primeros metros de este recinto, compruebo que es mucho más bonito de lo que había imaginado. Veo que todo es muy amplio. A la Derecha observo un buen campo de fútbol, con su césped, otro de baloncesto, de tenis… Por este lado quedan las vías del tren de la estación de Granada. Entre los jardines que he dejado atrás y la piscina que vengo buscando. También por este lado quedan los comedores universitarios. Por donde, aquel buen día, tu amiga te trajo. ¿Lo recuerdas? Fue el día de la Ermita de San Miguel Alto, de la Abadía de Sacromonte y de Puerto Lobo. ¿No recuerdas que hacía un sol espléndido y tú eres toda alegría? Yo sí lo recuerdo y tanto que hasta tengo pensado escribir un capítulo especial de aquel acontecimiento. Porque, quizá no lo creas nunca pero aquel primer día de tu presencia, en compañía de tu amiga, puede que sea el más significativo y verdadero en esta ciudad de Granada.<br /><br />Avanzo por el pasillo central de este recinto. Voy mirando porque me han dicho que la piscina queda a la derecha. Por entre árboles y flores, que es lo que a ti te gusta. Esta ancha, recta y larga calle, la han pavimentado con grandes losas. Es mucho más moderna que el barrio del Albaicín y el del Realejo. También han puesto por aquí asfalto y bancos, a los lados, muy bonitos y cómodos. Y veo que todo este paseo es utilizado por muchas personas. Van y vienen montados en sus bicicletas, paseando, corriendo, haciendo deporte… Es esto un recinto abierto al público y los jardines sí están bien cuidados. Por eso, según voy descubriendo cada detalle, me digo que ha sido bueno que lo conocieras. Me alegro que hayas venido muchas veces a disfrutarlo. De aquí sí que te has llevado un muy grato recuerdo y, a nosotros, nos has dejado mucha esencia de tu alma. Una vez más te agradezco que, habiendo vivido yo tanto tiempo en granada, hayas sido tú la persona que me ha despertado el interés por estos espacios. ¡Fíjate qué bueno!<br /><br />Veo la piscina. Por el lado de la derecha que es por donde la vengo buscando. Y, al descubrirla, un gozo alegre se aviva en el alma. Como si de pronto supiera que por aquí voy a verte. Pero, como es normal, la piscina está rodeada con una gran valla de seto y alambres. No se puede entrar al no ser por la puerta habilitada para ello y pagando. No me desanimo. Sigo avanzando y me voy diciendo que preguntaré y haré todo lo que pueda para empaparme a fondo de este lugar. Quisiera hacer algunas fotos. Solo para el recuerdo y para ponerlas en mi cuaderno. Aunque me gustaría mandártelas. ¿A que a ti de daría alegría recibirlas? Sé que por mi parte sería un gran detalle pero ¿de qué modo lo hago? Tengo que continuar respetando tu deseo.<br /><br />Sigo mirando. Giro para la izquierda, llego al bar, pregunto por las taquillas, me indican:<br />- Veinte metros más y gire para la derecha.<br />Les doy las gracias y sigo. Aunque es poco lo que veo de la piscina, porque la valla y las plantas me la tapan, compruebo que hay mucha gente. Sobre todo niños y jóvenes. También grupos con sus monitores. Aprenden a nada y esto me hace creer que la piscina es importante.<br /><br />Se le ve larga, no muy ancha, con divisiones para que los nadadores vayan cada un por su calle, el agua es azul, lo típico en todas las piscinas y, por todo el recinto, parece existir una gran paz. Miro con el deseo de verte pero sé que es puro sueño mío. Sin embargo, sí hago un esfuerzo para imaginarte paseando por el borde de esta piscina, surcando el agua, tomando el sol, gastando la tarde recogida en ti. Uno de los objetivos tuyos al venir por aquí era hacer deporte y tomar el sol. Querías ponerte morena. Y lo primero sí lo conseguiste pero lo segundo, no. Tu tez es blanca, casi como la ropa de lino que siempre vistes o casi como la nieve que cubre tu país en los meses de invierno. Pero tú querías volver morena a tu tierra y lo no conseguiste. Sin embargo, sí has disfrutado mucho del sol de España.<br /><br />Llego a las taquillas y pregunto:<br />- ¿Puedo asomarme solo para hacer unas fotos?<br />Me miran, desconfiando y responden:<br />- No se pueden hacer fotos. Tendrías que pedir permiso en las oficinas o al director.<br />Intento explicarle quien soy y lo que por aquí vengo buscando. Pero ni lo consigo ni ellos se fían. Lo considero normal aunque me gustaría recibir otro trato. Te pienso y, sin palabras, te digo:<br />- Ya ves, no me dejan ni siquiera que me asome a la piscina que tanto te ha gustado y disfrutado. Tú sí sabes que solo quería vivir la experiencia para regalártela pero no importa. Yo sí sé que por este rincón estuviste y por eso tengo tanto interés en pisarlo. No puedo hacer ninguna foto, como había pensado, para el recuerdo pero sigo con mi entusiasmo.<br /><br />Me retiro, regreso para atrás, sigo avanzando y, desde fuera y sin perspectiva ninguna ni buenos ángulos, sí hago algunas fotos. Para mi satisfacción personal y para que no se me olvide mucho este rincón de Granada. Porque, a pesar de no haberme dejado verlo, me sigue gustando el sitio. Tiene tu presencia, está lleno de de ti y por aquí viviste gratos momentos.<br /><br />Me dispongo a seguir mi recorrido por el largo y ancho paseo que surca este reciento cuando, me encuentro con tres jóvenes. Dos muchachos y una chica. Ella se parece a ti. Creo que eres tú. Los tres avanzáis portando maletas y parece que no camináis por este suelo. Como si no pisarais el asfalto de la anchan avenida. Y, como la muchacha tiene tanto parecido contigo, el corazón me da un vuelco. Me restriego los ojos para asegurarme de que estoy despierto y, al mismo tiempo, me pregunto:<br />- ¿Qué haces por aquí si ya te has ido de Granada y de España?<br />Pero llevas tu maleta y todo parece real, muy real. Por eso no puedo resistir preguntarte:<br />- ¿A dónde vais cargados con este equipaje?<br />Me miras y respondes:<br />- Me han premiado con una beca Eramus para estudiar idiomas en el extranjero. No voy sino que vengo de un país muy lejano. Llego ahora mismo a Granada y me iré dentro de un año.<br />- ¡Qué suerte has tenido! Y lo digo por lo de la beca, por haber elegido a esta ciudad y por haberte encontrado conmigo.<br />Y ya no me dices nada más. Tampoco yo me animo a seguir preguntando.<br /><br />Nuevamente restriego mis ojos y, al mirar otra vez, ya no estás por aquí. No te veo. Ya te has ido porque ha pasado un año y has regresado a tu país lejano. ¡Como corre el tiempo y con cuanta fuerza se queda la vida en los días doliendo! Acabas de llegar y, nada más conocerte y compartir contigo dos palabras, ya te marchas. Dejando, por este rincón de Granada, tus alegrías, juventud y sueños. También tu figura surcando las aguas de la Piscina Universitaria del Campus Fuente Nueva y portando las maletas en busca del avión para irte lejos, muy lejos. Sin embargo, ¡ay que ver cómo te quedas palpitando y viva por todos los sitios de esta ciudad y en la fantasía, el corazón y los sueños de los que te hemos conocido!<br /><br /><strong>47 / 17 de julio: Por el corazón de Granada, acercándome a la Catedral</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivCfGzvCRa4ya3BIH0QjhGSMC-1PFLK5qh634X0smNF0RosZGM8Cv9Q2-Zu4m_VUbaaBCXNE6XfsXKIrF9t1xvpVS1XQtBrvrbP1diwkfquVGAx-yxl7aEErflM_EUBqMze4A3UdL9G2Y/s1600-h/DSC08076.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112721381666700626" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivCfGzvCRa4ya3BIH0QjhGSMC-1PFLK5qh634X0smNF0RosZGM8Cv9Q2-Zu4m_VUbaaBCXNE6XfsXKIrF9t1xvpVS1XQtBrvrbP1diwkfquVGAx-yxl7aEErflM_EUBqMze4A3UdL9G2Y/s400/DSC08076.JPG" border="0" /></a><br />En la vida, deberíamos pasar pruebas de bastantes cosas. Como haces tú con los idiomas que estudias. Esto ya está bien y sirve para algo. Los estudios, el conocimiento, la cultura, siempre sirven y son necesarios. Pero las pruebas que deberíamos pasar y, quiero decir, son otras, mucho más valiosas que las que haces tú cuando te examinas de idiomas, de literatura, de filosofía…<br /><br />Por ejemplo: todos los humanos deberíamos someternos a las pruebas de saber amar, saber respetar, saber valorar a los demás, saber adivinar y dar a cada uno aquello que necesita, quiere y merece, saber no agobiar ni reprender… Sí, de estas cosas y otras que voy a decirte, deberíamos, cada persona, hacernos pruebas. Para ver si estamos o no preparados para los objetivos y empresas que soñamos. Pero especialmente, cada uno de nosotros, deberíamos someternos y superar las pruebas del gusto por lo bello, del grado de sensibilidad a las puestas de sol, a los colores de las flores, a la necesidad de volar, a la capacidad de usar la libertad… Y especialmente tú y muchas chicas jóvenes, deberías someteros para comprobar si superáis o no las pruebas de la sensibilidad por lo bello, por lo elevado, por lo puro, por la suavidad de la caricia del viento y por el respeto.<br /><br />Porque no es gran cosa saber muchos idiomas, haber viajado mucho por el mundo, haber leído importantes y extensos libros y conocer los más hermosos monumentos. No es gran cosa esto aunque sí sea bueno y necesario. Si tú y yo y otros muchos, no estamos preparados para volar y ser amigos del viento y para saber apreciar la libertad que disfrutan las mariposas, nos falta lo esencial, aunque tengamos muchos estudios universitarios. Por eso te decía que debemos, todos los humanos, someternos y superar pruebas de lo que nunca nos examinamos. Y cuando hablo de esto siempre pienso en ti.<br /><br />Porque ¿qué fue lo que viviste, qué has aprendido, qué experiencia te has llevado de lo que muchos llamamos Corazón de Granada? ¿Te suena la Catedral, la Alcaicería, la Plaza de la Romanilla, la Plaza Bib-rambla…? Creo que sonarte sí te suena y hasta creo que, en estos lugares, estuviste muchas veces. Por eso sabes que la Catedral de Granada se alza casi en el centro de la ciudad. Y sabes que este monumento fue proyectado por los Reyes Católicos, en 1501. Lo mandaron construir porque querían levantar, en esta ciudad, un gran símbolo a la cristiandad. Y pretendían que estuviera a la altura o superara a todos los monumentos árabes que había, por aquellos tiempos, en esta ciudad. Y decidieron que se levantara en el mismo lugar que ocupaba la mezquita mayor. Por esto y otras cosas, la Catedral de Granada fue mezcla de varios estilos. Se pensó como gótica, se construyó renacentista y la fachada fue barroca. Pero, la grandiosidad de este monumento, se encuentra en las columnas que hay en la nave central.<br /><br />¿A que sí conoces todos estos detalles de la Catedral de Granada? Son cosas sencillas que se pueden leer en muchas guías para los turistas. Pero yo, esta tarde, ya diecisiete de julio y a once días de tu marcha, a mi manera, quiero contarte este otro rincón. El rincón del Corazón de Granada y algunas de las calles y plazas que lo forman. Contigo, solo una vez pasé por aquí y fue muy de prisa. ¿Recuerdas la tarde del tres de mayo? Día de las cruces en Granada. Estaba nublado y, a ratos, llovía. Pero era una tarde hermosa, muy hermosa. A media mañana te dije:<br />- La fiesta que se celebra hoy en Granada es única. Ya que vives aquí, deberías aprovechar y conocerla. Es una oportunidad también única en tu vida.<br />- ¿Y de qué cosas está formada esta fiesta?<br />- De cruces por las calles y plazas, de tablaos flamencos, de flores en las cruces que ponen en los altares de plazas y calles, de gente paseando con su familia, niños, amigos…<br /><br />Y me dijiste que querías conocer esta fiesta aunque no te vi con mucho entusiasmo. Pero sí me preguntaste:<br />- ¿Y puedo llamar a una amiga para que venga?<br />Lleno de ilusión te dije que si y luego me ilusioné más pensando en todas las cosas hermosas que podrías ver en la tarde de este día de las cruces. ¿No te acuerdas como me brincaba de gozo el corazón? ¿Y recuerdas que comenzamos el recorrido por la calle Cárcel Baja? Pues por esta misma calle, yo hoy doy comienzo al recorrido que pretendo contarte. Meditando tu ausencia y vivo, en mi alma, tu recuerdo. Y pensando, como te decía al principio, que no solo es suficiente en la vida conocer y saber muchas cosas. Hay que tener el alma preparada para saber gustar la belleza y, remontar y volar, cuando las circunstancia así lo requieran.<br /><br /><strong>48 - Olores y rincones singulares de Granada</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQKBx3JvWI/AAAAAAAAAis/k2frcU-y7Ok/s1600-h/Sin+t%C3%ADtulo-Cosido-72.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112722502653164898" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvQKBx3JvWI/AAAAAAAAAis/k2frcU-y7Ok/s400/Sin+t%C3%ADtulo-Cosido-72.jpg" border="0" /></a><br />La calle Cárcel Baja es, yendo desde los Jardines del Triunfo, la antepúltima que, al final de la Gran Vía, se aparta para la derecha. Un poco más para adelante, también por la derecha, aparece la calle Oficios y luego la calle Zacatín. La siguiente, ya final de la Gran Vía, es Reyes Católicos. Así que la Catedral de Granada queda rodeada, al levante, por la Gran Vía, al sur, por calle Oficios, al poniente, por la Plaza de las Pasiegas y al norte, por la calle Cárcel Baja.<br /><br />Desde la Gran Vía, esta calurosa tarde de julio, me aparto y sigo mi ruta por la calle Cárcel Baja. Contigo en mi mente y con la ilusión de regalarte este otro bonito rincón de Granada. Y la calle me la encuentro casi solitaria. Tú estás presente pero mi soledad es total. Aunque por aquí siempre hay muchos turistas.<br /><br />Enseguida, nada más avanzar cien metros, por la izquierda, aparece un ensanche. Y, en esta anchura, Placeta de Diego de Siloe, una terraza con sus mesas. Por esta zona de Granada, es lo que más abunda, en las puertas de los restaurantes y de los bares. En esta plaza las mesas ya están preparadas y, sentadas en ellas, algunos turistas. Sé que por aquí sí pasaste algunas veces pero no tengo noticias de que, en alguna ocasión, te sentaras en esta terraza. Es muy bonita y, como no hay coches, también se recoge tranquila. ¿Y sabes? Esta pequeña pero hermosa plazoleta, se alarga dándole la vuelta a la catedral por el lado de la Gran Vía. Por eso es todavía más curiosa y bella. En uno de sus lados, el de la derecha, queda la recia pared de la catedral. Y, desde ella, la sombra de la tarde, se proyecta llenando de fresco el rinconcillo de las mesas para los turistas.<br /><br />Continúo avanzando por la calle que ya te he dicho, Cárcel Baja. También por la izquierda de esta calle se alza la gran fachada norte de la Catedral de Granada. Y, por este lado, también la sombra se derrama en la acera que recorro y el airecillo me regala delicados efluvios de plantas aromáticas. Es por este rincón donde, algunos días del año, hay puestecillos donde venden muchas clases de plantas. Muy olorosas todas, muchas de ellas traídas de las montañas, para curar enfermedades, la mayoría y, otras, solo para perfumar y condimentar comidas. Y es tanto el olor que desprenden estas plantas que llenan toda la calle y rebosa por arriba y por abajo.<br /><br />¿Viste algún día estos puestecillos de plantas aromáticas? ¿Disfrutaste de los aromas que de ellas manan? ¿Qué pensaste o qué te pareció? Y te lo pregunto porque también creo que en tu Rusia, no hay nada parecido a estos mercadillos de Granada. ¿O sí y yo estoy desinformado?<br /><br />Desde luego, si algunas de las veces que por aquí pasaste me hubieras permitido venir contigo, te habría comentado. No todas pero sí muchas de las cosas que conciernen al mundo de las plantas aromáticas. Como ya te he dicho, gran parte de las plantas que aquí venden son de las montañas. Y por eso las conozco bien y sé sus propiedades y su historia. Porque, esto es otra cosa que tampoco has aprendido de España. Las plantas y flores hermosas y únicas que crecen en las montañas granadinas, al sur de la Península Ibérica, Son muchas, todas muy bellas y de colores y aromas finísimos. Y decoran armoniosamente laderas, cumbres, llanuras y arroyos de estas montañas. Seguro que te habría gustado mucho conocer este mundo y vivir esta experiencia. Por eso te digo que es una pena más que no hayas vivido esta otra realidad. Ahora seguro que no la echarás de menos ni la recordarás porque no se ama lo que no se conoce pero en tu vida si tendrás siempre esta carencia. ¡Con lo completa que es tu vida y lo mucho que luchas para tenerla cada día más llena!<br /><br />Por aquí mismo y, a la derecha, me va quedando el mercado de San Agustín. ¿Tampoco sabes lo que es esto? ¿Ninguna vez viniste por aquí? Pues te lo explico muy brevemente y sigo.<br /><br />El mercado o plaza de abastos, es algo que procede de tiempos lejanos. De cuando en las ciudades todavía no existían lo grandes centros comerciales. Para que las personas se abastecieran de los productos necesarios para la alimentación, se crearon los mercados. En casi todas las ciudades y muchos pueblos grandes. Y casi siempre estaban en el centro. Como éste que ahora mismo voy dejando a mi derecha. Ya no es tan grande como en aquellos tiempos pero todavía, si entras dentro, puedes ver muchos puestos. Como tiendas pequeñas donde se venden las verduras, las frutas, el pescado, las carnes… ¿En tu país existen estos recintos? También creo que no y por eso, una vez más te digo que, no haberlo conocido antes de irte, ha sido desafortunado. Otra pequeña laguna en la oportunidad y experiencia que por aquí has tenido. Porque, este Mercado de San Agustín y otros, son trozos muy singulares de la gran ciudad de Granada. ¿No lo sabías?<br /><br />La ciudad que ha sido tu casa durante un año y ahora intento regalarte. Para que sepas más de sus cosas y personas. Y, ya estás viendo: además de los verdes jardines, fuentes, ríos y flores, también en esta ciudad hay rincones tan peculiares como éste, junto a la catedral. Con olores a plantas silvestres, con terrazas limpias y frescas para los turistas y con mercados históricos. Merece la pena conocerlos, vivirlos y olerlos. Para tener una visión más real y clara de lo que fue y es Granada.<br /><br /><strong>49 - La fuente de la Catedral de Granada</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgisy5OrkTW2_hq6k7dsjAW0TCWOkrcapFIgLFgM0Z54SH8rHx8_yfQ-kpAvEx9Da3bB9b6forW4qYfDCexhbUJvYcWqfnZQZWZZ5yvPI8Oo-ImDVXhqrrDDnT9Oqfe4e25B9juBTcg-nE/s1600-h/DSC02022.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112724461158251890" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="298" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgisy5OrkTW2_hq6k7dsjAW0TCWOkrcapFIgLFgM0Z54SH8rHx8_yfQ-kpAvEx9Da3bB9b6forW4qYfDCexhbUJvYcWqfnZQZWZZ5yvPI8Oo-ImDVXhqrrDDnT9Oqfe4e25B9juBTcg-nE/s400/DSC02022.JPG" width="400" border="0" /></a><br />La mayor parte de nuestra vida ¿sabes a qué lo deberíamos dedicar? A Ordenar y clarificar las cosas en nuestro interior. Con el mismo interés y de igual forma a cuando tú preparas los trabajos para examinarte. ¿Que para qué es necesario ordenar y depurar dentro de nosotros? Para estar siempre orientados y tener una idea exacta del valor que tienen las cosas por las que luchamos y las que cada día nos rodean. Sí, esto que te digo, debería ser prioritario en nuestra vida. Yo lo hago cada mañana, cada tarde, cada día y no me cuesta tanto.<br /><br />Por eso, cuando esta tarde voy caminando, recorriendo las calles hacia el corazón de Granada, veo y siento todo desde dos perspectivas. Desde los ojos de la cara y desde el corazón, desde el alma. Y las voy ordenando. Para ver con claridad qué valor tiene cada una de estas cosas. ¿Y sabes? Al mirar al frente, según camino, descubro la torre de la catedral. Alzada como un enorme pedestal y sobresaliendo de entre todos los edificios que le rodean. Como si me saludara y, al mismo tiempo, me llamara para acercarme un poco más a mi sueño. ¿Recuerdas aquella tarde de las cruces de mayo? También te saludó esta torre y lo hacía como engalanada con un traje nuevo, mucho más hermoso que el de hoy. Porque, al fondo, el cielo azul y las nubes blancas y negras, la enmarcaban como entre hermosos castillos mágicos.<br /><br />No te diste cuenta ni tu amiga tampoco pero aquella tarde, la torre inacabada de la Catedral de Granada, te saludó como iluminada. Y hasta me pareció que te decía:<br />- No te vayas nunca de Granada, tú que eres digna de ocupar un trono en el mismo cielo. Tu sonrisa es hermosa y tu corazón está lleno de los mejores sueños. No te vayas nunca de Granada. Yo me encargo de hablar con las estrellas y de llamar a las puertas del cielo para que te reciban en ese reino.<br />Pero tú, aquella tarde, ni advertiste esto ni creo que descubrieras la robustez y belleza de la torre que te saludaba. Yo esta tarde, mientras sigo mi caminar lento, sí medito y tomo nota para dejarlo recogido en mi cuaderno.<br /><br />Y llego al rincón de las plantas aromáticas. Por aquí la calle comienza a estar empedrada. Pero en este caso no con piedras del río sino con losas grandes. No pasan por aquí coches y por eso es más cómodo caminar por ella. Miro para mi izquierda y, junto a la pared de la catedral, veo la fuente de los tres caños. Pasaste aquel día tan metida en ti y, tan ocupada con tu amiga, que ni siquiera viste esta fuente. Quise mostrártela pero como no hacía el calor de esta tarde sino que llovía, no te distraje de tus cosas. Pero ahora, al ver la fuente y sus claros chorros, dejo mi camino y me acerco. Para beber un sorbo y para refrescarme los brazos. Y también por lo que te decía antes: para colocar en su lugar concreto, dentro de mí, este rincón y momento.<br /><br />Antes de beber observo despacio. Cada uno de los caños tiene una figura diferente. Tallada en piedra y parecen cabezas de leones pero no lo son. Bebo un sorbo, lavo mis manos y brazos y medito un poco. Te traigo a mi mente y me pregunto dónde estarás ahora mismo y qué harás. Te mando, desde esta fuente que también desconoces, un saludo. Elevo una pequeña oración al cielo y me aproximo a uno de los que venden las plantas aromáticas. Le pregunto:<br />- ¿Con qué nombre se le conoce a esta fuente?<br />Me mira, como observando, y responde:<br />- Por aquí, todos la conocemos como la Fuente de la Catedral. Y es buena esta agua, sabe usted.<br />- No lo dudo. Toda el agua de la ciudad de Granada es buena. Sé que, parte de ella, viene de las nieves de Sierra Nevada y, el resto, de las montañas que conozco.<br />Y le doy las gracias y sigo.<br /><br />Ya sabes: en la fuente de los tres caños, en la misma pared de la Catedral de Granada, hay agua buena, sombras espesas y olores mágicos. Huela a plantas aromáticas sazonadas con muchos trinos de pajarillos. Por aquí pasaste aquella tarde y tampoco viste ni gozaste de la sencilla belleza del rincón del ni del agua fresca que tiene sabor a nieve pura. Sin embargo, como para ti vengo esta tarde por el lugar y bebo en ella, te repito lo que te contaba al principio: que la mayor parte de nuestra vida la deberíamos dedicar a clarificar las cosas en nuestro interior. Para darle el valor que se merecen, aunque sean incluso los detalles pequeños que por cualquier sitio encontramos. Para así aprender a conocer todo en su justo valor, desde dentro, desde el corazón, desde el alma.<br /><br /><strong>50 - Plaza de la Romanilla y los aguadores de Granada</strong><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxtv3G76bRI/AAAAAAAAAmA/orokuXKhmEo/s1600-h/DSC07929.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123811993609465106" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxtv3G76bRI/AAAAAAAAAmA/orokuXKhmEo/s400/DSC07929.JPG" border="0" /></a><br />Algo que quizá tampoco hayas gustado, en tus días por estas tierras, son las melodías de las noches. ¿No recuerdas que un día te lo comenté? Fue aquella tarde también de las cruces de mayo. Ibas con tu amiga y buscabas, con interés creciente, los rincones donde las cruces se alzaban, cuando te dije:<br />- No todos los días del año ni en cualquier época pero sí muchas veces y en muchos rincones de Granada, se oyen canciones muy bellas.<br />Y me preguntaste:<br />- ¿Qué canciones y quién las canta?<br />- Siempre son canciones nuevas. Nunca nadie las ha oído antes ni tampoco se sabe quién las canta pero resuenan en el aire y asustan de tan bellas.<br />- ¿Quieres decir que son melodías misteriosas que solo se oyen en Granada y en algunos lugares y días concretos?<br />- Exactamente de este modo son las cosas.<br /><br />Aquel día guardaste silencio y no me dijiste nada más. Yo después, he meditado mucho este momento y he soñado, también muchas veces, poder mostrarte estas hermosa y oculta realidad de Granada. No ha sido posible por todo lo que sabes, tú mejor que nadie, ha sucedido. Pero yo, al ir esta tarde por este rincón especial de Granada, no olvido aquel momento y tu presencia. Y más lo recuerdo al llegar a la plaza del “borriquillo”, que es como la llamo yo. ¿Sabes a qué plaza me refiero? La que todo el mundo conoce por la de la Romanilla. ¿No te acuerdas que aquel día, al pasar por aquí, me pediste que te hiciera una foto? Sí, recuerda que me dijiste:<br />- Quiero llevarme la imagen de este borriquillo bello cuando me vaya de Granada. Hazme una foto y que salga guapa.<br />- Pues ponte aquí delante.<br />- Que salga la estatua y la torre de la catedral y, si es posible, las plantas de este jardín y alguna flor.<br />- Todo va a salir y tú en el centro.<br /><br />Y saliste deslumbrante. Vestida con tu traje blanco, adornada con tu clara sonrisa, relajada y hermosa tu cara, tus ojos abiertos frente a la tarde y la catedral y las plantas como decorándote. Tampoco, luego cuando te fuiste, pude darte esta foto. Otro sueño más que, por aquí, dejaste a medio soñar. ¡Cuánto lo siento!<br /><br />Ahora, esta tarde, me paro junto a la estatua del borriquillo de bronce, me siento al borde del pedestal que lo sostiene y me pongo a meditar. Porque recuerdo que aquel día también me preguntaste:<br />- ¿Qué representa esta estatua del hombre con el burro y los cántaros?<br />- Es como un trozo de la historia de Granada. ¿Has oído hablar alguna vez de los aguadores?<br />- Nunca.<br />- Pues no hace muchos años, por las calles de Granada, iban hombres con sus burros vendiendo agua. Dicen que la traían de la Fuente del Avellano y era fresca y buena.<br />- ¿Y a quién vendían esta agua?<br />- A todas las personas que querían comprarla. En sus burros llevaban aguaderas, esto que ves aquí, y dentro de estas aguaderas, cántaros de barro y de lata llenos de agua buena. Y, con sus burros y estas vasijas, recorrían las calles de Granada pregonando su mercancía. ¿No conoces este trozo de la historia de Granada?<br />- Nadie me dijo nunca nada y me gusta. Creo que en Rusia nunca hubo estas cosas. Por eso es, para mí, más interesante.<br /><br />Y aquella tarde, ahora mismo lo recuerdo claramente, también me preguntaste:<br />- ¿Y todavía quedan burros por algunos sitios de Granada?<br />No te respondí enseguida porque, en ese momento, a mi mente acudían las vivencias del Cortijo de la Viña, las del borriquillo Sinombre, la de su amiga la niña, la del Anciano y las de las tres amigas rusas. Te dije, resumiendo mucho y antes de que me volvieras a preguntar:<br />- Creo que, el único borriquillo hermoso que todavía queda por algunos de los paisajes de Granada, es el que yo conozco, mi mejor amigo, en las tierras del Cortijo de la Viña.<br />Y, después de esto y también brevemente, te hablé de la niña, del Anciano y de las tres amigas. Me preguntaste:<br />- ¿Quiénes son esas tres chicas rusas y cómo se llaman?<br />- Sus nombres son Guela, Lera y Julia. La segunda es de tu misma ciudad, Kazán y las otras dos de Izhevk. Y vinieron a España, como tú, con beca Erasmu y a estudiar traducción.<br />- ¿Y lo del Cortijo de la Viña y el borriquillo Sinombre?<br />- Esto es una historia tan grande y bella que de ella tengo escrito un libro enorme. Más de cuatro años de trabajo y casi mil quinientas páginas. Solo te voy a contar un breve trozo para que también lo sepas. Porque, cuando pasen los años, puede que esta historia sea una de las cosas más hermosas de Granada. Por eso ahora creo, que ya forma parte de la identidad de esta ciudad.<br /><br /><strong>51 - La Tarasca por las calles de Granada<br />Del libro “El Sueño más bello, Sinombre y yo”<br /></strong><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxt_l276bVI/AAAAAAAAAmg/iqfDr5rLdio/s1600-h/dsc01811.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123829289442766162" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxt_l276bVI/AAAAAAAAAmg/iqfDr5rLdio/s400/dsc01811.jpg" border="0" /></a><br />Y, despacio y del borriquillo Sinombre, me puse a contarte la siguiente escena: “Al despertar por la mañana me voy al lado de Sinombre y le digo:<br />- ¿Cómo te llevo a ver la Tarasca, Sinombre? Ninguno de los dos sabemos lo que esto. Yo sé que es un desfile de gigantes y dragones que sale por las calles y nada más. Ninguno de los dos somos de aquí y por eso desconocemos tantas cosas de esta ciudad y de sus costumbres, su historia, sus tradiciones… Y, aunque me atreviera y te llevara a ver este desfile por las calles de Granada ¿qué podría yo decirte de la Tarasca, del desfile y todo eso? Ya te he dicho que no sé lo que es la Tarasca. Pero no te preocupes, dentro de un rato sale esta procesión por las calles. Iré a verla, haré fotos, preguntaré y me enteraré de todo lo que pueda y luego te lo cuento ¿Te parece bien? Me pondré al corriente de las cosas y así también aprendo algo. Porque a ti no te puedo llevar. Luego te digo por que no puede ser y verás como te quedas tranquilo.<br /><br />Y esta mañana, sobre las once para no perderme los detalles, me he ido a la puerta del Ayuntamiento de Granada. Según el programa de feria la Tarasca sale de aquí y es justo a las doce de la mañana. Y así ha sido: ha salido a esta hora y lo he visto todo. He sacado muchas fotos para luego enseñárselas a Sinombre y después he recorrido las calles camino de regreso. Para no perderme ni un detalle. Y he visto y he aprendido más de lo que esperaba. En cuanto he llegado he buscado a Sinombre y le he dicho:<br />- Ya lo sé todo. O creo que por lo menos lo más importante. Ahora te lo puedo contar y verás como te enteras de lo que es la Tarasca. Y menos mal que no te he llevado a que la vieras. No hubiera sido posible por la cantidad de personas que había en todas las calles. Todos vestidos de feria y todos disfrutando del día y de la fiesta. Mira te lo cuento: A las doce en punto yo estaba en la puerta del Ayuntamiento y lo primero que he visto han sido varios gigantes. Los han sacado tumbados porque no cabían por la puerta. Delante mismo de mí los han puesto de píe. He preguntado y me han dicho que son los Reyes Cristianos y los Reyes Moros. Y en seguida salieron varías personas con disfraces y el dragón. Porque ya lo sé: la Tarasca es un dragón con alas y encima va un maniquí vestido de mujer con las últimas tendencias de la moda. Dos metros mide y este año hasta le han puesto su ropa interior y todo. Le han hecho un peinado especial y el vestido que lucía es de seda pura. Pero por lo visto en Granada la Tarasca no es el dragón sino el maniquí. A este muñeco también lo llaman “La Publica” porque en otros tiempos, toda esta procesión era lo primero que salía por las calles anunciando, publicando, el comienzo de la feria. Detrás de este dragón con alas y con el maniquí encima salieron los cabezudos y con vejigas secas de animales, llenas de aire y en forma de globo, aporreaban a todo el que se acerque a ellos. Sobre todo a los niños y las muchachas. Para divertirse porque en el fondo, según he visto, esto de la Tarasca en una forma de diversión para las personas. Una diversión como tantas otras que viene de tiempos lejanos. Por aquí repiten mucho la frase esa de: “Divertíos como locos”, pronunciada por los Reyes Católicos cuando pusieron en marcha estas fiestas. ¡Fíjate si viene de lejos!<br /><br />Detrás de estos cabezudos se formó la banda de música con sus instrumentos de viento y sus tambores y a continuación los niños y las personas mayores llevando a los niños de sus manos para que se divirtieran con el jolgorio de la Tarasca. Esto es todo, Sinombre. Pero he comprobado que a este desfile, un tanto extraño por lo irreal, acuden muchas personas. No se podía ni andar. Menos mal que yo me puse de los primeros y luego tuve la suerte de meterme por entre el desfile para hacer las fotos. Ahora te las enseño. Porque he hecho muchas y todas han salido preciosas. Como no sabía qué era lo más importante en este desfile le he hecho fotos a todo. Y luego me he enterado que lo más importante es la mujer que va sobre el dragón. La que visten cada año de una manera y este año, según me han dicho, más rara que nunca. Las fotos son solo para recuerdo, nada más. Porque ¿para qué queremos fotos de este dragón, la mujer vestida con la última moda, los cabezudos y todo eso? Dime ¿para qué, Sinombre? Estas cosas no nos gustan a nosotros ni es nuestro mundo.<br /><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxt_CW76bTI/AAAAAAAAAmQ/SQET0AEf2yM/s1600-h/dsc01405.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123828679557410098" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxt_CW76bTI/AAAAAAAAAmQ/SQET0AEf2yM/s400/dsc01405.jpg" border="0" /></a>Y te cuento un poco más porque me han pasado algunas anécdotas curiosas. Me han sacado en la Televisión de Granada y también me han preguntado por ti. Estaba yo distraído mirando a la Tarasca y un muchacho se acercó con el micrófono. Me saludó y luego me preguntó:<br />- ¿Qué me dices de la Tarasca?<br />Le respondí:<br />- No te puedo decir nada porque es la primera vez que vengo a verla.<br />- ¿No eres de aquí?<br />- Vivo en esta ciudad pero no soy de aquí.<br />- Por cierto, tu burro Sinombre ¿dónde está?<br />Y al oír esta pregunta me quedé extrañado. ¿Cómo sabían de ti los de la tele? Yo no se los he dicho y sé que tú tampoco. ¿Quién se lo habrá dicho? Me quedé estupefacto y por eso le dije:<br />- De Sinombre no quiero decir nada.<br />- ¿Por qué no lo has traído a esta fiesta? Lo podríamos haber sacado en la Tele.<br />Le volví a decir que de ti no se hablaba nada. Porque tú no eres burro de fiestas y menos de tele. Que tú existes solo en este paraíso nuestro y que de ti solo sabemos los dos y la Princesa. Bueno, algunas personas más, pero pocos y sin que sepan ni siquiera lo que eres. Pero me siguieron diciendo:<br />- A ver si un día quedamos y le hacemos un reportaje bonito. Un burro como ese tuyo es una pena que nadie lo conozca. Y por eso repito que es también una pena que no lo hayas traído para pasearlo por las calles de Granada. Nos podríamos haber puesto de acuerdo y le hubiéramos preparado una carroza y todo. Y habría sido una diversión nueva.<br />Esquivando el tema le pregunté:<br />- ¿A qué hora sale esto en la tele?<br />- Esta noche a las diez en Telenieve.<br />Le di las gracias y luego nos alejamos. Así que ahora ya sabes: esta noche voy a salir en la tele de la ciudad de Granada y algo van a decir de ti. A ninguno de los dos nos gusta pero las cosas han salido así.<br /><br />Seguí por la calle Reyes Católico arriba detrás de la Tarasca y todavía hice algunas fotos más. Sobre todo cuando ya el desfile entró en la Gran Vía y luego frente a la Catedral. Un poco más adelante el desfile se fue por una calle de la izquierda y yo ya me preparé para regresar y venirme contigo. ¿Y sabes qué me pasó? Venía yo pensando en ti y en la Princesa cuando por la Gran Vía y en dirección contraria aparecieron tres elefantes. Sí, tal como te digo: elefantes de carne y hueso. De los circos que hay en la feria que los llevaban dando un paseo por las calles para hacer propaganda. Detrás de los elefantes iban unos caballos preciosos, bailarines, un mono metido en una jaula, artistas subidas en coches de lujo y en grandes camiones decorados con banderitas y globos de colores y luego más artistas del circo. En fin, todo un circo por la Gran Vía para que los niños lo vieran y se divirtieran un poco más. Y los niños, ¡cuántos niños y niñas, Sinombre, por las calles de Granada! Parecía una fantasía real. Todos los niños y niñas vestidos con sus ropas limpias y de colores y las muchachas lo mismo. ¡Qué guapo todo esto, de verdad! Pero no me gustó ver a los pobres elefantes. Grandes y limpicos pero los animales se crían que las piernas de los niños eran caramelos y se las querían comer agarrándolas con sus trompas. Se crían que las manos de las niñas eran frutas o algo así y también se las querían embuchar. Se creían ellos que las coletas de las muchachas eran manojos de hierba y también se las querían jalar. Lo mismo que los gorros de los hombres y los trajes de colores de las mujeres. Sinombre, los pobres elefantes, se ve que tenían hambre de hierba fresca y de prados con río de aguas claras y, como la Gran Vía solo tiene asfalto negro y estaba ardiendo por el sol, se lo querían comer todo con tal de aliviarse algo. ¿Cuánto tiempo crees tú que estos elefantes no han probado un bocado de hierba como la que crece en tu pradera? ¡Pobrecillos! Si estuvieran libres por aquí cuánto disfrutarían. Y te aseguro que si nos dejaran, nosotros nos los traeríamos aquí enseguida.<br /><br />Y a los caballos, negros, blancos, rojos y uno color oro viejo, les pasaba lo mismo. Me acordé de Bandolero y de ti y me hubiera gustado que hubierais estado allí. Los caballos eran bonitos y, sobre todo, el de color oro. Pero les pasaba como a los elefantes: estaban ya cansaditos de tanto pisar asfalto negro y caliente por el sol y, sobre todo, noté que ya no podían más de tanta gente, tantos ruidos, tantas casas, tantos coches, tanto de todo, Sinombre, menos lo que ellos necesitan: campos y prados y aire puro y libertad y mucha hierba como tienes tú. Que los caballos son animales con alma y corazón y los que esta mañana vi por la Gran Vía de Granada eran juguetes por entre los laberintos de las ciudades humanas. Y esto no me sentó bien. Era bonito pero no me gustó nada. Me acordé de ti en todo momento y de Bandolero y de la Princesa porque seguía pensando que os hubiera gustado ver lo que vi yo. Y todo el rato me estuve diciendo: “Esta es la feria. No toda la feria pero sí una parte y una cara de los jolgorios humanos. Así son todas las ferias.” Y luego pensé que lo nuestro es otra cosa. Lo nuestro es otra realidad. Y por eso vivimos donde vivimos y pensamos y hacemos lo que pensamos y hacemos. Y ahora ya concluyo: según la información que he podido recabar te explico con más detalle el origen y significado de todas estas cosas de la Tarasca.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmeHtf1k2ll7tTCsMR4fRo6__Cvoel2f0itMf4B7Oz_WJ95xw1UvOTavxOS3-sTb5BkyLyNlu3WTtGCm1Gk253RbFRppMmFRIPzGZvLXqui4M7icaBVj5SBkv00za_bp6sOAQg2iURVMQ/s1600-h/dsc01569.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123828963025251650" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmeHtf1k2ll7tTCsMR4fRo6__Cvoel2f0itMf4B7Oz_WJ95xw1UvOTavxOS3-sTb5BkyLyNlu3WTtGCm1Gk253RbFRppMmFRIPzGZvLXqui4M7icaBVj5SBkv00za_bp6sOAQg2iURVMQ/s400/dsc01569.jpg" border="0" /></a>El dragón, animal fabuloso con aspecto de gran serpiente dotada de alas, garras potentes y boca monstruosa capaz de arrojar fuego, es un ser especialmente presente en las viejas mitologías. La palabra griega drákon está relacionada, en el mismo idioma, con el término dérkomei, mirar con fijeza. En esta relación semántica se puede basar la importancia que la iconografía del dragón da a su mirada terrible y seductora. En esas antiguas tradiciones, asiáticas, nórdicas o griegas, los dragones aparecen como guardianes de manantiales y cuevas singulares, conocedores de la sabiduría y los secretos escondidos en la tierra, protectores de tesoros y doncellas. En la mitología grecorromana adopta en ocasiones la forma de serpiente benefactora representándose junto a ciertas divinidades. En Egipto o en el mundo árabe, una serpiente mordiéndose la cola era el símbolo de la vida o de la eternidad. En diferentes simbologías guerreras el dragón o la serpiente en actitud amenazante era el signo más temido por el enemigo. El reptil enroscado y erguido representaba el poder y la victoria sobre el adversario. Sin embargo, al dragón, en las mismas culturas antiguas, se le ha asignado simultáneamente un protagonismo bien diferente, pasando a ser la encarnación del espíritu del mal y del origen de las calamidades en el mundo, empezando por ser el causante de los eclipses de sol. Con esta otra visión, este poderoso reptil se convierte en un monstruo terrorífico y repugnante, destinado a ser vencido por los dioses o los héroes y a ser arrojado a los infiernos, en donde habitará eternamente.<br />Con el triunfo del cristianismo, la serpiente es humillada para siempre, pasando a ser imagen del demonio, de la idolatría, del anticristo. Así pues, de esa arcaica dualidad ha prevalecido hasta nuestros días, en el seno de la cultura cristiana, la predestinación maldita de este ser de la creación. Por el contrario, en viejos ritos orientales, las vistosas y artísticas representaciones procesionales de los dragones siguen manteniendo, con plena vigencia, su función benéfica y protectora frente a los males. Mirando desde occidente, acostumbramos a decir que también hay dragones buenos. La serpiente aparece con frecuencia en los textos bíblicos, asumiendo papeles relevantes. En el Génesis, en el Paraíso, la serpiente tienta a la mujer, Eva, con la manzana. En el Éxodo, en el pasaje de las plagas de Egipto, Aarón convierte su vara en serpiente. Moisés, en el Libro de los Números, por orden divina, hace una serpiente de bronce y la muestra enroscada en un asta como emblema sanador contra las mordeduras de las serpientes venenosas que Dios había enviado como castigo a los israelitas. En el Apocalipsis, un dragón con siete cabezas y siete coronas se dispone a devorar a la criatura que va a nacer del seno de otra mujer, esta vez vestida del sol y la luna como pedestal. Reptiles de diferentes morfologías se ven derrotados en las iconografías de San Miguel Arcángel, San Jorge, Santa Margarita o Santa Marta. Muchas veces más, en la representación de la Concepción Inmaculada de la Virgen, la serpiente es herida en la cabeza cuando hiere a María en el talón. Dragones fantásticos han seducido durante siglos a nuestros antepasados desde capiteles, ménsulas o canecillos existentes en los templos, principalmente en los edificados en la Edad Media, con una clara función didáctica. Leyendas y creencias tradicionales siguen dando movimiento a estos viejos monstruos. No son pocos los que, introduciendo la cabeza en una estrecha oquedad del santuario de San Miguel de Aralar, oyen en su cueva al dragón que atacó a don Teodosio de Goñi en aquellas alturas. En la vida festiva religiosa de algunas poblaciones, el dragón ha tenido, y sigue teniendo, un papel destacado. En este tipo de actuaciones rituales el dragón recibe generalmente el nombre de tarasca.<br />El gramático Sebastián de Covarrubias, docto en las lenguas latina, griega y hebrea, en su obra Tesoro de la lengua castellana o española (1611), relaciona la palabra tarasca con el término griego theracca (espantar). Otros diccionarios se refirieren a la ciudad francesa de Tarascón para localizar la etimología de la expresión tarasque. La tarasca de Tarascón, inmersa en la leyenda de Santa Marta, tuvo gran celebridad en otro tiempo, si bien existieron otras en Francia con semejante fama: la gargouille de Rouen o de Metz, la kraula de Reims, la chair salée de Troyes, la grand gueule de Poitiers, el dragón de San Benaurat de Vandôme o el dragón de San Marcel de París. Todas estas figuras que se dejaban ver en las viejas ciudades catedralicias galas, fueron suprimidas en 1760. En Tarascón, la tarasca siguió saliendo por las calles con la espectacularidad de siempre, a pesar de la prohibición. Quizás este renombre y pervivencia haya contribuido a afianzar la relación etimológica entre tarasca y Tarascón. En España la existencia de la tarasca ha estado sólidamente unida a las procesiones del Corpus que, desde finales del siglo XVI, han ostentado una sorprendente solemnidad si se contemplan desde nuestros días.<br /><br />Y esto es todo, Sinombre. Ya sabemos lo que no sabíamos y yo he visto lo que nunca antes había visto. Ninguna cosa del otro mundo. Pero como estamos en este mundo tampoco podemos permanecer al margen de él por completo. Pero te digo la verdad: ¡qué ganas tenía de regresar del barullo donde me he metido esta mañana! Lo nuestro y nuestro mundo es otra realidad. El estar aquí al lado tuyo, en tu pradera, sobre la hierba que tapiza y respirando este aire tan delicioso, qué sensación más honda y nadando sobre el alma. Y esta soledad y este sueño nuestro siempre brincando por el lado norte y esta sensación de paz y todo este mundo nuestro, Sinombre, qué realidad más distinta a la que he visto esta mañana. Cada día me convenzo más: nunca serví ni sirvo ahora para las cosas de este mundo. Y creo que cada día que pase valdré menos. ¡Qué suerte tenerte a ti!<br /><br /><strong>52 - El borriquillo de bronce en la Plaza de la Romanilla</strong><br /><br />En lo alto de la plataforma de obra, elevado y en una esquina de la Plaza Romanilla, se encuentra el borriquillo del aguador. De bronce y de tamaño casi real. No es una estatua bella pero sirve para recordar la historia de aquellos hombres. Es ya una realidad lejana pero, como existió, casi al mismo tiempo por toda España y en otras partes del mundo, es interesante y merece la pena conocerla. En tu Rusia, por aquellos tiempos ¿cómo llevabais el agua a las casas? Ahora, como todo el mundo, por tubos y grifos pero en aquella época ¿había aguadores por las calles de tu ciudad? Alguien me dijo alguna vez que, de los ríos y lagos es de donde muchas personas cogían el agua para el consumo. Y que todavía es así en algunos pueblos de tu gran país.<br /><br />Delante de la estatuilla de este borriquillo de bronce he estado un buen rato. He pensado en ti, te he hablado un poco del mi amigo Sinombre, compañero por muchos rincones de Granada y en el Cortijo de la Viña y también por el río Genil y cumbres de Sierra Nevada. Y recuerdo también que, antes de irte de España, te regalé y librito con un trozo de la historia de este borriquillo mío. ¿No lo recuerdas? Su título es “Sinombre y yo, por Segura de la Sierra”. Te lo firmé y todo y me dijiste que ibas a leerlo. También te regalé otros libros míos: “Bajo las Aguas del Pantano del Tranco, Rumor de Poemas, La Cruz Sobre las Cumbres”. Y te los llevaste ilusionada y yo me quedé contento pensando que sí los leerías. Porque esto sí es cierto: leer te gusta mucho. También estudiar y aprender idiomas pero escribir ya no tanto. Y, sin embargo, yo te he animado muchas veces para que escribas. Porque creo que es bueno para ti y también necesario para tu futuro y país. Tengo gran fe en la inquietud que llevas dentro. Y por eso pienso que, algún día, quizá logres escribir buenos y bellos libros. Al menos, sí creo que tienes mucho que decir.<br /><br />Varios jóvenes, mientras estoy pensando frente a la estatua del Aguador, se paran y hacen fotos. Como tú aquella tarde. Y es que este rincón tiene un no sé qué especial. La pequeña Plaza de la Romanilla, toda en sí, tiene un encanto especial. Quizá por las palmeras que de ella emergen, quizá por la imagen de la gran torre de la catedral, quizá por el borriquillo de bronce, quizá por las mesas y sillas que por aquí ponen. Porque, entre las palmeras, rosales y otras plantas, hay una o dos terrazas con muchas mesas y sillas, para los turistas. Y sí, a ellos les gusta este rincón. También te gustó a ti y por eso te lo cuento y lo dejo recogido en mi cuaderno.<br /><br />¿Y sabes? Cuando pase el tiempo, quizá un par de años, este rincón no será el mismo que ahora describo. Tienen proyectado, construir por aquí, un gran edificio en honor de Lorca. Dicen que un gran cubo colgante albergará el legado del poeta en el futuro centro de La Romanilla. El Consorcio del Centro Lorca fija el final de las obras a principios de 2010, con un presupuesto final aprobado de 18,5 millones de euros El edificio será de granito gris oscuro, igual al que se pondrá en el pavimento de la totalidad de la plaza, que será totalmente reformada.<br /><br />¿Vendrás por aquí, más o menos en esas fechas, a ver esto? Lo dudo. Tú amas mucho a Rusia aunque la quisiera de otra manera y con otro corazón. Pero si no vuelves nunca más a Granada, al menos tendrá la suerte de que, para ti, dejo éstas y otras muchas cosas escritas. Para que sigas vivas, que es lo que siempre más has deseado.<br /><br />Los de las terrazas acaban de regar el suelo y las plantas de esta plaza. Y por eso hay una muy delicada sensación de frescor. La sombra de las palmeras ayuda algo más a ello. Sigo mi ruta y continúo describiéndote el entorno de esta bonita plaza. Desde el lado de la tarde, la sombra de las casas, viene cubriendo todo el recinto. Y, por este mismo lado de la tarde, es por donde se ven las obras del nuevo edificio, para las cosas del poeta. Lo miro y todo lo encuentro roto, desordenado, lleno de polvo… Como son siempre las obras de calles y edificios en esta primera fase. Pero me pregunto que, cuando terminen las obras que ahora hacen aquí, ¿cómo serán y qué nuevo aspecto le Imprimirán a la pequeña plaza de las palmeras y el borriquillo de los Aguadores? ¿Dejarán la estatua para que, siga presente, la historia de aquellos tiempos?<br /><br />Me voy retirando del rincón. Quiero seguir y, lo más próximo, ya sé que es la Plaza de las Pasiegas. Otro lugar con mucha historia y muy hermoso y significativo en esta ciudad de Granada.<br /><br />Hay por aquí muchos gorriones. Y, como la tarde cae y hace calor, desgranan sus trinos como si llamaran. También parece que proclamaran. ¿Sabías que los gorriones que pueblan las plazas y jardines de Granada, también ponen su especiales pinceladas de magia? Ellos, quizá sin saberlo, llenan la ciudad de una vida distinta. De algo que nada tiene que ver con el asfalto, los coches, los turistas, las terrazas, los bares… Por cierto, uno de los restaurantes que hay aquí, por el lado que pega a la catedral, tiene el curioso nombre de “El Aguador”. Lo que representa el borriquillo de bronce, con sus aguaderas, cántaros y el hombre que lo acompaña. Pero, paso por delante y me vengo para la fachada principal de la catedral. Ya he dejado escrito en mi cuaderno y, para ti, otro rincón de Granada. Te lo regalo envuelto en los recuerdos.<br /><br /><strong>53 - Por la fachada de la Catedral de Granada<br /></strong><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxtw5G76bSI/AAAAAAAAAmI/Eo9EknwwTw8/s1600-h/DSC02017.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123813127480831266" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rxtw5G76bSI/AAAAAAAAAmI/Eo9EknwwTw8/s400/DSC02017.JPG" border="0" /></a><br />La calle se llama Pie de la Torre. Porque discurre, desde la misma gran torre de la catedral y avanza siguiendo la fachada principal, hasta la puerta grande. Y es una calla estrecha, pavimentada con grandes bloques de piedra y resulta bonita. Quizá por la tranquilidad que hay en ella o quizá por la ausencia de coches. Solo cuatro tiendas y, lo que en la segunda se vende, es música flamenca. Lo que a ti te gusta. ¿A que lo recuerdas?<br /><br />Pues, por esta calle tan bonita, arropado por la sombra y la tranquilidad, avanzo recogido en mí. Y, al ver la tienda segunda, la de la música flamenca y un poco antes de la histórica plaza ¿sabes de qué me acuerdo? Del flamenco que a tanto de gusta y del disco de música que un día grabé y quise regalarte. Una música original, todo creación mía, interpretada por mí y dedicada exclusivamente a Granada. No la oíste nunca ni tampoco otras personas pero yo la titulo con el mismo nombre que las páginas que escribo en mi cuaderno: “Desde Granada para ti”. Y te repito, son temas dedicados a la Alhambra, a la Catedral de Granada y a la ciudad en general. Y, como todo es mío y está creado por mí, me gustan mucho las nota del piano, los coros clásicos, la flauta y la guitarra.<br /><br />¿Que por qué no te la regalé? Tantas cosas soñé regalarte y enseñarte de esta ciudad mágica que ya estás viendo: necesito escribir un libro para contártelo. Porque yo quise dártela lo mismo que deseé compartir contigo tu interés por la música flamenca. Recuerdo ahora que un día me dijiste:<br />- El flamenco es la música más hermosa que he oído nunca. ¿Estás de acuerdo?<br />Y te respondí:<br />- La música flamenca, la auténtica de estas tierras, es hermosa como pocas otras.<br />Y me respondiste:<br />- Por eso me he matriculado en un curso de baile flamenco para extranjeros. Quiero aprender a bailar. ¡Es tan bonita esta música y me gusta tanto!<br /><br />Y no quise quitarte la ilusión pero, al oírte esto, enseguida pensé que no sería fácil para ti realizar este sueño. Porque bailar flamenco no es cualquier cosa. Dicen los expertos que hay que llevarlo en la sangre. Que tiene que correr por las venas y haberlo mamado desde “chiquitita”. Pero también es cierto que, a vosotros los extranjeros, os deslumbra tanto esta música y el baile flamenco que, en cuanto llegáis a España, todos queréis aprenderlo. Todos queréis aprender a tocar la guitarra y bailar con soltura el flamenco. Y tú, quizá más que nadie, estabas deslumbrada por esta música de Granada y este baile. Pero te fuiste de España y, de este sueño tuyo, yo no supe más de lo que aquí te he contado. ¿Aprendiste mucho antes de marcharte?<br /><br />En fin, mucho o poco, era tu sueño y, como me lo contaste, al pasar esta tarde por delante de la tienda que vende discos de música flamenca, te recuerdo y se me ha venido a la mente tu sueño. ¿Sabes? Miro muy interesado la calle que voy recorriendo y la fachada principal de la catedral. Según avanzo hacia la plaza histórica, la hermosa fachada, me va quedando por la izquierda. Al frente y algo por la derecha, se me va abriendo la plaza que quiero contarte. La que es también pequeña pero algo más grande que la del borriquillo. Y tú sí sabes su nombre. Me preguntaste aquel día de las cruces y te dije:<br />- Se le conoce a esta plaza con el nombre de Las Pasiegas.<br />- ¿Y de dónde procede ese nombre?<br />- El apelativo de Pasiegas se debe a que, en esta plaza, hubo comercios de tejidos de varias pasiegas, personas oriundas del valle de la Pas. También se ha atribuido su origen, aunque parece que con menor fundamento, a las amas de cría, originariamente pasiegas de nacimiento y después, en buen número, gallegas, que paseaban a los infantes granadinos por este lugar.<br /><br />¿A que recuerdas esta conversación? ¿Y a que recuerdas también la cruz que aquí mismo habían montado? Bastante cerca de la puerta de la catedral y estaba hecha toda de claveles rojos. Nos paramos frente a ella y me dijiste:<br />- Quiero una foto para el recuerdo.<br />Y te hice la foto. Saliste muy guapa.<br /><br />Llovía. Un pequeño chaparrón caía en aquel momento y por eso no pudimos gozar de toda la belleza de esta plaza y la cruz de mayo. Pero la lluvia, las nubes, las piedras de la fachada de la catedral, el vientecillo y la tarde, me trajeron el recuerdo de otro sueño mío. El de la catedral natural, en las junta de los ríos claros, en las tierras del Cortijo de la Viña. Por eso, frente a la cruz de claveles rojos y mirando a la fachada de la Catedral de Granada, te dije:<br /><br /><strong>54 - La gran catedral de Granada y mi sueño</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnkiRLqTg2IZ1Ab1fkdU7yiC-aFjulc6lEyu8gQsG2oqME38TdIRlz1FvtFa_EjRrldJiL1tSdM22Ctx39xVmzI5FMRFeaX9qIbJpR4ZR89cmrxUTuh18c5t7AqlH__ad1s4Yq7Vco6oU/s1600-h/DSC02215.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123831441221381474" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnkiRLqTg2IZ1Ab1fkdU7yiC-aFjulc6lEyu8gQsG2oqME38TdIRlz1FvtFa_EjRrldJiL1tSdM22Ctx39xVmzI5FMRFeaX9qIbJpR4ZR89cmrxUTuh18c5t7AqlH__ad1s4Yq7Vco6oU/s400/DSC02215.JPG" border="0" /></a><br />- La más bella de todas las catedrales del mundo no está hecha por las manos de los humanos sino directamente por el arquitecto Dios.<br />Y me miraste interesada. Al rato me preguntaste:<br />- ¿A qué te estás refiriendo?<br />- A la catedral de rocas y agua y de sol y viento que conozco.<br />Y entonces me dijiste que, como yo soy amante de las montañas, de los ríos y de los pájaros, estaba comparando algunas de aquellas bellísimas obras naturales con esta artificial de Granada. Te aclaré:<br />- Sí, es eso pero, en este caso, yo no comparo nada. Solo quiero hablarte para que sepas que, en las tierras de mi Cortijo de la Viña, al norte de esta ciudad, existe un monumento natural que es bello, muy bellos.<br /><br />Nos paramos, aquella tarde de mayo, lo mismo que yo ahora, justo delante de la puerta principal de la gran catedral de Granada. Miramos al frente, superados por el robusto arco de piedra en la amplia fachada y, de nuevo, me dijiste:<br />- En Rusia, mi país ahora lejano, las iglesias y catedrales, son muy diferentes a estas de España. Allí, todas están pintadas de colores blancos, verdes, azules y oro.<br />Y quise preguntarte a qué se debe que en tu país pinten las catedrales con estos colores. No lo hice aunque sí pensé que algún día y en algún momento tendré yo que enterarme de esto.<br /><br />Y, como aquella tarde de las cruces de mayo la lluvia seguía cayendo, nos alejamos del rincón camino de la plaza del Ayuntamiento. En busca de la cruz y el tablao flamenco que, por estas fechas, también allí montan. Se me quedó a medias el relato que había comenzado a contarte. Lo de la gran catedral natural en los ríos del Cortijo de la Viña. Por eso, esta tarde y de nuevo frente a la fachada principal de la Catedral de Granada, quiero seguir comentándote algo de aquello. Para que también conozcas un poco más los paisajes de estos lugares de España. Y para que tengas ideas claras de cómo son las cosas que tanto deseé compartir contigo. No solo las calles y plazas y rincones de Granada sino los sitios y paisajes en las montañas que rodean a esta ciudad.<br /><br />Y te digo que la catedral de piedra, agua sol y viento, del Cortijo de la Viña, se encuentra donde se juntan los ríos. Tres ríos no muy grandes que bajan repletos de aguas claras desde las altas cumbres. Hermosos los tres como limpios sueños y cuajados de remansos, de cascadas y de azules charcos. Unas altas rocas, doradas como el sol de la tarde y como el oro más puro, le salen al encuentro. Justo donde los tres ríos se funden en uno. Por eso aquí, las aguas han tallado, para abrirse paso, no una catedral natural sino un castillo palacio, recio como el más duro mármol y asombroso y mágico.<br /><br />Los dos ríos de los extremos, han cortado las rocas casi a tajo. Como su hubieran pretendido tallar una fachada natural, cinco o seis veces más hermosa y grande que esta de la Catedral de Granada. El río del levante, en la fachada color oro y sol de la tarde, ha esculpido una gran cascada. Como un surtidor de cristal líquido transparente, que cae y busca la poza donde los tres ríos se juntan. Y, el río del centro, el más misterioso, caudaloso y claro, se han entretenido en labrar un arco. Como una gran cueva o galería principal del palacio. Y, entre la fachada principal, el inmenso arco del río del centro y las aguas serenas del río tercero, los tres ríos han construido un amplio charco. Azul, como el cielo que cubre, verde como los bosques que le rodean y transparente como el viento que lo mece. Y, en este espejo tan puro, se reflejan las rocas de los lados, las de las laderas que suben y las de las altas cumbres. También los rayos dorados del sol de la tarde. Como si todo aquello fuera la plaza principal que precede a la gran catedral. Como ésta que hay por delante de la Catedral de Granada pero sin que se puedan comparar.<br /><br />Desde aquella plaza, agua y viento y cielo y sol, es desde donde se ve con toda claridad y grandeza la catedral que te estoy diciendo. Algo parecido a lo que sucede en la Plaza de las Pasiegas, cuando nos paramos en ella y miramos al frente. Tanto en la catedral natural de los ríos del Cortijo de la Viña como en ésta del corazón de Granada, nos sobrecoge la grandiosa fachada. De piedra pura las dos, color puesta de sol y elevadas en un pedestal, como si pretendieran sujetar la mismo bóveda del cielo. Pero aquello es mucho más. La catedral de los ríos claros, es como el sueño más bello que nunca nadie haya soñado. Por eso he querido hablarte de ello y por eso me hubiera gustado enseñártelo. Para que te hubieras llevado, de estos lugares de Granada, otro hermoso recuerdo. Pero no fue posible.<br /><br />Sin embargo, ahora aquí y, a mi manera, ya lo he compartido contigo. Y lo he dejado escrito en mi cuaderno para que, el día que tengas tiempo, puedas disfrutarlo. Y para que sepas un poco más de las cosas que, por estas tierras, venías buscando. Las cosas y sueños que tanto has amado y, a medias, has conocido.<br /><br /><strong>55 - Plaza de las Pasiegas, escenario singular</strong><br /><br />La Plaza de las Pasiegas, es u recinto excelente para celebrar actos culturales. Esta tarde, al pasar yo por aquí, ocupándome en ti, no se celebra nada. La miro, desde el nivel que hay delante de la puerta principal de la catedral, y la encuentro silenciosa. Solo algunos turistas, dirección a la Plaza Bib-rambla y solo algunos jóvenes, veo por aquí. Todo el recinto en sí, la sombra que llega del lado de la tarde y el aire suspendido, parece como si estuvieran esperando, no sé qué acontecimiento importante. Los jóvenes que te digo, sentados en las primeras escaleras de mármol blanco, también parecen esperar algo. Pero ¿sabes lo que hacen mientras tanto?<br /><br />Tres de ellos, dos muchachas y un joven, simplemente se recuestan en las escaleras. Otro joven toca la guitarra, una melodía muy elemental, y lo acompaña un segundo muchacho. Con un instrumento de madera, en forma de tubo largo, que sujeta con las dos manos y lo apoya en el suelo. Sopla, sin parar, por uno de los extremos y el sonido que se oye es grabe. Ronco como el de un trueno que resuena y parece no tener fin. Sé que es un instrumento universal este largo tubo de palo pero no conozco su nombre. Es el mismo que tocaba aquel joven en el pasillo de Puerta Nueva, en el barrio del Albaicín. ¿Lo recuerdas?<br /><br />Me acerco a ellos, con cuidado y respeto, los escucho un rato y, al parar, les pregunto:<br />- ¿A quién dedicáis vuestra música?<br />- Solo matamos el tiempo. Y tocamos porque nos gusta. Pero sí, dedicamos nuestra música a la tarde, a una persona ausente, a nuestro sueño y a ti que tienes interés en escucharnos. ¿A que también estás buscando?<br />No respondo a su pregunta pero sí pregunto de nuevo:<br />- ¿Y como se llama este instrumento, para mí, tan extraño?<br />Señalo al trozo de madera, largo y hueco. Me cuenta:<br />- Su nombre es didgeridoo. Y es un instrumento de viento, ancestral utilizado por los aborígenes de Australia. Como ves no es melódico y sí emite una vibración grave y profunda que pueden ser modulada y dotada de ritmo. Se supone que tiene unos 20.000 años de existencia aunque los propios aborígenes le dan una antigüedad de hasta 40.000 años.<br />Fue creado a partir de troncos muertos de árboles, principalmente eucaliptos, con su interior roído por las termitas. Al limpiar el tronco se obtiene un tubo largo, el cual se hace sonar haciendo vibrar los labios en uno de sus extremos. Una de sus particularidades es que se puede tocar durante un tiempo ilimitado mediante una técnica denominada respiración circular, que consiste en mantener continuamente una cierta presión de aire en la boca, inhalando aire por las fosas nasales. Un didgeridoo mide entre 8 y 12 cm. de diámetro y su longitud puede variar desde 50 centímetros hasta dos metros. La longitud del instrumento determina la gravedad de su sonido.<br /><br />Le doy las gracias y sigo en lo mío. Y te decía que, esta tarde, en la recogida Plaza de las Pasiegas, no hay más espectáculos. Pero, a lo largo del año, sí se celebran muchas cosas aquí. Conciertos de música moderna, teatro para niños, baile flamenco, música con piano móvil, títeres, pasacalles… Y, en Semana Santa, en el recinto de esta plaza, montan un gran espectáculo. Sillas en forma de gradas que alquilan a las personas. Porque por aquí pasan todas las procesiones de la Semana Santa de Granada. Por eso este lugar adquiere la categoría de “Carrera Oficial”. Todos los pasos y, desde todos los puntos de la ciudad, confluyen en esta plaza. Para esto son las sillas, en forma de gradas, que te he dicho. Las personas pagan unos euros por las sillas, se sientan en ellas, justo cuando los tronos cruzan la plaza y tranquilamente los ven entrar por la gran puerta de la Catedral de Granada.<br /><br />¿Viste, en la Semana Santa pasada, esta otra realidad de Granada? Creo que no. Te pasó lo mismo que con tantas otras cosas. Y también te digo que, si te perdiste esta experiencia, es una pena. No tendrás, nunca más en tu vida, otra oportunidad como ésta. Y, la Semana Santa de Granada, vista desde esta plaza, sí que es bonita. No hay nada en el mundo que se le parezca. Ni en Sevilla, ni en Málaga ni en Córdoba ni en Rusia. ¿Sabes? No quiero decirte que lo siento si desaprovechaste ver la Semana Santa cruzando la Plaza de las Pasiegas. Aunque es verdad que lo siento. Porque, si dejaste de ver lo que te estoy describiendo, te has empobrecido a ti misma, haciéndole daño a tu propio sueño.<br /><br />Pero en fin, son tantas las cosas que hay que ver y conocer en Granada, que en normal que no hayas podido llegar a todas. Sin embargo ¿sabes qué pienso? Que la vida, tu lucha por alcanzar las metas, mi deseo, tu sueño y el de otras personas, no tiene sentido ni merece la pena si no se llena cada día de realidades concretas. ¿Para qué vivir un día más si en él no tienes una mata que alcanzar? Vivir por vivir no tiene sentido. Diez años, cincuenta, cien, qué más da. Como tampoco le veo sentido, o al menos no un sentido completo, a muchas de las cosas que hiciste por estas tierras. Porque te quedaste solo en lo más común y no te esforzaste por llegar al corazón, a lo esencial, a lo mejor. La vida, sea corta o lagar, no tiene sentido se no se llena cada día de realidades sinceras y concretas.<br /><br />Pero yo sé que, por la Plaza de las Pasiegas, pasaste muchas veces. Y sé que desde tu tierra ahora, algún día la recordarás. Y hasta verás la fachada de esta catedral y las personas que por aquí vienen y van. La tarde de hoy y aquella de las cruces de mayo, son bellas y están llenas de cielo, de aire, de sol, de algún silencio, a pesar del ruido y de la espera. Estoy por aquí ahora mismo y solo conmigo. Y, sin que nadie me lo diga, creo que sí merece la pena hacer lo que estoy haciendo. Lleno mi vida, mis horas, mis momentos, de tu ausencia y de los rincones y plaza de esta ciudad de Granada. Estoy luchando por una meta y rezo al cielo. Quiero que sepas que, a pesar de que por aquí has dejado muchas cosas sin sentido, tú y tu sueño merecéis la pena. Por eso intento hacerte esencia, que no mueras nunca, que quedes eterna entre las cosas más nobles de esta ciudad, por ti tan amada.<br /><br /><strong>56 - Por la Iglesia del Sagrario y Plaza Alonso Cano<br /></strong><br />Estábamos, tu amiga, tú y yo, frente al altar con su cruz de flores y me preguntaste:<br />- A la derecha, según se entra a la catedral, veo otra gran puerta. ¿Qué hay detrás de ella?<br />- Es la Iglesia del Sagrario. También un recinto muy hermoso que aun no conoces. ¿Quieres que entremos?<br />- Otro día la vemos.<br />Y luego me preguntaste:<br />- ¿Y qué conoces de ella?<br />- Esta iglesia, como puedes ves, ocupa también su correspondiente parte de la antigua mezquita de la ciudad. El edificio que ha llegado hasta nuestros días fue construido en 1704 y presenta planta de cruz griega, guardando en su interior interesantes cuadros de los siglos XV y XVI y una sensacional pila bautismal del Renacimiento. La portada tiene dos cuerpos, el inferior con un arco de medio punto que sirve de acceso al espacio sagrado, flanqueado por sendas columnas.<br /><br />Esta tarde del mes de julio, avanzo, en la ruta que voy trazando por la fachada principal de la Catedral de Granada. Dejo atrás la puerta grande y el rellano de la bonita plaza de la que ya te he hablado. Y, aunque esta tarde no es Semana Santa, todo el recinto huele a incienso fresco. Y, sobre todo, el lado por donde, aquella tarde de mayo, estuviste frente a la cruz de claveles rojos. Me voy acercando a otra pequeña plaza, la conocida con el nombre de Alonso Cano. Y recuerdo que también, aquella tarde, me preguntaste:<br />- ¿Por qué le pusieron este nombre?<br />Te aclaré:<br />- La fachada principal de esta catedral fue proyectada por Alonso Cano en 1667. En su honor, le han dedicado esta plaza.<br /><br />Por la derecha, esta tarde de tu ausencia, me va quedando un robusto edificio. Una construcción antigua pero remodelada no hace mucho. Tiene una gran puerta de cristales y un letrero donde leo: “Centro cultural Nuevoinicio”. No sé qué es esto y por eso tampoco pude contártelo aquel día. Me asomo un poco y, a un joven que atiende en la puerta, le pregunto:<br />- Ignoro lo que hay aquí ¿puedes decirme algo?<br />- Este edificio es el Arzobispado de Granada.<br />- ¿Puedo pasar a verlo?<br />- Sí, y puedes ver también la exposición que hay ahora mismo en la sala principal, al cruzar el patio.<br />Me alarga un pequeño catálogo y entro.<br /><br />El palacio es pequeño pero tiene su encanto. La sala, al frente, también es chica pero la encuentro llena de pequeñas estatuas. Leo en el catálogo que me acaban de dar: “Antonio Campillo, de la escultura religiosa”. Y me digo que seguro a ti te habría gustado. Te gusta mucho todo lo que sea artístico y bello. Miro despacio, sin detenerme mucho y salgo. Solo pretendía conocer un poco el sitio para contártelo. Y el rincón, ya te lo he dicho, no es gran cosa pero forma parte de la ciudad que has amado. Sin embargo, la entrada, la Plaza de Alonso Cano, sí es bonita. Toda pavimentada con los mismos bloques de piedras que la calle y plaza que ya he dejado atrás.<br /><br />Los árboles regalan su sombra. Aquel día llovía y hacía algo de frío. Hoy hace calor y por eso se agradecen estas sombras. La fachada de la Iglesia del Rosario, mirada despacio y de frente, es bonita. En realidad, es bonito todo el rincón y tranquilo. Por eso me entran ganas de sentarme y, sin prisa, quedarme por aquí un buen rato. Para gustar un poco más este espacio y para ofrecértelo como mereces. Pero voy a seguir. Todavía me quedan muchos rincones por visitar y mucho que contarte. Pero ya sabes: lo que realmente me gustaría ahora mismo, es que estuvieras. Que nunca te hubieras ido. O que, habiéndote marchado, hubieras vuelto. No sé de qué modo pero lo importante es que estuvieras.<br /><br />Por eso, una vez más, pienso que esto de recorrer las calles de Granada para contártelas, en el fondo tiene un valor limitado. Lo esencial es el sueño, el corazón… La realidad que hay más allá de lo que por aquí toco y veo. Aquella de la que tanta necesidad tenemos y nos pasamos la vida buscando. Lo que, en el fondo, por aquí viniste buscando.<br /><br /><strong>57 - La calle Oficios y tú por ella<br /></strong><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxuCsG76bXI/AAAAAAAAAmw/4pavspTWqXk/s1600-h/DSC08078.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123832695351831922" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxuCsG76bXI/AAAAAAAAAmw/4pavspTWqXk/s400/DSC08078.JPG" border="0" /></a><br />Al final de la Gran Vía, desde los Jardines del Triunfo, a la derecha, se aparta la calle Oficios. Es la penúltima antes de Reyes Católicos. Y es una calle pequeña, muy hermosa toda ella, recogida en sí aunque siempre llena de turistas, curiosos, vendedores de cualquier cosa, tocadores de guitarras, algunos pintores y tiendas y muchas más cosas. Una calle cortita, no muy ancha, protegida por la fachada sur de la catedral, bulliciosa toda ella pero hermosa como muy pocas otras calles de Granada. Por el nombre que la nombra, por el ambiente que la llena, por los naranjos que la adornan, por la cancela y las cadenas y por las casas y por las tiendas. Porque el nombre, Calle Oficios, fíjate qué poca cosa y, a la vez, cuanta redondez. ¿Te acuerdas cuantas veces pasaste por esta calle?<br /><br />Puede que muchas, quizá ninguna, conmigo, nunca, pero, esta tarde, por ti y solo por ti, es para mí importante, muy importante. Porque nunca antes me había fijado yo con tanta atención en esta calle. Y la he andado más de mil veces. Sin embargo hoy, al salir de la Plaza de Alonso Cano, llego a ella. Como si la viniera buscando o como si me saliera al encuentro para que la viera y también te la regale y deje recogida en mi cuaderno. Y así lo hago. Con el mismo cariño y el mismo llanto que los otros sitios que, para ti, ya he andado. Porque quiero que sepas que, este pequeño rincón de Granada, el que siempre se encuentra repleto de turistas y de gitanas con trozos de romero, también te pertenece.<br /><br />Por eso, despacio y como perdido entre la gente, entro a esta calle. Ya te he dicho que lo hago desde el lado de la Iglesia del Sagrario, Plaza de Alonso Cano. Llego por aquí al contrario de como lo hacen la mayoría de las personas que recorren esta calle. Porque, los turistas y otros, casi siempre entran por la cancela de hierro que da a la Gran Vía. Pero yo, esta tarde, entro por abajo, me paro al llegar a ella, miro sin prisa, busco por si te veo, aunque sé que es imposible y me quedo quieto. Mirando desde abajo para arriba y prescindiendo de las personas que me miran. Me entran ganas de preguntarles, a los que llevan desde la Gran Vía, si te han visto por algún lado. Si te conocen y si saben que eres hermosa como la misma luz del Alba. Pero no le pregunto a nadie. Sigo quieto parado al final de la calle. Justo donde comienzan dos calles más: Libreros y Alcaicería. ¿Las conoces? Ya te las contaré dentro de nada. En cuanto termine de narrarte esta calle Oficios que estoy mirando.<br /><br />¿Y sabes? La miro como sino estuviera aquí. Como si esta tarde y el momento no fuera real sino sueño. Por eso creo que te veo y no me asombro. Sino que acepto que camines lentamente llegando por donde todos los turistas y las demás personas. Por donde la gran cancela de hierro. Vienes vestida de blanco, sola como casi siempre a lo largo del tiempo que estuviste en Granada y miras buscando. Muy interesada en todo lo que te vas encontrando. No estoy contigo, te veo solo desde mi sueño pero oigo que me preguntas:<br />- Lo que nos queda a la derecha, según hemos entrado por la gran cancela de esta calle Oficios, esta verja de hierro entre naranjos ¿qué es y a dónde lleva?<br />Es para mí un placer inmenso compartir y comentar contigo los rincones de Granada. Por eso, muy lleno de gozo, te respondo:<br />- La verja de hierro que va por entre los naranjos, delimita el camino que deben recorre los turistas que entran a la catedral de visita. Por la puerta que ves al fondo, entran, compran el tique y pasan a la catedral. ¿Quieres que entremos a verla?<br />- Otro día, hoy tengo prisa.<br /><br />Y me dan ganas de preguntarte:<br />- ¿Prisa? Si vas como de paseo, tranquila, muy tranquila. Tanto que hasta pareciera que solo vienes por aquí buscando gastar el tiempo. ¿O es que como estoy contigo, sí tienes de verdad prisa?<br />Y me respondes:<br />- Sí que parece eso pero no es así. Luego te cuento.<br />Y caigo en la cuenta y, para mí me digo, que son muchas, muchas las cosas que has ido y vas dejando para luego. Por eso, otra vez me entran ganas de decirte:<br />- ¿Sabes? Hay cosas en la vida que, cuando se presentan, nunca se deberían dejar para luego. Solo existen y tienen un momento y luego ya no son las mismas. Porque la vida en sí, el tiempo, nuestros sueños, lo que ahora mismo tienes ante ti, es como las aguas de un río. Pasan y se alejan y ya no vuelven nunca. Todo continuamente es nuevo. Así que, todo aquello que se deja para luego, es como si fuera algo sin sentido. Algo que ya está fuera de su tiempo y, por eso, no puede de ninguna manera ser lo mismo.<br /><br />Me doy cuenta que miras al suelo. Serenamente quieta y luego me miras y me dices:<br />- ¡Fíjate! Está calle también está empedrada como las estrechas y hermosas del barrio del Albaicín y el Paseo de los Tristes. ¡Qué bonito es esto!<br />- Sí que lo es. Y me alegro mucho que te fijes en ello.<br />- Es que en Rusia, ya te lo dije otras veces, las cosas son diferentes. Todo, todo. Hasta el olor que ahora mismo nos regala el aire.<br />Y, el aire, el olor que regala sabe a jazmín, algo a incienso y un poco a tierra mojada, como aquella tarde de las cruces de mayo. Seguimos parados a solo diez metros de la cancela que da entrada a la calle.<br /><br />Desde esta misma cancela de hierro, la calle Oficios, discurre bajando lentamente. No demasiado pero sí estrecha en estos primeros metros. Con el pavimento empedrado y con algunos escalones en rellanos anchos. Parecidos a los de la Cuesta del Realejo y Cuesta de los Chinos. Lo que a ti tanto te gusta en esta ciudad.<br /><br />Después de los cincuenta metros primeros, la calle Oficios, se ensancha un poco más. En el trozo que va desde el final de los cincuenta metros primeros hasta el final de la fachada de la Madraza. Y también continúa empedrado este ancho trozo de calle. Algo más llano que el primer tramo y, por eso ya, sin escalones. Por la izquierda, como ya te he dicho, queda la fachada de la Madraza y, por la derecha, el lateral sur de la catedral. Decorada por un sembrado de torres altas y bellas. Son las que corona a la construcción de la Capilla Real.<br /><br />Y, en este tramo segundo de la calle Oficios, al ser más ancho que el primero y quedar perfectamente recogido y sin tiendas a los lados, es donde se ponen los vendedores de cosas. Estafadores, algunos, porque lo que venden son tonterías y, pequeños artistas, otros, porque sí venden creaciones propias. Pinturas sencillas pero algunas muy bellas, objetos hechos a mano y cosas así. Y también aquí, algunas veces, hay tocadores de guitarras y algunos payasos haciendo bobadas. Como por ejemplo: un joven todo pintado de color plata vieja y de pie quieto, sin mover una pestaña. Con alguna vasija en el suelo para que los niños les echen monedas. Y, al suceder esto, mueve cualquier parte de su cuerpo como dando las gracias.<br /><br />En el tercer tramo de esta calle Oficios, por la izquierda queda una callejuela con el nombre de Estribo. Y, por la derecha, se abre una pequeña plaza. Por eso por aquí la calle ya es mucho más ancha. Sigue con el suelo empedrado con piedrecillas del río y el nivel es casi llano. Es este un trozo muy concreto y bonito en la calle Oficios. Porque justo en esta pequeña plaza, un poco al frente y adosado al conjunto de la catedral, se encuentra la fachada de la Lonja y entrada actual a la Capilla Real. Dos pinceladas de lo que es este lugar.<br /><br />La Lonja se construyó en 1518 por el Ayuntamiento de la ciudad como espacio abierto dedicado a la banca y al comercio. Fue casa de contratación y banco para el negocio de la seda granadina, la mejor del mundo según el viajero alemán Münzer. Se utilizó piedra de Alfacar, localidad muy próxima a Granada. Escudos de la ciudad enjutan los arcos inferiores, mientras que los pretiles flamígeros de los superiores se adornan con divisas de los Reyes Católicos.<br /><br />La Capilla Real alberga los restos mortales de Isabel I de Castilla y de Fernando V de Aragón, los Reyes Católicos. También acoge los restos de Juana I y Felipe I. Y los restos del pequeño Príncipe Miguel, muerto en 1500 en Granada. Era hijo de Don Manuel el Afortunado y de Isabel, hija mayor de los Reyes Católicos. Yacieron aquí los restos de la Emperatriz Isabel, hija de los anteriores y esposa del Emperador Carlos, de sus hijos los Infantes Fernando y Juan y de la Princesa María, primera esposa de Felipe II. Los cuatro fueron trasladados a El Escorial por Felipe II en 1574.<br /><br />Primeramente mandamos que en la Iglesia Catedral de la ciudad de Granada se haga una honrada capilla en la cual sean, cuando la voluntad de Nuestro Señor fuere, nuestros cuerpos sepultados. Dicha capilla se ha de llamar de los Reyes bajo la advocación de San Juan Bautista y San Juan Evangelista (Carta de Privilegio de los Reyes Católicos)<br /><br />Y ya, al final de este tercer tramo de la calle que te describo y, en sueño hoy venimos recorriendo, todo se estrecha mucho. Por la izquierda van apareciendo las primeras tiendas con productos para los turistas. Y también por este lado queda el edificio Centro José Guerrero. Aquí se exponen obras suyas pero no es gratis. Hay que pagar para verlas. ¿Por qué no es gratis, como tantas exposiciones de pinturas? Yo, esta tarde, solo quería hablarte de las pequeñas bellezas y lo recogida que es esta calle de Granada. Con su verja de hierro por la derecha, escoltando el camino que lleva a la entrada a la catedral, con su empedrado en el pavimento, con el edificio de la primera universidad de Occidente, la Madraza, con la plaza chica a la entrada a la Capilla Real, con esta Capilla Real y la historia que ahí se guarda, con el Centro José Guerrero y con los vendedores de pequeñas cosas y el bullicio que va y viene.<br /><br />De La Madraza, también quiero decirte lo siguiente: Fue Casa de la Ciencia, fundada por Yusuf 1349, primera universidad de Occidente al estilo de la norteafricana. Fue también edificio religioso y dedicado al estudio de las ciencias teológicas y la jurisprudencia.<br />Estos edificios tenían un patio con naves en torno a él, ocupadas por habitaciones de estudiantes, una sala grande abierta en uno de los lados para la enseñanza y la oración colectiva. Cedido el edificio por los Reyes Católicos para la casa del Cabildo fue derribado casi entero a partir de 1722, quedando en pie la sala de oración y fragmentos de su portada. En la actualidad pertenece a la Universidad de Granada, área de cultura. En algunas ocasiones hay exposiciones y, en su interior, una pequeña tienda con artículos de souvenir.<br /><br />Tú, parada a solo diez metros de la gran cancela de hierro al comienzo de la calle, miras a los naranjos, miras a las personas que por aquí pasan y miras a los que vende las cosas sin valor. Quiero decirte algo pero temo importunarte. Siempre he tenido mucho cuidado al hablar contigo. Por respeto a tu persona y a tu cultura y a tus creencias. Por eso, mudo y esperando, dejo que te llenes de lo que ves y sientes y sigo en la espera. Es la asignatura que mejor me has enseñado, lo que más he practicado desde que te conozco. Miras de nuevo al suelo, entusiasmada con el empedrado, me miras a mí y te pones en movimiento. Lentamente pero andando con gran solemnidad calle abajo. Como si vinieras a mi encuentro, el que esta tarde sí soy real al final de la calle Oficios. Pero a tu lado vengo el otro: el que soy sueño, dándote compañía a ti que también eres pura fantasía. Porque en estos momentos no estás en Granada sino en tu gran país lejano. Donde, desde que te marchaste, eres silencio y creo que así lo será hasta el fin de los tiempos.<br /><br />Pero, la que ahora mismo aquí eres sueño dentro de mi sueño, me pregunta, muy interesada y con mucha dulzura:<br />- Hoy no tengo mucho tiempo pero otro día y, antes de que me marche de España ¿me traerás por este sitio para explicármelo entero y despacio?<br />Y, en esta ocasión, sí te digo:<br />- Luego, mañana, otro día, dentro de un tiempo, siempre será tarde porque luego, nunca las cosas serán lo que son en este instante.<br /><br /><strong>58 – Te pierdo por el corazón de la Alcaicería</strong><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxuEbG76bYI/AAAAAAAAAm4/_wu-Y5GQv3E/s1600-h/DSC08179.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123834602317311362" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxuEbG76bYI/AAAAAAAAAm4/_wu-Y5GQv3E/s400/DSC08179.JPG" border="0" /></a><br />Tú, cuando caminabas por las calles de la ciudad de Granada, siempre ibas mirando. Siempre metida en ti, como rezando y al mismo tiempo, observándolo todo. Los escaparates, los edificios, los jardines, las flores, las calles, las macetas en los balcones… Todo, todo, siempre tú lo ibas mirando. Como si lo descubrieras por primera vez y como si te interesara mucho aprender, de las cosas, algo. Te pregunté, en una ocasión, y me dijiste:<br />- Es que por aquí, por Granada y España ¡todo es tan distinto! Las tiendas, las casas, las calles, las personas… Todo por aquí es como en un país encantado. Tanto que, hasta las personas cuando hablan tienen otro acento y son mucho más educadas.<br /><br />Sé, por esto, lo mucho que a ti te gusta Granada y España. Y, esta tarde de verano, también veo que caminas metida en ti, muy metida en ti y, al mismo tiempo, mirando. Desde el final de la calle Oficios, donde ya se acaba la Plaza Alonso Cano, te observo y así es como te veo: Por entre la gente caminas lenta y te acercas. Quiero salirte al encuentro para ofrecerte mis saludos y poner en tus manos mi respeto. Quiero hacer esto pero no lo hago. Sigo quieto frente a la calle que da paso a la Alcaicería diciéndome que, al llegar, te voy a proponer recorrer despacio este bonito rincón de Granada. Para tener la oportunidad de explicártelo y para que aprendas cosas de estas que a ti te gustan tanto.<br /><br />Y ¿sabes cómo te veo, mientras caminas lenta, casi perdida entre la gente, calle abajo? Te veo primorosa. Sencilla y sonriente como siempre, vestida de blanco puro y como amiga del misterio y de lo ausente. Tanto es así que, hasta me parece ver que contigo, como jugando a un juego alegre, viene una aureola de luz azul y verde. Y, por delante de ti, como suspendido en el viento que te precede, viene el revoloteo de esta luz alegre. Como alumbrando a tu sonrisa o como trayéndote de la mano para llevarte a los sitios que te gustan. Por eso, en este momento, mis ojos advierte que la calle Oficios se ha transformado repentinamente. Todo es lo mismo pero tú la llenas como de una eternidad inocente. Como si la elevaras a un cielo muy celeste o como si la transportaras a la región donde los sueños viven y crecen.<br /><br />Por todo esto, ya te digo, estoy quieto y miro fijo y espero a que llegues. Con el corazón entusiasmado y con el alma brincando alegre. Pero, de pronto, cuando ya te quedan solo unos metros para llegar a donde espero, te pierdes. Veo que giras para la izquierda y, por entre las cosas de las tiendas que por aquí venden, te ocultas. Pero sé que no es así. Solo has girado para la izquierda buscando meterte por la puerta bella que también da entrada a la Alcaicería. ¿Puerta hermosa? En realidad no sé cómo se llama. Yo la nombro así porque es muy bonita. Forma un pequeño arco, decorado todo con esos típicos dibujos árabes y lo mismo en las columnas de los lados.<br /><br />Queda perdida, la puerta que llamo hermosa, entre los productos que las tiendas venden pero se ve claramente. Y, en cuanto se entra por ella, aparece una calle estrecha. Con flores variadas y más productos para los turistas, a los lados y al frente. Y luego, a unos veinte metros, aparece un pequeño patio. Aunque también tiene apariencia de plaza o rincón donde confluyen o arrancan varias calles. Su nombre es muy hermoso y casi nadie lo conoce. Ni siquiera viene en los planos para los turistas ni en el callejero. Pero yo sé que esta es la Placeta de la Seda. ¿Ves? Nombre muy bello y que tiene raíces en la historia de este lugar.<br /><br />Es una plaza, casi en miniatura pero inmensamente bella y sorprendente. Porque a la derecha, en azulejos granadinos y adosados a la pared, hay tres o cuatro cuadros. Mostrando rincones ya desaparecidos de Granada. Y, a los lados de estos cuadros, algunas flores y más objetos de las tiendas que aquí venden. En realidad, la plaza de juguete y el trozo de calle y las que siguen, son un escaparate continuo. De aquí que el rincón, aun siendo bello, recogido, repleto de color y alegre, todavía parece más fantasía. Y, por eso me pregunto: si tú estuvieras en ella, en su centro, por ejemplo ¿cómo sería esta placeta?<br /><br />No vine yo nunca contigo por este artístico rinconcillo de Granada. Por eso no pude explicártelo ni conozco a lo que sabe con tu presencia. Pero sé que este reducido espacio, corazón real de lo que es la Alcaicería, a ti sí te gusta mucho. Por sus colores vivos, por lo recogido en sí, por los dibujos árabes en las paredes, por el bullicio de la gente, muchos extranjeros y por la luz y el airecillo que por aquí se mece. Por eso, esta tarde tan única, te estaba esperando, todo ilusionado. Quería, entre otras muchas cosas, traerte a este encantador rinconcillo para que lo vieras y gustaras. Y también para explicarte algunas cosas de aquel antiguo mercado de la seda y del hermoso nombre que ahora tiene esta placeta. Ya sabes: Plaza de la Seda y lugar donde se tintaban las telas, corazón ahora mismo, de la Alcaicería de Granada. </span><br /><br /><br /><br /></div>laricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5290894110623661619.post-51708266514563175632007-07-09T05:42:00.000-07:002008-04-04T11:13:16.472-07:00Los rincones más bellos de Granada- 6<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><strong>59 – Por las calles de la Alcaicería</strong><br /></span><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru62U70lrsI/AAAAAAAAAac/lZUvsFQsgx8/s1600-h/DSC08102.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111223097883995842" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="467" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru62U70lrsI/AAAAAAAAAac/lZUvsFQsgx8/s400/DSC08102.JPG" width="401" border="0" /></a><br />¿Tú sabes lo que significa la palabra “alcaicería”? Tampoco sé si aprendiste esto. Quizá no porque, en Granada, casi es obligatorio aprender el significado de muchas, muchas palabras. Hay tantos nombres que derivan de otras lenguas que es muy difícil saberlos todos. Pero sé que este juego, esta parcela de cultura, a ti te gusta. Porque casi directamente se relaciona con lo que estudias. Así que en Granada sí hay, para ti y otras personas, un filón de palabras con muchos y bellos significados. Por ejemplo, la que te vengo preguntando.<br /><br />La palabra “alcaicería”, dicen que deriva del árabe al-gaisariya y significa serie de lonjas o almacenes. Pero el origen de esta palabra árabe, es latino. Del ár. hisp. alqaysaríyya, y este del lat. Caesarĕa, por levantarse tales edificios por privilegio imperial. Cuando el Emperador Justiniano cedió a los árabes el derecho de vender la seda, estos expresaron su gratitud llamando a estos mercados "al-Kaysar-ia", "el lugar de Cesar".<br /><br />En la alcaicería granadina se vendía la seda cruda o en rama y existía una aduana o casa pública donde se presentaba la seda para el pago de los derechos que tenían establecidos los reyes moros. El 19 de julio de 1.843 se produjo un incendio de grandes proporciones y ardió toda la alcaicería. Una réplica, mucho más pequeña y en estilo neo-morisco entonces en boga, lo reemplazó, ocupando sólo una parte del espacio original. La Alcaicería, que fue el gran bazar de lujo de Granada, albergaba más de doscientas tiendas formando un laberinto de callejuelas y diez puertas que, cerradas con cadenas de hierro, para evitar el paso de los caballos y custodiadas por guardias, velaban por la seguridad de las mercancías valiosas y riquezas de la Alcaicería.<br /><br />En este lugar, ahora hay muchas tiendas de souvenir. Es el barrio morisco de Granada, un autentico Zoco. La Alcaicería de hoy está dedicada a las tiendas de recuerdos turísticos, donde se vende la artesanía granadina: cerámica pintada, incrustación de madera o Taracea, faroles de cristal coloreado…<br /><br />En fin, te he hecho esta pregunta porque, esta tarde, te he perdido por entre las pequeñas calles del rincón llamado Alcaicería. Te he visto entrar por la puerta de los dibujos árabes y he aguardado un rato. Imaginando que a lo mejor solo te has parado a ver algún escaparate. Esto te gusta mucho y lo encuentro normal. Tantas cosas son, por aquí para ti interesantes, que hasta los escaparates te resultan novedosos, divertidos, fascinantes.<br /><br />Espero un rato, sin dejar de mirar para donde te has ocultado y, notando que sigues sin aparecer, continuo mis pasos. Desde el punto donde me he parado, justo en la entrada de la calle Alcaicería, rincón de Plaza Alonso Cano, avanzo y camino rápido. Para salirte al encuentro antes de que te pierdas más en el laberinto de las callejuelas del recinto. Porque tu calle, la pequeña y corta que avanza desde la plaza de los cuadros en azulejos, se cruza enseguida con la que yo he cogido. Las dos se junta justo donde empieza otra estrecha y fantástica callejuela llama Ermita. Quizá la más importante y bella de la Alcaicería de Granada.<br /><br />La que llevo yo, también es muy estrecha. Todas las calles que surcan, van y vienen por el interior de este recinto, son cortitas, estrechas, altas y rectas. Tal como fueron las cosas en los primeros tiempos. Para que las tiendas estuvieran unas muy cerca de las otras y para que, el ardiente sol de los veranos en estas tierras, no queme tanto. En estas callejuelas siempre hay sombra, a cualquier hora del día. Lo mismo que esta tarde. Pero hoy, además, casi todas las callejuelas de la Alcaicería, tienen un aliciente nuevo. Toldos en la parte de arriba para que el sol no entre nada, nada. Los pusieron, creo, para el día del Corpus, antes de que te fueras de Granada. Y, en algunas calles del centro, no los han quitado en todo el verano. Otro detalle más que tiene esta ciudad para los que en ella vivimos y para vosotros los extranjeros. Os llama mucho la atención cosas como estas. Y, a ti, más. Recuerdo que un día me dijiste:<br />- Callejuelas tan estrechas como las que hay en esta ciudad no las vi nunca en mi país. Como allí todas las tierras son llanas, Rusia es casi toda llana como la palma de la mano, las calles de las ciudades son anchas, muy anchas. Grandes avenidas, muchas veces solitarias y con estatuas enormes. Ni los jardines ni las fuentes son como los que tenéis aquí.<br /><br />Avanzo rápido por la estrecha callejuela y ni siquiera me entretengo en mirar las cosas. Hay muchas. Tantos escaparates o más como en la calle por la que creo que vienes. Y, mientras avanzo, miro muy interesado, buscándote entre la gente. ¡Cuantos turistas hay por aquí esta tarde! Son tantos que ni siquiera se puede ir un poco aprisa. Porque los turistas, los que se pierden, van y vienen por estas estrechas callejuelas, no tienen prisa. Se dedican a mirar escaparates, a entrar a las tiendas, a comprar, tocar, charlar… Y también esto es normal. En el fondo, este singular rincón de Granada, no es otra cosa que un gran escaparate para los turistas. No solo para que compren cosas sino también para que, caminen despacio, charlen, toquen, huelan…<br /><br />Realidades que a mí también me habrían gustado mucho vivir, al menos alguna vez, en el tiempo que estuviste en Granada. ¿Sí viniste tú por aquí algún día? ¿Sola, acompañada de tu amiga, la profesora de ruso, con tus compañeras de residencia, con tus amigos de clase? Al menos, sí sé que sabes que, la Alcaicería de Granada, es algo que visitan todos los que vienen a esta ciudad. Por eso estoy seguro que la visitaste y quizá más de una vez. ¿Compraste las mismas cosas que compran todos? ¿Alguna estatuilla de madera, algún anillo de plata, un pañuelo de gitana, la bandera española, un libro de Granada, un disco de música flamenca?<br /><br /><strong>60 – Pregunto por ti y me dicen que te han visto</strong><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_j1b0lsbI/AAAAAAAAAgU/BsFLWESXerI/s1600-h/DSC08101.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111554609229705650" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_j1b0lsbI/AAAAAAAAAgU/BsFLWESXerI/s400/DSC08101.JPG" border="0" /></a><br />La calle por la que avanzo, en tu busca, se llama Alcaicería. El mismo nombre que también recibe todo el conjunto de callejuelas, tiendas y escaparates que hay en este bellísimo rincón de Granada. Por eso esta calle es, de todas, la más importante, aunque no se diferencia mucho de las otras. La calle por la que supongo vienes tú, es una muy chica que desemboca justo en la que se llama Ermita. Y, esta calle Ermita es la paralela a la que tiene por nombre Paños. Dos calles un poco largas, estrechas, repletas de bazares y que desembocan en la Plaza Bibarrambla. Son, estas dos vías, las segundas más importantes de toda la Alcaicería. Porque, la calle Libreros que también es paralela a la de nombre Ermita y muy parecida, ya queda fuera del recinto cerrado. Lo mismo que le sucede a la calle Zacatín. Que también discurre paralela a las tres calles que ya te he dicho pero lo hace por la parte de fuera. Por el lado en que cae la calle Reyes Católicos.<br /><br />Ya ves, un laberinto de callejas, dentro y a los lados de este cerrado recinto. Y tenía que contártelo para que lo sepas. Para que tengas una idea, más o menos clara, de cómo se configura la Alcaicería de Granada. Porque, a lo mejor, no llegaste a tener claro de qué forma se distribuyen las calles por aquí. Ya que, cuando uno se encuentra dentro de la Alcaicería, se distrae mucho con tantos escaparates, tiendas, turistas, música, colores…<br /><br />Pues, a toda prisa, avanzo por la calle Alcaicería y miro. Por entre la gente, por encima de sus cabezas, calle abajo, calle arriba, dentro de las tiendas… No te veo. Dejo atrás la calle Paños, la que discurre paralela a las de nombre Libreros y Ermita y por eso queda entre las dos. La dejo atrás imaginando que tú bajas por la otra. Por la pequeña que viene desde la Plaza de la Seda, la de los mosaicos. Por eso me esfuerzo en llegar, lo más pronto posible, al comienzo de la calle Ermita. Y llego. Pero ya sabes: justo aquí se juntan y cruzan cuatro pequeñas calles. La que recorro ahora mismo, que se cruza calle Ermita y sigue y la que traes tú, que también se encuentra con la de nombre Ermita y sigue. Un punto pequeño donde se junta cuatro callejuelas.<br /><br />Aquí mismo me paro mientras te sigo buscando por entre la gente. No te veo. Me rozo y miro a unos y a otros y ninguno eres tú. Busco el color blanco de tu traje de lino y tampoco lo encuentro. Sí descubro, de vez en cuando, algunas chicas jóvenes que también visten colores blancos. Pero, al fijarme en sus caras, descubro que no eres tú. Oigo hablar ruso, a mis espaldas, y sobresaltado miro. Veo a un grupo de mujeres que se han parado frente a un escaparate a tres metros de mí. No estás entre ellas. Se me ocurre preguntarles, por si te conocen o las conoces de algo, pero no lo hago.<br /><br />Oigo hablar inglés, ahora por la misma calle en que deberías venir tú y, al mirar, descubro a cuatro chicas jóvenes. Casi de tu edad. Altas, rubias y algo gruesas. Me acerco a ellas y ahora sí les pregunto:<br />- Busco a una muchacha, no muy alta, de cara dulce, pelo negro, ojos vivos, rostro blanco y guapa, muy guapa. ¿La habéis visto?<br />- ¿De qué color viste?<br />- Toda de blanco.<br />- ¿Y va sola?<br />- Por completo sola y, tan callada, que parece que fuera rezando. Quien no la conozca, puede pensar que lleva el cielo con ella, que va con el cielo hablando.<br />- ¿Qué porta en sus manos?<br />- Creo que solo un pequeño bolso también blanco.<br />- ¿Y habla español?<br />- Perfectamente. Pero también habla el ruso, el italiano, el inglés, el alemán…<br />- ¿Y dices que es guapa?<br />- Como el más dulce de los sueños. Pero su gran hermosura, yo que la conozco un poco, sé que no está en su cara ni en su cuerpo, sino en su corazón, en su alma.<br /><br />Y las muchachas se miran entre sí. Guardan unos segundos de silencio y luego comentan algunas cosas en inglés. Espero impaciente que me digan algo. Porque necesito saber de ti y porque corre el tiempo. Si ellas me dicen que no te han visto, tengo que seguir rápido. Antes de que te alejes mucho y te pierdas más. Cuanto más tiempo pase más te alejarás de aquí y más difícil será encontrarte.<br /><br />Por fin, la chica primera, la más alta y de tez un poco morena, me mira y pregunta de nuevo:<br />- Esta muchacha que buscas ¿es de Rusia?<br />- Del corazón mismo de Rusia y de una ciudad muy grande, junto al mismo río Volga, y donde existen y conviven muchas culturas. Ella es la más lista de la universidad de su ciudad y, por eso, ya le han dado varios premios. Es una chica muy, pero que muy especial.<br />- ¿Y qué es lo que le pasa o le ha pasado?<br />- Nada. Solo que se ha marchado de Granada y de España hace poco y por aquí ha dejado algo muy difícil de explicar en dos minutos.<br />- Pues lo sentimos mucho pero no lo entendemos.<br />- ¿Qué es lo que no entendéis?<br />- Que se haya marchado de España del modo en que nos dices.<br />- ¿Es que la habéis visto?<br />- Creemos que sí. En la plazuela chica de los cuadros en los azulejos.<br />- ¿Y para dónde se ha ido?<br />- No lo sabemos. Nosotras estábamos mirando cosas y ella observaba despacio los cuadros en los azulejos de la pared. Pero se debe haber ido para algún lado. Ya no está allí.<br />Les doy las gracias y alzo mi cabeza y miro.<br /><br /><strong>61 – Como si te hubieras ido a las estrellas, al cielo mismo<br /></strong><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZpKQgEP5dBdGmR2LbjEyCcD04qOz-_ryp9L52JcUnnfDpLEGzAplL4D-jnpUI2Rl6M3oymfXgALF_F1RQbD4RIrF2j6NCn52_SSeHg-xbXH07TYbIZOA1JXRitUZ-D-VGUfvEolxJeTg/s1600-h/DSC08099.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111555944964534722" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZpKQgEP5dBdGmR2LbjEyCcD04qOz-_ryp9L52JcUnnfDpLEGzAplL4D-jnpUI2Rl6M3oymfXgALF_F1RQbD4RIrF2j6NCn52_SSeHg-xbXH07TYbIZOA1JXRitUZ-D-VGUfvEolxJeTg/s400/DSC08099.JPG" border="0" /></a><br />No te veo por ningún lado. De nuevo doy las gracias a las muchachas y sigo mi camino. Por la calle Ermita, tuerzo para la derecha, dirección a Plaza Bibarrambla. Y miro para el frente. Ya sin esperanza de verte pero sí descubro los escaparate todos colgados de las paredes. Esta calle, lo mismo de estrecha o más que las otras, tiene algo de original. Porque en ella, las tiendas no están dentro de los edificios sino fuera. En las puertas, ocupando trozos en la vía misma, colgadas de las paredes… Y es que estas tiendas, casi ninguna son de españoles sino de marroquíes o de árabes. Por eso, lo que en ellas se vende, también son productos orientales. Muchos objetos de cuero, calzado, bolsos, cinturones y también cerámica, cachimbas, pipas de agua, timbales, faroles, juegos de té…<br /><br />Me rozo con muchas de estas cosas en la calle y colgadas en la pared y ni siquiera me doy cuenta. Me topo con las personas que por aquí sí que se mueven con gran dificultad y les pido disculpas y sigo. Muy metido en mí y meditando lo sucedido. Voy mirando al frente y sigo sin verte. Miro para arriba, por la estrechura de la calle y por donde cuelgan los toldos sujetando los últimos rayos de sol de la tarde. Y por aquí si que no espero verte. Pero como, cuando te fuiste de España lo hiciste en avión, ahora, hasta el azul del cielo que en Granada has dejado, tiene cosas que contar de ti. Sabe de ti, porque en él, se ha quedado escrito y para siempre, tu recuerdo, tu presencia por aquí.<br /><br />Por eso, mientras avanzo por la calle y me rozo con la gente, miro para arriba como buscándote por este otro espacio. Por aquí solo hay aire, vacío, algunos trozos de cielo color del sol de la tarde y lo demás, silencio. Un silencio grande a pesar de los que nos empujamos buscando hueco. Y, sin quererlo ni esperarlo, me sorprendo imaginando que quizá es por aquí por donde de nuevo te has marchado. Por el aire que envuelve a la tarde de Granada, en este especial día bullicioso y solitario. Y te has ido otra vez sin decirnos adiós, sin regalarnos un beso, sin darnos un abrazo de amigos que buscan a Dios y aman lo bello. Te has vuelto a marchar siguiendo los caminos del viento que ahora rozan estas calles para elevarte sobre la ciudad de Granada e irte tejos. Ahora ya no a tu país blanco, en el otro extremo de la tierra, sino al azul del cielo, a las mismas estrellas. A donde crees se encuentra el sueño que vive dentro de ti. Al mundo nuevo del que tanto me has hablado.<br /><br />¿Y sabes? soñando este nuevo sueño parece que se me alivia la tarde. Ya que otra vez te he perdido casi en el justo momento de encontrarte. Y me alegro que, en esta ocasión, no te hayas ido a Rusia sino al cielo, a la luz de las estrellas, al mundo nuevo que tanto anhelas. Me alegro que sea a este lugar a donde, esta tarde, te has ido. Porque esto me indica que estás más cerca de la verdad, de Dios, de la eternidad, de lo que imaginamos. Que no eres tanta materia como algunos pensamos. Que le das importancia a tu alma y que crees necesario soñar con las estrellas y ser amiga del azul del cielo.<br /><br />Gustando esta fantasía camino despacio y recorro la estrecha calle. No encuentro nada, de tanto como por aquí veo, que sea para mí interesante. Por eso ni me paro ni pregunto a nadie. Pero sí me entretengo un poco en observar la calle que, de pronto, me sale a los lados. Me llama la atención su estrechura y el que vengan de un lado a otro cruzando las calles Paños y Ermita, la que recorro. Es tan estrecha que escasamente se puede caminar por ella. Y por eso aquí ni siquiera hay tiendas. Me digo: “La Alcaicería de Granada es realmente un laberinto de callejuelas estrechas, cortas y altas”. Pregunto a uno de los de las tiendas en calle Ermita:<br />- ¿Cómo se llama ésta que cruza?<br />Se lo piensa un poco y luego responde:<br />- Es una calle sin nombre.<br />- ¿Estás seguro?<br />- Al menos, por aquí, nadie sabemos cómo se llama.<br /><br />Le doy las gracias y, durante unos segundos, miro concentrado. Ahora ya no espero verte pero, como te estoy contando los sitios de Granada, me digo que esta pequeña calle, también te habría gustado conocerla. Es una enana muy enana si la comparamos con las avenidas de tu ciudad casi gigante y hermosa, allá en tierras lejanas. Son dos mundos, ya lo sé, pero tú ya formas parte de aquel tuyo y de éste. Y sé cómo se llama la reducida callejuela que te estoy comentando. Le he preguntado al de la tienda solo para confirmarlo. Porque, esta calle, no tiene ningún rótulo donde se pueda leer su nombre. No lo tiene, no se lo han puesto. Pero yo sé que se llama Pasaje Ermita. La hermana pequeña de la que voy recorriendo. Y, tiene sentido porque es tan chica que hasta parece que no puede tener otro nombre.<br /><br />Sigo mis pasos por la calle Ermita. Ya veo al frente el final. Y, más al fondo, ya veo algo de la Plaza Bibarrambla. Ya se me está acabando la Alcaicería de Granada, su laberinto de pequeñas calles, tu presencia en sueño por aquí y todo lo que he querido compartir y no ha podido ser. Lo mismo que los últimos días que estuviste en esta ciudad. Soñé comentarte mucho y oír otro tanto o más de ti y luego solo hubo silencio. Sin sentido y muy doloroso y por eso, cada vez que lo recuerdo, tiemblo.<br /><br />Pues algo parecido ha sucedido esta tarde por aquí. Sin embargo, ya ves con qué gozo lo sueño y cuanto interés he puesto para compartirlo contigo. Y es que sigo creyendo que mereces la pena y también que es bueno que conozca la gran belleza de esta ciudad, tan amada por ti.<br /><br /><strong>62 – Por la Plaza Bibarrambla, Puerta del Arenal, preámbulo</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_me70lsdI/AAAAAAAAAgk/xznvyieDpiw/s1600-h/DSC07933.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111557521217532370" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_me70lsdI/AAAAAAAAAgk/xznvyieDpiw/s400/DSC07933.JPG" border="0" /></a><br />Ya, en otras ocasiones, te lo he dicho pero ahora que llego a esta importante plaza, quiero de nuevo compartirlo contigo. La paz en el alma, la tranquilidad que da haber dejado las cosas bien hechas, el amor y respeto a los otros y el gozo que deja compartir todo cada día, es la mejor felicidad de esta vida. Sobre todo, tener la conciencia tranquila, que es en definitiva, la mejor paz del alma. ¿Que por qué te comento esto y de esta manera? Te lo explico para que lo sepas y pueda servirte algo de guía.<br /><br />Ahora yo esta tarde, acabo de salir de las estrechas calles de la Alcaicería y piso los primeros metros de la gran plaza. La que se encuentra en el mismo centro de Granada y es, por esto y otras cosas, la más peculiar, bella y recogida. No por su extensión o la forma que tiene si no por su profanidad y altura. Y te estoy hablando de la plaza que se conoce con el nombre de Bibarrambla. Entro en ella justo al salir por la pequeña puerta de la Alcaicería. Y lo primero que hago es saludarte, mirar al cielo para agradecer a Dios y para ofrecerte, una vez más, lo mejor que por aquí voy encontrando y en mí tengo. Y se me llena el alma de la paz y de la belleza y de la verdad de la vida misma. Porque ¿sabes?<br /><br />Al mirar al frente y ver la anchura, claridad y hermosura de esta plaza, en lo primero que pienso es en ti. Recuerdo que un día, también quise traerte por aquí para explicarte y enseñarte esto. Y, para darte ánimo, te decía:<br />- La Plaza Bibarrambla es como una gran llanura justo encima del corazón.<br />Y me preguntaste:<br />- ¿Qué quieres decirme con eso?<br />- Que una llanura, según mi experiencia de montañas y naturaleza, es siempre como un remanso donde la paz sestea. ¿Tú has sentido alguna vez este remanso extendido sobre el aire que respiras o durmiendo sobre tu corazón?<br />- Creo que no. Pero es que tampoco sé muy bien de qué me hablas.<br />- Pues yo sí lo sé y lo tengo, dentro de mí, muy claro. Por esto deseo recorrer contigo esta plaza.<br />Y guardaste silencio.<br /><br />Luego, otro día, de nuevo te dije:<br />- También la Plaza Bibarrambla es como un hondo valle donde todo es tan profundo, a la vez que ancho y misterioso, que solo asomarse a lo alto y mirar, asusta.<br />Me preguntaste:<br />- Es una alegoría que no alcanzo a comprender. ¿Qué es lo que quieres decirme de este rincón de Granada?<br />- Que es hermoso, con esa belleza que siempre muestran los valles en los impenetrables secretos de las montañas y que, al mismo tiempo, están llenos de verdades. Repletos de caminos luminosos que discurren y llevan a los más sorprendentes sitios. Y también cuajados de praderas verdes, de manantiales, de arroyos y de cascadas.<br />- ¿Cómo sabes tú todo lo que me estás anunciando?<br />- Lo sé y me gustaría mostrártelo para que descubras las otras realidades de esta ciudad encantada.<br />También aquel día guardaste silencio.<br /><br />Y otra tarde, calurosa como la de hoy y con su airecillo fresco, te dije de nuevo:<br />- La Plaza Bibarrambla, fue en tiempos lejanos, como una amplia playa, tallada y lavada por las aguas del río Darro.<br />Y me preguntaste:<br />- ¿En qué libro se encuentra escrito eso?<br />- En uno que un día escribiré.<br />- ¿Y cómo sabes que es verdad lo que me dices?<br />- Lo he soñado.<br />- ¿En un sueño has visto lo que quieres escribir en tu libro?<br />- Sí, y lo he visto claro. Por eso me gustaría compartirlo contigo. Para que sepas que, el lugar que hoy ocupa esta plaza, fue en otros tiempos como una inmensa playa de arena dorada. Donde había un cortijo con tierras repletas de árboles, animales, fuentes, acequias…<br /><br />No hablamos más aquella tarde. Tampoco pretendía agotar el tema sino anunciarte lo que aquí te he dicho. Pero, aquellas tardes y ahora mismo, yo tenía gran interés en mostrarte la llanura de la paz del alma. Lo que es esta plaza y, al pisarla, en estos momentos siento. Por eso te decía al principio que nada hay que transmita mayor gozo que tener la conciencia limpia. La paz en el alma, la armonía con uno mismo, la satisfacción de haber dejado las cosas bien hechas, el gozo por la vida, es la mayor felicidad del mundo. Y esta plaza que comienzo a recorrer para contártela, está repleta de esta esencia y de las otras verdades que te he dicho. Quiero compartirlo contigo.<br /><br /><strong>63 – Lo que hay en la Plaza Bibarrambla<br /></strong><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsxQoWrnPVTo7VrzZVxy7AK49t2rFHAABMKetHUyOe-TTICj9VfH4wY1QysLzzFgYuKrZi5tZsFERqEqS2FbOtQ4yj7GKydDcRcazkrlrMcQ8e7S4ltphKH77DrGhui_H-OcqwYnmyXWM/s1600-h/DSC07935.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111557929239425506" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsxQoWrnPVTo7VrzZVxy7AK49t2rFHAABMKetHUyOe-TTICj9VfH4wY1QysLzzFgYuKrZi5tZsFERqEqS2FbOtQ4yj7GKydDcRcazkrlrMcQ8e7S4ltphKH77DrGhui_H-OcqwYnmyXWM/s400/DSC07935.JPG" border="0" /></a><br />A la derecha, según he salido de la Alcaicería, me encuentro con una terraza. Ya en la misma Plaza Bibarrambla pero muy pegado a la fachada de la Alcaicería. Hay muchas personas sentadas aquí, extranjeros y no, tomando una cerveza, un helado, una tapa de tortilla española, de jamón serrano, de queso manchego… Los alimentos propios de estas tierras que a ti tanto te han gustado. Y, lo que más entre todos, la tortilla española y el jamón serrano. Por lo visto, allá en Rusia, el jamón serrano es muy escaso y caro.<br />- Solo para los adinerados.<br />Me has dicho varias veces. Y yo te he preguntado:<br />- Y los adinerados en Rusia ¿Quiénes son?<br />- Solo dos de cada cien personas. Todos los demás somos pobres. En mi país no hay clases medias.<br /><br />Avanzo mirando y enseguida estoy en el centro de la plaza. Antes de seguir te pregunto: ¿Sabías tú que el nombre Bibarrambla significa "Puerta del Arenal"? Pues sí. Aunque otros cambian arenal por río: “Puerta del río”. Sin embargo yo, que no sé mucho de las cosas antigua de esta ciudad ni tampoco de los nombre, me inclino más por “Puerta del Arenal”. Porque creo que es casi seguro que, en otros tiempos, el río Darro sí tuviera por aquí pequeñas playas de arena. Tengo, además, otra teoría que otro día, con más calma, te explicaré.<br /><br />Esta plaza se situaba, en otros tiempos, en la orilla arenosa del río. En épocas árabes, se celebraban fiestas y, justo aquí, en los tiempos de los cristianos, había corridas de toros. Que, a diferencia de las corridas de hoy, eran muy violentas. Durante una corrida en agosto de 1609, 20 toros mataron a 36 personas y lesionaron a unas 60. Después de la Conquista Cristiana, se celebraron los autos-da-fe para decidir la suerte de muchos ciudadanos. También se quemaron muchos importantes manuscritos, documentos y libros.<br /><br />Esta tarde, la fuente me saluda. Se alza en el mismo centro y es muy hermosa. Tiene varios niveles y vierte su agua con gran elegancia. Me paro junto a ella y le hago unas fotos. Para el recuerdo y para ponerlas en mi cuaderno. Y queda muy bonita con la torre de la catedral de fondo y el azul del cielo. Porque desde aquí, la Plaza de las Pasiegas, no está lejos ni tampoco la catedral. Y la torre que emerge desde el rincón del borriquillo de bronce, se ve perfectamente. Sobresale por encima de todos los edificios que le rodean. Por eso la foto me ha quedado bella, muy bella. Con la fuente y su agua cayendo, en primer plano y, a lo lejos, la torre y el azul del cielo.<br /><br />Por mi derecha, según miro hacia la Plaza de las Pasiegas, me quedan las terrazas primeras. En uno de los bancos de cemento, tres jóvenes practican con acordeones. También aquí, lo mismo que en el rinconcillo de Diego de Siloes, Plaza de las Pasiegas y calle Oficios, algunas veces hay músicos espontáneos. Los de esta tarde tienen acordeones pero otras veces los he visto con violines, guitarras flamencas, teclados electrónicos, clarinetes… Son las típicas personas que se buscan la vida, no del todo, de esta manera.<br /><br />Mientras los escucho y miro a la fuente y te recuerdo, te voy a contar algunas de las cosas que esta tarde veo por el rincón. Ya te he dicho que la plaza es rectangular. Y ya te he dicho que, por la derecha y siguiendo la fachada de la Alcaicería, hay varias tiendas con muchas cosas para los turistas. Al frente y en el lado pequeño, también terrazas. A la izquierda mía y lado paralelo al de la fachada de la Alcaicería, también hay varias terrazas. Muy pegadas unas a las otras y todas prolongación de restaurantes y heladerías. Y, a mis espaldas, el segundo lado pequeño, siguen las terrazas. Así que toda la plaza, en sus cuatro lados, queda llena de terrazas. Como si circundaran la parte del centro de la plaza. Y son todas terrazas muy dignas. Con sus mesas vestidas con manteles de tela, de colores diferente según los sitios, con sillas originales y lo mismo la decoración y el entorno.<br /><br />Y más hacia el centro de la plaza, en los dos lados grandes, quedan los puestos de las flores. Porque en esta plaza se venden muchas flores. Claveles, rosas, geranios, margaritas, orquídeas… Toda clase de flores y también macetas. Y por eso, cada mañana y casi todos los días de la semana, este recinto es un escaparate precioso. El más bello escaparate de venta de flores de toda Granada. Por la variedad de plantas frescas y relucientes y por el colorido y el olor que regalan las plantas y los ramos de flores. Muchas personas vienen por aquí a comprar y, otros muchos, solo a ver o pasear. Y, a los turistas, esto les encanta.<br /><br />Y más les encanta, a ellos y a todos los que vienen por aquí, la frondosidad de los árboles que coronan. Porque ¿Sabías tú que en esta plaza crecen tilos centenarios? Por si no lo sabía te lo digo porque es cierto. Como arropando a cada mesa de cada terraza y a cada ramo de rosas de cada puesto de flores, se mecen los tilos gigantes. Un bosque espeso y verde que cubre gran parte de la espaciosa Plaza Bibarrambla. Hermosos como catedrales y, por ser tan viejos, llenos de un misterio que da mucho prestigio a la plaza. En ellos, entre sus ramas, se cobijan las bandadas de gorriones, muchas palomas, algunos mirlos y también el airecillo que, ahora mismo, por aquí refresca.<br /><br />Y ya, en el centro mismo de este gran recinto, es donde se alza la fuente. A los lados y bajo los tilos y entre los puestos de las flores, hay algunos bancos de cemento para que se sienten los que llegan, van y vienen. Y también, esta tarde y junto a la fuente misma, montan un escenario. Un pequeño tablao flamenco. A uno de los que están poniendo las sillas para que cuando empiece el espectáculo, el público se siente, le pregunto:<br />- ¿Qué hay aquí esta tarde?<br />- Cante flamenco y es gratis para todo el que quiera.<br />Y me acuerdo de ti. ¡Con lo que te gusta el cante flamenco! Y esta tarde, lo mismo que otros muchos días del año, aquí habrá un espectáculo al aire libre. Así que la Plaza Bibarrambla, ya ves tú: hermosa por todos los costados y, además, escenario para muchos espectáculos, a lo largo del año y gratis para todo el mundo.<br /><br /><strong>64 – Una oración al cielo desde la Plaza Bibarrambla</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_nxL0lsfI/AAAAAAAAAg0/IdliKGPcrLk/s1600-h/DSC02083.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111558934261772786" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="294" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_nxL0lsfI/AAAAAAAAAg0/IdliKGPcrLk/s400/DSC02083.JPG" width="400" border="0" /></a><br />Y, entre tantas cosas que en mi cuaderno tengo anotado para compartir contigo, hoy quiero decirte que Granada se mete en el corazón poco a poco. Como la lluvia fina que moja lentamente hasta empapar la tierra. Sin ruidos, sin prisa, sin desplazar nada. Y, cuando uno se da cuenta, descubre que nace y crece dentro, con vida propia. Como un sentimiento fino que, además de colmar, alimenta. Así es como va germinando, Granada dentro del alma. ¿Conoces tú esta experiencia? Creo que tampoco. Tu tiempo por aquí ha sido tan corto y has estado tan deslumbrada con no sé qué fantasía incierta, que no has tenido lugar de enamorarte de Granada. No has gustado de la lluvia fina que cae suave y, en una tierna caricia, empapa y transmite vida.<br /><br />Tú has querido vivir, los días por aquí, como en una carrera loca, como desbocada, como queriendo cogerla toda, toda, en dos tardes y una mañana. Y así no se hacen las cosas porque no aportan gozo hondo sino que dañan. Pero en fin, cada persona tiene derecho a escoger y compartir la vida con aquellos y aquello que le guste o le de la gana. Cada persona somos dueños de nuestras acciones y pequeños sueños. Pero Granada, la ciudad que te ha encandilado y con tanta ilusión soñaste abrazarla, no ha podido hacerse amiga tuya. No ha podido besarte ni abrazarte ni meterse dentro. Porque esta ciudad es como la lluvia fina que, mansa y lenta, cae y empapa sin tener prisa ni importarle el tiempo. Como son todas las cosas que tienen valores eternos. Necesitan calma, el corazón abierto, sencillas y limpias miradas y amor, mucho amor hondo y bello. De esto es de lo que está construido el cielo y esta ciudad, por ti, tan soñada.<br /><br />Por eso yo esta tarde, ya en el centro de la plaza y caminando lento mientras la observo con calma, te recuerdo. Y, al mirar al frente, descubro el bar que hay en la esquina. Se llama “Alhambra”, como el castillo de la cumbre. Y en él ¿sabes qué pasa? Que una muchacha de tu país pero que no conoces, trabaja. En trabajos sencillos pero dignos. Lleva ya dos años aquí en Granada. Y vino como tú, porque es también de tu misma ciudad, con beca erasmus. Cuando terminó el curso, estaba tan enamorada de Granada, que regresó a tu país y ha vuelto. Es una gran persona, muy buena, sincera y guapa, tanto o más por dentro que en su cara. De las personas más buenas y nobles que he conocido en mi vida. Y por eso, quería que la conocieras. Te lo decía y siempre me respondías que sí pero luego siempre resultaba que no. Al mirar ahora para el rincón del restaurante donde trabaja, la recuerdo y te recuerdo.<br /><br />Me paro otra vez frente a la fuente y ahora cuento sus niveles y chorros de agua. Tiene cuatro pisos o niveles en forma de tazas de donde rebosa el agua. El de arriba, tiene tres caños, el de abajo, cuatro y el del centro, seis. Y luego el pilar donde cae toda el agua. Es antigua esta fuente y parece de mármol. Dos pinceladas de ella y sigo: Se le conoce con el nombre de Fuente de los Gigantes. Se alza en el mismo centro de la Plaza Bibarrambla y fue construida en el siglo 17 con piedra de Elvira. La pusieron aquí en 1940. Tiene unos gigantes que apoyan una pila inferior con una estatua de Neptuno arriba. Por eso la bautizaron con este nombre.<br /><br />Hago una nueva foto y continúo. Miro ahora para el lado de la izquierda. Y, por ahí, veo más mesas en las terrazas. Muchas juntas y una casi solitaria cerca del tronco de un tilo. Creo que es la misma donde aquella tarde estuviste sentada. ¿Lo recuerdas? Era el mes de abril, justo el día del libro. En la Plaza de la Fuente de las Batallas, había una pequeña feria de libros antiguos y de ocasión. No era la feria del libro, la oficial, que también se celebra en esta ciudad pero ya en el mes de mayo. Y, dos días antes de este veintitrés de abril, te pregunté:<br />- ¿Te gustaría ver la pequeña feria del libro que por estos día hay en Granada?<br />Y me respondiste:<br />- Sí, me gustaría mucho.<br />Y, de tu respuesta, yo me alegré también mucho.<br /><br />Aquella tarde, veintitrés de abril, mientras nos acercábamos a donde estaban expuestos los libros, te dije:<br />- En España y también en Granada, se ha ido consolidando la costumbre de regalar un libro y una rosa en este día. Más en Cataluña porque es el día de San Jorge.<br />- ¡Qué curioso! Esto no sucede en Rusia.<br />Y, aquella tarde y sin que lo esperaras, te regalaron un libro y una rosa roja. ¿Lo recuerdas? El libro era para aprender a escribir, un resumen de todos los mejores escritores del mundo con fragmentos de sus obras. Y del tallo de la rosa colgaba una cinte de seda también roja. Contenta me dijiste:<br />- Estas cosas solo ocurren en España y en Granada.<br />Y me sentí orgulloso de ti.<br /><br />Por eso aquella tarde, camino ya de la feria del libro en la Fuente de las Batallas, pasaste por esta plaza. Hacía calor y, en la mesa que ahora veo solitaria junto al tronco del tilo, te sentaste. A tomarte un helado y a disfrutar del fresco airecillo de esta plaza. Recuerdo perfectamente el cuadro y te recuerdo toda vestida de blanco.<br /><br />Voy a seguir avanzando para acercarme despacio a esta terraza. Sé que hoy no estás pero me gusta soñar que sí. Porque quisiera que fueras un trozo más de Granada y, en esta tarde y aquella, de esta plaza. Por eso quiero seguir pensando que, como la lluvia fina, la ciudad hoy y la tarde, se me cuelan un poco más en el alma. Para que esta tarde y aquella no solo sean recuerdo y materia sino también oración que por ti rezo y elevo al cielo.<br /><br /><strong>65 – De nuevo te alejas de espaldas</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_pT70lsgI/AAAAAAAAAg8/GPF2I-P-HUg/s1600-h/Sin+t%C3%ADtulo-Cosido-32.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111560630773854722" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_pT70lsgI/AAAAAAAAAg8/GPF2I-P-HUg/s400/Sin+t%C3%ADtulo-Cosido-32.jpg" border="0" /></a><br />Los puestos de flores de la Plaza Bibarrambla, están cerrados esta tarde. Solo abren por las mañanas. Por delante de ellos, donde cuando están abiertos exponen las macetas, picotean las palomas. Por encima de los puestecillos de flores los tilos mecen sus ramas y los gorriones revolotean. Todo como en aquella tarde clara. Todo conmigo te recuerda.<br /><br />Camino por entre estos puestecillos y voy mirando. Fijos mi ojos en la mesa y silla que, solitaria, parece como esperar cerca del tronco del tilo. Me entretengo en mirar a las palomas que revolotean y a la niña que juega con ellas. Cruzo por delante de uno de los puestos y, al salir y volver a mirar, creo que te veo sentada en la mesa solitaria. De espalda a mí pero tu pelo es negro, tu estatura baja, viste de blanco, estás calla y, como tantas veces, solitaria. Me quedo parado. Como ya te vengo repitiendo, sé ciertamente que no estás en España. Te has marchado hace tan solo nueve días. Pero la que veo sentada en la mesa eres tú.<br /><br />Temo que al verme te llenes de miedo. O que hagas como ya otras veces, que te levantes y te vayas dándome las espaldas. Temo esto o quizá temo otra cosa. El caso es que temo. Por eso me tapo con el puestecillo de las flores y por eso me quedo mirando a la niña que juega con las palomas. Me hace reflexionar su inocencia y, de alguna manera, tiemblo verte sentada en esta mesa. De espaldas como tantas veces y como si huyeras. ¿Sabes? A pesar de lo que temo, ahora mismo me acercaría a ti y, sentándome contigo en la mesa, te saludaría con respeto. Te pediría permiso y luego te dejaría hablar todo lo que quisieras. Porque seguro que tienes necesidad de hablar mucho. Y seguro que también lo necesitas.<br /><br />Cuando uno se va dando las espaldas a las cosas y personas, remuerde luego la conciencia. Durante un tiempo, mucho y luego, toda la vida, de vez en cuando. Los humanos no estamos hechos para odiar y matarnos entre sí sino para ayudarnos y compartir las cosas. Y el que practique lo contrario no estará nunca en paz consigo mismo ni con su destino ni con el cielo. Y tú, por lo que conozco de ti, creo que eres incapaz de ser mala. No concibo que en tu corazón haya maldad siendo por fuera tan guapa. </span><br /><span style="font-family:arial;"><br /><strong><span style="font-size:130%;">66 / 18 de julio: Por la Gran Vía de Granada</span></strong></span><br /></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_qb70lshI/AAAAAAAAAhE/P04eUwu_OGM/s1600-h/DSC07944.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111561867724435986" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Ru_qb70lshI/AAAAAAAAAhE/P04eUwu_OGM/s400/DSC07944.JPG" border="0" /></a></span> <span style="font-family:arial;">En la tarde de este día dieciocho de julio, voy a recorrer la última ruta por los rincones de Granada. El último paseo para compartirlo contigo y regalártelo. Y voy a comenzar esta ruta en la Gran vía, a la salida de los Jardines del Triunfo. Toda esta zona la conoces bien. Quizá el sitio de Granada que mejor conoces. Porque, aunque las facultades donde has tenido tus clases de español y de italianos, están en la parte norte de Granada, por el centro has venido muchas veces. A comprarte tus cosas, regalos para llevarte a Rusia, vestidos blancos, algunos libros, música… Y también a ver escaparates y algún acto cultural. De hecho, al centro de Granada, es a donde siempre vienen los turistas, todos los extranjeros, todos los que visitáis esta ciudad.<br /><br />Nada más comenzar a recorrer la Gran Vía, a la izquierda, queda una ancha calle que lleva directamente al Arco Elvira. Donde, en su pequeña plaza y banco, estuviste sentada aquella tarde con tu amiga. El Arco Elvira y la calle con el mismo nombre que va recta a Plaza Nueva, fue y siguen siendo parte de la ciudad primera, la antigua. De suyo, el Arco Elvira, fue otra de las puertas en la muralla. La que daba justo al lado de la ciudad Iliberri, para Sierra Elvira, antes de la nueva ciudad de Granada. Pero ya, la ancha calle de la Gran Vía, es parte de la ciudad moderna. De la que se fue desarrollando fuera de las murallas de la ciudad antigua.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguyVgAiq2x71JkdsaICcnYhiRAHvDTM4AcXAwiHz0xzjUzMd-pipEvt1WWJBC_TvfIphU93XizBwFDQqRcyPHA6nSrKlqC07t0AwfYsnA-Xb2TqrXSoHm1ypqW3tOqqLnQsoVlfiMuWEk/s1600-h/DSC08111.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111987425217985282" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguyVgAiq2x71JkdsaICcnYhiRAHvDTM4AcXAwiHz0xzjUzMd-pipEvt1WWJBC_TvfIphU93XizBwFDQqRcyPHA6nSrKlqC07t0AwfYsnA-Xb2TqrXSoHm1ypqW3tOqqLnQsoVlfiMuWEk/s400/DSC08111.JPG" border="0" /></a><br />La bib Elvira o puerta de Elvira debe su nombre al hecho de estar abierta en el camino que unía Granada con la desaparecida ciudad romana y musulmana de Elvira, situada en las proximidades de Atarfe. Esta monumental puerta fue la entrada principal a la ciudad de Granada. Por un grabado antiguo se sabe que existió un arco al comienzo de la calle de Elvira que sería una primera puerta construida en el siglo XI, a la que más tarde se agregaron otras defensas hasta convertir el acceso en un poderoso complejo defensivo. Se conserva la mayor parte de su frente externo. Tras el gran arco había un hueco o buhera por el que se hostigaba a quienes se acercaran a la puerta. El arco estaba retranqueado respecto al frente de la puerta y fue demolido a comienzos del siglo XIX. Tras esta puerta había un patio interior con nichos en sus lados para guarecer a la guardia. En frente de la puerta exterior había otra puerta por la que se accedía al arrabal de al-Bayyazin por la Alhacaba mientras que, girando a la derecha, por la antigua puerta del siglo XI, se iniciaba el recorrido de la calle de Elvira, arteria principal de la medina.<br /><br />A partir de la calle que, por la izquierda, se aparta y lleva al Arco Elvira, la Gran Vía discurre toda recta. Larga, ancha y sin torcerse nada hasta la Plaza de Isabel la Católica. ¿Tendrá un kilómetro de larga? No estoy seguro pero sí es larga. Se tarda unos diez minutos en ir de un extremo a otro, andando rápido. Y, además, esta tarde se ve bonita. ¿Qué te diga cuantos años tiene esta gran avenida? Quizá ciento diez y, en una ocasión, pensaron hacerla más larga. Desde lo Jardines del Triunfo hasta el paseo de Salón, río Genil. Si hubieran llevado acabo este proyecto ¿a que ahora se vería fantástica, la Gran Vía moderna de Granada?<br /><br />De todos modos es muy bella. Cuando tú llegaste a España, en octubre del año pasado, todavía estaban de obras. Las terminaron justo para Navidad y Semana Santa de este año. Le pusieron, le han puesto muchos árboles, le han ensanchado las aceras, por el centro solo han dejado dos carriles para los coches y le han puestos semáforos y farolas nuevas. Muy modernos, dicen algunos. Otros dices que son bonitos y también algunos dicen que son muy feos. Pero el hecho es que ahora, en la Gran Vía de Granada, todo es nuevo y se anda cómodo por las aceras. Son anchas y el pavimento no está mal.<br /><br />Los árboles que por aquí han plantado, aunque son jóvenes, en la primavera pasada han brotado y ahora se ven todos verdes. Y claro que no son los árboles centenarios que hay repartidos por muchos rincones de Granada. Los que a mí me gustan mucho por la seriedad que dan sus años y por la nobleza que imprimen a los sitios donde crecen. Pero en fin, yo voy a dejar escrito en mi cuaderno que estos nuevos árboles de la Gran Vía de Granada, te pertenecen. Porque, los han sembrado justamente el mismo año que tú has estado por aquí. Por eso pienso que, mientras vivan y vivas tú, serán compañeros tuyos. Como los encargados, por aquí, de recordarnos tu año en Granada. Los que irán contando los años, según éstos pasen, para que no te olvidemos nunca.<br /><br />En la parte de debajo de estos árboles, donde su tronco se clava en la tierra, han construido unos cuadros grandes. Bajo la tierra han metido finos tubos de plástico para que por ellos salga el agua gota a gota y así el riego sea automático. Y luego, en el cuadrado de tierra, en algunos, han sembrado pequeñas matas de mirto y, en otros, ciclámenes rojos. Flores que adornan mucho y que a ti te gustan. Te gusta mucho el color rojo y el blanco, sobre todo. Por eso, al pasar un día por aquí, la tarde de las cruces de mayo, entusiasmada con estas flores de la Gran Vía, me dijiste:<br />- ¡Son preciosas! Han tenido mucho gusto vistiendo con estos colores la Gran Vía de Granada.<br />Y te aclaré:<br />- Pues el diseño lo ha hecho una persona muy amiga mía. Y, el vivero donde trabaja esta persona amiga, ha sido el elegido para sembrar aquí estas plantas.<br />Me pregústate:<br />- ¿Qué es un vivero?<br />Te lo expliqué y luego me dijiste que, antes de irte de España, te llevará a este sitio.<br />- Quiero llevarme a Rusia, para regalárselo a mi padre, un olivo pequeño y una parra de uvas.<br /><br />Me agradó que compartieras conmigo esto. Pero luego, cuando te fuiste de Granada y de España, no te llevaste ni el olivo ni la parra. Tampoco fuiste al vivero a conocerlo. Sé que te habría gustado y sé que habrías aprendido algunas cosas más de esta ciudad de Granada y de la cultura de España.</span> </div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;"><strong>67 – Plaza de Isabel la Católica, corazón de la ciudad de Granada</strong><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAgXK45LVXEkA25BJp-MB39txl2Ls7RcZSPmRv-tFqTQ3pfPjM-WEgQoy2Fa_jhvL6g7EWdux-MS69FqiK5s9wZcGDhSE8ikZUE3LWJX4y7ClhRNfUWwOpaIEwqPjE1FQG7BnG502KrdI/s1600-h/DSC08126.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5111987859009682194" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAgXK45LVXEkA25BJp-MB39txl2Ls7RcZSPmRv-tFqTQ3pfPjM-WEgQoy2Fa_jhvL6g7EWdux-MS69FqiK5s9wZcGDhSE8ikZUE3LWJX4y7ClhRNfUWwOpaIEwqPjE1FQG7BnG502KrdI/s400/DSC08126.JPG" border="0" /></a></span><br /><span style="font-family:arial;">En la misma Plaza de Isabel la Católica, final de la Gran Vía y corazón de Granada, doy comienzo a la ruta que hoy trazo para ti. De la Gran Vía ya no te cuento más. De sobra la conoces y de ella tampoco tengo mucho más que decir. Solo que ahora parece otra y que, a pesar de tu ausencia, es hermosa. Pero esta Gran Vía de la ciudad es solo para eso: para ir de paso a algún lugar concreto. Como hacías tú y como hacen tantos. Y ¿a que parecía que ni siquiera Granada se daba cuenta de ello? Nadie te miraba, cuando por aquí ibas, nadie te saludaba, con nadie te parabas… Como si, a pesar de ir por esta calle y por otras, no estuvieras por aquí. Lo mismo que ahora.<br /><br />Y es que, las cosas parecen tener una realidad en el alma, en los sueños, en el corazón, y otra, en la vida misma. La realidad de la vida, la de la materia, la que pisamos y tocamos con las manos, cambia cada día y prescinde por completo de nosotros. La otra, la que llevamos en el alma, y a nadie pertenece sino exclusivamente a nosotros, es la que nos trasciende y nos hace inmortales. Y esta verdad es la que me interesa de ti y voy buscando por los rincones de Granada que te estoy contando. Lo demás, es solo soporte que ayuda para mostrar y aclarar las cosas.<br /><br />Sigo con la ruta. El día tres de mayo, el de las cruces, también pasamos por esta fuente y Plaza de Isabel la Católica. ¿No te acuerdas que justo en ese momento llovía? Un chaparrón pequeño que, al principio, solo mojó los tejados y las flores que por aquí habían puesto. Te pregunté:<br />- ¿Sabes lo que es el Corral del Carbón?<br />- Ni siquiera sé lo que es carbón.<br />Tu amiga, la profesora de ruso que te acompañaba, también se me quedó mirando. Como queriendo saber lo que yo había anunciado. En dos palabras te expliqué lo que es el carbón y también lo de edificio que te había nombrado. Y entonces me preguntaste:<br />- Y dentro del Corral del Carbón ¿también ponen cruces?<br />- Las ponen y siempre procuran que sean las más bonitas.<br />- Pues vamos y así conocemos otro nuevo rincón de Granada.<br /><br />Como seguía lloviendo mansamente, por el lado derecho de la fuente, nos refugiamos bajos los paraguas. Sin decirnos nada pero yo creo que era porque resultaba bonito el espectáculo. Esta plaza es el centro total de Granada. A donde vienen todos los turistas, lugar donde muchos amigos se cintan, rincón donde también muchos hacen fotos y punto de referencia para ir a cualquier otro rincón de la ciudad.<br /><br />Por eso, según estábamos refugiando, viendo la lluvia caer, mirábamos a lo lejos. Al frente nos quedaban y me queda esta tarde, la calle Reyes Católicos. El trozo que sube hasta Plaza Nueva. Más arriba y, siguiendo el curso del río Darro, se veía lo que dicen es el paseo más bello del mundo: la Carrera del Darro. A la derecha y más en lo alto, la Torre de la Vela, la Alhambra y luego las laderas del Generalife y el barranco de la Abadía del Sacromonte. Y, por el lado de la izquierda, el cerro de San Miguel Alto y parte del barrio del Albaicín. Desde aquí y, ahora mismo, lo observo esta tarde.<br /><br />Hoy cae el sol y todo parece extraño. Desde el día en que te fuiste nada, nada es lo mismo. Pero aquella tarde, la lluvia caía y las nubes iban y venían por lo alto de las colinas que te he dicho. Era un sencillo espectáculo que asombraba de tan bello. Quizá por esto te preguntaste:<br />- ¿A que parece que huele a cielo?<br />Te quedaste mirando y no respondiste nada. Pensé que quizá, esta pregunta mía, era para ti algo insólita. Porque quizá tú no has experimentado nunca en la vida sensaciones que tenga que ver con esto.<br /><br />A nuestras espaldas, la fuente de la plaza, lanzaba sus chorros de agua y, por las hojas de las plantas, la lluvia resbalaba. Me preguntaste:<br />- Y el río Darro ¿por donde me dijiste que pasa?<br />- Por aquí mismo. Bajo tierra, empezando desde Plaza Nueva hasta su encuentro con el río Genil. Pasa justo por donde estamos ahora, final de la Gran Vía de Colón, y sigue bajando. Toda la calle Reyes Católicos, hasta Puerta Real, no es otra cosa sino el camino del río.<br />- Es algo que no sabía y me resulta curioso. Pero ¿te puedo hacer una pregunta?<br />Y, sin perder un segundo, te dije que sí. Nada me ha gustado más en ti, que tu gran inquietud por saber cosas. Y tu pregunta fue:<br />- Si algún día cae una nube grande, de esas que son noticias por los daños que hacen ¿No ocurrirá una catástrofe aquí en Granada?<br />Y te respondí:<br />- De suyo, en el año 1952, ya se produjo un reventón del embovedado que ahora encauza el río Darro. Hubo inundaciones en las calles Recogidas, San Antón, Ganivet, José Antonio, actual calle Carrera Darro. El trayecto que recorre este río hasta su encuentro con el Genil, tiene un recodo en Puerta Real. Fue precisamente aquí donde el embovedado reventó.<br /><br />Durante un rato más seguiste mirando en silencio. Para la derecha que era por donde las nubes cubrían sobre las altas tierra de Granada. Luego para Plaza Nueva, Reyes Católicos y Gran vía. Después miraste para la izquierda y luego te quedaste fija en el monumento de la fuente. Justo en ese momento me preguntaste y te expliqué, en dos palabras:<br />- Como ves, la estatua en esta plaza representa a la Reina Isabel concediendo permiso a Colón para conseguir los barcos y las provisiones. La imagen fue construida en Roma en 1892 por Mariano Benlliure y anteriormente se situaba en el Paseo del Salón.<br /><br />Estábamos parados justo al lado de las macetas de flores. Los dos grandes macetones que, en <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSCkywBPiBExpcJdhxS1bnkM3W1v7EugQBAC-yOQKjxidiQPKOY_ZDy10vq2QBlVkhle3hPTN0b5GhmzB2at6sCr-u16g4RLaQd-aOmlK4vj4cRuAD65TNosoz-GTihfg92QgRHGbZsj0/s1600-h/DSC08122.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112318854959315746" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSCkywBPiBExpcJdhxS1bnkM3W1v7EugQBAC-yOQKjxidiQPKOY_ZDy10vq2QBlVkhle3hPTN0b5GhmzB2at6sCr-u16g4RLaQd-aOmlK4vj4cRuAD65TNosoz-GTihfg92QgRHGbZsj0/s400/DSC08122.JPG" border="0" /></a>forma de cilindros de unos tres metros de alto y casi uno de diámetro, hay en el frontal de la fuente. Son unas macetas muy singulares que se riegan solas y, a lo largo del año, el Ayuntamiento cuida renovando las plantas. Por aquellos días había sembradas en ellas campanillas. De color rosa algunas y rojas otras. Unos meses antes, por Navidad, estas macetas estaban engalanadas con flores de pascua. Y esta tarde, lo que en estas macetas hay sembrado, son plantas que no conozco. Tiene flores pequeñitas, amarillas y naranja, y están muy verdes. Y, como en aquella tarde, durante mucho rato seguiste como refugiada en este singular rincón de Granada, me dijiste:<br />- Me gusta mucho estas curiosas macetas y lo bien cuidadas que están. Lo mismo digo de las macetas que cuelgan en cada una de las farolas de esta calle, Reyes Católicos.<br />Me alegré oírte esto. Seguiste comentando:<br />- Cosas así, tan sencillas, finas y delicadas, solo se ven en Granada. En mi Rusia del alma, nunca vi nada parecido.<br />- Pero tu Rusia es un gran jardín muy verde en verano y con muchos abedules.<br />- Claro, después de las grandes nevadas que caen en invierno, al llegar el verano, todo se torna verde. Las nieves se derriten y dejan mucha agua.<br /><br />Quizá porque trajiste a tu memoria las llanuras verdes de tu país, la nieve del invierno o el agua de sus ríos, te acordaste y me dijiste:<br />- También en Granada dicen que hay mucha agua. Pero ¿dónde está el rincón más bonito para ver y disfrutar de esta agua?<br />Medité un momento y, antes de responder a lo que me inquirías, te pregunté:<br />- ¿De verdad quieres saberlo y, en serio, quieres conocerlo?<br />- De verdad y ¿sabes qué?<br />- Dímelo que no lo sé.<br />- Antes de irme de Granada quiero celebrar una fiesta. Como despedida y para decirles adiós a las personas que por aquí he conocido. Y quiero que sea una fiesta sencilla, solo cuatro cosas de comida, algo de música y unas cuantas personas. Pero eso sí, me gustaría que fuera en un sitio muy singular y donde hubiera mucho agua. Para que resulte más tonita y para que me quede convencida de la excelencia y abundancia de agua aquí en Granada.</span><br /></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Sin perder un segundo más, te dije:<br />- La fiesta que anuncias para el día de tu despedida es algo bueno. Siempre es loable y engrandece ser agradecidos. Dar las gracias y abrir el corazón para que entren los amigos es, entre todas las cosas, lo mejor. Te apoyaré en esta fiesta. Y también les diré a mis amigos del Cortijo de la Viña que te apoyen conmigo. Se lo diré a la niña, a Serafín, a la madre, a los que trabajan en la huerta de este cortijo, al caballo Enebro y al borriquillo de caramelo. A ellos, tú no los has conocido mucho, casi nada pero son mis mejores amigos. Las personas más buenas que nunca he conocido y por eso estoy seguro que, en cuento hable con ellos de este deseo tuyo, se alegrarán mucho.<br /><br />Y, en cuanto a sitio para celebrar esta fiesta tuya de despedida, ningún otro lugar puede ser mejor <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVbENKEkX3S7pTc2L56hHDjjbuNF7a1Y_MZN80Q1LRc8Lk6SlY_SNRKSMGDyS91o6Btma8quaW8v_0Kysr4SLYYQ9Jd-ghDPytfYlMyzrHotNuq-ns6ZbtxdyVot0SlXy6bUH983iY41I/s1600-h/DSC03521.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112707607706582226" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVbENKEkX3S7pTc2L56hHDjjbuNF7a1Y_MZN80Q1LRc8Lk6SlY_SNRKSMGDyS91o6Btma8quaW8v_0Kysr4SLYYQ9Jd-ghDPytfYlMyzrHotNuq-ns6ZbtxdyVot0SlXy6bUH983iY41I/s400/DSC03521.JPG" border="0" /></a>que el Cortijo de la Viña. También lo conoces poco. Ya te dije un día que se encuentra al norte de la ciudad de Granada, en unas tierras que parecen trozos del cielo. Por la abundancia de agua, de árboles frutales y de hierba. Allí brota y corre el manantial del balneario del Arroyo de las Nogueras, se remansa el Charco de las Playas de Arena, se desliza el río del Bosque de los Robles, se despeña la Cascada del Balneario, juegan con la luz de la mañana los arroyuelos de la Cañada del Agua, en el naranjal de las mandarinas, canturrea la Fuente de los Chopos, en la Vaguada de la Colina, desciende de las cumbres el arroyo de los Abetos de Cristal… Y así hasta nombrarte ciento y más espejos y arroyuelos claros de aguas buenas. Pero sobre todo, el fantástico manantial de aguas termales en el balneario del Cortijo de la Viña. Tú nunca lo has visto y por eso sería estupendo que, antes de irte, celebraras en este lugar tu fiesta.<br /><br />Para que sepa que en Granada, es muy abundante y buena, el agua. Como en pocos otros lugares de la tierra. Y, el balneario de aguas medicinales y calientes, un manantial natural que surge desde las entrañas de la tierra, es fantástico. La cueva del manantial, una gruta natural más bella que ningún otro monumento de esta ciudad, la cascada por donde, nada más brotar, el agua salta, el charco donde cae esta cascada, el vapor natural de sale del agua, las playas de arena fina que hay junto al charco, el río que, desde el charco para abajo, corre y se aleja, la Gruta de la Explanada del Belén, la alberca… Todo esto lo ponemos a tu disposición para que celebres la fiesta. Rodeada de nosotros, fuentes, arroyos, ríos y cascadas y envuelta por un precioso paraíso de árboles.<br /><br />Porque ¿sabías tú que en nuestro Cortijo de la Viña, el lugar más hermoso de Granada y de la tierra, hay abundantes árboles frutales? Pues es cierto. Allí crecen cerezos, nogueras, granados, membrillos, almendros, naranjos, pinos, castaños, madroñeras, robles, encinas…Todo un paraíso único en este lugar del mundo que nosotros tendremos el gusto de regalarte. Para que nunca puedas decir que no hemos hecho todo lo posible para ser amigos de ti. Porque, además de todas las cosas que te he dicho, también te ofrecemos lo más saleroso del mundo: nuestro amigo Sinombre, el borriquillo de caramelo. Tampoco aun no lo conoces pero, cuando lo veas y lo toques, ya verás qué delicia de algodón tierno. Porque ¿sabías tú que los borriquillos, ya casi desaparecidos de estos lugares y otras partes del mundo, siempre en Granada fueron importantes?<br /><br />Y, con esta pregunta, terminé mi ofrecimiento. Seguíamos parados junto a la fuente del corazón de Granada y frente a la lluvia de la tarde. Esperaba que me dijeras algo como respuesta a lo que te había comentado. No dijiste nada. Tu amiga me miraba y, también como yo, esperaba de ti unas palabras. Por delante de nosotros la gente pasaba. De la Gran Vía, muchos turistas se acercaban. Y, desde Plaza Nueva, también bajaban grupos de jóvenes. Todos en busca de las cruces repartidas por los secretos rincones de Granada. La tarde era bella y el corazón se alegraba. También es bella la tarde de este día de verano pero se encuentra solitaria. Vacía de ti aunque esté llena, muy llena, de tu recuerdo. ¡Fue todo un sueño tan limpio y bello, que cuesta ahora trabajo, mucho trabajo, vivir despierto!</span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;"><strong>68 - Por la Plaza Luís Rosales, bajo la lluvia<br /></strong><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvT6Yh3JvZI/AAAAAAAAAjE/GKU2AR031kU/s1600-h/DSC08127.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5112986776285855122" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvT6Yh3JvZI/AAAAAAAAAjE/GKU2AR031kU/s400/DSC08127.JPG" border="0" /></a><br />Sigo esta tarde mi ruta. Por detrás de la fuente que es centro de la ciudad. Por el mismo sitio y, casi de igual forma, que tú aquella tarde de las cruces. La plaza se acaba enseguida. En realidad, no es gran cosa el espacio que ocupa esta plaza. Es más su interés por ser centro de la ciudad, por el monumento que en ella se alza y por ser final de la Gran Vía. Por eso, por detrás de la fuente, casi siempre esta sola, esta plaza. La gente va y viene a Plaza Nueva o sube y baja por Reyes Católicos y no pasa por donde yo esta tarde y tú, el día de las cruces.<br /><br />En cuanto avanzo unos metros, por el lado derecho de la parte de atrás de la plaza, me encuentro otro pequeño espacio. Un recogido rincón donde confluyen cuatro vías. Es la Plaza de Luís Rosales, el poeta. Aquella tarde, al leer el nombre de esta plaza, me preguntaste:<br />- ¿Quién fue este poeta?<br />Y, con gusto, te comenté:<br />- Luís Rosales nació en Granada en 1910. Aquí estudió Filosofía y Letras y Derecho. Amigo de Federico García Lorca y de toda su familia. Cuando fue encarcelado Lorca, un miembro de la familia Rosales, realizó fuertes presiones para salvarlo. Resultado sin fruto. Lorca fue ejecutado. Un año antes de proclamarse la II República, Luís Rosales se instaló en Madrid. Colaborador de Cuatro Vientos, Escorial, Cruz y Raya, Vértice… Premio Nacional de Poesía en 1949 por su obra La casa encendida. Premio Nacional de Literatura en 1951. Premio Cervantes en 1982. En 1964 ingresa como miembro en la Real Academia de la Lengua. Falleció en 1992.<br /><br />En el mismo edificio que hace esquina con la Plaza de las Descalzas, hay un azulejo. Una lápida donde puedo leer unos renglones de este poeta. Me acerco y leo despacio, mientras te recuerdo: “Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir: y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores, hasta la última, hasta aquella que tiene la altura de un niño y le cubre de frente, así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño, sabiendo que jamás me he equivocado en nada, sino en las cosas que yo más quería”.<br /><br />Así que, la Plaza de las Descalzas y la de Luís Rosales, casi ocupan el mismo espacio. Aunque no es exactamente esto. Despacio voy cruzando esta plaza y observo el monolito que, en forma de cuadrado en mármol, hay en el mismo centro. También cosa pequeña porque la plaza no da para más. Pero ya sabes tú: en Granada, pocas cosas son grandes por fuera. Casi todas son más bien reducidas, con apariencia de nada, como si no tuvieran mucho valor. Pero no es esa así. Tras la aparente pequeñez y fragilidad se encuentra un gran tesoro. Una belleza y valor oculto que no tiene comparación con nada en este mundo.<br /><br />Pero el pavimento de esta pequeña plaza también se encuentra empedrado. Con piedras pequeñas del río, blancas y negras, como muchas calles del Albaicín y del Realejo. Y recuerdo ahora mismo que al verlo tú aquella tarde de mayo, me preguntaste:<br />- ¿Cuántas calles hay en Granada con el pavimento empedrado con chinas del río?<br />Me sorprendió tu pregunta pero no tanto. Porque, una vez más, mostrabas tu interés por las calles empedradas con piedrecitas del río. Te respondí:<br />- Sé que son muchas las calles y plazas que hay en Granada pavimentadas con piedras del río.<br />- ¿A que sería curioso recorrerlas todas para verlas y contarlas?<br />- Sí que sería un entretenimiento muy curioso. Y, además, serviría mucho para conocer Granada de otra manera y desde otra cara.<br /><br />Y aquella tarde, bajo la fina lluvia, seguimos avanzando. Igual que yo hoy pero bajo un ardiente sol de verano. Nos vinimos y me vengo, para el lado de la derecha. Buscando una calle, no muy ancha, que por aquí baja hacia el Corral del Carbón y Plaza del Ayuntamiento. Y, enseguida esta tarde, me tropiezo con el mismo pequeño rincón que vimos aquel día. Justo por la derecha y a solo unos metros de la Plaza Luís Rosales. Y, el rincón en concreto, es otra reducida plaza, con una fuente en el centro. Fuente hexagonal, de mármol color naranja o canela clara y con un chorro de agua grueso. Solo un chorro en el mismo centro y que fluye como en borbotones. Como si fuera un venero. Y el reciento chico, la plaza cuadrada donde se recoge la fuente hexagonal, está protegido por pequeño poste de piedra. Y, desde uno a otro de estos pivotes, gruesas cadenas de hierro macizo. Como amurallando a la fuente que se clava en el centro. ¡Es muy curioso y bonito este rincón chico!<br /><br />Sobre el agua clara que se remansa en el pilar del hexágono, caían las gotas de lluvia aquella tarde. Y dibujaban círculos concéntricos muy bonitos. Al verlos y sentirte en el centro de este curioso recinto, te paraste. Bajo tu paraguas y junto a tu amiga, la profesora de ruso. Miraste despacio las gotas de lluvia quebrándose en el agua del pilar de mármol y así te quedaste durando un buen rato. Como si soñaras, como si meditaras, como si buscaras, por las profundidades de tu alma, algo. Quise preguntarte pero me pareció que era importante y merecía respeto, tu silencio ensimismado. Tu oración, tu sueño… La plaza estaba repleta de una tranquilidad casi perfecta. Nadie pasaba por aquí. Igual que esta tarde. Y el silencio también era hondo. Solo se oían las gotas de la lluvia quebrándose en la superficie del agua de la fuente de mármol. También el repiqueteo de las gotas que se rompían sobre tu paraguas y en el pavimento del cuadrado.<br /><br />Y me acordé, en ese justo momento, de tu país lejano. De los tuyos, de tu ciudad, tan desconocida para mí, del río ancho que por ella pasa, del verde de aquellos campos, de la nieve que por allí cubre en invierno… Y, al mirar y ver que estabas aquí, a tanta distancia de aquel mundo tuyo y tan cerca de mí, una vez más me sentí sorprendido. Quiso decir algo pero, en ese momento, dijiste tú: - Lo mismo que cuando llueve en Rusia. Es tan exacto que hasta parece la misma lluvia.<br /></div></span><div align="justify"><br /><strong><span style="font-family:arial;">69 - El ameno rincón de la Plaza Tovar</span></strong><br /><span style="font-family:arial;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvgAjB3JvaI/AAAAAAAAAjM/s5tkcyTJTpw/s1600-h/DSC08128.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5113837978674380194" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvgAjB3JvaI/AAAAAAAAAjM/s5tkcyTJTpw/s400/DSC08128.JPG" border="0" /></a><br />Desde la plazuela de la fuente hexagonal, por el lado derecho, sale una calle. Adoquinada, estrecha y corta. Es tan chica que ni tiene nombre. Pero baja suavemente y, en unos metros, deja en el centro de esta plaza. Algo mayor que la de la fuente color naranja y, más o menos igual a la de Luís Rosales. Por eso es también, un rincón ameno, silencioso, recogido y sin salida para seguir excepto para la izquierda. Calle Mariana Pineda, que es donde se encuentra el Corral del Carbón. No lejos de la plazuela a la que voy llegando.<br /><br />Llego y, una vez en ella, me quedo parado y la miro despacio. Desde cierta distancia y, no en el mismo centro, sino desde el lado izquierdo. ¿Que te diga el nombre de este rincón? Lo pisaste aquella tarde, bajo tu paraguas y acompañada de la lluvia y tu amiga, la profesora. ¿A que lo recuerdas? Entramos desde abajo. Desde el Corral del Carbón porque, las puertas del palacio que hay en este ameno rincón, estaban abiertas. Y, a través de ellas, al fondo se veía un pequeño patio. Pero en la puerta, en las escaleras primeras según se entra, estaba la cruz de mayo. Y era lo que más se vía desde lejos y tú venías buscando. Todo el pasillo de la entrada estaba lleno de flores, de platos de cerámica granadina, de objetos metálicos, cobre dorado, de mantos de seda, de fruta de las huertas, naranjas, limones, granadas, membrillos, nueces, almendras…<br /><br />Era la decoración que envolvía y ensalzaba la hermosa cruz de claveles rojos que se veía al fondo. Una más de las muchas cruces de mayo que aquella tarde se repartían por la ciudad de Granada. Pero ésta era única. Por eso de estar montada en la misma puerta de un sencillo pero bello palacio. Me preguntaste:<br />- ¿Qué historia tiene este edificio?<br />Te respondí:<br />- No es muy antiguo pero su historia queda resumida de esta manera: Se le conoce con el nombre de Palacio de Abrantes. Fue edificado por Francisco de Bobadilla a finales del s. XV, quizá utilizando algunas de las antiguas construcciones que había en el lugar. Como ves, la portada es un arco florenzado con adornos góticos. La puerta tiene labor de lacería árabe, lo mismo que otros restos. Pero ¿sabes? Esta zona de la ciudad se encontraba, en tiempos de la Reconquista, salpicada de antiguas construcciones, que configuraban un paisaje agradable entre huertas y jardines. Ha sido muy cantada en los versos Árabes, porque tenían quarenta Alcaydes Moros, que era lo mas noble de su nación, quarenta casas de gran recreación por sus fuentes y jardines y por ellas llamauan a este barrio, el Haxariz, que sinifica Mármol, el barrio de la recreación y deleyte.<br /><br />Mientras te fui desgranando este breve relato mirabas al edificio muy interesada. Con la misma paz y armonía de siempre y despacio. Como si no tuvieras necesidad de ir a más lugares, ni de esta ciudad ni del mundo. Como si en ti, en tu esencia misma, lo tuvieras todo. Y, una vez más, en ese momento, me gustó tu serena compostura, tu silencio, tu manera de gustar las cosas de Granada, tu deseo de meterte dentro de toda la belleza y misterio de esta ciudad encantada. Quizá por eso, otra vez me dijiste:<br />- Quiero una foto.<br />- ¿Y cómo y en qué sitio la quieres?<br />- Cerca de la cruz de flores, por entre los mantones de manila, las naranjas y los limones.<br />Pedimos permiso a la persona que vigilaba y te dejó pasar dentro. Con cuidado, para no pisar la hierba que tapizaba y con respeto. Mostrabas mucho respeto por todo lo que por aquí descubrías. Junto a ti se puso tu amiga y, desde la entrada, hice varias fotos. Bonitas todas, por el marco, el colorido y la luz.<br /><br />Le diste las gracias al que nos había dado permiso y, al salir fuera, me dijiste:<br />- Para cuando vuelva a Rusia, llevarme conmigo y para siempre, un bonito recuerdo. Esto de las cruces de mayo tampoco existe en mi país. Y me gusta mucho. Es todo tan misterioso, alegre y con tanto colorido, que me levanta el ánimo.<br /><br />Seguía lloviendo mansamente. Por encima de los tejados del palacio se veían las nubes, blancas y negras. A ratos, se abrían como en rotos grandes dejando ver el azul del cielo. Pero llovía y no hacía viento. Todo estaba como suspendido, como esperando, como lleno de gran hondura y silencio. Igual que esta tarde, en el recinto mismo de esta Placeta Tovar. Porque este es el nombre del rincón donde aquella tarde estuviste. Un nido de serenidad que esta tarde te recuerda conmigo. Y el suelo, todo el recinto de la plaza y la calle que baja, también se encuentra adoquinada. No podía ser menos. Pero ahora mismo, los adoquines de granito, están secos. Es verano y hace mucho calor. Aquel día de mayo estaban mojados porque llovía y por eso relucían, al darle el sol. Hasta parecían trozos de perlas que, de alguna manera, tus ojos se recrearan y tus pies los acariciara. Porque, además, todo este rincón ameno, estaba muy limpio y olía a primavera, a serenidad, a tarde llena, llena de cielo.<br /><br /></span><span style="font-family:arial;"><strong>70 - Por el Corral del Carbón<br /></strong><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvgBAx3JvbI/AAAAAAAAAjU/zJuGodwMR1M/s1600-h/DSC08139.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5113838489775488434" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvgBAx3JvbI/AAAAAAAAAjU/zJuGodwMR1M/s400/DSC08139.JPG" border="0" /></a><br />Justo en el rincón ameno de la Plaza Tovar, nace la calle Mariana Pineda. Aunque también podría decir que nace abajo, en la Plaza del Carmen, que es la que hay delante del Ayuntamiento. Pero como yo esta tarde y ahora mismo, me encuentro en el rincón ameno, voy a decir que aquí es donde nace la calla Mariana Pineda. También porque tú, la tarde de las cruces, estuviste aquí. Y, lo mismo que yo ahora, seguimos recorriendo Granada desde este rincón para abajo.<br /><br />Y, avanzo solo unos metros bajando suavemente y ya estoy en la puerta hermosa. La del Corral del Carbón. Por la izquierda me saluda, desde su solemnidad histórica y hasta parece que me invita. Como si, desde la hondura de los siglos, me estuviera esperando y también a ti. Pero no paso enseguida. Me paro, justo en el centro de la calle y delante de esta puerta, y miro. Al frente, según voy bajando, ya te lo he dicho, avanza la calle hasta morir en la plaza del Ayuntamiento. A mi derecha, me queda otra pequeña calle. Es también corta y en ella hay muchas tiendas para los turistas. Miro por aquí, dejando a mis espaldas la gran puerta del monumento, y ¿sabes lo que veo? A solo unos metros, la calle Reyes Católicos. Discurre por aquí paralela a Mariana Pineda, y al mirarla, intuyo el río que corre subterráneo. Es el río Darro que, oculto a los ojos de todos, surca y atraviesa la ciudad como si no existiera.<br /><br />Y pienso que, será importante que por aquí el río vaya bajo tierra y no sea nada. Pero también me entristezco. Un río siempre es un río y tiene su belleza. Y cuando, como por aquí, se le tapa, parece como si le desposeyera de su dignidad. Como si se le quisiera aniquilar porque no es bueno. Por eso, quizá dentro de un rato o mañana, te cuente lo que fue este río en lejanos tiempos. Lo que fue y lo que por sus orillas crecía cuando de verdad era libre, surcando a cielo abierto, por aquí las tierras. Ahora, sigo mirando y cruzo, por la calle que avanza y paso al otro lado. Sin necesidad del puente que, aquí mismo, hubo también en otros tiempos. ¿Sabes lo que veo al final? La calle Zacatín y, al fondo, una pequeña puerta con un arco. En el centro de este arco, hay un azulejo y en él, escrita una palabra: “Alcaicería”. Sí, por aquí se entra la Alcaicería y precisamente por la calle más bonita. Desde ella y, por la parte de arriba y más al fondo, se ven las torres de la Catedral de Granada.<br /><br />Así que fíjate qué cuadro más original, justo desde la misma puerta del Corral del Carbón. Tú aquella tarde no apreciaste nada de esto. Caía la lluvia, dentro del Corral del Carbón, había otra cruz instalada y querías verla. Porque ésta era aun más bonita que las otras que ya habías visto. Por eso entramos, lo mismo que yo esta tarde y nos pusimos a buscarla, como con hambre. En el centro, justo donde el pequeño pilar, habían montado un escenario. Como un altar elevado dos metros o así y con varios niveles. En lo alto y en las escaleras, estaban las flores, las macetas, los platos de cerámica… La cruz se alzaba desde el fondo y la gente se achuchaba para verla. Porque era muy hermosa. Y verte a ti, recortada sobre ella y tu pelo negro con la lluvia trabada, también era un bonito cuadro.<br /><br />Esta tarde, el patio cuadrado del Corral del Carbón, está casi vacío. Solo unos turistas van de un lado a otro, sacando fotos y mirando embobados. En el centro se ve el pilar de piedra, rebosando de agua muy clara, los dos chorrillos que lo llenan y el empedrado que lo rodean. Aquella tarde no te fijaste pero el empedrado de este recinto sí es de verdad viejo, viejo. Con forma y color distinto a los que hemos visto por tantas calles y plaza de esta ciudad de Granada. Me paro un rato. Justo a la entrada, a la derecha y miro despacio. Por arriba cubre, muy enredadas entre sí, las ramas de una vieja parra. En este lugar, todo es viejo, todo es rancio, todo se hunde o sustenta sus raíces en la más honda historia.<br /><br />De las ramas de la parra que, por el techo se enredan, cuelgan los racimos de uvas. Aun verdes pero ya están gordas. Aquella tarde de tu presencia, empezaban a brotar. Dentro de unas semanas, cuando llegue el otoño, si volvieras por aquí las verías maduras. Yo sí volveré. Porque me gusta el otoño más que ninguna otra estación del año y porque quiero recordarte. Será al final de septiembre o comienzo de octubre. Quizá por las mismas fechas en que llegaste tú a Granada el año pasado. ¿Y sabes para qué, además, quiero volver? Para ver otra vez este patio y en él, enredada la parra y de las ramas, colgando maduros los racimos de uvas. Porque este sencillo espectáculo, aunque para muchos no sea casi nada es, sin embargo, bello entre lo bello. Quiero verlo y disfrutarlo para regalártelo. ¡Las cosas sencillas y deliciosas que tenemos en Granada!<br /><br />Y sobre todo, porque ahora recuerdo que tú aquella tarde de lluvia y cruces, cuando por aquí mirabas, me dijiste:<br />- Una parra como ésta es la que yo quiero llevarme a Rusia cuando me vaya, para regalársela a mi padre.<br />Ni tu amiga ni yo dijimos nada. Sobre las hojas de la parra que cubre al patio, caían las gotas de lluvia. Eran finas y por eso parecían rocío de primavera. Casi no mojaban pero prestaban un brillo especial a tu pelo y a las flores de la cruz que había en esta estancia. De pronto, otra vez dijiste:<br />- Las ciudades, los monumentos que hay en ellas, las calles, los sitios, si no se explican, son como si no fueran nada. Llegamos y miramos, vamos de un lado a otro y nos marchamos sin haberlos conocido a fondo. ¿Tú sabes lo que fue en otros tiempos este singular rincón de Granada?<br />- No lo sé todo pero algo sí.<br />- Pues cuéntame un poco.<br />Y, animado por tu interés, te dije:<br />- En dos pinceladas, esto fue y es el Corral del Carbón, Alhóndiga Yidida, de Granada:<br />Las alhóndigas eran edificios públicos que servían para albergar a los comerciantes y guardar los productos que luego se subastaban. En Granada, en sus dos épocas de esplendor durante las dinastías zirí (siglo XI) y nazarí (siglos XIII a XV), la actividad comercial fue muy importante. Por lo que contaba con varios establecimientos de este tipo. Desaparecidos todos ellos, el único que se conserva en esta Alhóndiga Yidida o Corral del Carbón, nombre este último que recibió tras la conquista cristiana por hospedarse en él los comerciantes del carbón. Su uso ha ido cambiando con el paso del tiempo: corral de comedias (S. XVI), casa de vecinos (desde el S. XVII), y en la actualidad se ha acondicionado para la celebración de proyectos y actos culturales. Realizado a principios del siglo XIV, es el único edificio de este tipo íntegramente conservado en España.</span><br /></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:Arial;"><strong>71 - Plaza del Ayuntamiento de Granada</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rvk7bR3JvcI/AAAAAAAAAjc/C7ptLyUnC-g/s1600-h/DSC08144.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114184191693143490" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rvk7bR3JvcI/AAAAAAAAAjc/C7ptLyUnC-g/s400/DSC08144.JPG" border="0" /></a><br />En cuanto se sale del Corral del Carbón, a la izquierda, sigue bajando la calle Mariana Pineda. Paralela, como ya te he dicho, a la calle Reyes Católicos. Y no hay más calles, ni a un lado ni a otro, que salga de ésta. Solo a unos metros y también por la izquierda, una callejuela que tiene el nombre de Lepanto. Discurre por entre los edificios del Corral del Carbón y el del Ayuntamiento.<br /><br />Pues salgo esta tarde del histórico patio del Corral del Carbón y busco la calle Mariana Pineda. Lo mismo que hiciste tú aquella tarde. Miro, antes de seguir, a un lado y otro y no veo casi a nadie. Muy solitaria está la calle. Solo unos turistas, como desorientados, miran y se mueven muy cerca de la puerta del Corral del Carbón. Cae la tarde y todavía hace mucho calor. Pero, por la calle que ya recorro despacio hacia la Plaza del Carmen, se mueve un poco de aire. No muy fresco pero alivia lo suficiente. Por la izquierda me va quedando la fachada del Ayuntamiento de Granada. Y, mientras despacio avanzo, te recuerdo y caigo en la cuenta que tampoco te expliqué este edificio. Lo hago ahora para que lo sepas.<br /><br />El Ayuntamiento granadino se levanta sobre un antiguo Convento de Carmelitas Calzados, construido en 1627. Con motivo de la Desamortizaciones que se llevaron a cabo en el siglo XIX, en 1858 el convento fue demolido en parte, quedando una zona ocupada por el Ayuntamiento. El edificio ha ido sufriendo remodelaciones, para adecuado a las necesidades. Tras pasar la puerta que da a la plaza del Carmen se accede al zaguán, espacio de tránsito hacia el patio, verdadero vertebrador del edificio y uno de los restos del antiguo convento. Se trata de un claustro de planta cuadrada con dos pisos y galerías de arcos de medio punto, sostenidos por columnas toscanas de mármol. El patio está fechado en 1622. Desde aquí se accede por una escalera a la zona noble del inmueble, donde se encuentra el Salón de Plenos, el Salón Amarillo o la Sala Mariana Pineda, despacho del Alcalde, entre otros salones.<br /><br />Se me termina la calle y ya estoy en la plaza. Un reciento bastante grande, con forma rectangular y con algunos árboles a los lados. Son magnolios y esta tarde, algunos de ellos, tienen sus flores abiertas. ¿Recuerdas los magnolios del jardincillo de las rosas? Te han gustado mucho y, lo que más, sus grandes flores blancas. Estos que crecen en la plaza del Ayuntamiento de Granada, ya las tienen abiertas. Y su aroma, fina y penetrante, impregnan todo el airecillo de la tarde. Por eso, la tarde, el recinto y el momento, parece que fueran de otro lugar del Universo. Cuando aquel día estuviste por aquí todavía no tenían flores los magnolios de esta plaza.<br /><br />Tiene también esta plaza, unas farolas de hierro forjado muy originales y asientos repartidos por entre los árboles. Y, por el lado de la derecha según he llegado, escolta la calle Reyes Católicos. La que es calle solo por arriba porque por debajo es por donde corre el río Darro. Así que, en tiempos pasados, el río por aquí iba como lo hace ahora por la Carrera del Darro: a cielo abierto. Por eso aquí mismo, había otro puente de piedra. Y, solo unos metros más abajo, siguiendo la calle Reyes Católicos, se elevaba otro puente más. Quizá el más importante de todo el río. Era justamente donde el Darro traza la histórica curva y gira en busca de su hermano mayor, el río Genil. La curva y trozo del río que se conocía con el nombre de “Puerta del río” y hoy es Puerta Real. El puente que te digo daba entrada a la famosa puerta que, a su vez, daba paso a la ciudad que había por este lado. La Puerta Bibarrambla, de donde luego tomó nombre la famosa plaza.<br /><br />En fin, no sigo porque Granada, ya sabes: rezuma historia por los cuatro costados. Y, como esta ciudad es tan vieja, tiene tantos y tantos años, su historia no es sencilla sino muy compleja. Se escarba y siempre hay más y más. Como si no tuviera, por ningún lado, un final. Pero yo, esta tarde, ya en la plaza del Ayuntamiento, de nuevo me paro y miro. Desde el lado de la calle Reyes Católicos. Al frente veo la fachada, decorada con las banderas de España, de Andalucía y de la Unión Europea. Las ondea el aire y son bellas, muy bellas. Y recuerdo que tú aquella tarde, la de las cruces de mayo, también por aquí te paraste. En el mismo centro de la plaza, habían montado un escenario. Y éste mucho más grande. Era todo un gran tablado flamenco. Por eso, desde el mismo Ayuntamiento y, de vez en cuando, aparecían grupos de jóvenes y se subían al escenario. Sonaba la música, ritmos flamencos y de sevillanas, y las muchachas ofrecían su gracia al público que llenaba la plaza. Porque la plaza, a pesar de la fina lluvia, rebosaba de gente. Todos querían ver la cruz que el Ayuntamiento había montado en esta plaza. Y también quería disfrutar del baile que ofrecían los grupos de muchachas. Lo mismo que tú.<br /><br />Junto a tu amiga, la profesora de ruso y con la boca abierta, cada vez que salían las bailarinas, se te llenaba el alma de alegría. Y me mirabas como diciendo:<br />- ¡Mira qué bello! La música me gusta mucho y las chicas que bailan, madre mía qué gracia. En Rusia esto no se ve ni en sueño. Me gusta España, me gusta Granada y este espectáculo tan bonito que no tiene comparación con nada.<br />Y era cierto. La tarde con su cielo lleno de nubes blancas y negras y la fina lluvia y el azul del cielo, a ratos, llenaban sinceramente por dentro. Como con la suavidad y pureza del más hermoso de los sueños. Por eso, tu alegría, tu contento, tu gozo por la vida en este justo momento, te chorreaba con las gotas de lluvia que caían. Me dijiste:<br />- Otra foto quiero.<br />Con tus manos señalaste para la puerta del Ayuntamiento. En todo lo alto del edificio, por encima de las banderas, resaltaba el caballo de bronce. La moderna estatua que han puesto aquí no hace mucho. Pero tú quería la foto junto a las macetas cilíndricas. Las dos que hay también en la puerta de este Ayuntamiento y son iguales que la de la Plaza de Isabel la Católica. Rebosaban de frescas flores rojas y esto a ti te atraía. Me seguías diciendo:<br />- Junto a estas macetas y que salga la fachada del Ayuntamiento, la estatua del caballo y las tres banderas. Y procura que salgan también las bailarinas danzando y, de fondo, la hermosa cruz de mayo.<br /><br />Hice lo que pude y luego me preguntaste:<br />- ¿Todos los años celebran aquí esta fiesta?<br />- Todos los años y también en Semana Santa. Por esas fechas, justo aquí mismo monta gradas con sillas que alquilan. Por el centro de estas gradas pasas las procesiones y la gente, desde las sillas, las contemplan cómodamente y sin prisa. Es justo aquí mismo donde comienza la Carrera Oficial. Y también, para la feria de Granada, en esta plaza montan una caseta con su escenario. Más o menos como ahora pero con otro tono. Y en Navidad ¿no viste tú el belén que todos los años ponen en el patio del Ayuntamiento?<br />Y me dijiste que no. Guardé silencio y para mí pensé que era cierto. Se te acababa tu tiempo y tenías que marcharte. Te ibas y no conocías sino cuatro cosas de esta ciudad, de su gente, de sus calles, de su historia… Y no volverás más. La vida nunca vuelve ni las cosas tampoco. </span></div><span style="font-family:Arial;"><strong><div align="justify"><br />72 - El escudo de Granada en la plaza del Ayuntamiento</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvwSEG76a9I/AAAAAAAAAjk/wuUE3fzCgoU/s1600-h/DSC08188.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114983138576722898" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvwSEG76a9I/AAAAAAAAAjk/wuUE3fzCgoU/s400/DSC08188.JPG" border="0" /></a><br />El día de las cruces tú no pudiste verlo porque, el escenario para los grupos de baile, lo tapaban. Pero yo esta tarde, antes de retirarme de la Plaza del Carmen y seguir la ruta, sí lo veo. Me vengo para el centro, me pongo frente a la fachada principal del Ayuntamiento, miro al caballo de bronce y lo veo claramente. En el mismo centro de la plaza y abierto como si fueran una hermosa águila. Es el escudo de la ciudad de Granada que, dibujado en el suelo con piedrecitas del río, se muestra precioso. Perfectamente claro, en un empedrado como los que a ti te gustan y con chinas del río, en blanco y negro.<br /><br />Y claro que esta tarde, al ver este escudo tan realmente original, me acuerdo de ti. Precisamente, una de las cosas que más te han llamado la atención en la calles y plaza de esta ciudad, no he tenido la suerte de ver contigo. Porque aquel día, ya te digo, el escenario lo cubría. Y, otros días, no sé si sola por aquí viniste y descubriste este otro, sencillo pero hermoso, trozo de Granada. Para ti, esta tarde, lo observo durante un rato y miro al cielo. ¿ Y sabes lo que veo? No las nubes blancas y negras que aquella tarde nos regalaban lluvia sino como un águila grande que se eleva y aleja. La veo ahora mismo y también la vi hace un par de noches en mi sueño. Y la vi de esta manera: desde el mismo centro de esta plaza, este escudo de la ciudad de Granada, alzaba vuelo. Como en forma de un gran águila, libre y hermosa, trazando círculos pequeños, subía y subía para el centro del cielo. Desde aquí mismo y observando como esta tarde, yo la miraba parado y contigo en mi pensamiento. Como ajeno por completo a la realidad que me rodeaba, gente, coches, casas, asfalto… Y como transportado en el vuelo libre de la grandiosa águila. Como si también me fuera con ella.<br /><br />Quise preguntar, no sé a quién, para que me informara. Y justo del lado derecho, de donde tú te pusiste aquel día para la foto, oí una voz que me dijo:<br />- El águila que surca el aire y se aleja hacia el corazón del cielo sí que se parece mucho al escudo de Granada. A éste que hay en el pavimento dibujado con pidrecitas del río.<br />Y pregunté:<br />- ¿Y por qué arranca de aquí y vuela y se marcha?<br />- Es la esencia misma de Granada, el corazón real de esta ciudad, que busca la libertad que siempre estuvo soñando. Porque lo que estás viendo, en sueño, es tu deseo, es el gran anhelo que, desde la profundidad de los siglos, siempre tuvo Granada: subir y volar al cielo.<br />- Lo estoy viendo y me parece hermoso pero no lo entiendo del todo.<br />- Tú has querido darle a ella, lo mejor de cuanto llevas en el alma y lo mejor de cuanto hay en esta ciudad. ¿No es cierto?<br />- Sí que lo es.<br />- Y tú mejor que nadie sabes que la imagen de este escudo, dibujado aquí en el centro de la plaza, no lo vio en su momento. Y ella ama mucho a Granada. Tu sueño, tu deseo, la esencia más fina que llevas en el alma, hoy quiere llevarle a ella esta imagen. El escudo mismo de Granada, arrancado desde esta plaza y convertido en águila y elevándose al cielo. ¿No lo ves claro?<br />- Del todo no pero sí es cierto que a ella le hubiera gustado ver esta imagen. Y también es cierto que ya no está por aquí y que hacia el cielo es hacia donde le corresponde volar Granada.<br /><br />Y después de estas palabras, ya no tuve más explicaciones ni respuestas. Por un rato más y, en silencio, estuve mirando al águila elevándose suavemente por el viento. En círculos cada vez más amplios y más alejados de este suelo. Deseé, en mi corazón, que hubieras estado y que hubieras visto esto. Lo deseé hondamente y por eso, esta tarde, tranquilamente me he parado frente a este magnífico escudo de Granada, en la plaza del Ayuntamiento. Y lo miro sin prisa y lo veo hermoso. Y me sigo diciendo que te abría gustado mucho verlo. Por la forma y materiales con que está hecho y por lo que representa como símbolo de la ciudad. En el corazón mismo de Granada. ¿Lo entiendes y saca de ello alguna enseñanza?<br /><br />Porque ¿sabes tú lo que representan cada uno de las imágenes que hay en este escudo? Te lo explico brevemente: El escudo de Granada, está cubierto por la Corona Real, orlado con una cinta rematada en su parte inferior por una borla de oro, en la que van grabadas las palabras: muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica ciudad de Granada. Su interior se divide en tres cuarteles. El que ocupa su mitad superior con los Reyes Católicos sentados en sus tronos, con corona y manto, en sus colores naturales. El Rey Fernando V a la derecha, con una espada en la mano diestra y la Reina Isabe1 I con un cetro en la suya. Ambos sobre campo de plata y cubiertos por un dosel rojo. La parte inferior se divide en dos cuarteles, el de la izquierda con la Torre de la Vela en plata, tremolándose en su parte superior la bandera de España, roja y amarilla, sobre fondo de oro. En el cuartel inferior izquierdo, hay una granada abierta en sus colores naturales, sobre fondo de plata. Todo queda rodeado con dos castillos en el centro de su parte superior e inferior de la orla, en plata, con dos banderas de España rojas y amarillas en lo alto de cada una y en diagonal, sobre fondo de oro, alternándose a sus lados con un total de seis leones en sus colores naturales y vueltos hacia el interior, con cuatro torres de oro sobre fondo rojo. El Escudo Oficial de Granada y sus Títulos completos, le fueron concedidos por S.M. la Reina Doña Isabel II, en el año de 1.843.<br /><br />Yo lo voy a dejar escrito en mi cuaderno y, dentro de unos minutos, seguiré recorriendo las calles y plazas de Granada. Para que no se me queda nada, de lo verdaderamente importante, por regalarte desde la distancia. Son tantas las cosas y tan profundos los momentos y todos tan interesantes que debes tener la oportunidad de conocerlos. </span></div><span style="font-family:Arial;"><div align="justify"><br /><strong>73 – Los churros del Café Fútbol en Plaza Mariana Pineda</strong> </span><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8BsetusDrL1T6sMzNSf1frzo9MkhqS8ck_Zh3HcyUuu5l0kBSM3BNNehiRxVvCm2zfxd4D94J9YNe7Rv4s9fXi6ySxNar3INTaJTtYxfaLL3KOjrJo7-GUlEqWOklfYAkDC-Ie_PZ7MI/s1600-h/DSC08192.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114983572368419810" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8BsetusDrL1T6sMzNSf1frzo9MkhqS8ck_Zh3HcyUuu5l0kBSM3BNNehiRxVvCm2zfxd4D94J9YNe7Rv4s9fXi6ySxNar3INTaJTtYxfaLL3KOjrJo7-GUlEqWOklfYAkDC-Ie_PZ7MI/s400/DSC08192.JPG" border="0" /></a><br /><span style="font-family:arial;">Por el lado sur de la plaza del Ayuntamiento, casi en el centro del lateral, comienza la calle. Y se le conoce con el nombre de calle Navas. Importante, muy importante, entre todas las calles de Granada. No por la historia o grandes monumentos en ella sino por los turistas y los establecimientos que para ellos por aquí hay. Pero eso sí: es interesante y necesario conocerla para tener una visión más completa de Granada.<br /><br />Y tú la conoces. Pasaste por aquí aquella tarde de la lluvia y también en Semana Santa, para ver las procesiones. Porque, todas las procesiones de la Semana Santa de Granada, recorren esta calle. Es la entrada a la Carrera Oficial. Todos los pasos transitan esta vía y, al llegar a la plaza del Ayuntamiento, se meten dentro de la Carrera Oficial. Por eso montan, en esta plaza, las gradas con las sillas que ya te comenté. Para que las personas, cómodamente gocen de estos desfiles.<br /><br />Pues esta tarde, siguiendo con el recorrido de la última ruta que para ti hago por las calles de Granada, salgo de la plaza y entro en la calle Navas. Es ésta una de las zonas más apreciadas para el tapeo, tanto por granadinos como por los turistas. Situada en pleno centro, junto al Ayuntamiento, se convierte en un lugar perfecto para tomar un aperitivo. Algunos de los bares, por la zona, son: los Diamantes, especialidad en pescadito frito, el Fogón de Galicia, la Abadía, la Sacristía, las Copas, Río…<br /><br />Toda la calle está empedrada con grandes losas de mármol, en colores varios. Limpia. Muy cuidadas las fachadas de las casas, la mayoría, bares, restaurantes, alguna librería y hoteles. El primero, según he entrado a la izquierda, tiene el mismo nombre de la calle. Luego, a un lado y otro, se ven muchas terrazas y, a mitad de la calle, un nuevo segundo hotel. A éste le han puesto por nombre Dauro, lo mismo que el río que atraviesa Granada pero cuando en él la gente buscaba oro. Dauro, el río que da oro y luego pasó a llamarse Darro. Esto sí lo sabías tú porque un día te lo comenté.<br /><br />¿Que si te gustó a ti, la tarde de las cruces, esta calle Navas? Yo sé que sí. Porque caminabas despacio, si apartarte de tu amiga la profesora, bajo el paraguas para que la lluvia no te mojara y me preguntabas:<br />- Y el tercer hotel de esta calle ¿por qué se llama Palacio de los Navas?<br />El tercer hotel, un viejo palacio restaurado, es el último edificio, por la derecha, en esta calle. Forma esquina con la calle San Matías, la que lleva directamente a la plaza Mariana Pineda. Te respondí:<br />- Es que este edificio, en sus tiempos primeros, fue exactamente lo que indica el letrero: el Palacio de los Navas. Te doy más detalles:<br /><br />El barrio en el que se ubica el hotel que ahora mismo vemos, conserva algunos de sus mejores edificios, excelentes construcciones que, desde muy antiguo, le fueron confiriendo su buena imagen. El alto nivel de vida de la mayoría de los vecinos de este barrio, exigía una mayor calidad y estilo en la construcción. Aquí se asentaron bastantes familias de la primera nobleza granadina, la inmediatamente posterior a la toma de la ciudad a finales del siglo XV. El Palacio de los Navas lo hizo construir, para su vivienda, un rico caballero de aquella época, el Duque Francisco Navas o de Navas. La leyenda cuenta que fue este noble el que dio nombre a la calle, tal era la grandiosidad de su morada. Tras la desaparición de la familia, el palacio pasó a ser Casa de la Moneda, algunos dicen que también fue un hospital durante la guerra civil y, en sus últimos años, una pensión poco cuidada.<br /><br />Tenía esta construcción, las características de todas las buenas casonas granadinas de aquel tiempo: casa vivienda, centrada alrededor de un patio. Hoy se considera edificio representativo de la arquitectura de su tiempo. Graciosos arcos en el piso alto, portada almohadillada de piedra, patio con columnas también de piedra, escalera que comunica con la galería que se abre alrededor del patio con su fuente central y otros detalles de interés. Resaltan las dos torres laterales, el balcón central del primer piso y las dos rejas de forja y los huecos de su fachada, pequeños y bien distribuidos. Este inmueble está catalogado como Edificio Histórico. Como si dijéramos que, un buen trozo de la historia de la ciudad, está en este edificio.<br /><br />En la fachada de esta obra de arte y en la esquina con la calle Matías, te hiciste un par de fotos. También yo esta tarde de tu ausencia y sigo. Avanzo solo unos metros y ya veo la plaza Mariana Pineda. ¿La recuerdas? Seguro que sí porque aquella tarde, no habíamos llegado todavía a este recinto y ya me dijiste:<br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvwS3W76a_I/AAAAAAAAAj0/aXSKMYAcvTA/s1600-h/DSC08150.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114984019045018610" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RvwS3W76a_I/AAAAAAAAAj0/aXSKMYAcvTA/s400/DSC08150.JPG" border="0" /></a>- También, delante de la estatua de esta mujer, quiero una foto.<br />La estatua se levanta justo en el centro de la plaza. Entre un pequeño jardín y una también pequeña fuente. Los chorros claros fluían alegres y las plantas estaban muy verdes. Lavadas por la lluvia y vestidas ya con los colores de la primavera. por eso, con ellas decorándote y con la estatua de fondo, te hice varias fotos. ¡Bonitas fotos todas y delicado recuerdos de Granada!<br /><br />Tampoco sabías quién era Mariana Pineda. Por eso me dijiste:<br />- Nunca he oído yo hablar de esta mujer. Pero debió ser importante cuando la miman de esta manera. ¿Por qué?<br />Y te dije:<br />- Fue valiente y por eso la historia la recuerda. Nació en 1804 y se casó a los quince años, el 9 de octubre de 1819, con Manuel Peralta, partidario ferviente de la causa liberal. Él murió poco después y ella se quedó viuda a los 18 años con dos niños. En los años 1820, Mariana empezó a implicarse más con las actividades políticas. Se supo que falsificó pasaportes para ayudar a los soldados rebeldes a escarparse pero aunque la policía registró su casa, no encontraron nada. Sin embargo, volvieron el 18 de marzo de 1831 y al encontrar una bandera bordada con las palabras "Igualdad, Libertad y Derecho", la pusieron bajo arresto domiciliario. Después de intentar escaparse, diez días más tarde, la llevaron a un convento para los presos políticos. El 26 de marzo de 1831, una mula la transportó desde el convento a los Jardines de Triunfo donde fue agarrotada y enterrada en una tumba sin nombre. Ahora sus restos han sido desenterrados y enterados de nuevo. Hoy, una placa en la fachada de la casa en la calle Águila, 19, donde pasó sus últimos años, la recuerda. La casa familiar de Mariana Pineda se encuentra al principio de la Carrera del Darro, esquina con la Cuesta de los Aceituneros, frente a la Iglesia de Santa Ana.<br /><br />La plaza que lleva el nombre de esta mujer, también es hermosa. Recogida, no muy grande, con bancos a los lados, grandes árboles, kioscos de prensa y terrazas, por el lado de la izquierda, según llego y llegamos aquella tarde. En este lado, por detrás de la estatua que vengo comentando, es por donde se encuentra lo que yo tenía interés en mostrarte. Porque sabía bien que iba a ser para ti una novedad. Algo que por primera vez en tu vida ibas a probar. Por eso te dije:<br />- Mira al frente y lee.<br />Miraste al frente y, en voz alta, leíste:<br />- Bar Fútbol.<br />Y me preguntaste:<br />- ¿Qué es esto?<br />- El sitio más famoso en Granada, por su chocolate con churros. ¿No ves cuanta gente?<br /><br />Y sí, las personas se amontonaban, en la puerta, en la terraza y dentro. La tarde caía y, como la lluvia no paraba, apetecía un chocolate con churros calentito. Entramos y nos sentamos. Todo estaba lleno pero, por tu cara, se veía chorrera un gozo hondo y bueno. Era nueva para ti esta experiencia y este sencillo rincón de Granada. Por eso dijiste:<br />- En Rusia no hay ni chocolate ni churros ni bares tan famosos como éste. ¡Me gusta mucho!</span><br /><br /><span style="font-family:arial;"><strong>74 - Los gigantes de la Plaza del Campillo y,<br />Granada, como un libro</strong><br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rv1XXG76bAI/AAAAAAAAAj8/QnTphx90xdY/s1600-h/DSC07941.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5115340806273264642" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rv1XXG76bAI/AAAAAAAAAj8/QnTphx90xdY/s400/DSC07941.JPG" border="0" /></a><br />En un extremo de la plaza Marina Pineda, el bar del chocolate con churros, tiene una amplia terraza. Como aquella tarde llovía, apetecía recogerse dentro. Pero, como esta tarde de julio es calurosa y corre un airecillo fresco, agrada mucho sentarse en esta terraza. Y en ella me siento. Con la intención solo de descansar un rato y darle respiro también el alma, además del cuerpo. Y, mientras saboreo unos churros con un poco de chocolate, miro al lugar y te recuerdo. Y me digo que, a pesar de todo y tanto, es hermoso el momento, el rincón, el sol de la tarde calurosa, la sombra de los árboles que decoran la plaza y todo este singular trozo de Granada. Es hermoso y tanto que, aunque necesitaría cambiarlo por lo que en mi corazón sueño, también me apetece la realidad del momento.<br /><br />Termino mi respiro y el alimento y me levanto. Sigo mi ruta, ahora por el lado izquierdo, justo por donde tú aquella tarde. Paso por delante de una puerta donde leo: “Turismo Granada, Patronato Provincial”. Entro y pido algo que me ayude, un poco, a reconocer y profundizar los rincones que estoy transitando. No tienen nada. Todo es muy general. Lo siento aunque lo entiendo. Sigo la ruta. Por el lado de arriba, izquierda de la plaza y también de la estatua de Mariana Pineda, salgo del recinto. Y, solo unos metros más adelante, ya estoy en otra plaza. Un rincón nuevo que también conoces y es ameno, muy ameno. Interesante no solo por el lugar que ocupa en la ciudad de Granada si no también por la serenidad y el abrazo que invisiblemente regala. Y no meto en ello la honda y larga historia que aquí se condensa. Granada, ya sabes: insondable, inabarcable, desde cualquier lado que se le mire. Y su historia, la que por aquí han ido tejiendo los humanos, extensa, extensa como la biblioteca más grande. Cada rincón o espacio que ahora por aquí vemos, oculta detrás una realidad, como ya te he dicho, casi insondable. Pero sigo con lo que, por aquí, deseo compartir contigo.<br /><br />Justo en este lugar, aquella tarde, vimos otra cruz de mayo. Estaba montada bajo los árboles centenarios de la plaza chiquita que te estoy contando. Y aquella tarde, antes de acercarte a la cruz, me preguntaste:<br />- ¿Cómo se llama este hermoso rincón de Granada?<br />- Es la plaza del Campillo que, como ves, se encuentra a solo dos pasos de la plaza Mariana Pineda y de la Fuente de las Batallas. También se da la mano con la Acera del Casino y la plaza Bibataubín. Y ¿sabes? <a name="0_1"></a>La palabra “campillo” es diminutivo de campo, terreno común de un pueblo, lindante con él, que no se labra y donde suelen reunirse los ganados o establecerse las eras. En tiempos muy lejanos, por aquí hubo un campo, justo a orillas mismo del río Darro. ¿Cómo sería aquello y qué cosas y personas habría por aquí?<br /><br />Miraste buscando algo. Junto a la cruz se amontonaba la gente y, como la lluvia seguía cayendo, desististe de acercarte más. Pero sí comentaste:<br />- Lo que más me gusta, de esta plaza, son sus cuatro árboles gigantes. En las esquinas del recinto, recogidos por abajo con este círculo de ladrillos y rejas y, en el centro la fuente, este lugar parece de fantasía.<br />Y te di la razón. En aquella tarde tan especial y también ahora. Hoy no hay por aquí ninguna cruz de mayo. Pero sí los árboles centenarios, los cuatro gigantes bellos que a ti te gustaron tanto, arropan con su sombra todo el recinto. Sigue en el centro la fuente jugando con sus chorrillos y regalando un poco más de fresco. Por la derecha, según llego, en esta plaza hay muchas motos. Un gran número de motos aparcadas pero un poco fuera de la plaza. Por la izquierda y también según llego pero más cerca de la fuente, se ve una terraza, junto a un kiosco de prense. Su nombre es Chiquito. Y, como es verano, en esta terraza sí hay sentada mucha gente. Y, alrededor de la fuente y entre un árbol y otro, algunos bancos. Muy parecidos a los que hay en la plaza del Abad, en el barrio del Albaicín, donde estuviste sentada. En estos de aquí, no lo hiciste la tarde de las cruces pero sé que si estuvieras hoy, seguro que te sentarías.<br /><br />Me seguías preguntando:<br />- ¿Sabes tú cuantos años tienen estos gigantes de la plaza del Campillo, en la ciudad de Granada?<br />- Lo he preguntado muchas veces y he buscado por varios sitios y nadie me dio una respuesta contundente. Lo más que me han dicho es que hace unos años, los del Ayuntamiento, trajeron a una persona experta para que los estudiara y diera su opinión. Temían que enfermaran y murieran. Pero no, el experto dijo que estaban sanos, muy sanos. Que tienen sus raíces bien hundidas en la tierra y que, como el río Darro pasa cerca aunque subterráneo, la tierra está húmeda y de ella se alimentan.<br />- Pero según tu experiencia ¿cuántos años crees que tienen?<br />- Sé que, al comienzo del siglo pasado, ya vivían y estaban muy altos. Así que calculando, calculando, pienso que pueden tener más de ciento cincuenta años.<br />- ¿Y qué tipo de árboles son?<br />- Eso sí lo tengo claro: son plataneros. Y, además, puedo decirte que árboles como estos, tan hermosos, gigantes, sanos, recios y esbeltos, no hay otros en toda Granada. Son únicos y, por eso, se pueden considerar como auténticas joyas. Muchas personas los conocen por “Los plataneros centenarios de la plaza del Campillo”. Y el recinto, ya estás viendo…Es tan mágico, tan fresca la sombra y el siseo de las hojas de los gigantes y la música del agua de la fuente, que lo que más apetece es sentarse en estos bancos y dejar que siga corriendo el tiempo. Si más sueño ni más nada. Como si aquí se terminara y, al mismo tiempo, diera comienzo la vida que tanto buscamos los humanos<br /><br />Pero yo, esta tarde, no me siento. Me acerco a cada uno de estos árboles y los miro despacio. Les hago algunas fotos, los toco acariciando, como si pretendiera saludarlos y al mismo tiempo preguntarle. ¡Tantas cosas me gustaría preguntarles! También hago algunas fotos a la fuente y me recreo en el juego de su agua. Aquella tarde, lo mismo que en la fuente de mármol naranja, en ésta también disfrutaste de la lluvia. Como en un sueño fantástico, limpio, inocente, claro como tu propio nombre. No te acercaste a la cruz de mayo porque eran tantas las personas que la rodeaban que no había espacio. Pero sí dijiste:<br />- En Navidad, este mismo año, vine por aquí una tarde noche. Y ¿sabes lo que más me gustó de esta plaza?<br />- ¿Qué fue?<br />- Las luces que habían puesto, enredadas en las ramas de estos gigantes plateados. Verlos desnudos de hojas, con sus troncos tan gruesos y con tantas luces brillando, era precioso. También la fuente del centro y la grande, la de las Batallas.<br /><br />Una vez más me alegré oírte esto. Y una vez más, esta tarde, me alegro que vinieras por aquí en aquellas fechas. En aquellos día de la Navidad, en la tarde de las cruces de mayo y en aquella otra tarde de la feria de los libros viejos y de ocasión. ¿Lo recuerdas? Los mostradores con los libros se repartían por todo el reciento, tanto de esta plaza como la de la Fuente de las Batallas. Y tú ibas de un mostrador a otro, tocando, abriendo, leyendo títulos y fragmentos en los libros a la vez que comentabas:<br />- Los monumentos, los jardines, los momentos, los rincones, calles y plazas, en esta ciudad de Granada, son como tú dices: insondables. Es como si toda esta ciudad fuera un gran libro, único por su rotunda belleza y sin un final concreto. Como si todo fuera sorpresa, grata y hermosa, una hoja detrás de otra.<br />Y comprendí claramente tu sentimiento. </span><span style="font-family:arial;"><br /></div><div align="justify"><br /><strong>75 – Granada, desde la Fuente de las Batallas</strong></span><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rv3-q276bBI/AAAAAAAAAkE/DYWrDtlae1I/s1600-h/DSC07937.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5115524764017519634" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rv3-q276bBI/AAAAAAAAAkE/DYWrDtlae1I/s400/DSC07937.JPG" border="0" /></a><br /><span style="font-family:arial;">Desde el alcorque del gigante primero, uno de los cuatro plataneros de la plaza del Campillo, sigo la ruta. Caminando lento por este ancho recinto llamado, a partir de aquí Acera del Casino. A mi derecha, me van quedando las casas, casi todas tiendas en la parte baja. Este rincón sigue siendo muy hermoso. Porque según avanzo, subiendo para Puerta Real, por mi izquierda se me va quedando la gran Fuente de las Batallas. Junto a ella, como rodeándola, también hay algunos asientos. De la misma clase y forma que los de las plazas Marina Pineda y en la del Campillo. Y, en estos asientos, sí hay gente sentada. Miran a la fuente mientras descansan y charlan y dejan correr el tiempo. Porque los asientos están situados de cara a la fuente. Para disfrutarla desde la serenidad y la amplitud de la plaza.<br /><br />Esta fuente sí es grande. Quizá la más grande de todas las que hay en el centro de Granada. Y siempre se le ve lanzando al viento sus cortinas de agua refrescante. A su alrededor, también casi siempre, las plantas están verdes y las flores muy lozanas. Las tres cosas que a ti, aquella tarde de los libros, azul y muy soleada, te llamaron tanto la atención. Por eso dijiste:<br />- Un día, quiero preguntarte unas cuantas cosas, creo que muy interesantes para mí, de Granada.<br />Intrigado te pregunté:<br />- ¿Y qué es lo que quieres saber?<br />- Desde que llegué a esta ciudad me sorprendieron las fuentes. No imaginaba yo que hubiera tantas, distintas unas de otras, y todas regalando delicados chorrillos o cortinas de agua. Y también todas muy bien cuidadas. ¿Cuántas fuentes hay en las calles y plaza de esta ciudad mágica?<br />Y no pude responderte. Tampoco yo tenía claro cuántas son las fuentes que hay en Granada. Solo te dije:<br />- Sé que son muchas. Ya te dije que el agua en Granada es abundante. Son tantas las fuentes y decoradas con tan variados matices que, a veces, pasa lo que estás diciendo: que sorprende ver tan gran número de fuentes por rincones, calles y plazas. ¡Granada es mágica, como tú tantas veces me dices!<br />- Pues un día, lo vengo pensando desde que llegué a esta ciudad, me gustaría hacer una ruta exclusivamente de fuente en fuente. ¿A que sería otra forma muy original de conocer Granada?<br />- Sí que lo sería.<br /><br />Y otra de las cosas que aquella tarde también me dijiste que te llamaba mucho la atención, son las plantas que casi siempre hay junto a estas fuentes. Te pregunté:<br />- ¿Y qué es lo que de ellas te sorprende?<br />- Primero, que casi todas estas fuentes estén rodeadas de plantas. Muchas con flores, otras verdes, rosales variados, trozos de césped, macetas, arbustos, árboles…Y, en segundo lugar, que todas estas plantes estén igualmente bien cuidadas. Muchas de ellas frescas, con flores relucientes, perfectamente podadas… Esto, como también tantas veces ya te he dicho, no se ve en mi país ni en sueño. ¡Granada me encanta!<br />Y me alegré. Me sentí orgulloso, una vez más, que te gustara tanto esta ciudad, tan en sí, recogida y callada. Que te sintieras bien en estas tierras y que en tu alma existiera tan fina sensibilidad para la belleza. Te dije:<br />- Las plantas y el agua, siempre se abrazan. El agua es la esencia de la vida y las plantas, la vida misma. ¿Qué sería de nuestro Planeta si no tuviéramos ni plantas ni agua? Las plantas animan, dan frutos y alimentan al cuerpo y al alma. Y en Granada, como bien dices, muchas personas las cuidan, las respetan y las aman.<br />- Por eso también me gustaría que otro día me llevaras y me hables de esta otra cara de la ciudad mágica.<br /><br />Y aquí dejamos la charla. No hablase más, aquel día ni de esta Fuente de las Batallas ni de las flores que junto a ella han sembrando. Una delicada franja de césped vigoroso, con algunos arbustos y rodales de flores amarillas. Tan vivas y relucientes que, al darle el sol de la tarde, brillaban como si fueran perlas de oro. Voy rodeando, esta tarde la fuente, mientras camino despacio. Un poco antes de llegar a la altura del Teatro Isabel la Católica, me vuelvo para atrás. Pero antes, me paro un momento y miro par la puerta de este edificio. Recuerdo que también aquella tarde de los libros, al pasar por aquí, te paraste. Miraste interesada los carteles, leíste durante y rato y luego me dijiste:<br />- ¿Entramos un momento? No he visto yo todavía el interior de este teatro.<br />Noté que estabas muy interesada en no sé qué espectáculo. Me pareció bien que entraras. Y, mientras lo hacías, comentabas:<br />- A mí me gusta mucho el teatro. Quiero preguntar los precios de las entradas y las fechas de las actuaciones. Me gustaría ver, antes de irme, alguna buena actuación de flamenco, una buena obra de teatro, un buen cuadro de baile o alguna compañía de ópera. En este recinto, seguro que será muy interesante disfrutar de cualquiera de estos espectáculos.<br />Guardé silencio y pensé en tu país. Sé que allí, quizá no tengáis muchas de las cosas que sí hay por aquí, pero sois muy cultos. Muy amantes de las letras, de la música, de la pintura y del teatro. Y tú eres así.<br /><br />Al rato y, cuando ya te habían informado de todo lo que necesitabas, me volviste a preguntar:<br />- ¿De qué época es y quién construyó este Teatro de Isabel la Católica?<br />Hice memoria durante unos segundos y luego te respondí:- En tres pinceladas, esto es lo que sé: Que es un edificio construido a finales de la década de los 40, por el arquitecto Miguel Olmedo. Se trataba de un teatro a la italiana que, hasta el año 1997, se encontraba insertado en un bloque de viviendas. La superficie construida era de 2.765 m2 El aforo total es 696 localidades, repartidas en: patio, 396, palcos, 40, anfiteatros, 228, palcos 2º nivel, 20 y minusválidos, 12. Como ves, ahora su fachada y puerta principal sí es muy visible y hermosa. Con tres puertas, en forma de arco, en mármol rojo y tiene siete plantas de altura. Termina en una torre con dos plantas de altura y, en todo lo alto y en el exterior, se puede ver una estatua de la Reina Isabel la Católica. </span><br /></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>76- Los frutos de otoño por la fiesta de la Virgen</strong></span> </div><div align="justify"><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RwErN276bCI/AAAAAAAAAkM/x1Ttb2YrB-s/s1600-h/Frutos+virgen.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5116418168754695202" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RwErN276bCI/AAAAAAAAAkM/x1Ttb2YrB-s/s400/Frutos+virgen.jpg" border="0" /></a><br /><span style="font-family:arial;">Ya voy dando la vuelta a la Fuente de las Batallas. Circundándola por el lado que da al río subterráneo y caminando lentamente mientras bajo. Porque, desde aquí mismo, es bajada suave hacia el río Genil. Por eso las aguas del Darro, bajo el asfalto de la calle, van en la misma dirección que llevo yo. Y, porque pasa por aquí el río, el recinto tiene dos nombres casi en el mismo espacio. ¿Sabías tú esto? Pues sí: según voy bajando, a mi derecha que es por donde discurre el río, se le conoce con el nombre de Acera del Darro. Y, a mi izquierda que es por donde me queda la Fuente de las Batallas, los asientos y las casas, se le conoce con el nombre de Acera del Casino. ¿Ves qué curioso resultan algunas cosas en esta ciudad mágica?<br /><br />Rebaso la fuente y ahora ya lo que me va saliendo al paso es un recinto más amplio. Por aquí mismo se encuentra la entrada al aparcamiento. Porque, justo debajo de la Fuente de las Batallas, hay un amplio aparcamiento. Y, por donde se ve la entrada, aquella tarde de los libros, había montado un carrusel de madera para niños. Algo muy bonito y muy alegre y que ahora lo recuerdo. También esta tarde me encuentro este carrusel aquí ensamblado. Y recuerdo que, junto a él y cuando llega septiembre, colocan los puestos de los famosos frutos secos. ¿Tampoco sabías qué es lo que por aquí se celebra cuando llega septiembre? Pues te lo comento de una forma breve.<br /><br />Porque cuando llegue septiembre a su final, quedará poco para que se cumplan tres meses de tu ausencia de España. Una eternidad pero el tiempo lleva su marcha y prescinde de ti, de mí y hasta de los sueños que llevamos en el alma. Y por esas fechas, ya será otoño. El momento más bello de las cuatro estaciones del año. Y esta plaza del Campillo, la Carrera de la Virgen y las riveras del río que baja de las cumbres de Sierra Nevada, se visten con trajes pálidos, ocres naranjas, plateados y del color del oro. ¿Sabes? El otoño en Granada, qué lástima que no lo conocieras a fondo el año pasado y qué pena que tampoco puedas verlo este año. ¡Esto sí que es un espectáculo!<br /><br />Pero, cuando llegue septiembre, preámbulo del otoño, justo el último domingo, en el reciento de esta plaza, montan muchos puestos. No de libros viejos ni de turrón ni de caramelos sino de frutos secos. Y también con frutos frescos como acerolas, azofaifas, nísperos de invierno, membrillos, manzanas, uvas, melocotones de Guadix, nueces de la Alpujarra, chirimoyas y mangos de la Costa Tropical... Todo ello colocado con primor en unos puestos bien iluminados. Y, en torno a la Plaza de Bibataubín, tortas de la Virgen, pestiños de Vélez de Benaudalla, roscos de garbanzos, soplillos de la Alpujarra... ¿Que por qué hacen esto? Para celebrar la fiesta de la Virgen. Porque el último conmigo de septiembre, aquí en Granada, se celebra la fiesta de la Patrona, la Virgen de las Angustias. Y se celebra a lo grande. La gente vibra mucho y se vuelcan con gran cariño en la fiesta de la Señora. Tanto que primero, el día quince del mismo mes, hay una fabulosa ofrenda floral. ¿Que en qué consiste este otro acontecimento?<br /><br />Todo el mundo y, no solo las personas sino todas las instituciones de Granada, llevan flores a la Virgen. Y son tantas que no solo se llena el altar y el camarín sino toda la fachada de la iglesia, la puerta y hasta lo más alto de la torre. Sí, como te digo. Porque a la torre, la institución de bomberos de esta ciudad, elevan una escalera y allí colocan un ramo de flores y quitan el que pusieron el año anterior. Y, justo en este momento, pasa un helicóptero derramando pétalos de rosas. Miles de pétalos de rosas en todos los colores que caen, como en una lluvia olorosa, sobre el santuario de la Virgen, la puerta y la calle. Es muy hermosa y entrañable esta manifestación de cariño de todos los granadinos a su virgen, la patrona de Granada.<br /><br />Después de la ofrenda floral, todos los días hay actos religiosos misas, rosarios, novena… Y el último donmigo de septiembre, la procesión. Por la tarde siempre y de nuevo acuden miles de personas. Los granadinos quieren mucho a su patrona. Por eso, como ya te decía y por esos días, montan por aquí los puestecillos de las frutas. Es una costumbre que viene de muy lejos, de tiempos inmemoriales. Quizá porque en septiembre es cuando se acaba el verano y empieza el otoño y también es el final del año agrícola. Quizá por esto y porque justo en estas fechas es cuando se recogen la mayoría de los frutos de otoño. Y son muchos, ya te lo he dicho. Y a la gente también les gusta que se monten por aquí estos puestecillos con los productos de la tierra y época del año. Es muy bonito además de interesante y curioso. Porque la fruta, con sus colores y olores variados, dan a la fiesta, al día y al recinto, un toque mágico.<br /><br />Así que ya sabes un poco más de esta ciudad que te ama. Y te he contado todo esto porque tú, cuando llegaste por primera vez a esta ciudad, ya había pasado el día de la fiesta. No pudiste verla. Tampoco la verás este año ni el próximo ni nunca. ¡Lo siento! Aunque ya estás viendo: poco a poco voy escribiendo en mi cuaderno las cosas para luego regalártelas y que las sepas. Para que las conozcas bien y que siempre tengas un buen recuerdo de la ciudad que tanto has amado. Ella te quiere y también las personas que por aquí vivimos aunque apenas te hayamos conocido. ¿Sabes? Si en el corazón cultivamos buenos sentimientos, las personas serán amigas nuestras y el mundo cada día algo más bello. Y nosotros, cada uno y sin darnos cuenta, iremos modelando un gran reino sin fronteras. El sueño que todos en el alma llevamos, el cielo que todos soñamos.</span><br /></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>77 – Plaza de Bibataubín y el color granate</strong><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RwKEYW76bDI/AAAAAAAAAkU/CMKUmVI7hiw/s1600-h/DSC07951.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5116797680654904370" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RwKEYW76bDI/AAAAAAAAAkU/CMKUmVI7hiw/s400/DSC07951.JPG" border="0" /></a><br />Voy ya girando, por el lado de debajo de la Fuente de las Batallas, para la plaza pequeña. La rectangular y tupida de verde que precede al paseo largo. Y justo por donde voy torciendo, para la izquierda según bajo y que es por donde también me va quedando la plaza Mariana Pineda, rozo el comienzo del gran paseo. Lo saludo para irnos acercando y me digo y le digo que dentro de un rato, comenzaré a recorrerlo. Con la dignidad y atención que se merece el último trozo de Granada que andaré para ti.<br /><br />¿Y sabes? Aquí mismo, al comienzo del paseo de los tres nombres, avanzo muy despacio. No porque quiera comprobar o ver si estás, sé que no puede ser, aunque sí tu recuerdo de aquel día. Esto es lo que me retiene y los puestecillos de las castañas. Sí, castañas de los castañares de Sierra Nevada. Algo más, típico de esta ciudad y que tampoco disfrutaste como es debido. Un día te pregunté y me dijiste:<br />- Las castañas asadas que venden en algunos sitios de Granada, yo nunca las he probado.<br />- ¿Es que no te gustan?<br />- No lo tengo claro pero es porque tampoco me llaman mucho la atención. En mi ciudad no hay ni puestecillos ni personas que vendan por las calles castañas asadas. Y es porque tampoco en mi país se crían estos árboles.<br />- Lo entiendo. Lo de las castañas asadas por las calles de la ciudad es algo poco habitual en estos tiempos. Pero, en Granada, todavía se conserva la costumbre.<br /><br />Y también ha sido una pena que te hayas ido sin haber disfrutado de estas delicias. Cuando llega el otoño, la hermosa estación de los frutos, olores y colores más ricos, aparecen las castañas. Por la fiesta de la Virgen ya se ven las primeras. Pero las más buenas, son las de noviembre y diciembre. Ya por esas fechas hace frío y, calentitas, recién asadas, resultan deliciosas. Y, con el olor que desprenden, todavía están más apetitosas. Así que ya sabes: te recuerdo al pasar por el comienzo de la avenida de los tres nombres y recuerdo los puestecillos de castañas que, en otoño, ponen por aquí.<br /><br />Sigo andando sin prisa ninguna. Y, en unos metros, ya estoy en la pequeña plaza que vengo buscando. La plaza verde, rectangular y pavimentada con piedrecitas, como la mayoría de las calles del Albaicín. También conoces este pequeño rincón pero creo que solo por encima, como tantas cosas de esta ciudad. Y la conoces de aquella tarde de las cruces de mayo y de la tarde de los libros viejos. Luego lo repaso para que también se me quede recogido en mi cuaderno. Porque ahora, voy llegando y la miro con atención. A mi derecha me queda el comienzo del paseo de los tres nombres y, a mi izquierda, la figura de un palacio. ¿Sabes de qué palacio se trata? Del edificio que ahora ocupa la Diputación de Granada, uno de los emblemas históricos y arquitectónicos de la ciudad. Se asienta sobre los restos de una antigua fortaleza musulmana datada entre las épocas almorávide y almohade, a la cual se unía, formando un conjunto defensivo cerrado, una de las principales puertas de acceso a la ciudad: Bib-ataubin, nombre que pasó luego a este palacio. Hoy en día un edificio moderno, con una sencilla portada con columnas salomónicas. Alrededor de este castillo, durante los siglos XVI y XVII, entretenían su ocio, pícaros y bravucones.<br /><br />Avanzo, recorriendo la pequeña plaza y busco un asiento. No al principio sino por el lado de abajo. Cerca de la pequeña fuente y también próximo a la heladería que hay en la acera. El banco es de hierro macizo, bastante bonito y muy parecido al que usaste aquella tarde primera. El de la plaza del Abad, en el barrio del Albaicín. Me lo encuentro solitario. Y también los otros. Hay uno en cada esquina de la plaza pero me quedo con el que te he dicho. Y me quedo con él porque aquí voy a sentarme un rato. No para descansar sino más bien para meditar porque me gusta mucho esta plaza y porque recuerdo lo de aquella tarde de las cruces de mayo.<br /><br />Venías despacio, desde la plaza del Campillo, buscando el paseo de la Carrera de la Virgen, la avenida de los tres nombres. Y llovía, como lo hizo a lo largo de toda la tarde, suavemente, sin ruidos, a ratos y casi siempre después de pequeños momentos de sol. Por eso, la tarde aquella, resultaba tan bella y tenía tanto sabor a primavera. Y tu corazón lo notaba. Hablabas con tu amiga, la profesora, en tu idioma, desconocido por completo para mí y, al llegar a la plaza, te paraste. Miraste a las plantas, iluminadas por el sol y lavadas por la lluvia y preguntaste:<br />- ¿De qué color es la granada por dentro?<br />- ¿La granada fruta o la ciudad encantada?<br />- La fruta de donde toma el nombre la ciudad mágica.<br />- Por fuera es verde y por dentro granate.<br />Y guardaste silencio. Tu amiga y yo también. Al rato dijiste:<br />- Un día, cuando sea el momento oportuno, quiero sumergirme y empaparme hasta lo más hondo, del color granate de esta ciudad de Granada.<br /><br />Aquella tarde quise pedirte que explicaras lo que habías comentado. No lo hice. Tampoco en los días que siguieron ni antes de irte. Ahora ya es tarde. No tengo ninguna posibilidad de saber de ti qué era lo que querías decir. Esta tarde, miro con mucho interés todo lo que hay por este jardincillo. Desde el banco que, en la esquina de abajo mira de frente, observo callado.<br /><br />La plaza chica es rectangular. Como ya te dije y está dividida por la mitad. En dos trozos casi iguales. En la parte de arriba, la que está más cerca de la plaza del Campillo, hay un pequeño monumento. Como una gruesa columna rectangular y de unos dos metros de altura. En lo alto tiene una figura algo abstracta. Como las manos de una persona que imploraran al cielo. Y, en uno de los lados, en letras grabadas en la misma piedra, leo el nombre de José Antonio. Recuerdo que me preguntaste:<br />- ¿Quién es?<br />Te lo expliqué. No hiciste ningún comentario.<br /><br />Desde el monumento de la primera parte de esta plaza, recojo mis miradas para donde estoy. Como a unos tres metros de mí y también en el centro de la segunda división de esta plaza, se eleva una fuente. También pequeña. Nada puede ser grande en este recogido rincón de Granada. Pero la fuente, ahora mismo, no tiene agua. Queda enmarcada, por los cuatro lados, con precioso arriate de plantas, rosales, durillos, mirtos… Y estas plantas quedan arropadas por la sombra de unos naranjos. Los que luego, cuando llegue el invierno, decoran bellamente con sus naranjas maduras. También sé que a ti te gustaban mucho los colores de las naranjas que decoran los jardines de muchos rincones de Granada. Hasta recuerdo que alguna vez me preguntaste:<br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RwTSF276bEI/AAAAAAAAAkc/BiYxfw92Rbc/s1600-h/DSC06079.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5117446074687712322" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RwTSF276bEI/AAAAAAAAAkc/BiYxfw92Rbc/s400/DSC06079.JPG" border="0" /></a>- ¿Y por qué las personas no cogen estas naranjas?<br />Te expliqué:<br />- Es que no son comestibles, amargan mucho. Estos naranjos, solo sirven para decoración.<br />- Ni lo sabía ni lo había visto nunca. ¡Todo por aquí es tan distinto a como son las cosas en mi país!<br /><br />Por detrás del banco donde me he sentado, además de un par de naranjos pequeños, también crece un árbol muy curioso. De él no te hablé aquella tarde porque no lo viste pero ahora te lo digo. Es un tejo, un árbol realmente bello y cargado de mucho misterio. No es muy grande pero sí bonito. Y a mí, el tejo, me gusta mucho. En otros tiempos fue muy importante en toda España. Hoy ya quedan pocos pero sí conozco varios que son centenarios. Te digo cuatro cosas más de este árbol para que también conozca otro matiz de Granada. El nombre científico es: Taxus baccata. Según unas fuentes, proviene del griego taxis, hilera, que haría referencia a sus hojas en formación de dos hileras y según otras fuentes derivaría de toxikos, veneno, haría referencia a la toxicidad que tiene todo el árbol excepto la pulpa de su fruto. Igualmente pudiera derivar de toxon, nombre griego del arco que es una de las principales aplicaciones que históricamente se dio a esta madera. Baccata proviene del latín bacca, es decir baya pues su fruto lo parece aunque sin serlo.<br /><br />Así que fíjate qué bien engalanada se encuentra esta pequeña plaza. La fuente que antes te decía, aquella tarde, sí rebosaba. Y el cristalino líquido jugaba con la fina lluvia que seguía cayendo. Y ¿sabes? El recuerdo de ti por este sencillo rincón de Granada, bajo la lluvia de mayo y reflejada en las aguas de la fuente, es muy bonito. No se me borrará en mucho tiempo y menos cuando el otoño o el invierno, las lluvias de nuevo caigan. Es como un sueño muy plácido que siempre estará por aquí aleteando. Por eso, esta tarde, mientras medito mis cosas sentando en este banco de hierro, vuelvo a pensar en lo que aquel día dijiste. Y me pregunto que de qué modo podrías tú empaparte en el color granate de la fruta granada. Aunque creo que ya lo sé:<br /><br />Una noche tuve un sueño. Vi esta pequeña plaza y, aunque era la misma, tenía diferencias. Parecía como si estuviera en medio de un gran campo salvaje. Cerca de ella pasaba un río, no muy grande pero sí claro. Y a la derecha, por el lado de arriba, se veían unas encinas muy grandes. Por debajo de estos árboles, había unas rocas, color oro o puesta del sol en Granada. Por el lado de abajo de estas rocas brotaban unos chorrillos de agua. Clara, clara como el más puro viendo y caían al arroyuelo. Por él el agua corría y se iba al río. La corriente grande se la llevaba, suavemente, como meciéndola. Como si con el agua jugara y también con el vientecillo y el tiempo.<br /><br />De los chorrillos claros que brotaban bajo las rocas surgía como una nube de vapor. Y su color no era blanco de niebla o nieve o incienso, sino azul celeste y granate. El mismo color que tiene la granada fruta cuando se le abre. Y este color me llamó mucho la atención. Me acerqué a los chorrillos y bebí de ellos. Estaba fresca el agua. Como la nieve que en invierno cubre tu país gigante y además sabía a miel y al limón suave. Me resultaba extraño pero sé que en la naturaleza, en las montañas, en los campos, todo es siempre sorprendente. Por eso me quedé allí un rato como si me gustara mucho todo aquello. Como esta tarde en este rincón pequeño de Granada. Y vi, con mis propios ojos, algo muy hermoso que enseguida relacioné con lo que, la tarde de las cruces de mayo, dijiste del color granate.<br /><br />La nube de vapor que brotaba de los chorrillos que salían de aquellas rocas, formaron como una bola gigante. Su color era granate brillante y su perfume como el del jazmín. Una niña, muy parecida a ti, por su tez clara y su sonrisa pura, apareció y se acercó despacio. Un poco antes de llegar se puso frente a la bola de vapor granate, me miró y dijo:<br />- Voy a bañarme en esta esencia, sumergiéndome en su centro.<br />Y se zambulló en el corazón de la bola de vapor. Al poco salió por el otro lado de los chorrillos claros y eras tú justo en el centro de esta plaza. No me sorprendí sino que me pareció entender con toda claridad. Granada, como un jardín espléndido, río, llanuras y montañas bañadas por claros chorros de agua, color granate oliendo a incienso… La ciudad mágica que tanto has amado y que recorro ahora para regalártela, era la esencia del vapor granate. Y en su color purísimo y único, te bañabas para impregnar tu alma.<br /><br />Este fue mi sueño y esta es mi oración y reflexión en esta tarde. En la pequeña plaza empedrada y verde de la fuente donde te reflejaste. Granada es así de mágica y así de sencilla y bella.<br /></span><br /></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>78 - Tarde lluviosa de mayo por la plaza de Bibataubín</strong><br /><a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rwk1t276bFI/AAAAAAAAAkk/vPiugEH-Czk/s1600-h/DSC08214.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5118681513440472146" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rwk1t276bFI/AAAAAAAAAkk/vPiugEH-Czk/s400/DSC08214.JPG" border="0" /></a><br />Recuerdo muy bien que aquella tarde, la de las cruces de mayo, tú mirabas al agua de la fuente que hay en esta plaza. Se había cubierto el cielo con espesas nubes negras y ninguno lo habíamos notado. En ti y en el juego del agua estabas embebida cuando me animé a decirte:<br />- Cuando pase el tiempo te marcharás y luego, más de una vez en tu vida, te acordarás de esta tarde.<br />Me preguntaste:<br />- Sé que será así pero ¿por qué me dices ahora esto?<br />Y me dispuse a comentar contigo algo que, en aquel momento, antes y ahora, me hierve dentro. Pero no pude.<br /><br />De pronto, crujió un tueno. Tan fuerte que parecía que se hundía el cielo. Se levantó un poco de aire y, en cuestión de minutos, comenzó a llover. Con tanta fuerza que parecía que también las compuertas de los mares del cielo se habían abierto. No me preocupé pero creí que tú y tu amiga sí podrías asustaros. No fue así. Tal como estabas mirando a las claras aguas remansadas en la pequeña fuente, te quedaste. Bajo tu paraguas y sin mostrar temor ninguno. Me gustó tu serenidad. Yo soy muy amante de la lluvia, de las tormentas y de los truenos. Porque siempre he tenido claro que la lluvia, es el mejor de todos los regalos. Y verte a ti, templada frente al recio aguacero en aquella especial tarde de mayo, me dio mucho ánimo. No tenía ningún temor sino que me puse a disfrutar del magnífico espectáculo. Quizá por eso me dijiste:<br />- Granada, bajo la lluvia, también es algo fantástico.<br />Las gotas caían reciamente y, el pavimento de la plaza, las aceras y las calles próximas, empezaron a convertirse en ríos. Pequeños ríos muy claros que se unían al juego del agua de la fuente. Por la Carrera de la Virgen, por la plaza del Campillo y por donde la Fuente de las Batallas, la gente corría alborotada y buscando refugio. Desde nuestro pequeño rincón, verde y recogido, los observábamos y no parecían las mismas personas que habíamos visto momentos antes.<br /><br />Llovió reciamente durante más de media hora larga. Sin parar un solo momento. Por eso el agua corrió, a raudales descontrolados, en cada calle, plaza, acerca, cuneta y por la alfombra del empedrado de la pequeña plaza de los naranjos. Como en un divertido juego que iba lavando todas las aceras y calles y también las hojas de los árboles y los troncos del tejo añejo. Como si la ciudad entera se hubiera puesto a prepararse para una fiesta. Como si Granada toda se dejara lavar su cara para ponerse algo más guapa. Te dije, animado por la vibrante lluvia:<br />- Esto, visto en pleno campo o en la montaña, sí que sería un gran de asombro. Mucho más que desde el centro de esta plaza.<br />No hiciste ningún comentario. Quizá porque no llegaste a entender lo que pretendía decirte. Seguimos mirando a la lluvia, mudos y como esperando. Y, de pronto, todo se quedó parado.<br /><br />Dejó de llover, como si de pronto alguien hubiera cerrado las compuertas sin previo aviso. Pero era la gran nube negra que ya había pasado. Por eso, en cuestión de minutos, se abrió el cielo y apareció un radiante azul de fondo. Solo unos minutos después Salió el sol y sus rayos resplandecieron sobre todo cuanto la lluvia había lavado. Dijiste:<br />- Ahora todo parece mucho más transparente y claro.<br />Y era cierto. Después de la lluvia, con el cielo irradiando azul purísimo y con los rayos del sol reluciendo sobre las hojas de los árboles y las calles, todo parecía resurgir de un nuevo mundo. En el mismo centro de la plaza de los naranjos y, reflejándose en el agua de la fuente y en la que la nube había dejado, apareció como las llamas de una misteriosa lumbre. Como si del brillo de las piedrecitas que tejían el empedrado y de los charquitos del agua, surgieran llamas. Y como si de estas llamas naciera una puerta que invitaba a entrar a un nuevo mundo. Me di cuenta y comprendí lo que pasaba. Y me sentí tentado a explicarte lo que estaba ocurriendo. Pero, al no encontrar las palabras que necesitaba, me mantuve en silencio.<br /><br />Ahora, esta tarde de ardiente son de verano, ya me preparo para irme de la plaza y seguir la ruta. Para abajo y a la izquierda, Carrera de la Virgen hacia el río Genil. No llueve hoy ni hay nubes en el cielo sino que todo está bañado de un sol espléndido. Hace calor y te recuerdo y recuerdo la tarde de la lluvia y el brillo que por aquí apareció. ¿Y sabes qué es lo que pienso?<br /><br />Que las cosas y el tiempo, una vez más, me dan la razón. Te has marchado. Ya se ha quedado perdida para siempre, en el pasado, aquella tarde con su lluvia. De igual modo se van quedando, en los océanos del pasado, las tardes de este verano y la que ahora mismo me da su beso. Y hasta el mismo presente del momento que vivo, va pasando para quedar en la nada dentro de un rato. Como ha sido y será siempre la vida en este suelo. Y, al final del todo, hoy, mañana, pasado, dentro de un año, dos o cien ¿qué es lo que queda?<br /><br />Acaso un vago recuerdo de algo que, como yo, por aquí te recuerda. Quizá los renglones que voy dejando en mi cuaderno y poco más. Los que llegan, los que van ahora mismo por estas calles, viven sus historias igual que lo haces tú o yo, y no se interesen ni por ti ni por mí. La realidad es así. Sin embargo, aquella tarde de la lluvia, la de los libros viejos, las de tus baños en la piscina universitaria, las de tu bicicleta por las calles de Granada y otras que no recuerdo ni conozco y también esta tarde mía y otras muchas, todas y en cada momento, han abierto una puerta a la eternidad, a lo excelso, a lo que no es materia y permanece para siempre. Y hacia esa realidad, puerta que comunica al cielo, es hacia donde yo he ido llevando, en cada momento y paso, tu presencia por Granada y todo lo que de ella recojo en mi cuaderno.<br /><br />Dentro de un rato, un poco más avanzando en esta ruta de hoy y en el tiempo, voy a llegar al final. Justo en el templo de la Patrona de Granada. Ahí dentro, voy a pararme y, en su penumbra y silencio, me voy a quedar un rato. No sé cuánto. Ya será el punto y final. ¿Y sabes para qué haré esto? Para intentar entrar por la puerta que antes te he dicho. La puerta que, desde todo lo que es materia, se abre y lleva y da paso a la dimensión de lo excelso. Por esta puerta quiero entrar, llevando en mis manos todo lo que para ti y, de Granada, he dejado escrito en mi cuaderno. Para despegarlo de la materia y entregarlo a lo que es eternamente bello. Quiero que tú y tu presencia por esta ciudad mágica no seáis nunca pura materia que pudre el tiempo y queda en pavesa. Porque tengo claro que después de esta vida y lo que en ella cada día nos va rozando, hay un cielo asombroso. Tiene que ser así porque lo necesito, lo necesitas, lo necesitamos y yo cada día lo sueño, lo sueño, lo sueño.<br /><br />Esta realidad final es la que importa. Lo demás, la tarde, la lluvia, la fuente, la plaza, los naranjos, las calles, la gente… solo nos roza, lo vemos, lo tocamos y pasamos y aquí se queda. Tú ya no existes por ningún rincón de esta ciudad. No existes en materia pero sí en la realidad de lo que llamo cielo. Y esto es lo que importa, al final de todo. Por eso quiero que lo sepas. Y para eso voy a entrar, dentro de un rato, en el templo de la Patrona de Granada. Para despegarme un poco más de la materia y procurar entrar por la puerta que lleva a la dimensión de la eternidad. Solo esto merece la pena y es valioso.<br /><br /><strong>79 - La Carrera de la Virgen, el más hermoso paseo de granada</strong><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rwk13W76bGI/AAAAAAAAAks/zo37_KVK6Mc/s1600-h/DSC08219.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5118681676649229410" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rwk13W76bGI/AAAAAAAAAks/zo37_KVK6Mc/s400/DSC08219.JPG" border="0" /></a> </span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Desde la plaza de los naranjos, camino lento y subo un poco. Dirección a la Fuente de las Batallas pero con la intención de, en unos metros, torcer para la izquierda. Para entrarle a la nueva ruta que voy a recorrer, justo por el comienzo. Por la parte de arriba y lado de abajo de la explanada de la Fuente de las Batallas. Porque es justo por aquí donde comienza el gran paseo que hay en este rincón de Granada. El que es conocido con, al menos, tres nombres: La Carrera, Carrera de la Virgen o Carrera del Darro. Y es sencillamente bonito este pase. Te lo cuento con detalle conforme lo vaya recorriendo y también, por él, tu recuerdo.<br /><br />Porque tú, aquella tarde de mayo y la de los libros viejos, también pasaste por aquí. Con tu amiga, bajo el reluciente sol después de la recia lluvia y en busca de los caballos que aquel día desfilaron por las calles de Granada. Otro espectáculo nuevo para ti, que te emocionó mucho y te abrió una ventana más a las cosas de esta ciudad. Te iré contando despacio porque me interesa mucho por dos razones: para que se queden bien recogidas tus vivencias por esta ciudad y para que estas vivencias se guarden bien selladas en el singular marco de este paseo. No hay otro rincón, ni en Granada ni en el mundo, semejante en belleza, en luz y sombra y en frescura, al bulevar de la Carrera de la Virgen.<br /><br />Y ya he llegado a su comienzo. Justo, como te he dicho, por el lado de abajo de la Fuente de las Batallas. Aquí mismo empieza la ancha y hermosa calle. Me paro, justo en el centro y miro al frente. Hacia abajo. Porque todo, desde aquí, es bajada hasta topar con el cauce del río Genil. Así que esta avenida y yo ahora mismo con ella, va y voy en la misma dirección que corren las aguas del río Darro. Me queda a la derecha y a solo unos metros de donde estoy parado. Y, en cuanto avance un poco, entre el río Darro y este paseo, se mete una hilera de casas. Justo a la derecha mía y entre el paseo y el río.<br /><br />¿Y sabes? Desde donde me he parado y, antes de seguir andando, descubro perfectamente el gran pavimento del paseo. En los primeros metros, hay un recuerdo tapizado con un precioso pavimento granadino. Muy bello, por los adornos, los colores blancos y negro de las piedras que lo tejen y por los dibujos. Avanzo unos metros y ya piso el segundo pavimento. El que hay en todo el bulevar, desde arriba abajo. Es de baldosas de mármol gris, en forma de rombos, con pequeñas cintas de mármol negro, que también forman rombos pero más grandes. En cada rombo de adoquines en mármol negro, hay treinta y seis baldosas grises, en forma de rombos más pequeños. Curioso ¿verdad? Detalles como éste son los que hacen que el bulevar sea un paseo muy elegante, noble y bello. Y, además, como el pavimento de mármol está limpio y algo pulido, brilla. Igual o más que aquel día de mayo, después de la lluvia y con aquel sol tan puro.<br /><br />Comenzamos a bajar, como esta tarde yo y, antes de avanzar unos metros, te indiqué:<br />- ¿Ves? Aquí a los lados, justo al iniciar el paseo, es donde se ponen a vender castañas asadas, en los días de otoño y parte del invierno. Y también, a partir de aquí y hasta el final, a la izquierda desde el centro de este paseo, es donde montan las casetas en la feria del libro, en los primeros días de abril.<br />Miraste despacio y, después de un rato, dijiste:<br />- ¡Sin duda que esto es un lugar hermoso para una feria del libro!<br />- Lo es. Y, además de hermoso, resulta muy cómodo, fresco por la sombra que prestan los árboles, tranquilo por la amplitud del espacio y digno por la majestad de la arboleda y, al fondo, la gran fuente y los Jardines del Salón y el río que viene de las nieves en la alta sierra.<br />- Y lo de las castañas asadas en los días de otoño ¿también es típico de esta mágica Granada?<br />- Todavía, en algunas ciudades de España, se venden castañas asadas cuando llega el otoño. Pero en esta ciudad de la Vega Granadina, es otra cosa. ¿Sabías tú que, en las laderas de Sierra Nevada se crían los castañares más viejos del mundo?<br />- Es la primera vez que lo oigo.<br />- Pues es cierto. Y por eso, porque muchas de las castañas asadas que se venden en estas calles proceden de los castaños de Sierra Nevada, es por lo que tienen valor propio. En ninguna otra parte del mundo se dan realidades tan sencillas y a la vez tan naturales y buenas.<br />- Por lo que cada día descubro yo creo que necesitaría una vida entera para medio conocer los rincones, secretos y matices de esta mágica ciudad de la vega.<br />Y te dije que sí.<br /><br />Luego seguí y te expliqué también, en este mismo comienzo y antes de avanzar mucho, los arriates de plantas que decoran a los lados del paseo. Como enmarcando y de arriba abajo pero no continuos. Y justo en cada trozo de arriate y, de trecho en trecho, se elevan dos o tres árboles muy hermosos. Algunos tan corpulentos como los de la plaza del Campillo. Y te pusiste a observarlos despacio. Al rato me preguntaste:<br />- ¿Tienen los mismo años que los cuatro de la plaza?<br />- Algunos sí.<br />- ¿Y cuantos metros tiene este paseo de un extremo a otro?<br />- Así por lo alto, calculo que unos trescientos.<br /><br />Y luego comencé a explicarte el pavimento granadino que, a cada lado del gran paseo, también va escoltando. Como en una franja de un metro de ancho, discurre y enmarca para darle prestancia a las baldosas del centro. A la izquierda y derecha de estas franjas de empedrado granadino, junto con los arriates y la hilera de árboles, quedan las calles por donde pasan los coches. Dos calles no muy amplias y asfaltadas que también que van de arriba abajo.<br /><br />A los lados y, entre arriate y arriate, La Carrera tiene asientos. Del mismo tipo de mármol que las baldosas del centro y con respaldo de hierro forjado. Un apoyo sencillo pero muy cómodo y artístico. Y el diseño es el mismo para todos. También para cada banco es igual el espacio y el pavimento donde están clavados. Tú lo viste aquella tarde aunque no te sentaste en ellos.<br /><br />Íbamos ya por la mitad de este paseo cuando, al mirar y fijar tu atención en uno de estos asientos, dijiste:<br />- Si observas bien verás que todos están situados justo los pasillos que permiten cruzar la avenida de un lado a otro. Ha sido una idea brillante distribuirlos de esta manera. Y más acertado todavía ha sido decorar el suelo con este primoroso pavimento granadino.<br />Y te respondí:<br />- Por eso, cuando uno se sienta en cualquiera de estos bancos, siempre tiene la impresión de estar parado sobre una alfombra mágica.<br />- ¡Y qué cierto es esto y cuanto interés regala hoy cada rincón de esta ciudad!<br /><br />Nos iba quedando, a la derecha, el edificio del Corte Inglés. Al verlo me dijiste:<br />- En mi país tampoco existen estos establecimiento.<br />Y recordé, en ese momento y ahora esta tarde, cuando aquel día de los libros viejos. Después de recorrer todos los expositores de libros, viniste a este centro comercial. Me dijiste:<br />- Es la primera vez que entro aquí.<br />Y pensé para mí que iba a gustarte. Y así fue. Nada más entrar por la puerta principal, te fuiste derecha al rincón de los objetos típicos de estas tierras. Y lo primero que cogiste fue una bandera española. Me la mostraste sonriendo y luego cogiste la pequeña figura de un toro bravo. Me dijiste:<br />- ¡Mira qué curioso!<br />Me di cuenta que te llamaba mucho la atención estas cosas españolas. Me aclaraste:<br />- Tampoco en mi tierra hay nada de esto. Y a mí, me gusta, tanto el flamenco como los toros y la guitarra española. ¿Cuándo hay una corrida de toros en Granada?<br />- Por la feria del Corpus. Y casi todos los años vienen los mejores toreros y traen muy buenos toros.<br />- Por si a mí se me olvida, recuérdame que tengo que ir a los toros por estas fechas.<br /><br />Y fuiste sin que tuviera que recordarte nada. Por la feria de Granada, dos tardes seguidas fuiste a los toros. El Fandi y Ortega Cano fueron los que torearon. Y, unos días después, me dijiste que te habían gustado mucho. Y también me comentaste:<br />- Aquí en Granada y, desde que vine de mi país, no dejo de descubrir una maravilla detrás de otra. ¡Ay que ver qué bonita es la fiesta de los toros y cuanta gente disfruta con ella!<br />Me alegré de este gozo tuyo. Y me alegré que cada día, desde que habías venido de tu país lejano, descubrieras un poco más los secretos de esta indescifrable ciudad. Te dije:<br />- Como bien piensas tú, Granada es un libro inmenso donde, en cada página, hay algo nuevo y nunca parece tener fin. Todo es siempre como un comienzo.<br /><br />Un poco más abajo del edificio del Corte Inglés, solo unos metros y también por la derecha según íbamos y voy yo esta tarde, se alza el santuario de la Patrona de Granada. Al verlo observaste atentamente sus dos altas torres. Y luego te fijaste en la fachada y, al llegar justo a su altura, te paraste. Seguiste mirando mientras yo me fijaba en ti. Al fin preguntaste:<br />- ¿Y se puede ver esta iglesia por dentro?<br />- Cuando tú quieras y tengas tiempo venimos un día y la ves despacio. Te servirá para conocer más a fondo la realidad más íntima de Granada.<br />- ¿Es bonita esta iglesia?<br />- Mucho más de lo que imaginas.<br />- Pero yo no soy católica ni sé mucho de estas cosas vuestras. ¿Es interesante la historia de esta Virgen y su templo?<br />- Muy interesante y, no solo merece la pena conocerla, sino que es necesario para tener una idea medio completa de lo que es la ciudad de Granada. La Virgen de las Angustia y el santuario <a href="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4dsm76bHI/AAAAAAAAAk0/VKmurPn6G2Y/s1600-h/dsc00547.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5120062478570122354" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4dsm76bHI/AAAAAAAAAk0/VKmurPn6G2Y/s400/dsc00547.jpg" border="0" /></a>donde se venera, es un capítulo muy significativo dentro del voluminoso libro de la historia de esta ciudad. Tanto, que hoy en día, no se entiende bien esta ciudad sino se conoce a fondo lo que fue y es la su Patrona amada.<br />- Pues quiero saber. ¿Cuándo me lo cuentas?<br />- Un día, cuando quieras y tengas tiempo, venimos a ver esta iglesia, rezamos un poco y despacio te cuento.<br /><br />Y aquel día no llegó nunca pero yo no lo he olvidado. Por eso quiero contártelo, ahora y para que conste en las páginas de mi cuaderno. Será dentro de un rato.<br /><br />Sin embargo, al preguntarme:<br />- Del templo que observo ahora mismo ¿no me lo puedes definir en dos pinceladas.<br />Y te dije que sí:<br />- Como estás viendo, es parte importante de este gran paseo llamado La Carrera de la Virgen. Esta iglesia fue construida por Juan Luis Ortega, discípulo de Alonso Cano, en 1664. La fachada de ladrillo se sitúa entre dos torres con chapiteles y la portada tiene dobles columnas corintias, con frontones triangulares y escudos arzobispales. También presenta arco de medio punto y hornacina con imagen de la Virgen con frontón curvo partido, escudo real con águila bicéfala y ángeles laterales. Las esculturas son de Bernardo Francisco de Mora y su hijo José. El templo tiene planta de cruz latina y capillas laterales y cúpula barroca. El retablo principal, barroco, en mármoles incrustados, es un diseño de José de Bada.<br />Me diste las gracias y luego, durante unos minutos, seguiste observando.<br /><br />Ya esta tarde he pasado y dejo atrás este bello santuario de la Patrona de Granada. El edificio que aquella tarde te cautivó. Aquí sigue, en su silencio y como esperando. Ya te he dicho que a él voy a venir dentro de un rato. Para pararme y descansar y para poner punto y final al paseo que, por la ciudad y para ti, estoy elaborando.<br /><br />Y esta tarde, al rebasar el Santuario de la Virgen y acercarme a la fuente que hay al final, de nuevo traigo a mi mente tu presencia de aquel día por este lugar. Justo cuando veníamos por donde yo ahora, ocurrió algo que necesito dejar recogido en mi cuaderno. ¿Recuerdas aquel momento? Lo relato brevemente para rescatarlo del pasado y dejarlo eterno.<br /><br />Por el ancho paseo de este bulevar frondoso, jugaban algunos niños. El sol iluminaba puro derramándose sobre las verdes hojas de las plantas. La tarde se había vestido toda de azul. Porque, las nubes de un momento antes, se habían deshecho y por eso el cielo mostraba ahora su azul más puro. Muy pocas personas caminaban por este paseo. Nosotros bajábamos hacia los jardines del río pero las personas, muchas, se habían concentrado por el centro de la ciudad, buscando los rincones de las cruces. Y, frente a nosotros y al final, según íbamos caminando, ya se veía la gran fuente. Transformada en blancas cortinas de agua que relucían al sol de la hermosa tarde. Y se recortaban sobre la densidad verdosa del histórico jardín de Salón. Como en un juego de colores y transparencias que nos salía al encuentro para darnos la bienvenida. Preguntaste:<br />- ¿Esta fuente es nueva?<br />Te contesté:<br />- Hace solo unos días que la inauguraron.<br />- ¿Y qué nombre le han puesto?<br />- La han bautizado con el nombre de Fuente de las Granadas. ¡Fíjate qué curioso!<br />Y guardaste silencio.<br /><br />Seguimos bajando. Ya estábamos cerca de la fuente, llegando al final de la Carrera de la Virgen y al comienzo del Paseo de Salón. Y, según nos aproximábamos, la fuente se presentaba más y más grandiosa. A su alrededor se veían las fresca flores que por esos días habían plantado y también algunos grupos de jóvenes que se hacían fotos. Te dije:<br />- Es normal. Quieren tener un recuerdo de este sitio nuevo tan lleno de luz y agua.<br />Dijiste:<br />- Pues yo también quiero una foto con este nuevo monumento en Granada.<br />Y pensé que, con la luz tan limpia que regalaba la tarde, con los destellos que salían de los chorros que manaban de la fuente y con el verde reluciente que reflejaban las plantas del gran jardín del río, podría salir una foto fantástica. Una muy hermosa fotografía para el recuerdo.<br /><br />Ya nos quedaban solo unos metros para cruzar la calle que pone punto y final al paseo de la Virgen. Y, justo antes de cruzar, nos paramos para observa con más calma. Cuando, del lado de la derecha, río arriba hacia las cumbres de Sierra Nevada, al fondo allá a lo lejos, se presentó una fuerte ráfaga de viento. Como si de pronto se hubiera desatado otra furiosa tormenta. Por eso miré rápido al cielo. Y no, por el cielo solo se veían cuatro nubes sueltas, blancas y negras y, de fondo, el azul lejano y el sol esplendorosamente iluminando. Preguntaste, como sorprendida:<br />- ¿Qué esto?<br />No pude darte ninguna respuesta. Pero sí noté que tu voz se quedó como ahogada entre el ruido de las hojas de los árboles. Fue tan grande que parecía que, todos los árboles y al mismo tiempo, querían arrancarse del suelo y salir volando.<br /><br />Justo donde estábamos parados, a nuestra derecha, se alzaba y se alza un árbol gigante. Otro robusto ejemplares de Platanus hispánica. Otro monumento centenario, en los rincones de Granada, tan vigoroso o más que el anciano de la plaza del Campillo. Junto al tronco de este árbol es donde también yo esta tarde me he parado. Lo estoy mirando ahora mismo despacio y me emociono, a la vez que tiemblo. Él y yo, a partir de aquel día, tenemos en común un gran secreto. Algo que no hemos compartido con nadie y por eso tampoco tú lo conoces. Te hablaré de ello en su momento, si es que me queda tiempo y soy capaz de reflejarlo en las páginas de mi cuaderno.<br /><br />Ahora recuerdo que aquella tarde, de las ramas de este noble y hermosísimo árbol, el gigante que pone punto y final a la Carrera de la Virgen, las hojas salieron volando. Un gran puñado de hojas que la ráfaga de viento arrancó. Y algunas cayeron al suelo y, por el asfalto negro y la tierra del Paseo del Salón, revolotearon y se alejaban. Como si fueran trozos de pavesas que, sin rumbo, se dejaban empujar por los vaivenes del viento. De los otros árboles también cayeron hojas y, río arriba, se fueron. Como, si unas y otras se juntaran para, en una gran bandada, irse hacia las nieves blancas que relucían a lo lejos. Sobre las altas cumbres de Sierra Nevada. Y todo ocurrió de pronto y en un breve trozo de tiempo.<br /><br />No dijiste nada porque, pensé que esto, sí era para ti una sorpresa muy nueva. También lo fue para mí y para tu amiga. Pero yo, en aquel justo momento, me acordé de dos cosas: del sueño que había tenido unas noches antes y del otoño que tantas veces he querido compartir contigo. Y como también muchas veces contigo lo había hablado, ahora la ráfaga de viento y las hojas que por el suelo se iban, te lo trajeron a la mente. Por eso dijiste:<br />- Si ahora, que todavía estamos en primavera, estos árboles ya desnudan sus ramas y regalan las hojas al viento ¿qué será esto cuando llegue el otoño?<br />- Seguro que es un espectáculo precioso.<br />- ¿Tú has venido por aquí alguna vez en esos momentos?<br />- Cuando llega el otoño, los árboles de este paseo junto con los que hay por las riveras del río, se visten con un traje nuevo. De color naranja, amarillo y rojo y, al caer las tardes, sus hojas caen al suelo. Sin duda que es y será un espectáculo verlas caer, danzando por los aires y luego verlas rodar por las aceras de estas calles. El otoño es tan hermoso, tan recogido en si, tan misterioso, extraño y amigo de lo desconocido, que asusta a la vez que llena de gozo. Y, el otoño por estos jardines históricos de Granada, también regala sensaciones y colores únicos. f<br /><br />Y quise lamentar tu ausencia, por esas fechas, de Granada. Pero no lo hice. Sabía que no iba a gustarte. Y también temía que mi alma se llenara de tristeza. Pero sí te dije:<br />- Recuérdame luego, cuando estemos en un momento más tranquilo, en esta tarde o mañana o cualquier otro día antes de que te vayas, que tengo que contarte un sueño.<br />- ¿Algo que has soñado?<br />- Sí, y ha sido hace solo un par de noches.<br />- ¿Me puedes adelantar ahora algo?<br />- Es un sueño tan simbólico, todo tan lleno de blanco, con tanta luz y bañado de azul, que necesito contarlo despacio y en momento concreto.<br />- ¿Y tiene que ver conmigo y Granada?<br />- Tiene que ver con tu marcha. Por eso es un sueño trascendente, blanco porque hay montañas llenas de nieve y, al mismo tiempo, calentito y tierno. Porque hay viento blando que acaricia y se aleja llevando dulcemente entre sus brazos.<br />- Pues tienes que contármelo.<br />- Quiero y debo contártelo pero ahora no. Sigamos.<br /><br />Y aquella tarde de primavera, lo mismo que yo ahora en esta tarde de verano, nos dispusimos a cruzar la carretera. La atravesamos y, en unos metros, ya estábamos junto a la fuente que habían inaugurado solo unos días antes. Por eso todavía no estaba del todo acabada. Sí regalaba alegres chorros de agua y llenaba de música todo el entorno. Pero aquella tarde todavía le faltaba algo. Hoy ya sí está completa. Las flores que por aquí han sembrado la rodean con sus colores, los claros caños saltan y chorrean con alegre fuerza, el bronce con el que las granadas están hechas, ya luce color viejo, como el del borriquillo del Aguador de la plaza de la Romanilla y el pavimento que la circunda ya está todo puesto. Aquel día todavía lo estaban preparando.<br /><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4d2276bII/AAAAAAAAAk8/lgpJLcIFkKo/s1600-h/DSC08236.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5120062654663781506" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://2.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4d2276bII/AAAAAAAAAk8/lgpJLcIFkKo/s400/DSC08236.JPG" border="0" /></a><br />Pero aquella tarde de primavera, te paraste junto a esta Fuente de las Granadas y te hiciste la foto que momentos antes habías comentado. Y salió bonita. Mucho más perfecta de lo que habíamos imaginado. Tu traje blanco, el color que has vestido a lo largo de casi todos los días que has estado en Granada, destacaba mucho sobre el verde de los árboles y el verde viejo del bronce de la fuente. Y, al mismo tiempo, se confundía con el blanco de las nieves en las cumbres de Sierra Nevada. Desde esta fuente y todo el Paseo del Salón, Sierra Nevada queda lejos pero como todavía era primavera, aun quedaba nieve en las cumbres más altas. Hoy no brilla nada. Todo se ve, allá a lo lejos, como en una bruma añeja, algo gris y color pizarra negra.<br /><br /><strong>80 – Jardines del Salón, Puente Romano y río Genil<br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4eIG76bJI/AAAAAAAAAlE/ALjOhP4TiJA/s1600-h/DSC04433.JPG"></a><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4eIG76bJI/AAAAAAAAAlE/ALjOhP4TiJA/s1600-h/DSC04433.JPG"></a><a href="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4eIG76bJI/AAAAAAAAAlE/ALjOhP4TiJA/s1600-h/DSC04433.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5120062951016524946" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/Rw4eIG76bJI/AAAAAAAAAlE/ALjOhP4TiJA/s400/DSC04433.JPG" border="0" /></a> </strong></span><br /><span style="font-family:arial;">Cuando una ciudad entra en la categoría de “regalo”, suma en esta denominación, todas las demás categorías. La categoría de histórica, monumental, artística, con encanto, saludable, romántica, tranquila, hermosa…a mi parecer, son mucho menos que la denominada con el nombre de “regalo”. La categoría de “regalo”, es por la suma de todo esto y algo más que no está recogido ni en libros ni en documentos. Porque esta última denominación, creada en exclusiva por mí para esta ciudad de Granada y para ti, tiene un matiz que no hay en ninguna otra. Cuando se elige un regalo, especialmente para alguien, siempre es por algo que tiene que ver con lo íntimo, con lo exclusivo, con el corazón, con el espíritu. Muy distinto a las razones que hay en las otras categorías que ya he mencionado.<br /><br />Y tú ya lo sabes: desde mi libertad y deseo de eternidad, he decido elevar a esta localidad, a la categoría de “Granada, ciudad regalo”. Algo especial para ti y que voy dejando recogido en mi cuaderno. Porque veo y quiero que sepas los otros matices y espejos que nunca antes nadie descubrió en esta ciudad. Y, porque creo que es importante este aspecto, de ello te hablo para que lo sepas. De Granada como obsequio. Y más desde que estuviste por aquí y ahora faltas. Y un poco más, desde el momento que esta tarde de verano he llegado al rincón que te vengo contando. Al Paseo del Salón, en las riveras del río Genil, al final de la Carrera de la Virgen. Te sigo contando para continuar ofreciéndote, como regalo, un trozo más de la que tu has llamado siempre “la ciudad mágica”.<br /><br />Me he parado y, durante un buen rato, he permanecido junto a la Fuente de las Granadas. La nueva fuente que inauguraron cuando tú estabas todavía por aquí. Quiero ahora mismo gustarla despacio mientras recuerdo tu presencia, en aquella tarde de primavera. Hoy, solo yo sé que estuviste aquí y ya no estás ni vendrás nunca más. Por eso adquiere un valor especial la fuente que tengo delante, la tarde en sí, unida a la de aquel día de las cruces de mayo y a este gran Paseo del Salón.<br /><br />¿Sabes? Por este paseo histórico y, a partir de ahora también con la categoría de regalo para ti, no estuviste aquella tarde. Desde la fuente que tengo frente a mí, seguiste caminando hacia los jardines del río y la orilla, por donde el Puente Romano. Para este sitio voy a irme, dentro de un momento, y luego me volveré para atrás. Desde el mismo Puente Romano, una vez que te cuente las cosas y sienta por ahí, tu recuerdo. Pero antes de seguir y alejarme de la nueva fuente, voy a relatarte, aunque sea de una forma breve, lo que distingo desde aquí. Tú aquella tarde ni viste ni captaste muchos de los matices y singularidades que hay en este gran Paseo del Salón. Te cuento algo:<br /><br />¿Sabías que fue en la invasión napoleónica cuando, en las laderas del río Genil, se proyectaron los primeros trazados de estos paseos? Pues sí. En aquellos tiempos, toda la ribera derecha, por donde están ahora los jardines, era un estrecho corredor que servía de paso. Se le llamaba Acera de los Lecheros y después, Acera del Banco o Banco del Salón. En 1612 se plantó en este lugar una espesa alameda. Todavía puede verse en grabados de la época y en un lienzo que hay en el palacio Arzobispal de Granada, obra de Juan de Sabis de 1636.<br /><br />Este paseo fue reordenado en 1715 y otra vez a principios del siglo XIX. Hasta esta fecha ambos paseos estuvieron unidos. Los jardines que hay ahora vienen de la remodelación realizada entre 1823 y 1830. También en 1981 y en 1986 estos paseos fueron nuevamente arreglados, instalándoseles nuevas farolas, bancos y pavimento. También se restauró el quiosco de la música. Antes, aquí se ubicaba la feria. Era, este paseo, uno de los espacios centrales en la vida de Granada. También el Salón fue uno de los lugares centrales en los festejos de la Coronación de Zorrilla, en junio de 1889.<br /><br />Este boulevard granadino, conocido con el nombre de “El Salón”, incluye los paseos del Salón y de la Bomba. El primero debe su nombre a los términos franceses “Salle de Sejour”, sala de descanso, y el segundo a una fuente que hay en sus jardines. El saltador central tiene forma de bomba.<br /><br />Desde el principio los paseos del Salón y de la Bomba estuvieron decorados con muchas fuentes. Destacaba la de los Gigantones. Esta fuente vino del convento de San Agustín, estuvo en el Paseo del Salón hasta el 1892 y fue trasladada al Paseo de la Bomba para colocar, en su lugar, el monumento a Isabel la Católica. Estatua que, desde 1962, se encuentra en la plaza que lleva su nombre, junto a la calle Reyes Católicos. Y también, desde 1940, la Fuente de los Gigantones se encuentra en la plaza de Bibarrambla.<br /><br />El lateral izquierdo de los paseos del Salón y la Bomba fue embalsado en 1994 con ocasión de los preparativos del Mundial de Esquí Alpino de 1995. ¿Y sabías tú que en estos jardines hay varios monumentos importantes en la historia de Granada? Algunos de ellos son: la Biblioteca Pública, realizada en 1917 como pabellón del Liceo Artístico por el arquitecto Ángel Casas, la portada del bar Las Titas, con leoncillos y escudos de la ciudad, el monumento al Duque de San Pedro de Galatino, en 1923 obra del escultor Pablo Loyzaga, la fuente de la Bomba que da nombre a todo el recinto, el monumento a Francisco de Paula Valladar y Serrano y la romántica fuente de la Ninfa, legados todos del pasado reciente.<br /><br />Desde donde estoy parado ahora, ya te he dicho que junto a la Fuente de las Granadas, tengo una gran visión. Para la plaza del Humilladero, que me queda a mis espaldas y para el paseo en sí, que lo tengo al frente. De la plaza del Humilladero tampoco te dije nada aquella tarde. No tenías mucho tiempo. Sin embargo, como en este punto es justo donde nacen los paseos que recorro hoy para ti, quiero decirte que este lugar es también importante.<br /><br />La plaza del Humilladero, es como un pequeño escenario. Justo donde se acaba o comienza el paseo del Salón. Y lo hace como en una curva de medio círculo. Y, en este medio círculo, construyeron el escenario que te digo. Con solo tres escalones de atura, pavimentado con ladrillos puestos de canto y, en el centro, un círculo de losas de granito. Queda rodeado, este escenario, por unas farolas de hierro forjado. Y, desde el escenario hasta la Fuente de las Granadas, ya avanza el paseo. Como unos cincuenta metros de recorrido y unos sesenta de ancho. Todo de tierra, con bancos de cemento a los lados y farolas artísticas de hierro. Son tres a cada lado. Y también son las mismas farolas que decoran y alumbra todo el largo paseo del Salón.<br /><br />Desde el escenario de la plaza del Humilladero, si me subo encima y miro, descubro una hermosa y amplia panorámica. Como ya te he dicho, un trozo no muy largo de paseo, y enseguida y en el centro, la Fuente de las Granadas. Y, desde esta fuente río arriba, ya se abre y discurre el gran paseo del Salón. Va todo recto, desde el mismo círculo de la plaza del Humilladero, hacia lo que sería el barranco del Abogado, en el barrio del Realejo. Arriba queda, a la izquierda y allá en lo alto y a lo lejos, la colina del Carmen de los Mártires y el cementerio de Granada. Más abajo se encuentra la Cuesta de los Molinos, por donde vivió el escritor Ángel Ganivet. En la casa-molino, propiedad de sus padres y en la que la Diputación Provincial instaló el Centro de Estudios Etnológicos que lleva su nombre.<br /><br />A la derecha, queda el río Genil, que se le ve venir, sereno, como escondido y sin darse importancia, de las altas cumbres de Sierra Nevada. ¿Sabes? Es un gran espacio, muy amplio y hermoso, todo este Paseo del Salón. El río, sus riveras, el paseo en sí, los barrios que lo rodean, la configuración del terreno y luego el largo y amplio valle por donde el río viene llegando.<br />No lo sabes ni te lo dije pero ahora sí te confirmo que este rincón de Granada, es grandioso. Quizá el más importante de todos. Porque, al fin y al cabo, Granada fue nacida al apego de las aguas de un río. Las aguas eran necesarias y, en estos lugares, corren y hay tres ríos. Y, el más importante, es éste, el Genil. El que baja de Sierra Nevada, trayendo aguas muy puras, abundantes y buenas. Pero tampoco has conocido tú, ni siquiera una pequeña parte, de este río, hijo de las nieves. Ni siquiera el trozo que hay dentro de la ciudad de Granada y no es el mejor del río que te vengo anunciando. Porque el río Genil, es grande y bello, desde Granada hacia las cumbres de Sierra Nevada. Desde el puente Verde mismo hasta las cumbres donde nace: el Mulhacén, la Alcazaba y el Veleta. Este trozo de río, esta otra cara de Granada, una porción esencial en la realidad de la ciudad mágica, no la conoces tú. Ni siquiera un poco. Y es necesario conocerla para tener una idea aproximada de lo que es Granada. </span></div><br /><p align="justify"><span style="font-family:arial;">Desde la Fuente de las Granadas, lentamente sube el Paseo del Salón. Tendrá, más o menos, seiscientos metros de largo. Es lo que calculo sin poseer datos concretos. Creo que es de largo como la Carrera de la Virgen. Pero de ancho, casi tiene el doble o más. Y, te describo con detalle qué es lo que hay y de qué modo está configurado este paseo.<br /><br />Lo que tiene a cada lado, a la derecha y a la izquierda, todo es igual. Dos lados por completo semejantes. Por el centro discurre el gran paseo, de unos cincuenta o sesenta metros de ancho. El pavimento ni es asfalto ni son adoquines ni losas de mármol ni empedrado ganadito. Simplemente tierra de color bermejo. Pero eso sí, es una tierra especial. Cuando llueve no se forma barro ni tampoco se forman charcos ni se pega a la suela de los zapatos.<br /><br />A cada lado de este ancho camino de tierra discurre una hilera de bancos. Todos iguales y con la misma separación entre ellos. Estos bancos tampoco son de mármol ni de hierro forjado ni como el que te acogió a ti, en aquellas tardes primeras, en el barrio del Albaicín. Estos bancos son de cemento y nada más. Con un respaldar en el centro y asiento a los lados, todo en una sola pieza. Su diseño es moderno aunque ya tienen aspecto de viejos. Llevan aquí mucho tiempo aunque ni están rotos ni pintados.<br /><br />Entre banco y banco hay un poste de hierro forjado, de unos cinco o seis metros de altura. Arriba y colgando, cada poste tiene tres farolas de cristal blanco. Son artísticas y parecen bellas. También forma dos hileras junto con los bancos y a cada lado del paseo central. Detrás de las hileras de farolas y bancos, saliéndonos hacia la orilla del paseo principal, están los arriates. Protegen a las plantas de flores, a los arbustos y a los troncos de árboles. En el mismo centro de cada arriate se clavan los viejos árboles que decoran a este paseo. Más hacia la orilla hay un trozo sin vegetación y ya la carretera. A los dos lados del paseo bermejo, hay carretera asfaltada para los coches y con una sola dirección en cada lado.<br /><br />A la derecha mía, estoy mirando, desde la Fuente de las Granadas, en dirección contraria a como llegan las aguas del río Genil, queda uno de los edificios históricos. Es la Biblioteca pública. Tú aquella tarde la viste pero ni entraste ni te acercaste. Creo que te pareció poca cosa. Quizá te resultaba ridícula comparada con el inmenso edificio de la biblioteca en tu ciudad. No lo pongo en duda. Pero en tu país blanco todo son grandes llanuras. Sobra tierra por todos sitios. Y por eso, las calles y las avenidas con inmensas. También las distancias para ir a los sitios. Aquí en Granada, todo está como en sí recogido. Adaptándose al terreno y, aprovechando pedazo para construir una casa, una calle, una plaza, una fuente, un edificio… Todo por aquí es como de ensueño, de juguete, de fantasía, si lo comparamos con tu ciudad, tu mundo, tu país…<br /><br />En los arriates a los lados del paseo, como ya te he dicho, se clavan los troncos de naranjos, palmeras y plátanos. No tan gruesos como los de la plaza del Campillo o la Carrera de la Virgen pero sí son corpulentos y bellos. Avanzando por este paseo, lentamente subiendo hacia el barranco del Abogado, como a la mitad del recorrido y a la derecha, se encuentra el quiosco de la música. Otra de las construcciones históricas que hay en este recinto. Esta construcción se eleva como unos dos metros. Se sube al escenario por unas estrechas escaleras que tienen barandas de hierro forjado a los lados. Estas mismas barandas siguen y rodean al todo el escenario. El bonito el edificio y, como sé que a ti te gusta mucho la música, te recuerdo y me digo que te habría gustado verlo y pisarlo. No lo viste.<br /><br />Por la derecha del paseo que recorro ya te he dicho que discurre una carretera. Es la que luego sigue avanzando río arriba y lleva a los barrios que por este lado tiene Granada. También a varios pueblos, al embalse de Canales, a Güejar sierra y después a las cumbres de Sierra Nevada. Tampoco conoces esta parte de la ciudad. Pero ya estás comprobando: Granada, aun siendo mucho más pequeña y recogida que tu ciudad lejana, no es muy chica. Se necesita mucho tiempo y alguien que la explique bien para llegar a conocerla. Y para saborear cada rincón, también es necesario tiempo y una especial disposición. </span><br /></p><p align="justify"><span style="font-family:arial;">El final del Paseo del Salón, acaba en rotonda, igual que comienza. Y, en el centro de este final, se eleva una bonita fuente. ¿Que cómo se llama y qué sé de ella? No mucho. Solo puedo decirte <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhydd2SxQ8dgVttfcsU78e2aPwqPZ06OklXsG3QM-JjrYlKFW1MxmK4aLJS-kFk6KE9EFUYX3Mb6QGhAu3PQoZhz8k_kuFrpSnqlZJi30hK6ZxoWSt9aqZ-LkqT5wbN__fu5yP71myAVOg/s1600-h/DSC08252.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5122012415197342962" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhydd2SxQ8dgVttfcsU78e2aPwqPZ06OklXsG3QM-JjrYlKFW1MxmK4aLJS-kFk6KE9EFUYX3Mb6QGhAu3PQoZhz8k_kuFrpSnqlZJi30hK6ZxoWSt9aqZ-LkqT5wbN__fu5yP71myAVOg/s400/DSC08252.JPG" border="0" /></a>que tiene tres niveles y queda en línea casi recta con la Fuente de las Granadas. Ésta, a su vez, también queda en línea recta con la Fuente de las Batallas. Como formando un ángulos perfecto y un poco abierto, la Carrera de la Virgen con el Paseo del Salón y las fuentes marcando los puntos concretos. Un dibujo curioso y más sobre la realidad de este espacio.<br /><br />Pero sí, la fuente que pone punto y final al Paseo del Salón, destaca mucho por su belleza. En otros tiempos estuvo en el claustro del convento de Santa Cruz la Real. Es de piedra de Sierra Elvira y tiene unas escaleras para subir a la pila. Cuatro leones miran desde el eje central y la taza superior, queda coronada por una figura mitológica de mármol blanco. Se encuentra rodeada de arbustos modelados, algunos rosales y un pequeño pavimento de empedrados granadino. Los dibujos, son grandes cuadros delimitados con adoquines de granito.<br /><br />A la derecha de esta rotonda con la fuente en el centro, se encuentra otro de los edificios históricos. Es un bar típico y que se le conoce con el nombre de Las Titas. No es de lujo pero sí aquí vienen muchas personas a tomar sus tapas. Resulta agradable sentarse en la terraza también de empedrado granadino y, rodeado de plantas, aire fresco y sombra, tomar algo. Te habría gustado conocer esto. Justo al cruzar la rotonda que configura esta fuente, comienza el Paseo de la Bomba. Hay en él menos plantas. Solo una franja ancha, en el centro con pavimente de tierra bermeja, los mismo bancos de cemento, postes de hierro forjado de donde cuelga una sola farola y, a los lados, como una pequeña acera donde se clavan los árboles. Tampoco son de gran entidad. La decoración de este trozo de paseo es menos que el del Salón. Y sin embargo, el recorrido es mucho más largo.<br /><br />El recorrido ahora gira un poco para la derecha, procurando adaptarse a la curva que por aquí traza el río Genil. La fuente que te he dicho es el punto donde da comienzo la curva. Y por eso, por la curiosa orientación que este paseo tiene, deja ver, al fondo y a lo lejos, las altas cumbres de Sierra Nevada. No se distinguen del todo porque lo impiden la vegetación pero sí lo suficiente para saber que allí se encuentran estas singulares montañas. ¿Y sabes? Se puede pensar que este paseo y el que ha quedado atrás, tienen algo de parecido con el de la Carrera del Darro. Es así y no. Y es así porque aquél y éste, discurren siguiendo el curso de un río: el Darro y el Genil. Pero aquél río y el paseo en sí, quedan muy recogidos entre la colina de la Alhambra y el cerro del Albaicín. Éste paseo y río, va muy cómodo y ancho porque las tierras, a los lados, son mucho más llanas. Sobre todo, por el lado de la derecha. Pero aun con estas notables diferencias, el paseo de aquél río y éste de aquí, se parecen en algo. Además de ir los dos recorriendo el curso de un río, suben como si pretendieran adentrarse en las montañas en busca de la fuente primera. Como si pretendieran ir a las fuentes de las primeras aguas que riegan la tierra.<br /><br />Sin embargo, este Paseo de la Bomba, sí se engrandece mucho por el lado derecho. La amplia franja ajardinada que discurre por la orilla misma del río, le da una gran prestancia. Discurre desde el bar de Las Titas hasta el puente Verde. Y a esta franja se le conoce con el nombre de los Jardines del Paseo de la Bomba. Entre estos jardines y el paseo central, el de la tierra bermeja, va la carretera que lleva a los barrios que por este lado tiene la ciudad y a la Sierra. Así que, lo que podría ser una gran avenida, muy ancha y larga y también tranquila, queda mutilada por la fea carretera asfaltada. Divide el espacio en dos, hiriendo y quitándole valor a esta hermosa rivera del río Genil. Porque las tierras que cimientos a esta avenida, no son otra cosa que una pequeña vega tallada por las aguas del río. Tierras llanas, muy pegadas al cauce del río y, que sin duda, sería muy fértiles en otros tiempos. Antes de que las modelaran para darle forma a estos paseos y jardines.<br /></span></p><br /><p align="justify"><span style="font-family:arial;">Los árboles que hay en la franja de la derecha, entre el río y la carretera, son palmeras, naranjos, plátanos y pinos. Por entre los troncos y las sombras de estos árboles crecen un gran número de arbustos y luego ya, plantas herbáceas de flores. Todas las plantas se ven muy frescas. Acaban de restaurar todos estos jardines y paseos, después de mucho tiempo y una buena polémica entre las administraciones y las personas que viven en esta ciudad. Por eso, al final, la restauración ha quedado casi en nada porque parece que se han llevado por delante algunas plantas muy bellas y han sembrado otras nuevas. Sin embargo, han echado nueva tierra, han puesto riego por goteo, han restaurado algunos trozos de pavimento y han pintando los postes de las farolas.<br /><br />Esta franja ajardinada, el auténtico jardín del Paseo de la Bomba, se distribuye de la siguiente manera: una calle en el centro y otra calle pegando al cauce del río. En la primera calle, queda una franja de unos cuatro o cinco metros donde hay un arriate y árboles y arbustos. Algunos de estos árboles son gruesos, altos, con mucha fronda y muchos años enredados entre sus ramas. Son centenarios. A la derecha de la franja del centro queda otra franja casi igual de ancha y también árboles y arriates. Después está la calle más cerca del río, también con pavimento de tierra bermeja y una acerca con baldosas de cemento. Y luego, el muro que separa y protege del río, con barandas de hierro. Sobre este muro hay farolas, de trayecto en trayecto, con un diseño muy similar a las de los dos grandes paseos pero más sencillas. Un simple poste de hierro, no muy alto, y una farola de cristal blanco coronando. Por la noche, cuando están encendidas, crean un ambiente casi mágico a lo largo de toda la orilla de este río. Así que todo este espacio, ya te he dicho que son los jardines recién restaurados, es muy bonito y está quedando bien. Sobre todo, por la presencia de árboles tan significativos y nobles.<br /><br /><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxUKtm76bNI/AAAAAAAAAlk/XDJ_f8s9pl8/s1600-h/DSC08253.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5122011929866038482" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxUKtm76bNI/AAAAAAAAAlk/XDJ_f8s9pl8/s400/DSC08253.JPG" border="0" /></a> Al final del Paseo de la bomba, se encuentra la máquina de la fábrica de azúcar. Una pieza de museo que colocaron aquí para decorar. Forma una rotonda, solo para coches y justo al comienzo del Puente Verde. Superando esta rotonda, ya se llega al último tramo y fuente de este largo paseo. Y esta fuente es muy sencilla. Solo dos pilones en forma rectangular, con diez caños de agua en cada lado de los pilones. Surgen hacia arriba y caen al centro formando un arco que, en este caso, sería veinte arcos en cada pilar. Dibujan una figura muy bella. El pavimento, a los lados, es de mármol negro. Y más a los lados, hay algunos asientos y árboles. Y, los últimos metros de este Paseo de la Bomba, quedan rematados con un pequeño espacio cuadrado. Su nombre es plaza de San Pedro de Galatinos, el constructor del viejo tranvía a Sierra Nevada. Tiene este reciento, cuatro hileras de columnas de cemento, con hierros en forma de arcos que cubren por arriba y algunas plantas enredadas en estos hierros. También hay asientos a los lados.<br /><br />En los extremos de los jardines y paseos que acabo de contarte, se encuentran los puentes del Genil, romano, y Verde, declarados monumentos. El Puente Verde debe su nombre a una construcción anterior en el mismo enclave, de madera pintada con ese color. También conocido como Puente de Sebastiani o de los Franceses, está edificado en cantería con un solo ojo de arco escarzano, cuya luz salva el ancho del cauce. Y el puente romano, cruza el río Genil donde el río Darro se junta con el hermano mayor que baja de las altas cumbres. Fue construido en el siglo XI, durante la taifa zirí, y tiene cinco arcos semicirculares apoyados en machones reforzados con tajamares.<br /><br /><strong>81 - El jardincillo centenario junto al puente romano<br /></strong><a href="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxtojG76bQI/AAAAAAAAAl4/Itj27ydelO4/s1600-h/DSC08257.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5123803953430686978" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://4.bp.blogspot.com/_Z18ErpAjWCs/RxtojG76bQI/AAAAAAAAAl4/Itj27ydelO4/s400/DSC08257.JPG" border="0" /></a><br />Desde el centro del paseo donde se alza la Fuente de las Granada, aquella tarde, seguimos avanzando. También yo lo hago hoy. Aquella tarde ya el sol iba muy bajo. Y, aunque la fuente no estaba terminada, sus claros chorros sí fluían. La tarde seguía teñida de azul, por el cielo jugueteaban trozos de nubes blancas y negras y, la espesura y verde de estos jardines, se recortaba en el viento y en los colores puros del cielo. La tarde mostraba un hermoso escenario. Un cuadro fantástico saturado de colores, luces y sensaciones. También esta tarde de hoy se derrama hermosa pero atravesada de un fino dolor, por tu ausencia.<br /><br />Seguimos y, antes de cruzar la carretera que separa de los jardines que hay junto al río, nos encontramos y me encuentro con otra acera. Es una franja, como de metro y medio de ancha, que recorre todo el lado derecho del Paseo del Salón. Su pavimento es empedrado granadino y, el borde, entre el empedrado y la carretera, son adoquines de granito. Al pisar esta acera te paraste y, durante unos segundos, miraste al suelo y me miraste a mí. Entendí lo que sentías y querías decir. Te pregunté:<br />- ¿A que es bonito?<br />- No me cansaré nunca de la belleza de este empedrado. ¡Me gusta tanto!<br /><br />Cruzamos y esta tarde también lo hago. Enseguida pisamos y suelo de la tierra bermeja de los pasillos de este jardín del río. Vergel hermoso en un rincón chico justo al comienzo del puente romano, por delante de la Biblioteca Municipal y donde empieza el fabuloso paisaje de los jardines centenarios. Porque aquí mismo es donde comienza el verde y largo jardín de las riveras del río Genil. El que es bien conocido por los jardines del Salón y de la Bomba. Y el rincón en sí es tan hermoso, fresco, silencioso y verde que levanta el ánimo solo rozarlo.<br /><br />Pequeños arriates discurren formando las calles de tierra bermeja y pequeñas plantas de flores rosadas engalanan en los trozos de tierra que delimitan los arriates. Y, entre estas plantas, emergen los gruesos troncos de los árboles. Queda, enseguida y por la izquierda, la fachada de la Biblioteca Municipal, las escaleras y la puerta. Y queda, el edificio de esta biblioteca, como camuflado entre el denso bosque de las ramas de los árboles centenarios, altos y gruesos. Justo en la misma fachada de esta biblioteca, hay una fila de cuatro robustos árboles. El que está más próximo a la puerta de la biblioteca es una palmera. Hermosa y alta y vieja, muy vieja. Su tronco presenta heridas y arrugas muy profundas, regalo del paso del tiempo. Los años la han ido pudriendo y por eso se le vez tan rota, tan escortezada. Pero transmite respeto y da mucha dignidad y nobleza al rincón donde crece. Tú, aquella tarde, pasaste y no te fijaste en ella.<br /><br />Tampoco en el siguiente árbol, cerca de la palmera. Es un platanero, de la misma especie y grandiosidad que los que hay en la plaza del Campillo. Su tronco no tiene heridas como el de la palmera, sino que brilla plateado, a la luz de la cálida tarde de verano. Humedecido, aunque el calor de la tarde lo reseca y se funde con los colores del otoño. Por lo viejo que es y por la solemnidad que entrega. No solo al rincón donde crece sino a la tarde, al tiempo y a los sentimientos que en el alma se despierta. Tampoco tú aquella tarde te fijaste en este gigante hermoso. Y lo siento porque ciertamente, de la belleza madura, honda y serena que brota de este árbol y el jardín donde crece, es de donde está formada la verdadera alma de Granada.<br /><br />Sí. No de voluminosos monumentos, como los que hay en tu ciudad y país, sino de armoniosos y serenos paisajes, árboles, y edificios. Poco cosa por fuera y en apariencia, pero por dentro, repletos de años, de primaveras y de inviernos. Granada se hunde en el océano del tiempo y por eso está llena, muy llena por dentro. En su corazón, en su alma, en su silencio, en su espera… Y estos árboles son uno más de los millones de pequeños matices de lo que te estoy comentando. Por eso es importante, merece la pena y es necesario, al pasar por aquí, mirar despacio cada árbol centenario de este jardincillo primoroso. En ellos palpita la esencia, la historia, el alma de Granada. </span><br /></p><p align="justify"><span style="font-family:arial;">En línea recta con la palmera y el platanero, crecen otros dos viejos árboles. Estos son arces, de grupo de las coníferas y tienen troncos muy gruesos. Creo que se necesitan más de dos personas para abarcarlos. Y su altura, calculando a simple vista, me parece que superan los cuarenta metros. Tienen grandes ramas y, sus hojas, como las de los pinos pero más cortas, se verdeguean como las ovas.<br /><br />¿Sabes? según voy con mi ruta por este rinconcillo, primoroso, fresco, con nobleza de aciano pero serenamente bello, me paro. Frente al edificio de la biblioteca y a unos seis metros y miro despacio. Me parecen tan importantes estos fantásticos y viejos árboles que quiero observarlos sin prisa. Y, mientras los miro, quiero pensar en ti por aquí aquella tarde. Pasaste justo por donde ahora me he parado pero, auque solicité tu atención hacia estos vetustos, no hiciste mucho caso. Miraste sin gran interés y seguiste caminando junto a tu amiga. Hacia la fuente redonda que tengo ahora a mi derecha y que también se mostraba luminosa. Dentro de un rato te hablo de ella. Sigo ahora explicándote lo que esta tarde me asombra por el rinconcillo ajardinado.<br /><br />Por entre los dos arces que te he dicho, discurre uno de los pasillos de tierra que recorren todo el jardincillo. Todo el terreno que ocupa este verde espacio queda dividido en pequeños trozos de tierra con arriates y flores y pasillos para ir de un lado a otro. El pasillo que discurre justo por entre los dos troncos de arce, es el más transitado. Por él van y viene todas las personas que cruzan el puente romano y toma por el bulevar de la Virgen o al revés. Pero este pasillo no es insignificante. Precisamente por cruzar rozando el tronco de los dos gigantes, queda lleno de solemnidad. Los dos troncos, a los lados, lo escoltan majestuosamente y, como son tan ancianos y recios, convierten a este pasillo en una belleza única. Una maravilla quizá más importante que muchas famosas obras de arte. Por eso, aquella tarde, no me sentí bien cuando vi que no prestabas ninguna atención a estos árboles y caminillo. No pude hacer nada para remediarlo ni tampoco ahora. Pero te lo cuento por si, al leerlo, te sirve para reflexionar y corregir algo.<br /><br />¿Sabes? Siempre he pensado que, cuando una persona no muestra interés por las cosas u otras personas, hay que dejarla. Hay que respetar a cada uno y no imponer nunca a nadie nada. No es bueno imponer ni tampoco obligar porque cada cual tenemos derecho a nuestra libertad. Y, sobre todo, cada persona tiene derecho, por encima de cualquier otra cosa, a ser respetado. Es lo que hice aquella tarde y es lo que hago ahora. Con sencillez y sin imponer, te cuento las cosas y, aunque no entienda tu forma de ser y comportarte, respeto.<br /><br />Debajo de cada uno de estos dos árboles hay un asiento. Es parecido al que usaste aquellas primeras tardes por el barrio del Albaicín pero éste es de hierro. Por la derecha tengo una pared. Separa la acera por donde van los peatones y la calle de los coches de este jardincillo. Y tiene, esta pared, como una rotonda no muy pronunciada, que va llevando poco a poco a la entrada del puente romano. Porque ya te lo he dicho: este puente romano, llamado también del Genil, es solo peatonal.<br /><br />Continúo mi ruta y avanzo por el pasillo que va por entre los dos viejos árboles. Y camino lento observando cada detalle para que no se me quede nada, por aquí, sin contarte. Y, en cuanto supero los troncos de estos gigantes, ya estoy en la reducida rotonda que rodea a la fuente. Es, la fuente y la rotonda de tierra bermeja, como una pequeña plaza en el corazón del rinconcillo verde. Como un espacio, libre de vegetación y con algunos asientos para que las personas se paren aquí a descansar, a charlar o simplemente a contemplar. Por eso, la rotonda en sí y la fuente, centro total del jardincillo, es acogedora y deleita. Queda refrescada por la gran pila de agua y por sus claros chorros y también por la sombra de los árboles que rodean. Los asientos de hierro que te he dicho, circundan todo el recinto y están puestos a la distancia conveniente.<br /><br />Aquel día, la tarde de las cruces de mayo, no te sentaste en ninguno de estos asientos. Sí te acercaste a la fuente te paraste. Sin decir nada, te pusiste a mirar serenamente a las aguas y así te quedaste un buen rato. Tu amiga te daba compañía y yo observaba desde cierta distancia, sin pronunciar palabra. Pero en mi corazón, en aquel momento y ahora, sí le daba y doy gracias al cielo. Sabía y sé que tu fascinación por la transparencia de las aguas era y es importante, muy importante. Como si en tu alma existiera un hambre inmensa por lo bello, por lo elevado, por lo eterno. </span><br /></p><p align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong><br />82 - Ventana al corazón de Granada<br /></strong></span><span style="font-family:arial;"><br /> Por eso recuerdo ahora lo que ocurrió aquella tarde. Frente al color verde azul de las aguas remansadas, estabas, serenamente mirando. Como metida en ti o como reflexionando en algo profundo. Y, tan recogida se te veía, que hasta preocupaba observarte no fueras a distraerte de la meditación. Al menos, así lo notaba y así lo pensé. Por eso, seguí situado al margen. A cierta distancia y de tu amiga, observando con serenidad y respeto. El vientecillo se movía despacio y el siseo de las hojas de los viejos árboles ponía música de fondo. Una armonía tan fina y clara que también hacía temblar a ciertas fibras en el alma.<br /><br /> Dijiste, sin dejar de mirar a la superficie azul verde de las aguas:<br />- Cuando me vaya de esta ciudad me gustaría llevarme conmigo su realidad más honda y buena.<br />- ¿En qué realidad piensas?<br />- Sé que llevármela en el recuerdo no será suficiente. Tampoco me servirán las fotos que hago ahora ni los objetos materiales que compro. Todo eso, en cuanto pasen unas semanas o unos meses o a lo más un año, se me irá borrando y se diluirá en la luz y el tiempo. <br />- ¿En qué estás pensando?<br />- En algo así como una ventana por donde poder asomarme al corazón de Granada. Para verla en su esencia más pura y luego intentar, desde ahí, recogerla y llevármela. ¿Existe alguna manera?<br /><br /> No contesté enseguida. Me di cuenta que, en ese momento, era necesario para ti el silencio. Y lo fue. Pasado unos minutos preguntaste de nuevo:<br />- Desde el Puntal de los Almendros que hay por encima de mi residencia ¿de qué modo podríamos abrir una ventana al corazón de Granada?<br />- ¿Y por qué desde el Puntal de los Almendros y una ventana al corazón?<br />- Porque los almendros son hermosos y, en sus flores, creo que se encierra un imperceptible camino a la ventana que te digo. ¿No te has dado cuenta de eso?<br />- Algo sí pero es más sentimiento que realidad concreta. ¿Para qué necesitas una ventana al corazón de Granada?<br />- Porque ya me he dado cuenta que si consigo encontrar esta ventana y mirar por ella, voy a verme a mí misma. Y no a mí de cualquier manera sino en lo más profundo de mi propia esencia. Y, además, también creo que voy a descubrir un camino, una forma para cambiar el mundo a la manera que sueño. ¿Cómo podríamos conseguirlo?<br /><br /> De nuevo guardé silencio. Medité tu pregunta y me dije que tu fantasía sí que era algo profundo y bello. Y, encontré que emanaba de un muy sincero sentimiento. Y, además, me gustaba lo que me habías dicho de los almendros que crecen en las tierras de esta ciudad mágica y de las flores que dan cuando llega la primavera. Seguiste preguntando:<br />- ¿Te imaginas lo fantástico que sería, desde el Puntal de los Almendros y entre sus ramas y flores, mirar por la ventana hacia dentro?<br />- Sí que me lo imagino. Y creo que sería bueno y realmente bello. Pero si llegaras a conseguirlo ¿de qué manera podríamos recoger la esencia, los latidos, la pura belleza de Granada para llevártela contigo cuando te vayas a fin de que no se te diluya nunca en la luz y el tiempo?<br />- En esto quiero contar contigo.<br />Y me alegré oír tal deseo. Pero, como seguía sin tener claro tu sutil sueño, volví a preguntar:<br />- ¿Y cual sería mi papel en esta ilusión tuya?<br />- El papel, te lo diré luego, pero lo más real y práctico, es que me ayudes a recoger la esencia que estoy pretendiendo encontrar en el corazón de Granada.<br /><br /> Otra vez guardé silencio. Pero, para mí, me dije: “¡Ventana al corazón de Granada, camino para ir a modelar un mundo mejor, recoger esencia que nada tenga que ver ni con fotos ni objetos que se puedan comprar en las tiendas…!” Regresé a la realidad de la tarde, del lugar y del momento y dije:<br />- Antes de que te vayas, prepararé mi cuaderno y empezaré a escribir en él. Voy a necesitar recoger, en la medida que pueda, la esencia, latidos y verdad de esta ciudad “mágica”. Cuando tenga terminando el libro te lo regalo. A lo mejor no consigo mucho pero puede servirte para que no se te olvide nunca el misterio que tanto te fascina en esta ciudad. Y estoy procurando que sea lo que me has dicho: una sencilla ventana al corazón mismo de Granada.<br /><br /><br /><strong>83 - Aproximación al Puente Romano</strong><br /><br /> La fuente donde se remansan las azules y verdes aguas, está formada con un pequeño muro de cemento, coronado con una sencilla baranda de hierro. Es una obra moderna, poco importante, donde lo más significativo, no es la obra en sí, sino el agua. Los chorros surgen desde el centro hacia fuera y a la inversa. Nada espectacular pero sí lo suficiente para crear un ambiente muy especial en el recogido rincón. La gente pasa, recorriendo el círculo de tierra que deja a la fuente en el centro, y van a lo suyo. Solo algunos, como yo, se paran, miran o se sientan. Pero la mayoría caminan y siguen como tú aquella tarde. Es la ciudad, es la vida. Casi todo es ir con prisas para no llegar tarde aunque luego, al final, nada sea importante.<br /><br /> Los plataneros que hay más cerca del río se ven muy verdes. Desde que arreglaron un poco estos jardincillos, todas las plantas parecen haber revivido. Como si se hubieran llenando de sabia joven. Ahora tienen riego por goteo y eso les da la vida. Antes de llegar al muro que encuadra al río, hay otra calle ancha, también de tierra roja. Y, a continuación, ya es acera. Se va río arriba hasta el Puente Verde y río abajo hasta la circunvalación. Pero lo que esta tarde y aquel día, importaba, es el puente romano. Ya estoy casi rozándolo. Me aproximo a su comienzo y lo hago despacio. Como tocándolo con cuidado y mirando muy atento para verlo todo.<br /><br /> Junto a la baranda, nada más llegar a la entrada del puente, de nuevo me paro. Miro para atrás, para comprobar cómo se ve desde aquí el rincón del jardincillo, y lo descubro grandioso. Muy tupido de verde y, destacando la fuente, en primer plano. Desde ella, seguiste y te fuiste viniendo para la entrada del puente. A la luz más hermosa de la tarde, al azul del cielo más puro de la primavera y al brillo de las nubes que con el airecillo jugaban. Desde la entrada al puente viejo parece como si la ciudad de pronto se acabara. Y es así: no hay calles por aquí, solo el empedrado del pavimento, adoquines de granito y las personas caminando en las dos direcciones. Me di cuenta, aquella tarde, que tampoco prestabas mucha atención a lo que yo ahora sí. Pero tú, aquella tarde, tenías tu pensamiento en la imagen de tu lejano país. Allí estaba tu sueño y corazón mientras tu cuerpo de carne y hueso caminaba por aquí. Esta tarde ya estás plenamente allí y, en este rincón de Granada, ahora solo hay de ti lo que en mi mente imagino. Nada ni nadie más te siente ni te ve ni te echa de menos. ¡Fíjate cómo son las cosas!<br /><br /> Miro despacio, desde este comienzo del puente romano en el río Genil, y no puedo apartar mis ojos de los viejos árboles. Los que ya te he contado. Desde este lugar y, a cierta distancia, se ven mucho mejor. Y no solo sus troncos sino sus airosas ramas y sus rectas figuras emergiendo desde la espesura del jardincillo. Sus copas se recortan en el azul del cielo y el airecillo las cimbrea. Parecen pirámides vivas que quisieran sujetar al cielo que les corona. Y, como su verde es tan brillante y fresco, agrada contemplarlos. Simplemente ponerse aquí, sobre la baranda del río y mirar como yo lo hago ahora. La visión resulta hermosa. Porque, a mi derecha y río arriba, se ve todo el filo del jardincillo. Con los pinos, la palmeras, los cedros, los plataneros y las blancas farolas que se clavan en el muro del río. Al fondo ya del todo, se ven las últimas casas de la ciudad, el valle por donde llega el río y las montañas de Sierra Nevada.<br /><br /> Por mi derecha, pero ya al otro lado del río y subiendo, veo dos altas torres. Desde aquí, quedan algo lejos y en lo que es otro rincón de Granada que tampoco anduviste. ¿Que por eso te gustaría saber algo del edificio de estas torres? Es el museo y antiguo Monasterio de San Jerónimo. Su construcción es del siglo XVI 1504. De estilo gótico y renacentista y fue fundado por los Reyes Católicos tras la conquista de Granada. En el recinto del monasterio trabajaron numerosos artistas granadinos de todas las épocas. El paisaje lo conforman naranjos, agua, un colegio, una iglesia, un hotel y el río Genil que lo bordea. ¿Sabes? Este otro amplio barrio de Granada, más próximo a las altas cumbres, también está lleno de vida y de pequeños rincones bellos. No lo anduviste. Y, sin embargo, también es muy grande y en general, se le conoce con el nombre del barrio del Zaidín.<br /><br /> Aquella tarde y ésta de hoy, el río por aquí, no llevaba mucho agua. Casi nunca este cauce lleva mucho caudal. ¿Y sabes por qué? Ya lo dije en otro lugar pero lo amplio ahora: las aguas que bajan de las nieves de Sierra Nevada casi todas se quedan en el embalse de Canales. Uno de los pequeños pantanos que surten de agua a la blanca ciudad de la Vega. Y la que, desde el pantano para bajo corre, se la llevan luego por la histórica Acequia Gorda para regar las tierras fértiles de la extensa Vega. Pero también quiero decirte que, la poca agua que este río lleva a su paso por el corazón de Granada, siempre baja limpia.<br /><br /> Dejo la baranda de hierro donde me he parado un rato para volverme y mirar y avanzo lentamente. Por un trozo de calle que, desde los jardines y la fuente, acerca al puente romano. Nada más pisarlo, por la derecha, veo un quiosco de prense. Justo en la ancha acera que discurre siguiendo la pared que separa al jardincillo de la parte peatonal y la de los coches. El trozo de calle que por aquí ahora piso me la voy encontrando pavimentada con el típico empedrado granadino: fondo de piedrecillas blancas y dibujos con piedrecitas negras. Y, justo a la entrada del puente, todavía se ve un hito de piedra de granito. ¿Qué no sabes que es esto? Lo explico: es un bloque de piedra natural, tallada a base de cincel y martillo, que en otros tiempos ponían en las carreteras para ir dando cuenta de los kilómetros. Esto es algo que ya también se ha perdido. Pero, exactamente este bloque de granito, es un hito de aquellos tiempos. Y en él veo grabado un número que hace referencia a kilómetros. Es el número 433. Si aquella tarde me hubieras preguntado no te habría podido decir más de lo que ahora he dicho.<br /><br />Aquí mismo, a la entrada o salida del hermoso puente romano, algunas veces venden flores. Y casi siempre son nardos. ¿Que sabes poco de estas flores? Su nombre científico es, Polianthes tuberosa, el nombre común, Nardo, Vara de San José y pertenecen a la familia de las Amaryllidaceae. Procede de México y es muy común en todo Centroamérica. Los nardos son unas plantas muy apreciadas tanto por la fragancia que desprenden como por la belleza de sus flores, que pueden ser blancas o rosadas. Éstas se encuentran reunidas en espiga en el extremo de un tallo que puede llegar a hasta 80 centímetros de altura. Contrastan estos colores con el verde brillante y ligeramente carnoso de las hojas, que se distribuyen en la base de los tallos y que soportan bien el peso de las flores.<br /><br /> Aquel día había una mujer sentada justo aquí mismo y vendía estas flores. También la encuentro en el mismo sitio esta tarde. Al verla aquel día preguntaste:<br />- ¿Y por qué justo aquí se pone a vender estas flores?<br />- El Santuario de la Patrona de Granada, la Virgen de las Angustias, ya has visto que ha quedado un poco más atrás. Solo a unos trescientos metros de aquí. Y, como estás comprobando, por este puente transita mucha gente. Algunos y, de vez en cuando, al pasar se paran y compran una ramitas de estas flores de nardos. Siguen y, al llegar al Santuario de la Patrona, entran al templo y se las regalan a la Virgen. Un detalle de cariño, comportamiento de personas buenas o porque están agradecidos por alguna cosa que les haya concedido la Señora.<br />- ¿Y por qué solo flores de nardo?<br />- Son las más delicadas para regalar a la Virgen. Y ya estás viendo que son blancas, pequeñas y trabadas en una ramita y huelen a pureza y a cielo.<br /><br /> Te quedaste mirando a la mujer que vendía las flores. Ella te miró y ninguna de las dos dijisteis nada. El color de los nardos, blanco puro de nieve sin mancha, se confundió con el tono también blanco de tus pantalones y camisa. Y me alegré, una vez más, de este gusto tuyo por lo inmaculado. Y, no sé por qué, en ese momento pensé en la Virgen y en su santuario y en ti con ella, entre las flores blancas de nardo. También lo pienso ahora y con mucha fuerza. Tu ausencia y el recuerdo de tu persona por este lugar de Granada, despierta en mi corazón un especial sentimiento. No sé explicártelo pero sí percibo que es como una oración muda y con olor a flores de nardo. Y me alegro que la Virgen de las Angustias se encuentre en el centro de la tarde y del sentimiento que describo. Nada podría ser, en este día de tu ausencia para siempre, más inmaculado para ti, para mi alma y para el cielo.<br /><br /> Por la derecha del puente y, también a la entrada, hay un hombre sentado. Distanciando de la mujer que vende flores. Y tiene en sus manos un viejo acordeón. Toca melodías tristes y pide, a los que pasan, algunas monedas. Desde hace un tiempo, en algunos rincones de esta ciudad, se ponen y tocan sus instrumentos personas como este hombre. No son ni de esta ciudad ni de España. Han venido de otros lugares del mundo y, ahora por aquí, intentan ganarse algunas monedas de esta manera. ¿Mi opinión sobre ello? Pues que no es propio de Granada pero muchos lo respetan y también yo. Bien sabemos que la vida, ni para ellos ni para ti ni para nadie, es fácil en este mundo. Tú, aquella tarde, no viste por aquí nada de esto.<br /><br /> El pórtico que abre paso al puente, es muy hermoso y en él, sí te fijaste. Al comienzo del muro gris, a ambos lado escolta a lo largo de todo el puente, saludan dos pequeñas estatuas de piedra. Dos leones sentados que miran enfrentados. La piedra de lo que están hechos se ve muy vieja y por eso están desgastados. En estas figuras sí te fijaste. Y hasta te paraste junto al que está a la derecha, según se entra. Sobre la efigie del león pusiste tu mano, miraste a tu amiga y luego dijiste:<br />- ¡Fijaros en esto!<br />Y te miró. También pero no entendí. Tampoco te pregunté. Pero sí quiero hacerlo ahora: ¿qué fue lo que nos querías decir?<br />Avanzo ya pisando los adoquines del pavimento y miro. Tendrá este puente, la calle por donde las personas vamos, unos diez o quince metros de ancho. Empedrado con adoquines pequeños. Como eran estos bloques de piedra en tiempos pasados. Los adoquines que tallan ahora son mucho más grandes. Y el granito de los adoquines que pavimentan es de color gris y otros con tono rojo. Dos colores naturales de las rocas de donde han sido sacados.<br /><br /> Por este puente, ya lo dije, no pasan coches. Es solo peatonal y eso le da una gran dignidad. El puente por donde pasan los coches queda un poco más abajo, a la derecha según avanzo y avanzábamos aquella tarde. Y lo construyeron muy pegado a este puente romano. Pero aquel, todo es puro cemento y asfalto negro. También es mucho más moderno, de hace tan solo unos años. Por debajo de él corren las aguas del Genil y las del río Darro. Porque justo aquí, es donde el Darro se junta con el primero de los tres ríos de Granada. Y lo hace serenamente. Sin ningún tipo de espectáculo ni con gran despliegue de belleza. Tanto cemento lo encierra y lo cubre que lo que, en otros tiempos sí fue un muy natural y hermoso paisaje, hoy ni siquiera es vistoso. Pero, hacia esta parte de los ríos y de los puentes, reclamé tu atención aquella tarde. Solo para que vieras y conocieras donde se junta el cauce que atraviesa Granada con el que desciende de las cumbres de Sierra Nevada. Miraste y no hiciste ningún comentario. Sin embargo, me quedé satisfecho porque aprendiste dos cosas más de esta, para ti, ciudad mágica.<br /><br /> Unos segundos después y, cuando ya íbamos como yo ahora, por la primera parte del puente romano, dije:<br />- Como ves, el río claro que baja de las cumbres alta, divide la ciudad en dos. La parte que estamos dejando atrás, ya has visto que pertenece a la ciudad antigua. Y la parte que vemos al frente, la que pisarás nada más terminar de recorrer el puente, pertenece a la ciudad moderna. El amplio y llano barrio del Zaidín, con otros barrios a los lados y los pueblos pequeños que también se van juntando.<br />Seguiste mirando y no preguntaste ni dijiste nada.<br /><br /> He avanzando como unos diez metros siguiendo la calle que va por el puente. Y ya me acerco a donde fue la despedida. Justo antes de llegar a la mitad del puente. Me emociono y voy temblando. ¡Es tremendo el recuerdo! Y, lo mismo que aquella tarde, la gente pasa y ni siquiera advierte que voy por aquí. Y menos todavía perciben qué es lo que hay en mi mente ni lo que en el alma se agita.<br /><br /><br /><strong>84 - La despedida de aquella tarde de primavera</strong><br /><br /> Sobre el muro de la izquierda, a la altura de la mitad del puente, me he parado. De espaldas a las personas que pasan y mirando para las cumbres de Sierra Nevada. Lo mismo que hice aquella tarde. Pero, como hoy es verano, las altas cumbres no están blancas. Aquella tarde, sí. Brillaban con la blancura de los nardos que venden a la entrada del puente.<br /><br /> Y, apoyado en este viejo muro de piedra, miro a lo lejos. Sueño y recuerdo. Como si, por aquellas lejanas y altas cumbres de Sierra Nevada, te hubieras ido para siempre. Y fue así aunque ocurrió en el mismo centro de este puente. Al llegar justo a donde ahora me he parado, dijiste:<br />- Mi amiga y yo queremos ir el desfile de caballos.<br />El desfile había sido ya. A las dos de la tarde de aquel día de mayo. Pero, los periódicos decían que, en la explanada que hay por delante del Palacio de Congresos, entregaban los premios. Y por eso los caballos, todos los que habían desfilado por las calles de Granada, estaban por aquí concentrados. Y, a esta concentración, entrega de premios y desfile, era a donde querías ir. Y lo entendí: querías hacerlo junto con tu amiga. Por eso, a tus palabras, no hice ningún comentario. Simplemente me quedé parado, te di las gracias y también a tu amiga y, a continuación dije adiós. Sin más despedida, sonrisas ni abrazos.<br /><br /> Me acerqué al muro de piedra donde ahora mismo estoy parado y me puse a mirar las aguas del río. También a la blancura de la nieve en las altas cumbres y al azul del cielo. Y, sin pretenderlo, sentí como de mi pecho brotaba una oración y, de mis ojos, un par de lágrima. Miré, también sin pretenderlo, y te vi alejarte de espaldas por el pasillo del puente viejo. Y el color blanco de tu traje de lino se me empezó a confundir con el resplandor de la nieve en las altas cumbres. Quizá porque sabía que, unos días más tarde, ya te irías definitivamente de Granada. En un vuelo, para mí, misterioso que surcaría por encima de estas cumbres blancas. Y sabía que, al final de este vuelo, al otro extremo del Planeta Tierra, aterrizarías. En las tierras de tu lejano país, desconocido para mí, pero también blanco. Cubierto con la misma alfombra de nieve que brillaba aquella tarde en las altas cumbres de Sierra Nevada.<br /><br /> Por eso, aquella tarde de mayo, miré mudo mientras te alejabas. De espaldas, como ya he dicho, y sin pronunciar palabra. Y, como los ojos se me habían llenando de lágrimas, comencé a verte borrosa. Como si el viento mismo te hubiera dado su abrazo y, fundida con él, te llevara. Por lo menos, así lo volví a ver en mi sueño. Bajábamos por el final de la Carrera de la Virgen y, una ráfaga de viento, arrastró las hojas de los árboles. Como si no pesaras y, en ese mismo momento, te lanzaste al aire y te pusiste a volar. Mis ojos te vieron. Tumbada sobre los brazos del aire te ibas, te alejabas y te remontabas cada vez más hacia el cielo. Por encima de los árboles del paseo del Salón y luego por encima de la ciudad de Granada y de las colinas de la Alhambra. Por ahí seguiste alejándote y, al poco, ya te perdiste por entre el resplandor de las nubes y la blancura de las cumbres en Sierra Nevada. Y supe, en ese mismo momento, que te marchabas definitivamente. Hasta el final de los tiempos.<br /><br /> Es lo mismo que pensé en la tarde de las cruces de mayo. Y es lo mismo que sigo pensando esta otra tarde de verano. Por eso he venido hasta este rincón de Granada y por eso me he parado aquí. A meditar, por unos minutos, aquel último momento. Sigo mirando para las altas cumbres y creo que continuo rezando mientras pienso. Voy a quedarme en este sito un poco más. Sin mirar a ningún otro lado ni a las personas que por aquí pasan. Luego, antes de que caiga más la tarde, me volveré para atrás. Me acercaré a la mujer que vende nardos en la entrada del puente y le compraré un puñado. Seguiré caminando, como de vuelta igual que aquella tarde, pero me detendré en el Santuario de la Virgen. ¿Sabes para qué? <br /><br /><br /><br /><br /><br />85 - El Santuario de la Patrona de Granada<br /><br /> Dejo el sitio que he ocupado en el muro del puente, giro y vuelvo sobre mis pasos. Para atrás con la intención de regresar, convencido, también esta tarde, de que ya nada puedo hacer para cambiar la realidad. Te fuiste y, aunque durante unos días más, seguiste presente en esta ciudad, ya nada fue lo mismo porque no estabas. Tampoco ahora. Los últimos rayos de sol, en esta tarde de verano, se reflejan en el agua que va por el río. También en las copas de los árboles del jardincillo y en las dos torres del Santuario de la virgen. Como si fuera otro día más de los muchos que van pasando. Y es otro día más para todo y para todos excepto para mí. Pero lo mío, solo mi cuaderno y el cielo saben que es distinto. Porque, fuera de mi corazón y sueño, todo sigue su ritmo. Por eso, mientras ya camino mezclándome con las demás que van y vienen por este puente, a todos y todo lo sigo viendo como en otra realidad. Ajeno a mí y a lo que por aquí me ha traído.<br /><br /> Llego a la mujer que vende flores, me paro frente a ella y le pido que me dé un puñado.<br />- De las más frescas y olorosas.<br />- Estas son las mejores flores que nunca nadie por aquí haya tenido.<br />- ¡Me alegro!<br />Me las alarga, las cojo en mis manos, se las pago, le doy las gracias y sigo. Ajeno, como ya he dicho, a las personas que por aquí se mueven y ajeno a la tarde y al vientecillo fresco que empieza a levantarse. Salgo del puente, giro para la derecha, cruzo el jardincillo de los cedros centenarios, cruzo la carretera del asfalto negro y rozo la Fuente de las Granadas. Ahora, algunos jóvenes esperan sentados. Según la tarde se marcha y la noche se acerca, empiezan a brillar las farolas del paseo del Salón. También las aguas de esta fuente y el bulevar de la Virgen, al frente.<br /><br /> Cruzo la segunda calle y comienzo a subir por la Carrera de la Virgen. El airecillo de la tarde, en este momento, parece que llega con mucha fuerza y en mayor cantidad. Y digo esto porque, los grandes árboles que por aquí fuimos contando aquella tarde y también hoy yo, ahora se mecen muy agitados. Y se mueven tanto y tanto se cimbrean sus ramas y se estremecen sus hojas, que la tarde entera y todo el paseo, se llena por completo de quejidos de viento. Como si no existiera, ahora mismo, más sonidos en toda Granada que el murmullo del aire rompiéndose por entre las ramas y hojas de estos árboles. Como si ya hubiera llegado el otoño que tanto he comentado. <br /><br /> ¿Y sabes? Mientras me acerco al Santuario de la Virgen con mi ramo de flores en la mano, una vez más digo que ya no tengo nada que ofrecer. Ya me he quedado vacío. Sin ningún sueño que compartir y sin ningún rincón más que contar de Granada. Me he quedado sin nada. Solo este trozo de paseo que recorro dirección al Santuario de la Virgen, el aire que se quiebra por entre las ramas de los árboles, la tarde en su momento final y mi deseo de entrar al templo sagrado para rezar. Nada más tengo. Y por eso estoy sintiendo que mi soledad, a partir de ahora, será grande. Me voy acercando al Santuario. Ya estoy casi en la puerta y, ahora mismo, todavía quiero compartir una pincelada más de los rincones de esta ciudad. Recuerdo que tenías interés, cuando por aquí mismo pasaste aquella tarde, en saber de este templo y de la Virgen. Y dije que te lo explicaría pero en su momento. Creo que ahora mismo es el momento. Justo cuando voy a entrar, de este Santuario y de la patrona de la ciudad, te digo que:<br /><br /> La devoción de Granada a la Virgen de las Angustias se remonta a los días mismos de la Reconquista, como regalo de la Reina Católica. Isabel había nacido en Madrigal. Su padre, Juan II de Castilla, murió cuando ella contaba tres años. Su madre, Isabel de Portugal y segunda esposa de Don Juan, se tuvo que retirar, a la muerte del rey, al palacio de Arévalo. Aquí estuvo Isabel hasta los doce años. Esta estancia fue buena para la formación espiritual de la Reina Católica y para la historia mariana de Granada. En Arévalo se profesaba una devoción especial la Virgen de las Angustias. Cuando, a los doce años, la reclamó su hermano Don Enrique, Isabel se marchó de Arévalo con el corazón partido, porque dejaba allí lo que más amaba en la tierra: a la Virgen de las Angustias y a su madre.<br /><br /> Los reyes habían establecido su cuartel general en la ciudad de Santa Fe. El viernes 2 de enero de 1492 salieron de allí con dirección a Granada. El rey don Fernando llegó hasta el puente más cercano a Granada, junto a la ermita de San Sebastián, entonces mezquita. La reina se quedó en Armilla. Boabdil hizo acto de homenaje primero al rey y luego a la reina. Luego continuó con dirección de la Alpujarra. Mientras ondeaba en la Alhambra el estandarte real y el de Santiago, se entonó el Te Deum y el ejército se arrodilló junto al río Genil. "Enero se había disfrazado con capa de mayo." Fray Hernando de Talavera, obispo de Ávila, bendijo la mezquita Taybin o de los convertidos, hoy iglesia de San Juan de los Reyes y en ella se celebró la misa, ante un cuadro de la Virgen de las Angustias, donación de la reina. Se trata de una pintura en sarga del siglo XV. La Virgen está de pie con su hijo, muerto, en el regazo.<br /><br /> No fue este primer templo de Granada el escogido por la Virgen de las Angustias para iglesia suya. El lugar escogido por Ella estaba muy cerca del río Genil y del puente donde los reyes y su ejército habían entonado el Te Deum el día de la toma. Aquí se empezó a venerar, muy pronto también, una segunda tabla de la Virgen Dolorosa, probablemente regalo de los mismos Reyes Católicos. La ermita era pequeña y hubo que edificar a su lado otra iglesia el año 1570, que pasó a depender de la nueva parroquia de Santa María Magdalena. En 1609 fue elevada a parroquia independiente. El concurso de fieles crecía cada día más. Se impusieron nuevas ampliaciones el 1626 hasta que se construyó la actual basílica el año 1668. Sus torres son del siglo XVIII. La escultura de mármol que hay en su fachada, de la Virgen de las Angustias, es de Mora y se hizo el 1665-66. Se puso fuera para facilitar el culto en las horas en que la iglesia estaba cerrada. El interior de la iglesia es de una sola nave, con capillas laterales y el crucero, que cubre una bóveda de orden toscano. En el altar mayor, todo él de mármol con finas incrustaciones y mucha talla y escultura, un arco central se abre hacia el camarín, magnífica obra de tipo churriguera granadino, para dejar ver a la imagen de la Virgen en su trono, bajo una cúpula, que sostienen cuatro columnas salomónicas, de mármol negro.<br /><br />El alma de este templo es la imagen de la Virgen de las Angustias. En la tabla primera, que se veneró a los principios, la Virgen estaba de rodillas y con las manos cruzadas sobre el pecho, que atravesaban siete puñales. La célebre Dolorosa, que José de Mora hizo el 1671, se debió inspirar en ella. Para las procesiones se hacía necesaria una escultura y la Hermandad se hizo pronto con una mediana "dispuesta a semejanza de la tabla original". La corona, de estilo renacimiento español, es de oro, con de más de 6.000 piedras preciosas. Como la devoción y la protección de la Virgen se extendía de hecho a toda la archidiócesis de Granada, el arzobispo don Balbino Sanatos pidió y obtuvo de Pío XII la ampliación de su patronato canónico. Esto sucedió el año 1948. Con este motivo se inauguró un himno oficial con música de Luís Urteaga y letra del presbítero don José Fernández Crespo.<br /><br /><br />86 - Adiós y un abrazo<br /><br /> He llegado al lugar. Estoy en la misma puerta del Santuario de la Patrona de Granada. Me paro un momento. Miro despacio, como si quisiera verte para pedir que entres. Empujo la puerta y paso. Me encuentro el recinto iluminado pero en un resplandor tenue. Todo muy en silencio, recogido, fresquito y con un delicado olor a incienso. En los bancos, solo algunas personas sentadas, otras de rodillas y algunas más rezando en las capillas de los lados. Al final, el gran camarín donde se recoge y desde donde mira la Virgen. A este lugar me acerco, con el ramo de flores en las manos.<br /><br /> Entro por la puerta de atrás, me aproximo al ámbito del camarín, saludo a la Señora que tan amada por la ciudad de Granada, pongo a sus pies las blancas flores y aquí me quedo. Sin saber qué hacer ni qué decir pero sí tengo claro que he venido a Ella por ti. Porque necesito que el cielo le dé sentido a tu presencia por Granada, en aquellos días y tu ausencia ahora y para que firme todo lo que he ido recogiendo en mi cuaderno<br /><br /> Y por eso también le pido a la Virgen que te bendiga y que cuide a lo largo de la vida que aun te quede en este suelo. Aunque ya vivas para siempre, tan lejos de aquí. Nosotros sabemos que te hemos querido como a algo puro y bueno. Como a la más digna y hermosa entre las criaturas que Dios haya puesto en este suelo. Pongo punto y final en mi cuaderno. Todo lo dicho vale porque es sincero y lo mismo este momento de oración junto a la Virgen. ¿Sabes? La vida es mejor comprendida mirando para atrás pero sin dejar nunca de mirar al frente. Es lo que he pretendido: ayudarte un poco a que encuentres la respuesta dentro de ti. Así que te doy gracias y, al cielo, porque me habéis permitido vivir este sueño. Adiós y un abrazo.<br /><br />Granada, 1-11-2007</span><span style="font-family:arial;"><span style="font-family:arial;"></p></span></span>laricphttp://www.blogger.com/profile/11169401979042124077noreply@blogger.com45